Del articulito a una Constituci¨®n para los hampones
Ahora se busca de nuevo habilitar la reelecci¨®n de presidente, pero esta vez indefinida
Pocas palabras bastan. Lo dice la Biblia. ¡°Pero una palabra tuya bastar¨¢ para sanarme¡±. Eso es lo que inspira la obsesi¨®n constitucional de Colombia, en especial desde 2004, cuando a alguien se le ocurri¨® que cambiar la realidad era f¨¢cil si se cambiaban pocas palabras en un art¨ªculo de la Constituci¨®n Pol¨ªtica; en particular, el que ten¨ªa que ver con la reelecci¨®n del presidente. Desde ese momento hasta hoy, todo ha sido en cascada descendente, cambie aqu¨ª y cambie all¨¢, cambie todo al acomodo del presidente y de un pu?ado de alcahuetas y congresistas, y otro pu?ado de bandidos.
La justicia se recre¨® del todo con nuevas cortes para la impunidad de muchos hampones; el Congreso se recre¨® para lo mismo. Se sumaron al texto constitucional, con un car¨¢cter difuso, opaco para los legos, casi trescientas p¨¢ginas de un engorros¨ªsimo proceso de paz, y se lo convirti¨® en el destino superior de la naci¨®n. Se volvi¨® a prohibir la reelecci¨®n, esa vez del todo. O del todo, hasta que a un nuevo presidente se le ocurra lo opuesto.
De hecho, ahora se busca de nuevo habilitar la reelecci¨®n de presidente, pero esta vez indefinida, y sumarle otras trescientas p¨¢ginas opacas de otros innumerables procesos de paz por firmar, incluso a¨²n no negociados; cheques en blanco para ver si m¨¢s hampones deciden dejar de matarnos y matonearnos.
Constituciones nuevas escritas por los d¨¦biles, a ver si aplacan la furia de los fuertes, los crueles y los desalmados. En la mitad aparecen los pol¨ªticos alcahuetas, llenos de razones enredadas, raciocinios arrevesados para justificar lo injustificable.
Tanta exasperaci¨®n y ofuscaci¨®n les sirve a los escritores de art¨ªculitos y constituciones a¨¦reas para construir sus casas en el aire donde puedan vivir sin que los toque la justicia, ni la ley ni las fuerzas del orden.
Hace 20 a?os abrimos la caja de Pandora y no paramos de sorprendernos de lo que sale de all¨ª. Qu¨¦ imaginaci¨®n, creatividad y verborrea tienen los pol¨ªticos cuando se trata de auto-favorecerse y ayudarle a los que los eligieron; qu¨¦ abuso sem¨¢ntico, cuando la meta es permanecer en el poder.
Los ¨²ltimos 20 a?os son la fundaci¨®n del caos. Se los atribuy¨® a la generaci¨®n que aprendi¨® en los a?os sesenta, cuando eran j¨®venes y ni?os, que Cuba y las protestas estudiantiles de Par¨ªs y de las universidades norteamericanas demostraban que el caos val¨ªa m¨¢s que el orden . Que la desorganizaci¨®n val¨ªa m¨¢s que la organizaci¨®n. Que hab¨ªa que ser razonables y pedir lo imposible. Que pod¨ªamos vivir todos en la revoluci¨®n de las flores.
Solo una generaci¨®n que mam¨® de ese caos puede soportar este caos que gener¨® cuando lleg¨® al poder. El desquiciamiento constitucional que el actual presidente de Colombia plantea como salida institucional no le debiera caber a nadie en la cabeza.
Para sorpresa de muchos, ya le cabe en la cabeza a dos expresidentes, a un exvicepresidente, a un exministro del interior, y supuestamente un grupo ascendente de magistrados de la corte constitucional, que ahora se dedicar¨¢n a hacer realidad las ideas del actual presidente.
La cosa llega a tal frenes¨ª que supuestamente hay que convocar a una asamblea constituyente para evitar que en 2025 el presidente de la Rep¨²blica escriba un decreto. Lo primero no evita lo segundo. Pero la desproporci¨®n entre los dos alcanza el delirio.
Un grupo enorme de firmantes acaba de publicar una carta contra ese desquiciamiento y a favor de conservar la Constituci¨®n actual. Hemos descubierto el enorme valor de conservar algunas cosas fundamentales, cuando unos se arrogan la prerrogativa de cambiar todo, todo el tiempo.
Necesitamos un punto fijo. El maquiavelismo y la alcahueter¨ªa, la soledad y el miedo no pueden ser buenas consejeras para ordenar y reordenar continuamente un pa¨ªs donde hay 52 millones de almas.
Aprendamos de Chile, que escribi¨® dos constituciones nuevas para finalmente aceptar la que ven¨ªa del pasado, de procesos lentos y reposados de reformas. Las flores y los fusiles, la amapola y la coca no son buenos consejeros constitucionales.
Petro pasar¨¢, y no le podemos permitir el legado de haber destruido todo. Dejar¨ªa hojarasca y destrucci¨®n, y un pa¨ªs dominado por hampones y alcahuetas.
Empezamos con un libro podemos acabar con otro: si seguimos como vamos seremos dignos descendientes de la estirpe de los Buend¨ªa, y no tendremos una segunda oportunidad sobre la tierra.
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