Salman Rushdie: ¡°Mi historia es la de la belleza enfrentando la muerte¡±
El autor indio presenta su libro ¡®Cuchillo¡¯ en el Hay Festival de Cartagena. Habla del ataque al que sobrevivi¨® en agosto de 2022 y su resistencia a entender ese atentado desde el dolor o la rabia, ¡°porque ese ser¨ªa el fin de mi vida como escritor¡±
Usando un parche de color negro en su ojo derecho, Salman Rusdie entra al escenario del Centro de Convenciones de Cartagena, Colombia, donde se celebra esta noche la vig¨¦sima edici¨®n del Hay Festival, un evento cultural donde el famoso autor y ensayista ya fue un invitado de honor en 2009 y 2018. Pero nunca hab¨ªa llegado a La Heroica a hablar sobre lo cerca que estuvo de morir. En 2022 el autor, quien fue amenazado de muerte en 1988 despu¨¦s de publicar Los Versos Sat¨¢nicos, fue v¨ªctima de un intento de homicidio al que sobrevivi¨®. ¡°Uno de los grandes intelectuales p¨²blicos de nuestro tiempo¡ y ha pagado un precio por eso¡±, fue como lo present¨® el novelista colombiano Juan Gabriel V¨¢squez, al introducir su ¨²ltimo libro, Cuchillo, sobre el atentado.
Era agosto cuando todo ocurri¨®. Rushdie estaba listo a arrancar un conversatorio como el de Cartagena, en una peque?a poblaci¨®n del Estado de Nueva York, cuando un hombre en medio del p¨²blico lo atac¨® con un cuchillo, clav¨¢ndolo quince veces, y cuya hoja Rushdie nunca vio. ¡°Pero lo sent¨ª¡ fue un ataque que dur¨® medio minuto¡±, cuenta. El p¨²blico testigo no fue pasivo, salt¨® a salvar su vida, y desde entonces es el p¨²blico del que el autor est¨¢ m¨¢s agradecido. Igual se siente agradecido tambi¨¦n con el de Cartagena, dice con humor.
Rushdie hubiera podido no escribir del episodio traum¨¢tico, dejar que su historia se quedara en los diarios y no pasarlo a su literatura. Pero ese silencio no era su estilo. ¡°No quer¨ªa que nadie m¨¢s contara mi historia, quer¨ªa yo contar mi historia. La mayor¨ªa de las historias de los escritores no son tan interesantes, quiz¨¢s tienen algunos problemas de alcohol, lo usual, nada m¨¢s¡±, dice riendo.
Cuando planeaba el libro, pens¨® en ir a la c¨¢rcel a conocer a A, como llama a su asesino, pero su esposa le dijo que quiz¨¢s no era la mejor idea. ¡°Adem¨¢s, pens¨¦, si lo conozco, no creo que aprenda algo bueno de ¨¦l. Quiz¨¢s aprenda algunos clich¨¦s predecibles sobre esa persona, pero prefiero imaginarlo, quiz¨¢s puedo imaginarlo de forma m¨¢s interesante. As¨ª que lo invent¨¦, lo que para m¨ª fue una forma de venganza¡±, a?ade.
Algo, sin embargo, sab¨ªa sobre A. Se trataba de joven de 24 a?os, de origen liban¨¦s, educado en Nueva Jersey. ¡°En una entrevista del New York Post, ¨¦l dijo que no hab¨ªa le¨ªdo m¨¢s de dos p¨¢ginas de lo que yo he escrito¡±, cuenta Rushdie. ¡°Le¨ª en el peri¨®dico que lo ¨²ltimo que ¨¦l hizo antes de atacarme fue cancelar su suscripci¨®n al gimnasio. Supongo que sab¨ªa que no iba a regresar pronto¡±, relata.
Rushdie entonces no quer¨ªa contar solo el ataque en su contra. ?l quer¨ªa describir una historia m¨¢s profunda, un tri¨¢ngulo entre ¨¦l, la muerte representada por A, y un tercer personaje que es la belleza. ¡°Esta es una historia sobre la belleza enfrent¨¢ndose a la muerte¡±, dice Rushdie. Un libro sobre el amor como ant¨ªdoto a la muerte. El amor, por ejemplo, a su esposa, que ¡°tambi¨¦n me dio la fuerza de escribir¡±. No quer¨ªa que fuera un libro de miedo, ni de rabia, ¡°porque ese ser¨ªa el fin de mi vida como escritor¡±.
Del ataque a¨²n quedan muchas preguntas, m¨¢s emocionales o existenciales que legales. Rushdie a¨²n se pregunta sobre su supervivencia, como un hombre no religioso al que los m¨¦dicos le dicen que est¨¢ vivo de milagro. ¡°Pero yo no creo en milagros¡±, insiste. ¡°El cuchillo en mi ojo lastim¨® mi nervio ¨®ptico, que lleva informaci¨®n al cerebro, pero afortunadamente el ataque no toc¨® mi cerebro. Solo con que lo tocara un poco hubiera tenido consecuencias incalculables, as¨ª que la buena suerte que tengo es que a¨²n tengo mi celebro¡±, dice.
Tambi¨¦n se pregunta por qu¨¦ no pele¨® contra A, por qu¨¦ no tuvo un acto de resistencia en el momento en que le atac¨®. ¡°Me molest¨® mucho esa par¨¢lisis, cuando la violencia llega de repente no sabes qu¨¦ pensar, qu¨¦ hacer. Creo que mucha gente que experimentan esa intrusi¨®n de la violencia en sus vidas saben reconocer esa emoci¨®n¡±.
Si hay una religi¨®n en la que cree Rushdie, es m¨¢s bien en la sacralidad de los libros. Record¨® una reuni¨®n que hizo hace unos a?os a las oficinas de Google en Estados Unidos, con lectores de 23 a?os, fan¨¢ticos de la tecnolog¨ªa, para hablar de ¡°lo sofisticada que es la tecnolog¨ªa de los libros¡±. Los libros no pierden sus datos f¨¢cilmente, sus hojas se secan si cae en el agua, y no desaparece todo el aparato como pasa con un computador. ¡°?Qui¨¦n usa una m¨¢quina de fax hoy? Mucha de su tecnolog¨ªa se vuelve obsoleta, pero el libro lleva siglos y no es obsoleto¡±, cuenta.
La conversaci¨®n con V¨¢squez, en la que mencion¨® a Elon Musk y los l¨ªderes fan¨¢ticos de la ultraderecha solo tangencialmente, se detuvo un momento en la crisis de Nicaragua. Rushdie cont¨® que conoci¨® hace a?os al hoy jefe de Estado Daniel Ortega, cuando era un guerrillero que luchaba contra la dictadura y no el l¨ªder autoritario del presente.¡°Ahora veo en lo que Daniel Ortega se convirti¨®, y me parece tr¨¢gico¡±, dice. Rushdie fue a entrevistarlo, pero sab¨ªa que la conversaci¨®n ser¨ªa demasiado inc¨®moda con ¨¦l si pon¨ªa una grabadora entre ellos dos. Entonces, argumentando un dolor de est¨®mago, iba al ba?o cada quince minutos a tomar notas. ¡°Tambi¨¦n entrevist¨¦ a Violeta Chamorro. A ella s¨ª la grab¨¦, menos mal, porque dijo muchas mentiras¡±, cuenta. ¡°Yo tambi¨¦n tuve esperanza de la revoluci¨®n sandinista, y es muy tr¨¢gico que Daniel Ortega se haya vuelto peor que Somoza. Eso es lo que pasa con las revoluciones, la revoluci¨®n de Jomeini se volvi¨® peor que el Sha¡±. Revoluciones que pusieron en peligro las palabras de un escritor que ha puesto su vida en cada libro, intentando destacar m¨¢s el amor o la belleza ante quienes quieren acabar la literatura con un cuchillo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.