Petrit Baquero, historiador: ¡°Desde el comienzo algunos individuos del mundo de las esmeraldas fueron narcos¡±
El autor de ¡®La nueva guerra verde¡¯ explica que el sector se ha empe?ado en legalizarse, pero que noticias como el sofisticado asesinato del empresario Juan Sebasti¨¢n Aguilar recuerdan los antiguos v¨ªnculos con el crimen organizado
Petrit Baquero (Bogot¨¢, 45 a?os) tiene en su mente una lista inagotable de delincuentes colombianos. En pocos minutos, puede mencionar al bandolero conservador Efra¨ªn Gonz¨¢lez (1933-1965), al narco y paramilitar Gonzalo Rodr¨ªguez Gacha (1947-1987) o a Carlos Casta?o (1965-2004), el m¨¢ximo l¨ªder de las Autodefensas Unidas de Colombia. Tambi¨¦n puede relatar con detalle c¨®mo cada uno de ellos fue asesinado. Sus historias le aficionan desde ni?o, porque creci¨® en los ochenta, en los tiempos en los que las atrocidades de Pablo Escobar y el Cartel de Medell¨ªn eran muy visibles. Cuenta que cuando lleg¨® a la Universidad de Los Andes a estudiar Historia y Ciencia Pol¨ªtica ya sab¨ªa todos ¡°los chismes e historias de estos personajes¡±. Despu¨¦s, convirti¨® ese saber en acad¨¦mico y public¨® El ABC de la mafia (Planeta, 2012) y La nueva guerra verde (Planeta, 2017).
El segundo libro no tuvo mayor repercusi¨®n al momento de su publicaci¨®n, pero las investigaciones y narraciones que contiene sobre las guerras esmeralderas en los ¨²ltimos 60 a?os han adquirido especial relevancia en estos d¨ªas. El pasado 7 de agosto, el asesinato del empresario Juan Sebasti¨¢n Aguilar volvi¨® a poner el foco de atenci¨®n en la violencia que desde hace d¨¦cadas ha rodeado la explotaci¨®n de esmeraldas en Colombia. Aguilar hab¨ªa sido el jefe de custodios del poderoso V¨ªctor Carranza (1935-2013), conocido como el zar de las esmeraldas. Ahora era due?o de una empresa que provee servicios de seguridad a minas que desde hace a?os est¨¢n en manos de compa?¨ªas extranjeras. Su asesinato, en una zona pudiente de Bogot¨¢ y con un francotirador, record¨® que la violencia a¨²n arrecia en el sector.
¡°Recientemente han matado a gente m¨¢s importante y no ha habido tanto revuelo. Quiz¨¢ tuvo que ver la espectacularidad del crimen¡±, comenta Baquero antes de enumerar una larga lista de esmeralderos asesinados en los ¨²ltimos a?os. En una entrevista en su casa en Bogot¨¢, rememora las disputas por las minas en la segunda mitad del siglo XX y los v¨ªnculos que algunos patrones ¡ªno todos¡ª establecieron con el narco. Comenta que la gran diferencia es que ahora la propiedad de las concesiones mineras ya est¨¢ establecida y las tensiones son por negocios que se han expandido m¨¢s all¨¢ de las esmeraldas. ¡°A cada rato nos encontramos noticias sobre esmeralderos extraditados por narcotr¨¢fico¡±, se?ala.
Pregunta. ?Qu¨¦ tiene el mundo de las esmeraldas que causa tanta violencia?
Respuesta. Son muy apreciadas entre las piedras preciosas: son escasas, bonitas, durables. Pero, adem¨¢s, son territorio f¨¦rtil para lavar capitales. A diferencia del oro, las esmeraldas no tienen valores establecidos. Yo puedo sacar una y vend¨¦rtela en 20 millones de pesos... luego t¨² se la puedes vender a otro en 50 millones y ¨¦l venderla en 1.000 millones a alguien m¨¢s en Jap¨®n. Una esmeralda vale lo que alguien est¨¦ dispuesto a pagar por ella.
P. La explotaci¨®n esmeraldera siempre ha estado ah¨ª, pero es en los a?os sesenta que la violencia brota con fuerza en el occidente de Boyac¨¢. ?Por qu¨¦?
R. Hay varios factores. Para empezar, esa zona siempre fue un lugar sin Dios ni ley, propenso a que surgieran patrones que en muchos casos estuvieron relacionados con actividades delincuenciales y violentas. Es en ese contexto que se descubren las minas de Pe?as Blancas y se consolida La Pesada como grupo de miner¨ªa clandestina e informal. Ellos llaman a Efra¨ªn Gonz¨¢lez, un antiguo bandolero de la violencia bipartidista de los a?os cincuenta, para que imponga orden. Y ¨¦l lo hace, pero luego lo matan y su sucesor enfrenta m¨¢s dificultades. El Ganso Ariza empieza a confrontar con esmeralderos que eran amigos del presidente Misael Pastrana y que quer¨ªan formalizarse. Se dieron dur¨ªsimo: hubo entre 700 y 1.200 muertos en la primera guerra.
P. El grupo que ganaba luego consegu¨ªa formalizar t¨ªtulos y llegar a acuerdos con el Estado...
R. S¨ª, las guerras se dan entre grupos emergentes y establecidos. La guerra de los ochenta, que es la ¨²nica que se declar¨® formalmente, fue entre el grupo establecido de Muzo y el emergente de Coscuez. Con Rodr¨ªguez Gacha [un narco y paramilitar], hubo expresiones de violencia nunca antes vistas. Reci¨¦n cuando ¨¦l muere desaparece el factor de perturbaci¨®n y V¨ªctor Carranza, de Muzo, firma la paz con sus antiguos enemigos y los convierte en socios. Despu¨¦s, en 1998, Carranza es detenido y se produce un vac¨ªo de poder. Mientras, se descubre la mina La Pita en Marip¨ª y se consolida un grupo rival con los hermanos Rinc¨®n. Cuando vuelve Carranza en 2001, los derrota. Lo llamativo es que despu¨¦s la justicia les dio con todo a los de Marip¨ª: los capturaron, extraditaron y condenaron. Pero a los de Muzo, con los mismos pecados, no les pas¨® nada. Carranza fue absuelto y el Estado incluso tuvo que indemnizarlo por los a?os que estuvo preso.
P. ?Qu¨¦ importancia ten¨ªa Carranza, el zar de las esmeraldas?
R. Era un padrino, un hombre h¨¢bil y astuto como Vito Corleone. Fue respetado en el alto mundo, en la pol¨ªtica, y penetr¨® la institucionalidad: ve¨ªa j¨®venes con inteligencia y astucia y les pagaba la carrera para que se convirtieran en jueces y en abogados suyos. Y tambi¨¦n fue temido en el bajo mundo, en el delincuencial. No gritaba ni hac¨ªa alarde de su poder armado, pero lo ten¨ªa y sab¨ªa leer los diferentes momentos. Apel¨® a la violencia cuando hubo que hacerlo y a la negociaci¨®n y conciliaci¨®n cuando fue m¨¢s conveniente, tanto con narcos y paracos como con el Estado. Por eso sobrevivi¨® a diferentes expresiones de violencia durante 60 a?os y nadie lo derrot¨®: se muri¨® en la cama de un hospital, a salvo y en paz con la justicia.
P. Hoy en d¨ªa la mayor parte de las minas ya no est¨¢ en manos de esos patrones, sino de empresas extranjeras. ?C¨®mo es que Carranza y otros esmeralderos lo permitieron?
R. Carranza fue muy h¨¢bil para entender que las cosas estaban cambiando. Vio que el Estado quer¨ªa modernizar la explotaci¨®n y que iba a apoyarse en la inversi¨®n extranjera, a la cual muchos gobiernos han visto como la panacea y como una forma de tener m¨¢s control del territorio. Adem¨¢s, estaba enfermo de c¨¢ncer y era consciente de que sus herederos no tendr¨ªan las mismas habilidades que ¨¦l para lidiar con sus enemigos. Entonces vendi¨® su concesi¨®n de Puerto Arturo a la Miner¨ªa Texas Colombia, hoy Esmeraldas Mining Services. Y funcion¨®: las empresas extranjeras trajeron tecnolog¨ªa de punta y grandes inversiones que permitieron llegar m¨¢s a fondo en monta?as que parec¨ªan agotadas. Se han sacado much¨ªsimas esmeraldas en estos a?os y el negocio sigue boyante. Por otro lado, no es que los patrones hayan desaparecido. Cedieron a las empresas extranjeras, pero conservan algunas acciones, contin¨²an explotando en otros lados y mantienen su influencia en la pol¨ªtica.
P. ?Y los peque?os mineros?
R. Hay un gran conflicto social muy grande. Las empresas extranjeras han tra¨ªdo una cierta formalidad legal, con derechos laborales y prestaciones, pero son pocos mineros de la zona los que consiguen convertirse en empleados. La mayor¨ªa sigue en la informalidad y han tenido que ver c¨®mo les cierran predios a los que antes iban con facilidad. Los antiguos patrones, al menos, permit¨ªan la miner¨ªa ilegal y repart¨ªan riquezas: botaban restos de las minas al r¨ªo para que la gente raspara. Ah¨ª es que uno se pregunta qu¨¦ es mejor: ?Patrones tradicionales, arcaicos y violentos? ?O empresas que pagan regal¨ªas m¨ªnimas, se llevan todo y no dejan nada en la regi¨®n?
P. En el medio de estos dos mundos estaba Juan Sebasti¨¢n Aguilar, el esmeraldero asesinado el 7 de agosto. Fue jefe de custodios de Carranza, pero ahora ten¨ªa acciones en Esmeraldas Santa Rosa y lideraba una empresa que provee servicios de seguridad a las compa?¨ªas extranjeras. ?C¨®mo lo describir¨ªa a ¨¦l?
R. Aguilar era mucho m¨¢s grande de lo que pens¨¦ originalmente. Me sorprendi¨® el impacto que caus¨® su muerte en la regi¨®n, propio de un arraigo que otros esmeralderos no tienen hoy en d¨ªa. Parece que ten¨ªa un don de gentes, que era generoso y emprend¨ªa obras sociales. Adem¨¢s, estaba curtido en lidiar con factores de violencia grand¨ªsimos por haber estado en el medio de las guerras de su jefe. Y no solo hered¨® una parte del poder econ¨®mico de Carranza, sino que se qued¨® con el poder armado. Su cercan¨ªa a Sandra Ortiz [ex consejera presidencial para las Regiones] muestra tambi¨¦n que ya estaba cerca del poder pol¨ªtico nacional.
P. ?C¨®mo interpreta el asesinato?
R. Llam¨® mucho la atenci¨®n por su espectacularidad: un francotirador, con un arma larga de guerra, asesin¨® en un lugar m¨¢s o menos protegido a una persona que ten¨ªa como tres anillos de seguridad. Ocurre en el contexto de una confrontaci¨®n muy grande que desde hace a?os produce asesinatos y atentados a figuras muy relevantes en el gremio. Pero creo que no hay que atribuir estos hechos al contexto de las esmeraldas. Hoy en d¨ªa la propiedad de las concesiones ya est¨¢ m¨¢s o menos establecida entre las empresas extranjeras y Esmeraldas Santa Rosa [la compa?¨ªa local de la cual era socio Aguilar]. Hay una excepci¨®n con una mina que se disputan Hernando S¨¢nchez [socio de Aguilar] y el clan Triana, pero realmente no creo que esa sea la causa.
P. ?A qu¨¦ lo atribuye entonces?
R. Creo que hay rencillas personales, una pelea entre narcotraficantes. Algunas personas estuvieron extraditadas, dieron informaci¨®n y ahora regresaron a reclamar negocios que consideran que les pertenecen. A pesar de que algunos pueden haber empezado en el negocio de las esmeraldas, tienen actividades econ¨®micas que ya no pasan principalmente por ellas.
P. ?El narco ha tomado mayor protagonismo?
R. S¨ª, pero desde hace mucho tiempo que est¨¢ presente. Puede que algunos patrones de antes tuvieran, culturalmente, el gusto por las esmeraldas, pero a la ahora de la verdad necesitaban otras fuentes de ingresos para mantener el estatus. Y el narcotr¨¢fico era una opci¨®n f¨¢cil. No todos los esmeralderos son narcos, pero algunos lo fueron desde el comienzo. Isauro Murcia, por ejemplo, hizo negocios con Pablo Escobar en los setenta. Y esto se mantiene. Pese a que ha habido intentos de limpiar el nombre de las esmeraldas y ha habido empe?o en legalizar el negocio, hechos como el asesinato de Aguilar son contundentes. A cada rato nos encontramos noticias sobre esmeralderos extraditados por narcotr¨¢fico. Entonces uno dice, as¨ª haya gente a la que no le guste escucharlo, que estos v¨ªnculos todav¨ªa est¨¢n vivos y que todav¨ªa hay demasiadas cosas que est¨¢n muy oscuras.
P. Ahora los ataques son m¨¢s focalizados contra los empresarios esmeralderos, m¨¢s individualizados que las grandes guerras de antes...
R. Son mayormente por fuera de la regi¨®n y no afectan al grueso de la poblaci¨®n. La violencia se ha sofisticado y se buscan acciones espec¨ªficas. Creo que estos actores ahora entienden que atacar a poblaci¨®n inocente no beneficia a nadie y les puede traer profundas dificultades, sobre todo con la institucionalidad.
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