Yuval Noah Harari: la nueva era del imperialismo
Un an¨¢lisis del autor israel¨ª publicado en ¡®The Economist¡¯ ahonda en la clave de c¨®mo prevenir o impedir el derrumbe del orden mundial
No puede pasar desapercibido un reciente y preciso an¨¢lisis de Yuval Noah Harari publicado en The Economist, es uno de los trabajos m¨¢s finos y precisos sobre c¨®mo prevenir lo que Harari focaliza como ¡°una nueva era de imperialismo¡±. Aunque, precisando mejor lo esencial del texto de Harari, la clave de la cuesti¨®n es ?c¨®mo prevenir ¡ªo impedir¡ª el derrumbe del orden mundial? Contexto en el que los d¨¦biles ser¨ªan los m¨¢s directamente perjudicados. Sobre la base de conflictos vivos como la guerra en Ucrania, por el ataque ruso, el an¨¢lisis de Harari se desplaza por una serie de escenarios m¨¢s amplios y complejos. Plantea, por cierto, varios puntos medulares muy importantes.
La historia ¡ªy nos lo recuerda Harari¡ª ha sido la de una permanente b¨²squeda por la seguridad que empuj¨® a los militarismos y a que la humanidad estuviera cada vez menos segura en la historia. ¡°Hace m¨¢s de 2.000 a?os, Sun Tzu, Kautilya y Tuc¨ªdides expusieron c¨®mo en un mundo sin ley, la b¨²squeda de seguridad hace que todos estemos menos seguros. Y experiencias pasadas como la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fr¨ªa nos han ense?ado repetidamente que en un conflicto global son los d¨¦biles los que sufren desproporcionadamente¡±.
Durante la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, muy grandes ¨ªndices de bajas se registraron fuera del escenario europeo de la guerra. Desde la invasi¨®n nazi a Polonia en 1939 se gener¨® una reacci¨®n b¨¦lica en cadena o en las llamadas ¡°Indias Orientales Neerlandesas¡±, lo que es la actual Indonesia.
Sin que Europa se alarmara mucho, cuando estall¨® la guerra en Europa del este en 1939, parec¨ªa un mundo aparte, el de los arroceros de Java en Indonesia. Pero el inicio de la guerra en Polonia desencaden¨® una reacci¨®n en cadena que mat¨® a entre 3,5 y 4 millones de indonesios, la mayor¨ªa por inanici¨®n o trabajos forzados a manos de los ocupantes japoneses. Esta cifra constitu¨ªa nada menos que el 5% de la poblaci¨®n indonesia, un ¨ªndice de muerte superior al de muchos de los principales beligerantes en la Segunda Guerra Mundial, incluidos Estados Unidos (0,3%), Gran Breta?a (0,9%) y Jap¨®n (3,9%).
Hoy existen nuevas amenazas mientras aumentan los presupuestos militares. La situaci¨®n del presente es, en muchos aspectos, m¨¢s compleja que en 1939. Cierto, el peligro de una guerra nuclear podr¨ªa amenazar a cientos de millones de personas en pa¨ªses neutrales. A lo que habr¨ªa que a?adir el grave riesgo para la humanidad del cambio clim¨¢tico y de una inteligencia artificial (IA) que, en mucho, est¨¢ fuera de control.
Pues, mientras aumentan los presupuestos militares, con recursos que se podr¨ªan haber usado contra la pobreza o el calentamiento global, las tensiones existentes alimentan la competencia militar mientras se deja de lado la buena voluntad que hubiera sido necesaria para alcanzar acuerdos serios sobre el cambio clim¨¢tico.
El aumento de las tensiones tambi¨¦n arruina la posibilidad de alcanzar acuerdos para limitar la carrera armament¨ªstica vinculada a la IA. Vemos ya en Ucrania la guerra de drones avanzando r¨¢pidamente en un escenario en el que, como lo dice Harari: ¡°el mundo podr¨ªa ver pronto enjambres de drones totalmente aut¨®nomos luchando entre s¨ª en el cielo de Ucrania, y matando a miles de personas en tierra. Los robots asesinos est¨¢n llegando, pero los humanos est¨¢n paralizados por el desacuerdo¡±.
Es cierto y evidente: si la paz no llega pronto a Ucrania, sufrir¨¢n tambi¨¦n quienes vivan a miles de kil¨®metros de Kiev y piensen que la batalla all¨ª no tiene nada que ver con ellos.
Contra nuevos imperialismos
Nos lo recuerda Harari: Rusia ha dado varias excusas para sus acciones. Sobre todo, que se estaba adelantando a un ataque occidental contra Rusia. Sin embargo, ni en 2014 ni en 2022 hubo ninguna amenaza inminente de tal invasi¨®n armada.
Como se?ala Harari, no han faltado guerras a finales del siglo XX y principios del XXI. Pero con horrendos conflictos en curso en Palestina e Israel, en Sud¨¢n, Myanmar y otros lugares, hasta ahora no ha habido casos en los que un pa¨ªs reconocido internacionalmente haya sido simplemente borrado del mapa debido a la anexi¨®n por parte de un poderoso conquistador. Cuando Irak intent¨® hacer lo mismo con Kuwait en 1990-91, una coalici¨®n internacional restaur¨® la independencia y la integridad territorial de los kuwait¨ªes. Y cuando EE UU invadi¨® Irak en 2003, nunca se plante¨® anexionarse el pa¨ªs ni parte alguna de ¨¦l.
Rusia ya se ha anexionado no solo Crimea, sino tambi¨¦n todos los territorios que sus ej¨¦rcitos ocupan actualmente en Ucrania. Putin no se ha molestado en ocultar sus intenciones imperiales. Desde al menos 2005 ha afirmado en repetidas ocasiones que el colapso del imperio sovi¨¦tico fue ¡°la mayor cat¨¢strofe geopol¨ªtica del siglo¡± y ha prometido reconstruirlo. El presidente Vladimir Putin sigue el principio imperial de que todo territorio conquistado por el ej¨¦rcito ruso es anexionado por el Estado ruso.
Dentro de este orden de cosas en curso, la acci¨®n militar rusa en Ucrania no es indiferente ni irrelevante para la paz mundial. Si ese tipo de ¡°imperialismo¡± puede operar impunemente, como dice Harari, ¡°reaparecer¨¢ en todo el mundo¡±. Por ejemplo, que Venezuela, conquiste Guyana, o Ir¨¢n los Emiratos ?rabes Unidos. Nada impedir¨ªa a la propia Rusia conquistar Estonia o Kazajst¨¢n.
La cuesti¨®n medular de todo esto est¨¢ en este clima contempor¨¢neo en el que se ha diluido parcialmente el ¡°tab¨²¡± de las conquistas imperiales. Este asunto, que para algunos analistas es hoy de poca monta, debiera ser tomado en cuenta con mucha seriedad y rigor. Incluso Estados o relaciones de vecindad, que a primera vista no parecen ponen en cuesti¨®n su independencia y fronteras, tendr¨ªan que considerar poner este asunto en su agenda para consolidar las relaciones de paz y vecindad y prevenir tentaciones de expansi¨®n.
Por eso es que los asuntos de fronteras internacionales entre pa¨ªses independientes no pueden ser desatendidos. No para apuntalar desde ese tema, por cierto, relaciones de tensi¨®n y conflicto. Ni para revivir de sus tumbas a imperios muertos. En un discurso pronunciado en febrero de 2022, el entonces embajador de Kenia ante la ONU, Martin Kimani, explic¨® que, los pa¨ªses africanos han heredado del pasado imperial muchas fronteras potencialmente disputadas. Pero, como explic¨® el mismo Kimani: ¡°acordamos que nos conformar¨ªamos con las fronteras que heredamos... En lugar de formar naciones que miraran siempre hacia atr¨¢s en la historia, con una nostalgia peligrosa, optamos por mirar hacia delante, hacia una grandeza que ninguna de nuestras muchas naciones y pueblos hab¨ªa conocido jam¨¢s¡±.
Colapso imperial: anhelos insatisfechos
Refiri¨¦ndose al intento de Putin de reconstruir el imperio sovi¨¦tico, Kimani afirm¨® que, aunque el colapso imperial suele dejar muchos anhelos insatisfechos, estos nunca deben perseguirse por la fuerza. ¡°Debemos completar nuestra recuperaci¨®n de los rescoldos de los imperios muertos de un modo que no nos sumerja de nuevo en nuevas formas de dominaci¨®n y opresi¨®n¡±.
Como record¨® Kimani, Rusia tiene leg¨ªtimas preocupaciones de seguridad, y cualquier acuerdo de paz debe tenerlas en cuenta. Pero ninguna preocupaci¨®n rusa por la seguridad puede justificar la destrucci¨®n de la naci¨®n ucraniana.
Tampoco debe hacernos olvidar que Ucrania tambi¨¦n tiene leg¨ªtimos problemas de seguridad. Dados los acontecimientos de la ¨²ltima d¨¦cada, Ucrania necesita claramente garant¨ªas contra futuras agresiones rusas, m¨¢s s¨®lidas que el Memor¨¢ndum de Budapest o los Acuerdos de Minsk de 2014-15.
Para evitar una nueva era de imperialismo, se necesita liderazgo desde muchas direcciones. En torno al tema de Ucrania se plantea un escenario relevante para dos pasos especialmente importantes.
Primero, los pa¨ªses europeos, algunos de los cuales podr¨ªan ser los pr¨®ximos objetivos del expansionismo ruso, deber¨ªan comprometerse firmemente a apoyar a Ucrania dure lo que dure la guerra. Europa deber¨ªa garantizar el suministro de energ¨ªa a Ucrania desde las centrales el¨¦ctricas de los pa¨ªses de la OTAN. Habr¨¢ que esperar los resultados de las elecciones estadounidenses en noviembre, pero probablemente el peso de la asistencia tendr¨¢ que reposar ante todo en Europa.
Un curso de esa naturaleza ser¨ªa acaso el ¨²nico camino para el paso medular: que Rusia negocie la paz en serio. Cada mes que se le prolonga la guerra, el sue?o de Putin de convertir a su pa¨ªs en una gran potencia se desvanece. Porque la hostilidad ucraniana hacia Rusia se acent¨²a, la dependencia de Rusia de otras potencias o proveedores (como Corea del Norte) aumenta y Rusia se queda m¨¢s rezagada en carreras tecnol¨®gicas clave. Solo cuando quede claro que Europa est¨¢ en esto a largo plazo podr¨¢n iniciarse conversaciones de paz serias.
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