Unir el espejo roto
Apenas se conozca el veredicto en las urnas y haya nuevo presidente habr¨¢ que iniciar la reparaci¨®n del espejo roto de la democracia en Colombia. Un espejo ensombrecido por una campa?a electoral impresentable que habr¨¢ que meter en la gaveta del olvido
Pocas veces en la historia de la naci¨®n se ha vivido una campa?a presidencial m¨¢s marcada por la guerra sucia, como la que terminar¨¢ el pr¨®ximo 19 de junio con la escogencia entre Gustavo Petro y Rodolfo Hern¨¢ndez. La pregunta obligatoria es qu¨¦ pa¨ªs gobernar¨¢ el ungido por el electorado y en qu¨¦ estado de salud amanecer¨¢ la democracia, despu¨¦s de tanto odio destilado a trav¨¦s de las redes sociales por los seguidores enardecidos de uno y otro bando y, lo que es peor, por los propios candidatos. Las ¨²ltimas encuestas muestran que los comicios se decidir¨¢n por un estrecho margen, lo que supone un escenario de mayor crispaci¨®n ante la eventual aceptaci¨®n de los resultados por los seguidores del perdedor, dada la escasa credibilidad de la Registradur¨ªa, una autoridad electoral que ha estado en el ojo del hurac¨¢n a lo largo del calendario electoral.
Un lenguaje tan bajo y agresivo no se escuchaba desde los a?os de la ¨¦poca de La Violencia, que se inici¨® en 1948 con el magnicidio del caudillo Jorge Eli¨¦cer Gait¨¢n y que dej¨® a lo largo de los a?os un saldo de m¨¢s de 300.000 muertos. Una muestra m¨¢s del declive y la degradaci¨®n democr¨¢tica agravada por la debilidad del Estado, la incapacidad del Gobierno, la irrelevancia del Congreso, la cooptaci¨®n de los organismos de control y el ataque a una sociedad civil diezmada por la reconcentraci¨®n del poder en cabeza del Jefe del ejecutivo.
La pregunta es compleja: ?C¨®mo unir a Colombia, sanar las heridas, cerrar las grietas sociales y trazar una agenda de unidad nacional que permita avanzar en la recuperaci¨®n econ¨®mica, el fortalecimiento de la democracia y la agenda reformista hibernada en los ¨²ltimos cuatro a?os? No parece una tarea f¨¢cil, m¨¢xime cuando la realidad pol¨ªtica sufre de una desconexi¨®n de la pol¨ªtica con la ciudadan¨ªa, un centro pol¨ªtico pulverizado, el colapso de los partidos, el ocaso de los caudillismos, el surgimiento de nuevos liderazgos sociales, el renovado poder de la sociedad civil y la irrupci¨®n de una nueva agenda que va m¨¢s all¨¢ del trillado discurso de la guerra o la paz, que mantuvo a Colombia atada a las intervenciones abusivas de las Farc y los paramilitares en la pol¨ªtica, en alianzas non sanctas con sectores radicales.
En Colombia a¨²n se escuchan los ecos del estallido social del 2021 que tuvo al borde del colapso a un gobierno saliente, que termina con una exigua popularidad. El nuevo presidente se enfrentar¨¢ a un pa¨ªs v¨ªctima de la enorme tormenta econ¨®mica que recorre el mundo, potenciada por un cicl¨®n de desigualdad social, a un Congreso sin mayor¨ªas para tramitar sus leyes, a una sociedad fracturada y a una sed de grandes reformas sin etiquetas de izquierda o derecha, que se reclaman a gritos. Es obvio que una nueva frustraci¨®n conducir¨¢ a nuevas rupturas sociales que ahondar¨¢n el extremismo y el caos. Por ello, es tan importante pensar en el d¨ªa despu¨¦s, para desactivar desde ahora la latente bomba social que se esconde en medio del fragor electoral.
La clave para unir al pa¨ªs estar¨¢ en convocar a un Gran Acuerdo que parta del acatamiento de la Constituci¨®n de 1991, como base de un Estado democr¨¢tico de derecho, con la capacidad de edificar una agenda de reconstrucci¨®n nacional que incluya a todos los ciudadanos y no solo a quienes votaron por una u otra opci¨®n. Son demasiados frentes de trabajo como para distraerse, pasando cuentas de cobro, promoviendo retaliaciones o insistiendo en agudizar la divisi¨®n. Adem¨¢s, las altas expectativas que existen sobre cualquiera de los candidatos se estrellar¨¢n de frente con la realidad de las cifras, carcomidas por indicadores sociales vergonzosos. Por ello hay que arrebatarle la agenda social a los violentos y a los extremistas.
Es urgente que Petro y Hern¨¢ndez se comprometan con el pa¨ªs y el mundo a construir un Gran Pacto de Unidad Nacional para impedir que Colombia se hunda en el abismo de la radicalizacion, el populismo o el autoritarismo. Varios sectores sociales ya reclaman un ¡°di¨¢logo amplio y abierto en favor de la convivencia nacional¡± para superar la intolerancia fan¨¢tica y el envilecimiento del lenguaje, como lo ha hecho la Academia Colombiana de Jurisprudencia con la firma de un centenar de los juristas m¨¢s importantes del pa¨ªs. Es hora de convergencias, deliberaci¨®n, consensos, acuerdos y reformas.
Este acuerdo para blindar la democracia debe incluir la garant¨ªa del respeto absoluto por el resultado electoral, la protecci¨®n de la Constituci¨®n, gobernando desde el primer d¨ªa sin pisotear el ordenamiento legal y respetando la independencia de poderes; convocando a un gobierno de unidad que disipe cualquier nubarr¨®n autoritario o el escalamiento de la confrontaci¨®n social; y el inicio inmediato y consensuado de las grandes reformas aplazadas por d¨¦cadas, sin aventuras constituyentes, profundizando el cumplimiento de los acuerdos de paz y buscando el silencio absoluto de las armas y el fin de la guerra. La salud de la democracia exige m¨¢s que nunca di¨¢logo social, inclusi¨®n, equidad, buen gobierno y ¨¦tica p¨²blica. Lo otro ser¨¢ la ingobernabilidad pol¨ªtica y social.
No es imposible. En situaciones de similar incertidumbre, hemos sido capaces de deponer los odios y escribir, como en 1991, lecciones para la historia, con el hero¨ªsmo del respeto a las instituciones. El ganador del pr¨®ximo domingo debe enviar desde el primer instante un mensaje que desarme los esp¨ªritus y nos imponga la tarea de cicatrizar heridas, trabajar juntos y salvar una democracia en cuidados intensivos; un sistema pol¨ªtico que, al decir de Pepa Bueno en reciente Festival del pensamiento iberoamericano, ha mostrado su impotencia para responder a los ciudadanos, pero que tal vez con una fuerte dosis de buena pol¨ªtica, buenos pol¨ªticos y buenas pol¨ªticas sociales, puede recuperar el br¨ªo que la pandemia resquebraj¨®, dejando en el camino ciudadan¨ªas m¨¢s pobres, m¨¢s desiguales, m¨¢s desconfiadas y m¨¢s indignadas.
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