Gustavo Petro, Salvatore Mancuso y los retos de la reconciliaci車n
El intercambio de sombreros entre Petro y Mancuso es una imagen potente que se puede leer en clave de reconciliaci車n y perd車n, o en clave de agravio y arrogancia
Las reacciones generadas por el intercambio de sombreros entre el presidente Gustavo Petro y el exl赤der paramilitar Salvatore Mancuso, en un evento de entrega de tierras en C車rdoba, evidencian lo mucho que nos falta en la reconciliaci車n como sociedad. Esto tiene que ver con cu芍les son las dosis de justicia, impunidad, perd車n y reparaci車n que colectivamente estamos dispuestos a aceptar para avanzar. Es evidente que en Colombia...
Las reacciones generadas por el intercambio de sombreros entre el presidente Gustavo Petro y el exl赤der paramilitar Salvatore Mancuso, en un evento de entrega de tierras en C車rdoba, evidencian lo mucho que nos falta en la reconciliaci車n como sociedad. Esto tiene que ver con cu芍les son las dosis de justicia, impunidad, perd車n y reparaci車n que colectivamente estamos dispuestos a aceptar para avanzar. Es evidente que en Colombia las heridas todav赤a sangran y cuando eso pasa hay que ir con sumo cuidado, pudor y respeto. Firmar un acuerdo de paz con un grupo armado no es lo mismo que reconciliar a un pa赤s que ha hecho la guerra.
En el mismo evento el presidente Gustavo Petro propuso reabrir la mesa de negociaci車n con los paramilitares, que no es propuesta menor y es un reto por todo lo que implica en t谷rminos jur赤dicos, pol赤ticos, sociales y econ車micos para el pa赤s. No es claro a d車nde apunta la propuesta en medio de las varias mesas de la Paz Total que poco avanzan. La propuesta amerita atenci車n. Sin embargo, la imagen que genera la pol谷mica es otra.
Son dos antiguos enemigos que se dan la mano y que intercambian sombreros: un presidente que fue guerrillero y un exparamilitar, representantes de bandos enemigos, en un escenario de reparaci車n a v赤ctimas en una de las regiones m芍s golpeadas por la violencia y el despojo. Esta imagen la leen algunos como un s赤mbolo de una reconciliaci車n necesaria en un pa赤s que ha reciclado violencia a lo largo de d谷cadas. Otros la interpretan como un acto para exonerar de culpa a un criminal y como un insulto a las v赤ctimas de delitos atroces que a迆n esperan justicia.
Al escuchar y ver todo el evento, que dur車 una hora y cuarenta y siete minutos, se puede entender el contexto del episodio de los sombreros que dur車 menos de 30 segundos. All赤 se escucharon muchas voces, incluidas las de las v赤ctimas y las de autoridades locales y nacionales. A迆n as赤, la mayor parte de comentarios la gener車 el intercambio de sombreros porque el debate p迆blico suele hacerse sobre los signos, los gestos, las im芍genes. Ese intercambio es una fotograf赤a potente que se puede leer en clave de reconciliaci車n y perd車n o en clave de agravio y arrogancia.
Esa doble lectura nos muestra que persisten narrativas distintas sobre la guerra y sobre los acuerdos de paz. Y esas varias interpretaciones est芍n por todas partes. Para los l赤deres campesinos que tomaron la palabra en el evento, recibir tierras despu谷s de a?os de despojos es un paso adelante. Hubo sonrisas y aplausos. En otro evento de reparaci車n al que asisti車 Mancuso al d赤a siguiente hubo protestas de algunas v赤ctimas que se quejaron porque sintieron que no tuvieron oportunidad de expresar sus reclamos. Que sean v赤ctimas no las hace tener el mismo pensamiento, ni las mismas expectativas. Es bueno entender que el perd車n es una decisi車n individual y que la justicia y la reparaci車n son derechos que se deben garantizar a todas las v赤ctimas. C車mo tramite cada quien su dolor es asunto personal y se debe respetar.
No deja de sorprender que muchas voces que aplaudieron el proceso de paz con los paramilitares y la presencia de Mancuso en el Congreso hace a?os, en otro evento que tambi谷n caus車 pol谷mica, hoy condenan lo que pas車 en C車rdoba. El presidente Petro record車 que fue uno de los cr赤ticos de ese proceso y de esa comparecencia en el Congreso del l赤der paramilitar. Mancuso, por su parte, record車 que Gustavo Petro fue objetivo militar de su grupo. Los tiempos cambian aunque las guerras siguen.
Los procesos de reconciliaci車n no tienen que ver solamente con la entrega de armas. Miles de paramilitares entregaron las suyas en el Gobierno de ?lvaro Uribe. Miles de combatientes de las Farc tambi谷n se desmovilizaron en el proceso que promovi車 Juan Manuel Santos. Los dos acuerdos disminuyeron episodios de violencia y redujeron las muertes. Sin embargo, ninguno fue suficiente para acabar la guerra. El pa赤s sigue atravesado por conflictos. Algunos de los grupos de hoy nacieron de los disidentes de esos acuerdos.
Es que la guerra no la hacen solamente los armados. Adem芍s de la pobreza y de las econom赤as ilegales, uno de los mayores insumos para la violencia viene desde los liderazgos pol赤ticos que ganan adeptos desde un discurso guerrerista que demoniza a los contradictores llam芍ndolos ※paracos§ o ※guerrilleros§. Muchos protagonistas de la vida nacional que no est芍n armados hacen la guerra, la promueven, la perpet迆an porque dividir el pa赤s en bandos irreconciliables es rentable pol赤ticamente. Y si de rentabilidad hablamos, no sobra recordar que tambi谷n son muchos los que se han enriquecido con el despojo de tierras, los secuestros, el mercado de armas. Mientras la guerra sea un buen negocio econ車mico y pol赤tico las narrativas opuestas se van a alimentar mutuamente.
Por eso falta mucho camino para que realmente este pa赤s se siente a discutir de manera colectiva y no excluyente ?hasta d車nde estamos dispuestos a perdonar? ?Qu谷 tanta justicia se requiere? ?Cu芍nta verdad se debe aportar? Todo en la idea de que en un futuro efectivamente se pueda pasar la p芍gina de la guerra. El camino es lento, empedrado, peligroso. Si se hace desde el respeto a todas las v赤ctimas y a un pa赤s adolorido que tiene m芍s de una visi車n de lo que pasa, puede haber m芍s posibilidad de encontrar las formas adecuadas para encontrarnos. Ninguna verdad oficial es completa. En este camino ojal芍 el presidente Gustavo Petro no olvide que desde su cargo representa no solamente a una guerrilla desmovilizada sino a todo el pa赤s. Al de las v赤ctimas que aplaudieron ese importante paso de reparaci車n con la entrega de tierras y al de las que se quejan porque se sienten excluidas y maltratadas en este proceso.