Petro, Sarabia y Benedetti: alto voltaje en el tercer piso de la Casa de Nari?o
El regreso del jefe de campa?a a Bogot¨¢ como asesor del Gobierno, enemigo declarado de la n¨²mero dos del presidente, altera los contrapesos de poder en residencia presidencial
Armando Alberto sent¨ªa una gran dependencia de Laura. Laura tambi¨¦n de Armando Alberto, aunque en menor grado. Cuando ¨¦l jugaba al tenis, ella lo esperaba al borde de la pista, con un tel¨¦fono en la mano que le pasaba, entre punto y punto, para hablar con quien estaba al otro lado de la l¨ªnea, generalmente un abogado o un congresista. Armando Alberto era su jefe, ella su secretaria. Con el tiempo construyeron una relaci¨®n compleja que muchos de sus m¨¢s allegados, familiares y amigos, definen como radioactiva. Laura aprendi¨® todo de Armando Alberto, uno de los pol¨ªticos m¨¢s sagaces de su tiempo. En 2022, sin embargo, en sus vidas se introdujo Gustavo Petro y lo cambi¨® todo. Rompi¨® ese binomio. Petro encontr¨® en ella a una joven determinada, inteligente y eficaz que le hac¨ªa la vida mucho m¨¢s f¨¢cil, en lo profesional y en lo personal, de una manera que nunca nadie lo hab¨ªa logrado. De presidente, a ella le dio un puesto a su lado y a ¨¦l lo envi¨® lejos de Bogot¨¢, una ciudad que exuda poder.
Aquello envenen¨® la relaci¨®n entre ellos, sobre todo de ¨¦l hacia ella, que no llevaba bien que ahora ostentara un cargo m¨¢s cercano al presidente que el suyo. Libraron una batalla brutal, que ha generado unos cuantos esc¨¢ndalos p¨²blicos. Estuvieron a?o y medio sin verse, hasta este lunes, cuando Armando Alberto, conocido p¨²blicamente como Benedetti, descendi¨® de una camioneta blanca y entr¨® por las rejas de palacio. Llevaba unas gafas transparentes a la sombra, polarizadas al sol. Laura Sarabia, la mano derecha de Petro, le esperaba dentro. Hab¨ªa una gran expectaci¨®n por ese encuentro. Petro sirvi¨® de mediador.
El regreso de Benedetti al c¨ªrculo ¨ªntimo de Petro, a la zona de m¨¢s influencia del presidente, ha generado una conmoci¨®n en la pol¨ªtica colombiana. A partir de ahora ser¨¢ su asesor directo, el puesto m¨¢s cercano al poder absoluto que ha tenido en estos dos a?os largos de Gobierno. De embajador, primero en Caracas y despu¨¦s en Roma ante la FAO, enviaba mensajes que Petro le¨ªa, claro, y que le contestaba sucintamente ¡ªno suele explayarse por chat¡ª. Benedetti tiene varios procesos judiciales abiertos en la justicia, aunque en puridad, despu¨¦s de a?os de investigaciones, tutelas y recusaciones, nunca ha sido condenado por ninguno de ellos. ?l se declara inocente y los achaca a una persecuci¨®n iniciada por un pol¨¦mico fiscal general, N¨¦stor Humberto Mart¨ªnez, que estuvo en el cargo entre 2016 y 2019.
Tambi¨¦n se le quiere invalidar porque durante un viaje a Madrid fue denunciado por su esposa por violencia de g¨¦nero ¡ªuna acusaci¨®n que ¨¦l niega y que ella ahora, meses despu¨¦s, asegura infundada¡ª. Que Petro lo siente a su lado, con un despacho en el mismo piso, ha despertado suspicacias. El presidente lo ech¨® de la embajada por dejar que la revista Semana publicara unos audios en los que insinuaba que en la campa?a hab¨ªa financiaci¨®n ilegal. Ahora, este ejercicio de lealtad de Petro ha despistado a muchos. No le ha gustado a m¨¢s de la mitad de sus ministros, que se lo han hecho saber al presidente. El senador m¨¢s reputado de la izquierda, Iv¨¢n Cepeda, ha afeado el nombramiento en p¨²blico, con esa autoridad moral que pocos tienen, aunque a continuaci¨®n ha a?adido que eso no resquebrajar¨¢ la lealtad a Petro ni dar¨¢ munici¨®n a la oposici¨®n. Sencillamente, Cepeda piensa que la verdad no se puede atar con correa como si fuera una mascota.
Petro dej¨® algo muy claro a Benedetti: Sarabia ser¨¢ su jefa. Su asesor¨ªa depender¨¢ de forma directa de su departamento, el Dapre. La gente tambi¨¦n quer¨ªa saber c¨®mo reaccionar¨ªa Sarabia a la presencia de su antiguo jefe, el hombre al que hab¨ªa obedecido durante m¨¢s de seis a?os. Esos roles a veces permanecen como plomo fundido durante la vida. Destilaba tambi¨¦n una cuesti¨®n de g¨¦nero esa ecuaci¨®n. Sin embargo, la gente que la rodea la vio m¨¢s empoderada que nunca. La confianza ganada en estos dos a?os es absoluta, marm¨®lea. Su manera de caminar, su postura, su tono de voz denotaba un ¡°aqu¨ª mando yo¡±. No se arrug¨® en ning¨²n momento frente a Benedetti, un hombre imponente, con un verbo dinamitero que espanta a cualquiera.
Unos cuantos mensajes m¨¢s se pusieron a circular ese d¨ªa en Palacio: ¡°Benedetti no se encargar¨¢ de la agenda, ni tendr¨¢ asiento en el Consejo de Ministros, ni se ocupar¨¢ de partidas presupuestarias¡±. Pareciera que hab¨ªa una voluntad de desinflar el nombramiento de Benedetti, pero no resultaba muy convincente. Benedetti tiene contacto con las personas m¨¢s poderosas del pa¨ªs, en lo econ¨®mico y en lo pol¨ªtico, y, pese a todas las cr¨ªticas a su alrededor, un blindaje le recubre, como la cota de malla invisible del Se?or de los Anillos. Se precipita por una ventana y cae de pie. ¡°El diablo¡±, dijo de ¨¦l hace unos meses un empresario espa?ol cercano a Petro. ¡°Un pr¨ªncipe¡±, se oye entre la gente que ha trabajado con ¨¦l. Los periodistas de Palacio, que lo conocen hace 30 a?os, lo interpelan, pero en el fondo, fuera de c¨¢maras, dicen que les cae bien. Benedetti los llama por su nombre, sobre todo a El Flaco, un reportero de Caracol Tv que lleva toda la vida cubriendo Presidencia.
No todos en la izquierda consideran un desacierto su regreso. Entienden que Petro, que no tiene nada de ingenuo, sabe lo que hace, que est¨¢ dispuesto a sufrir cierto desgaste de imagen a cambio de tener a su lado a un bestia pol¨ªtica, capaz de crear alianzas a izquierda y derecha, con Dios y el demonio. ¡°Somos bastantes a los que no nos disgusta la vuelta de Armando Benedetti. Los que entendemos los juegos pol¨ªticos sabemos que su regreso es tambi¨¦n el regreso de los votos que eligieron a Gustavo Petro¡ pero adem¨¢s, tambi¨¦n sabemos que Benedetti es la clave para unas pr¨®ximas movidas pol¨ªticas m¨¢s acertadas. Su regreso genera miedo a la oposici¨®n¡±, resalta una fuente del Congreso.
La actitud empoderada de Sarabia con la llegada de su antiguo amigo ¡ªla relaci¨®n entre ellos se encuentra ¡°en rehabilitaci¨®n¡±, dijo el puntilloso Benedetti¡ª no fue un espejismo. El viernes, en una entrevista con el peri¨®dico El Tiempo, dej¨® un explosivo titular: ¡°Jam¨¢s me imagin¨¦ estar en un torbellino de odio y una hoguera de vanidades¡±. En este tiempo se ha sentido v¨ªctima de todo tipo de ataques: ¡°Cada fin de semana, desde los ¨²ltimos 2 a?os, espero cu¨¢l es la nueva historia que tienen por contar. O cu¨¢l es el nuevo cap¨ªtulo en el cual supuestamente particip¨¦. Esa ha sido mi vida y eso no cambiar¨¢. Todos los d¨ªas respondo si el presidente me quiere, si el presidente me saca de las reuniones, si el presidente y yo tenemos unas discusiones o si estamos peleados. Creo que ya a lo ¨²ltimo lo hemos tomado jocosamente.¡±
De Benedetti, discreta como es, no dice gran cosa en la entrevista. Pero deja salir de dentro un hurac¨¢n: ¡°Uno: yo soy una piedra en el zapato para muchas personas. Por mi puesto, por el papel que he desempe?ado y por lo que he significado los ¨²ltimos tres a?os al lado del presidente, porque no solo ha sido en el gobierno, sino un a?o en campa?a. Cuando estaba embarazada. Dos: lo ¨²nico que tengo es mi nombre y lo voy a defender hasta el ¨²ltimo momento y como una leona porque es lo ¨²nico que tengo y por eso estoy ac¨¢¡±.
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