Ganar es perder un poco
Francisco Maturana no lo dijo as¨ª. Y a lo que dijo, citando a Confucio, le castraron el contexto. Pero aplica este orden de palabras a las elecciones de Estados Unidos
En pasada elecci¨®n, alguien que mucho respeto (tanto que no lo cito) me dijo: ¡°No es para preocuparse tanto; las democracias s¨®lidas aguantan malos timoneles¡±. Por los millones de venezolanos que hemos recibido, gracias al desastroso timonel que convirti¨® ese pa¨ªs en su parcela, aprendimos un dicho que ellos usan tuteando y nosotros adaptamos como ¡°no aclare, que oscurece¡±.
Pero estoy en la obligaci¨®n de aclarar: esa persona no hac¨ªa referencia a las elecciones colombianas. Para nada. De manera coincidente, por los momentos que vivimos esta semana, mi contertulio hablaba de una pasada elecci¨®n en Estados Unidos. Se confirman sus palabras: la de los mal llamados ¡°americanos¡± es una democracia s¨®lida porque, a?os despu¨¦s del comentario, el pa¨ªs, hasta donde s¨¦, sigue en el mapa.
Gran inquietud: ?cu¨¢ntos malos timoneles resiste una democracia? ?O cu¨¢ntos a?os de un solo p¨¦simo mandatario atornillado al poder? En el caso de Venezuela, que pas¨® de pa¨ªs rico a mendigo en menos de un cuarto de siglo, la debacle tuvo dos grandes protagonistas: un tirano astuto y un tirano alelado.
El primero sent¨® las bases de la tragedia; el otro ha sido impecable alba?il de la desgracia. Justo es decir que a este d¨²o din¨¢mico (o dinamitero) lo hab¨ªa precedido un ramillete de gobernantes que hab¨ªan hecho suya parte de la riqueza de Venezuela. Huyendo de su codicia fue que los venezolanos cayeron en arenas movedizas.
Pero m¨¢s all¨¢ de medir el n¨²mero de malos timoneles, o los a?os en que est¨¦n marcando el rumbo, lo que verdaderamente salva a las democracias son las instituciones. El Estado, en s¨ª, es una instituci¨®n que se sostiene sobre muchas otras: las legales, las pol¨ªticas, las econ¨®micas, las jur¨ªdicas, las laborales, las educativas, las informativas.
Pero el Estado hecho de instituciones corales no funciona. Las instituciones deben tener caracter¨ªsticas solistas, lo que algunos podr¨ªan bautizar como independencia. Por eso Venezuela no es una democracia: el Gobierno de (eterno) turno acab¨® con la pluralidad de voces. All¨¢ todos son castrati.
Y, los que no est¨¦n dispuestos, solo pueden ser dos cosas: inmigrantes o perseguidos. A Venezuela no le qued¨® ni la instituci¨®n de la familia: un hijo en Bogot¨¢, un sobrino en Arequipa, un primo en Houston, la t¨ªa en Monterrey y los padres en Calabozo¡ Calabozo (nuevamente aclaro, porque la oscuridad en Venezuela resulta total) es una ciudad del estado Gu¨¢rico.
Estados Unidos est¨¢ muy lejos de Venezuela. Como Colombia de las aguas de Indonesia, pero desde la perspectiva de las ant¨ªpodas hay cierta cercan¨ªa planetaria. Las elecciones y los timoneles son importantes. Mejor la transparencia que el timo; preferible el capit¨¢n sensato al orate. Pero lo determinante para el buen futuro de los Estados Unidos, que es tambi¨¦n el de muchos latinoamericanos, est¨¢ firmemente ligado a la preservaci¨®n de sus instituciones. Donald Trump y Kamala Harris, ambos, tienen en sus manos esos destinos.
Lo plantear¨¦ citando palabras el exembajador Gabriel Silva Luj¨¢n en 6AM: ¡°Va a ganar Harris, pero va a gobernar Trump. Creo que Harris va a obtener un n¨²mero de delegados, en cuanto a la votaci¨®n, suficientes para ser presidenta. Pero, al mismo tiempo, los desaf¨ªos pol¨ªticos y judiciales que va a desatar Trump, quien pr¨¢cticamente ya se ha declarado el vencedor (si no lo eligen a ¨¦l, es fraude), pueden llevar a que sean los estados que est¨¢n muy penetrados en su sistema electoral por el partido Republicano los que certifiquen la votaci¨®n. Incluso, en algunos casos a favor de Trump¡±.
Gane quien gane, en un proceso que no siempre es expedito, hay una importante posibilidad de que quien pierda en los Estados Unidos sea do?a democracia. ?Qu¨¦ es realmente la democracia? Algo banalmente importante, que el periodista H¨¦ctor Rinc¨®n defini¨® recordando una an¨¦cdota hist¨®rica: ¡°Contaba Guillermo Le¨®n Valencia que alg¨²n diputado sin oficio se meti¨® de cabeza en una discusi¨®n sobre la existencia de Dios y al debate se entregaron, todos serios y hasta beligerantes, hasta declarar la suficiente ilustraci¨®n. Se decidi¨® la votaci¨®n y Dios se salv¨® por un voto¡±.
* * *
Retaguardia. En los 39 a?os de la infamia cometida en el Palacio de Justicia, mi cari?o para las familias de los inocentes asesinados all¨ª. Y mis votos para que quienes siguen llevando la sangre de ellos en sus manos recuerden siempre esa simb¨®lica marca de indignidad.
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