No ser colonia
Cuando se acerca la celebraci¨®n del 7 de agosto en Colombia, es clave reflexionar sobre c¨®mo defendernos de las ideas opresoras que se encubren tras la promesa de hacernos libres, sobre todo a la luz de lo que ocurre en Venezuela
Nuestro querido fil¨®sofo envigade?o, Fernando Gonz¨¢lez, escribi¨® en 1960 una carta al presb¨ªtero Jaime V¨¦lez S.J de la Universidad Javeriana, a prop¨®sito de sus preguntas sobre la filosof¨ªa colombiana, en la que sentenciaba: ¡°El que es colonia por dentro concibe la libertad como cambio de amo¡±. Se refer¨ªa as¨ª a la dificultad de los pueblos del caribe, el centro y el sur de Am¨¦rica Latina de crear conciencia sobre s¨ª mismos.
A prop¨®sito de la celebraci¨®n, este 7 de agosto, de los 205 a?os de la Batalla de Boyac¨¢, un hecho decisivo para la independencia en Colombia, es importante que nos preguntemos por la libertad como principio constitutivo de nuestra vida en sociedad. ?Estamos preparados como ciudadanos para vivir nuestra libertad? ?C¨®mo defendernos de las ideas opresoras que se encubren tras la promesa de hacernos libres?
Es inevitable hacer esta reflexi¨®n sin que nos interpele lo que ocurre hoy en nuestro pa¨ªs vecino Venezuela, con un proceso electoral lleno de opacidad ante los ojos del mundo, en el que no ha sido posible hacer valer la verdadera voz de los ciudadanos, que se manifest¨® en las urnas. Con m¨¢s de un cuarto de siglo de una supuesta revoluci¨®n bolivariana que se ha perpetuado detr¨¢s de la promesa de una libertad ilusoria, lo que observamos es un r¨¦gimen autoritario que, con descaro, a¨²n se atreve a escudarse bajo el concepto de la autodeterminaci¨®n latinoamericana.
Meditemos sobre la libertad como valor, como concepto que nos permite definirnos como personas y pueblos, que nos aleja del riesgo de entregarnos a cantos de sirenas que prometen cambios o soluciones que est¨¢n fuera de nosotros. En la libertad habita el poder de elegir y de no estar sometidos a ninguna fuerza exterior que intente dominarnos.
Etimol¨®gicamente el vocablo latino liber, del que deriva ¡°libre¡±, tuvo al principio el sentido de la persona en la cual el esp¨ªritu de procreaci¨®n se hallaba naturalmente activo. Se refer¨ªa a la condici¨®n de madurez sexual que en una comunidad le daba la capacidad de asumir responsabilidades. La palabra evolucion¨® en la historia del pensamiento humano para expresar luego la defensa de la autodeterminaci¨®n, la capacidad de decidir, siempre en una llave ¨ªntima: libertad - responsabilidad. Es decir, solo hay libertad cuando existe un estado de consciencia y de responsabilidad sobre nuestro ejercicio como personas y ciudadanos, para evitar el riesgo de volver a ser colonia, de dejarnos conquistar sin reflexi¨®n por las voces que prometen liberarnos.
Es importante advertir que la libertad es un principio activo, exigente, que desnuda nuestra capacidad reflexiva. Hoy Venezuela y el mundo despiertan ante la tiran¨ªa que falsamente ha prometido ser justa y democr¨¢tica. Un r¨¦gimen que se ha perpetuado en el poder porque piensa que nadie ser¨¢ capaz de enfrentarlo; el tirano- palabra que viene del griego amo- est¨¢ convencido de la ignorancia del pueblo, de su supuesto deseo de ser salvado, y de que se someter¨¢ ante su incapacidad y falta de valent¨ªa para defender su propia libertad, no la que ha sido falseada. ?l cree que la naturaleza de sumisi¨®n y conquista que subyace en la humanidad, que ha transitado de una conquista a otra, impedir¨¢ alcanzar la madurez ciudadana necesaria para defender la libertad y el principio de autodeterminaci¨®n como sociedad.
Ahora que los colombianos conmemoramos una fecha clave en nuestro proceso de independencia, que no se nos olvide la tarea que nos corresponde y aquello que debemos defender: el cultivo de nuestra ciudadan¨ªa para responder con criterio ante los discursos que buscan -en todos los extremos- imponer historias ¨²nicas y someter nuestra libertad de pensar, de construir, de deliberar. Recordemos adem¨¢s que el principio de la democracia radica en un contrato social mediante el cual confiamos parte de nuestros derechos a otros, con la expectativa de que nos representen y respeten la delegaci¨®n ciudadana sin incurrir en excesos. Esto, por supuesto, implicar¨¢ tener tanto buenos como malos representantes -gobiernos-, y aunque algunos periodos ser¨¢n mejores que otros, es posible transitarlos. La perversi¨®n surge cuando intentan convencernos de que es necesario permanecer en el poder para continuar un proyecto. En tales casos, la pregunta obligada debe ser: ?Cu¨¢l proyecto? ?El propio o el que libremente construyan los ciudadanos?
Que esta meditaci¨®n nos haga reflexionar sobre el origen de la libertad, que no es otro que la b¨²squeda por la consciencia de qui¨¦nes somos, desde el ejercicio de derechos y deberes en la vida en sociedad. Un acto que implica comprender la relevancia de que esa libertad la podamos ejercer todos. En este sentido nuestra obsesi¨®n deber¨¢ ser la de una sociedad m¨¢s educada, porque la educaci¨®n es la principal herramienta que tenemos para ser libres, para autodeterminarnos, para crear consciencia de nosotros mismos y ampliar la posibilidad de ejercer la autonom¨ªa para crear nuestra realidad, la propia. La ¨²nica manera de no ser m¨¢s colonia.
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