?No seamos ¡°c¨®mplices inocentes¡±!
Es inadmisible que el expresidente Uribe pretenda justificar y legitimar de esa manera la Operaci¨®n Ori¨®n, que fue, sin duda, una acci¨®n t¨ªpica de terrorismo estatal
Ahora resulta que la Operaci¨®n Ori¨®n, seg¨²n el expresidente Uribe, fue todo un ¨¦xito de la ¡°seguridad democr¨¢tica¡± y restableci¨® el orden y el Estado de derecho en la comuna 13 de Medell¨ªn, lo que sin duda constituye la inocentada m¨¢s c¨ªnica y cruel que se le pueda contar a los familiares de las v¨ªctimas y a Colombia entera.
El terrorismo estatal
Es inadmisible que ahora Uribe pretenda justificar y legitimar de esa manera lo que, sin duda, fue una operaci¨®n t¨ªpica de terrorismo estatal, seg¨²n su propia definici¨®n en el punto 33 del ¡°Manifiesto Democr¨¢tico¡±[1], su programa de gobierno del 2002-2006: ¡°A diferencia de mis a?os de estudiante, hoy violencia pol¨ªtica y terrorismo son id¨¦nticos. Cualquier acto de violencia por razones pol¨ªticas o ideol¨®gicas es terrorismo. Tambi¨¦n es terrorismo la defensa violenta del orden estatal¡±. Exactamente es lo que acaba de reconocer y corroborar en su comunicado, al defender el ¨¦xito de la criminal Operaci¨®n Ori¨®n [2]: ¡°El objetivo era retomar por completo el control de una zona de Medell¨ªn que se encontraba bajo el control de grupos ilegales. Las autoridades decomisaron armas, municiones, equipos de comunicaci¨®n. Capturaron a 23 cabecillas y a 243 integrantes de las organizaciones criminales¡±. Pero omite reconocer que dicha operaci¨®n la realiz¨® la Fuerza P¨²blica de la mano con integrantes de los grupos paramilitares, seg¨²n testimonio del propio Don Berna [3] y que la Fuerza P¨²blica dispar¨® desde helic¨®pteros contra la poblaci¨®n civil, causando aproximadamente 17 bajas [4] y un n¨²mero aproximado de 92 desaparecidos, cuyo destino final parece haber sido la Escombrera.
Ori¨®n fue, pues, una operaci¨®n propia de terrorismo estatal, que desconoci¨® brutal y deliberadamente las normas del Derecho Internacional Humanitario, empezando por el principio de distinci¨®n entre poblaci¨®n civil y combatientes. Convirti¨® una comunidad popular de Medell¨ªn en un infernal Palacio de Justicia, supuestamente para retomar el ¡°control total¡± por parte del Estado. Y ahora no solo se ufana de semejante ¡°operaci¨®n¡±, sino que pretende sepultarla en la escombrera de la politiquer¨ªa de las campa?as electorales en curso, afirmando que: ¡°Nunca apoyamos la impunidad. Pero la JEP y el Gobierno Petro-Santista lo que hacen es pol¨ªtica con las v¨ªctimas de la Escombrera¡±.
La escombrera de la politiquer¨ªa
Y, sin duda, como en el punto 33, el expresidente vuelve a acertar, pues en eso ha convertido la pol¨ªtica: en una prodigiosa y espantosa tramoya para la producci¨®n de v¨ªctimas y de impunidad en aras de garantizar seguridad inversionista y derrotar el terrorismo. Por eso el expresidente Uribe ahora lanza pullas que son proyectiles reveladores de c¨®mo, en aras de ganar su coalici¨®n las elecciones en 2026, garantizar su impunidad pol¨ªtica y conservar esa aura espectral de ¡°dem¨®crata integral¡±, reduce todo a una campa?a de desprestigio en su contra: ¡°Hay relatos dram¨¢ticos sobre las acciones de los terroristas que torturaban, asesinaban y tiraban los cad¨¢veres a la Escombrera. Como todo lo de los Gobiernos Petro-Santistas, en la JEP prima la indulgencia con los terroristas y el sesgo contra los militares y el Gobierno que presid¨ª¡±. En otras palabras, busca que tanta atrocidad quede sepultada en la Escombrera de la politiquer¨ªa, pues seg¨²n Uribe es imposible saber qui¨¦nes fueron los responsables de las v¨ªctimas arrojadas a la Escombrera.
La criminal politiquer¨ªa manique¨ªsta
Vuelve as¨ª el expresidente Uribe a cabalgar sobre su jumento preferido, el manique¨ªsmo de la violencia buena y leg¨ªtima, la oficial, contra la mala y la ileg¨ªtima, la terrorista, supuestamente protegida por la JEP, en donde ¡°prima la indulgencia con los terroristas¡±. Supuesta indulgencia que hoy los exintegrantes del entonces Secretariado de las Farc-Ep [5] tambi¨¦n desconocen y critican porque consideran que la JEP est¨¢ yendo demasiado lejos, viola el Acuerdo de Paz y pone en riesgo sus vidas. As¨ª las cosas, desde la extrema derecha y la extrema izquierda coinciden en defender y tratar de justificar la legitimidad de sus correspondientes violencias, que han convertido a Colombia en una Escombrera m¨¢s atroz que la Franja de Gaza, pues tenemos un universo de personas dadas por desaparecidas de 124.734, seg¨²n informa la Unidad de B¨²squeda de Personas Dadas por Desaparecidas [6]. Considerando semejante cat¨¢strofe humanitaria, es inadmisible e indignante que millones de colombianos se presten a la manipulaci¨®n emocional y en el 2026 vuelvan a las urnas a votar movidas por el odio, los prejuicios de clase y una supuesta superioridad moral y ¨¦tnica, que ha convertido la pol¨ªtica en un campo de batalla de ¡°gente de bien¡± contra ¡°terroristas¡± y ¡°mamertos¡±, que deben ser vencidos o en su defecto aniquilados.
?¡°C¨®mplices inocentes¡±!
Dejemos de ser inocentes y rechacemos, de una vez por todas, ser c¨®mplices de esa fatal creencia seg¨²n la cual existe una violencia buena y leg¨ªtima, que justifica como necesarios e inevitables todos los cr¨ªmenes en defensa de la seguridad personal y las ¡°instituciones democr¨¢ticas¡±. Esa violencia eleva a sus ordenadores o ejecutores al pedestal de h¨¦roes y salvadores de la Patria, con consignas triunfantes como la ¡°seguridad democr¨¢tica¡± y las de Trump: America First y MAGA (Make America Great Again), que pueden llevarnos en el 2025 a una hecatombe mundial. Esa violencia suele convertir a sus v¨ªctimas, m¨¢s temprano que tarde, en implacables vengadores que apelan a su leg¨ªtima defensa personal y hasta enarbolan las banderas de la rebeli¨®n y la justicia para desplegar una violencia tanto m¨¢s indiscriminada y terror¨ªfica cuanto menor es su poder pol¨ªtico.
Tal ha sido la din¨¢mica de nuestro degradado conflicto armado interno. Entonces acontece lo que Simone Weil en sus reflexiones sobre La gravedad y la Gracia, advirti¨®: ¡°La ilusi¨®n constante de la revoluci¨®n consiste en creer que las v¨ªctimas de la fuerza, por ser inocentes de las violencias que se producen, si se pone en sus manos la fuerza la manejar¨¢n con justicia¡Pero el mal que est¨¢ en la empu?adora de la espada se transmite por la punta. Y las v¨ªctimas, as¨ª colocadas en la cumbre y embriagadas por el cambio, hacen tanto mal o a¨²n m¨¢s y luego vuelven a caer r¨¢pidamente".
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