Es la hora de la democracia deliberativa
Las instituciones pol¨ªticas por cuenta de un ejercicio clientelar de la pol¨ªtica muestran hoy una gran incapacidad de representaci¨®n
El estallido social que ha golpeado a varios pa¨ªses de Am¨¦rica Latina en los ¨²ltimos meses ha agudizado los problemas estructurales de la regi¨®n y evidenciado, a¨²n m¨¢s, las agudas debilidades de la democracia y el modelo social y econ¨®mico, asfixiados por la desigualdad, la polarizaci¨®n, la corrupci¨®n, la violencia, y la exclusi¨®n. PRISA Medios inici¨® en Colombia una serie de foros nacionales y regionales al convocar recientemente a m¨¢s de 90 l¨ªderes empresariales, pol¨ªticos, sociales, religiosos, acad¨¦micos y culturales a un gran di¨¢logo sobre los desaf¨ªos de la democracia en tiempos de pandemia. Un debate que dej¨® claras lecciones para el pa¨ªs y la regi¨®n.
La situaci¨®n pol¨ªtica que atraviesa Colombia ¡ªque puede f¨¢cilmente predicarse de varios pa¨ªses de la regi¨®n¡ª, ad-portas de una dura campa?a electoral, ha visibilizado una profunda crisis de la pol¨ªtica, de los liderazgos y los partidos pol¨ªticos; un sector privado que no puede estar ausente del fortalecimiento democr¨¢tico y la responsabilidad social; y una ciudadan¨ªa que reclama nuevos espacios de deliberaci¨®n y respuestas institucionales que no llegan en momentos de grandes transformaciones. La pandemia ha servido en algunos casos de pretexto para conculcar derechos fundamentales y reconcentrar el poder en manos del gobierno central.
Una desconfianza generalizada en medio de estados d¨¦biles, gobiernos desconectados, partidos pol¨ªticos colapsados y congresos ausentes a la hora de ofrecer resultados sociales, limitan las posibilidades de reconciliar a la pol¨ªtica con la ciudadan¨ªa. Las instituciones pol¨ªticas por cuenta de un ejercicio clientelar de la pol¨ªtica muestran hoy una gran incapacidad de representaci¨®n, de mediaci¨®n entre la sociedad y el Estado, de ofrecer soluciones y generar consensos que permitan tramitar por la v¨ªa del di¨¢logo social, las demandas de bienestar, seguridad y paz social de la ciudadan¨ªa. En varios pa¨ªses de la regi¨®n, el poder se gana en elecciones libres, pero se gobierna en contrav¨ªa de los propios principios democr¨¢ticos.
Los ¨²ltimos estudios de opini¨®n en Colombia (Cifras y conceptos, 2021) revelan el profundo declive de los partidos pol¨ªticos: el 64% de los colombianos no tiene partido y solo el 36% se reconoce de alguna colectividad. Los seguidores de los partidos otrora hist¨®ricos, como el liberalismo y el conservatismo est¨¢n en m¨ªnimos porcentajes: el primero con el 4% y el segundo con el 2%. Es decir, perdieron sus bases y hoy solo son cascarones vac¨ªos y fantasmas que como zombis aparecen en las elecciones. Este mapa muestra el enorme desencanto ciudadano con los partidos, corrobora que la pol¨ªtica hoy por hoy es ¡°una mala palabra¡± como lo ha dicho el Papa Francisco, porque goza de gran desprestigio dados los altos ¨ªndices de deterioro de su percepci¨®n ante los graves casos de corrupci¨®n, abuso de poder, asociaci¨®n con actores armados ilegales, financiaci¨®n ilegal de las campa?as electorales, perpetuaci¨®n en el poder, despojo de tierras y muchos m¨¢s comportamientos por fuera de la ley.
La poca aceptaci¨®n de los partidos explica, asimismo, por qu¨¦ existen hoy m¨¢s de medio centenar de precandidatos presidenciales para 2022, en una explosi¨®n nunca vista de ambiciones electorales, falta de liderazgo y desconexi¨®n entre el electorado y los candidatos. El pa¨ªs no est¨¢ escuchando las propuestas program¨¢ticas en medio de tanta vocingler¨ªa electorera, y fraccionamiento interno de los ya vergonzantes partidos existentes. Al punto que la mayor¨ªa de los candidatos busca, adem¨¢s, llegar por firmas a la tarjeta electoral, haci¨¦ndole el quite a los avales de los partidos, ahora convertidos en una pesada carga. Seg¨²n el citado estudio de opini¨®n, a la fecha el 77% de los colombianos a¨²n no ha decidido por qui¨¦n votar en los pr¨®ximos comicios.
De otra parte, la ¨¦tica p¨²blica ha sido gran ausente en el debate pol¨ªtico incluso a la hora de evaluar el papel de la empresa privada frente a los d¨¦ficits democr¨¢ticos. La vigencia del Estado de derecho y la seguridad jur¨ªdica son reclamos que vienen del sector privado, pero muchos exigen m¨¢s compromiso, esfuerzo fiscal e inversi¨®n social en un pa¨ªs con un 42.5% de pobreza. La ¨¦tica construye reputaci¨®n, impregna no solo el inter¨¦s p¨²blico en el sector privado sino la convicci¨®n de que esos valores de ¨¦tica c¨ªvica, empresarial y ciudadana venden y generan valor en la cadena de producci¨®n. La cuadratura del c¨ªrculo es por supuesto el debate sobre la responsabilidad del sector privado a la hora de financiar la pol¨ªtica y las campa?as, cuando el intercambio de pesos por votos y contratos, hacen de este tema el pozo s¨¦ptico de la pol¨ªtica.
En el nivel global, la corrupci¨®n p¨²blica est¨¢ documentada, analizada y diagnosticada, mientras que la corrupci¨®n privada est¨¢ ignorada y subvalorada. Hoy la ¨¦tica corporativa abre su alcance a la sostenibilidad, los derechos humanos y una revoluci¨®n digital que bascula en una gran brecha, carece de algoritmos ¨¦ticos o br¨²julas morales, marcando un gran desaf¨ªo que no se soluciona tampoco cercenando la libertad de expresi¨®n. El derrumbe ¨¦tico carcome las bases de la legitimidad del Estado, fragiliza el desarrollo y deber¨ªa ser prioridad en la agenda del debate electoral.
?Cu¨¢l es el peligro de este momento? Sin duda, que en medio de esta crisis global devastadora ¡ªdescrita esta semana por el secretario general de la ONU¡ª que tiene al mundo al borde del abismo, tome m¨¢s fuerza el viento huracanado del populismo y el autoritarismo personificado en el caudillismo, que viene erosionando progresivamente los fr¨¢giles cimientos democr¨¢ticos, sofocando derechos para restringir libertades b¨¢sicas. Porque ante la falta de soluciones a las demandas ciudadanas de bienestar, equidad y seguridad, la democracia ha perdido adeptos, y los discursos salvadores de mes¨ªas con pies de barro se abren paso. Por ello, hay que salir de la falacia que sostiene que la seguridad es monopolio de la extrema derecha y el autoritarismo en tanto que la reforma social es patrimonio de la extrema izquierda y el populismo.
La gran conclusi¨®n es que todav¨ªa es posible salvar la democracia impidiendo su desmantelamiento; rehabilitando la buena pol¨ªtica; impregnando de ¨¦tica p¨²blica los liderazgos pol¨ªticos y la acci¨®n del sector privado; demostrando que es posible hacer pol¨ªtica con las manos limpias; resucitando los partidos pol¨ªticos mediante la recuperaci¨®n de su relevancia; concertando un pacto fiscal hacia un sistema tributario para reducir la desigualdad; invirtiendo desde la empresa en la promoci¨®n de valores democr¨¢ticos; evitando el descuartizamiento de la independencia de poderes y ¨®rganos de control; fortaleciendo la ciudadan¨ªa mediante las nuevas herramientas de la deliberaci¨®n democr¨¢tica; empoderando a los j¨®venes, las mujeres, las organizaciones sociales y las minor¨ªas ¨¦tnicas.
En fin, encaminando el descontento y la protesta social por la v¨ªa del di¨¢logo, hacia grandes acuerdos sociales que se concreten en reformas, en un proceso de construcci¨®n colectiva con la ciudadan¨ªa. Una agenda pactada de transformaciones sociales y pol¨ªticas que reclama tanto Colombia como Latinoam¨¦rica, en el marco de un nuevo consenso que toca comenzar a construir ya. Es ahora, antes de que el tsunami del populismo o el autoritarismo se lleve todo.
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