El conflicto armado amenaza la bandera de ¡°paz con la naturaleza¡± del presidente Petro
La presencia de grupos armados supone uno de los mayores obst¨¢culos para la agenda ambiental del Gobierno
El Gobierno de Colombia, el pa¨ªs del mundo donde m¨¢s asesinan l¨ªderes ambientales, promete la ¡°paz con la naturaleza¡± en medio de un conflicto armado que tambi¨¦n afecta a sus r¨ªos y bosques. El plan que present¨® el presidente Gustavo Petro en la pasada COP 16 para proteger la biodiversidad hasta 2030 se enfrenta al control territorial que imponen los grupos armados ilegales en muchas de las zonas con m¨¢s riqueza ambiental del pa¨ªs. La violencia se ha recrudecido mientras las negociaciones simult¨¢neas con actores como el ELN, la guerrilla m¨¢s antigua en armas, o facciones del Estado Mayor Central y la Segunda Marquetalia, disidentes de las extintas FARC, no arrojan grandes avances para concretar la apuesta de una paz total.
En ese escenario de incertidumbre, tambi¨¦n sufre el medio ambiente. Seg¨²n datos del mecanismo de monitoreo de riesgos de la Jurisdicci¨®n Especial para la Paz (JEP) cada semana se presenta una afectaci¨®n grave contra la naturaleza. Los atentados contra la infraestructura petrolera, la miner¨ªa ilegal, la tala masiva e indiscriminada de ¨¢rboles para el contrabando de madera o las actividades asociadas a la producci¨®n de pasta de coca contaminan fuentes h¨ªdricas, destruyen capas vegetales, arruinan la fauna y la flora, y arrasan ecosistemas de ¨¢reas protegidas.
La JEP, creada por el acuerdo de paz entre el Gobierno y las FARC en 2016 como parte de un sistema integral para asegurar verdad, justicia, reparaci¨®n y no repetici¨®n, document¨® 283 casos desde la firma del acuerdo hasta mayo de 2022, en 21 de los 32 departamentos del pa¨ªs. Es un peligro que crece con la reconfiguraci¨®n y el crecimiento de las organizaciones il¨ªcitas.
Una muestra es el r¨¦cord de hect¨¢reas con cultivos de coca que alcanz¨® Colombia por tercer a?o consecutivo, con 253.000 en 2023. Casi la mitad de la coca, el 48%, se concentra en zonas de manejo especial como parques nacionales naturales, territorios colectivos y zonas de reserva forestal. Son lugares donde los grupos al margen de la ley instalan campamentos o construyen carreteras, demostrando su dominio.
Aunque ese aumento contrasta con una reducci¨®n hist¨®rica de la deforestaci¨®n ¨Dla cifra de menos de 80.000 hect¨¢reas perdidas de bosques del a?o pasado fue la m¨¢s baja en m¨¢s de dos d¨¦cadas con registros¨D, la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, ha reconocido que no es una batalla ganada mientras sigan existiendo las econom¨ªas il¨ªcitas.
El exministro de la misma cartera Manuel Rodr¨ªguez Becerra advierte que los riesgos se concentran, principalmente, en regiones como la Amazon¨ªa y el Pac¨ªfico. ¡°En el Choc¨® biogeogr¨¢fico, el control del ELN es muy grande, incluso peri¨®dicamente hacen paros armados. La poblaci¨®n queda bloqueada y en medio de ese conflicto explotan el oro de forma ilegal. Esto genera enormes da?os en los cauces de los r¨ªos y deforestaci¨®n en las riberas. Estamos hablando de una selva h¨²meda tropical que tiene una de las mayores biodiversidades del mundo¡±, afirma.
Mientras las estructuras armadas sigan teniendo el control territorial, la paz con la naturaleza no es alcanzable, opina Camilo Prieto, profesor de cambio clim¨¢tico de la Universidad Javeriana de Bogot¨¢. ¡°No se puede tener como presencia del Estado simplemente la militarizaci¨®n del territorio, sino que hay que llegar con una presencia institucional que permita que la gente acceda a oportunidades. Para esto se necesita desarrollar proyectos con enfoque territorial¡±, remarca.
La naturaleza no solo ha sido v¨ªctima, sino testigo de los horrores de la larga historia del conflicto armado en Colombia. El caso que lleva la JEP sobre los mayores delitos cometidos con ocasi¨®n del conflicto entre el norte del departamento del Cauca y el sur del Valle del Cauca, uno de los corredores m¨¢s marcados por la violencia, es el primero en el que se reconocieron las afectaciones graves al medio ambiente como cr¨ªmenes de guerra.
El magistrado Ra¨²l Eduardo S¨¢nchez recuerda los hechos que llevaron a acreditar como v¨ªctima al r¨ªo Cauca, uno de los m¨¢s importantes del pa¨ªs. ¡°Se convirti¨® en una fosa com¨²n, en un cementerio clandestino donde los paramilitares arrojaban cuerpos de personas asesinadas. Esto gener¨® una afectaci¨®n grave porque la relaci¨®n de las comunidades con el r¨ªo es muy importante. No solo es una fuente h¨ªdrica, sino un punto de encuentro. Cuando iban los pescadores ya no cog¨ªan peces, sino cuerpos, manos, una cosa bastante aterradora¡±, relata.
Otros riesgos como el vertimiento de los qu¨ªmicos que se emplean en la miner¨ªa ilegal o la producci¨®n de coca¨ªna todav¨ªa persisten, y ponen en riesgo la vida de quienes ya han padecido la violencia. Los ataques al oleoducto transandino en Nari?o, por ejemplo, han vulnerado derechos a la salud, el agua y la vivienda del pueblo Aw¨¢. El derrame de crudo en los r¨ªos ha quitado fuentes de subsistencia a los ind¨ªgenas, que se han visto obligados a desplazarse, se?ala el informe de monitoreo de la JEP. Como este, hay m¨¢s casos.
Juan Bello, director regional y representante del Programa de Naciones Unidas del Medio Ambiente para Am¨¦rica Latina y el Caribe, sostiene que es prioritario incluir la protecci¨®n ambiental en la soluci¨®n de los conflictos armados. ¡°Generalmente tienen impactos sobre los territorios, en especial por la degradaci¨®n y p¨¦rdida de recursos naturales y servicios ecosist¨¦micos esenciales para la salud, los medios de vida, la seguridad y el bienestar de las personas. Es fundamental integrar la perspectiva ambiental en la construcci¨®n de paz¡±, subraya.
El plan de acci¨®n que present¨® Colombia para proteger la biodiversidad en los pr¨®ximos cinco a?os propone la reducci¨®n del impacto de econom¨ªas il¨ªcitas en los ecosistemas y una disminuci¨®n de por lo menos el 50% en la afectaci¨®n por delitos ambientales. Llevarlo a la pr¨¢ctica sin contener a los grupos armados ilegales es, cuando menos, ambicioso. ¡°La paz total es un prerequisito para hacer la paz con la naturaleza¡±, concluye Rodr¨ªguez Becerra, el exministro de ambiente.