La forma cambiante de las dos Colombias
En la segunda vuelta de las presidenciales el voto en el conservador centro andino volvi¨® a diferenciarse del perif¨¦rico progresista, pero el fuerte empuje de la izquierda y la participaci¨®n por territorios matiza esta divisi¨®n
Elecci¨®n tras elecci¨®n, el mapa de Colombia se divide en dos. Especialmente cuando solo hay un par de opciones en liza: las segundas vueltas de 2014 y 2018, o el plebiscito sobre los acuerdos de paz en 2016, mostraron de manera consistente el patr¨®n del ¡®mordisco¡¯: el interior andino en forma de U volcada hacia el nororiente m¨¢s conservador; su contorno caribe?o, pac¨ªfico y amaz¨®nico m¨¢s liberal o progresista. Pero este es un equilibrio inestable, cambiante: de no serlo, siempre ganar¨ªa el mismo partido. Y no ha sido as¨ª: en 2014 venci¨® un Santos que casaba el centro y centro-derecha moderado favorable a los acuerdos de paz con la izquierda que le vot¨® casi ¨²nicamente por esa raz¨®n, o sencillamente para evitar que la derecha gobernase. Pero solo pasaron dos a?os y la victoria se volc¨®: a favor del ¡°no¡± que contradijo la defensa santista de lo acordado con las FARC. Otros 24 meses, y un candidato que ven¨ªa de la derecha pero se presentaba como el m¨¢s moderado posible dentro de ese espectro ampli¨® notablemente la diferencia. Pero ahora, el que entonces perdi¨® por un margen amplio (Gustavo Petro) ha vencido con uno estrecho, pero gracias a una movilizaci¨®n inusitada para la izquierda de m¨¢s de once millones de almas. Cada vez que este particular p¨¦ndulo ideol¨®gico y territorial se mueve de un lado al otro algo lo empuja. Y casi siempre tiene que ver con las entradas o salidas de la masa de votantes. Esta elecci¨®n, r¨¦cord de participaci¨®n con un 58% del total de los llamados a las urnas, no ha sido una excepci¨®n.
Petro logr¨® el vuelco respecto a 2018 combinando una profundizaci¨®n de la ventaja que ya disfrutaba en el Pac¨ªfico con vuelcos en la zona Caribe, donde muchos municipios pasaron de la derecha a la izquierda, y recortando distancia a la derecha en casi todo el interior del pa¨ªs, con la salvedad de los Santanderes y el occidente de Boyac¨¢ y Cundinamarca que desemboca precisamente en la frontera de Santander. O lo que es lo mismo: Rodolfo Hern¨¢ndez perdi¨® la presidencia al no contrarrestar este embate territorial. El mapa que encabeza el art¨ªculo pinta claramente estas din¨¢micas que ti?eron de un rojo a¨²n m¨¢s intenso a la costa oriental, motearon de cambio la norte?a (donde Iv¨¢n Duque fue especialmente efectivo en 2018), y rebajaron el azul normalmente m¨¢s intenso del coraz¨®n de Antioquia y del Eje Cafetero.
De manera agregada, esto quiere decir que la izquierda fue capaz de crecer de manera m¨¢s o menos pareja entre primera y segunda vuelta en todo tipo de municipios, independientemente de que fueran propios o ajenos.
Para la derecha, en este caso, se dio la paradoja de que creci¨® m¨¢s entre primera y segunda vuelta donde peor le fue a Rodolfo respecto a 2018. La raz¨®n: Hern¨¢ndez compet¨ªa en primera vuelta con ¡®Fico¡¯ Guti¨¦rrez por este espacio de voto, y le venci¨® por 1 mill¨®n de sufragios, pero luego no fue capaz de arrastrar el suficiente apoyo en las zonas tradicionalmente conservadoras o uribistas como para darle la vuelta al marcador, aunque ciertamente arrastr¨® bastante (prueba de ello es que se qued¨® en el agregado a solo 500.000 votos de completar la suma propia y de ¡®Fico¡¯ en primera vuelta). Petro, en cambio, creci¨® m¨¢s donde s¨ª logr¨® cambiar el signo de la ventaja local. Se puso en un 63% en lugares donde apenas ten¨ªa un 38% al cierre de la segunda vuelta de 2018, y empuj¨® a sus rivales a la minor¨ªa con una facilidad sorprendente. En esto ya andaba construyendo en primera vuelta, cabe apuntar: es f¨¢cil ver una progresi¨®n gradual del voto petrista tanto en los municipios que giraron a la izquierda como en aquellos en los que logr¨® ampliar la ventaja que ya ten¨ªa, como si esto hubiera sido en esos lugares una elecci¨®n a cuatro vueltas en forma de carrera de fondo.
Esta competici¨®n est¨¢ por completo mediada por los cambios en la participaci¨®n. Si se ponen en relaci¨®n estos aumentos con el voto para izquierda o derecha en 2022, resulta una relaci¨®n en forma de U invertida seg¨²n la cual los mayores m¨¢rgenes para cada uno de los dos bloques se producen all¨¢ donde la participaci¨®n se increment¨® m¨¢s entre primera y segunda vuelta. Si adem¨¢s se pintan los cambios respecto a 2018, resulta que la ampliaci¨®n de estos m¨¢rgenes tambi¨¦n correlaciona hasta cierto punto con estos incrementos, en ambas direcciones.
Es decir: los nuevos votantes entraron (relativamente) a profundizar diferencias territoriales, algo que coincide especialmente con la apreciaci¨®n, tambi¨¦n en los datos, de que los aumentos de Petro entre primera y segunda vuelta se dieron en municipios donde ya disfrutaba de una ventaja, pero menor.
Esta profundizaci¨®n de la polarizaci¨®n territorial convive, como hemos visto antes, con transferencias en otros lugares, de manera que el resultado no es necesariamente una divisi¨®n m¨¢s marcada del ¡®mordisco¡¯ conservador sobre el arco progresista, sino algo m¨¢s matizado y complejo, con el Caribe como espacio ligeramente m¨¢s pivotal, y los aumentos o descensos en el terreno ajeno siendo tan importantes como en el propio, a la luz de las ca¨ªdas andinas de la derecha y los aumentos pac¨ªficos de la izquierda. Las dos Colombias siguen existiendo, pero se toman la natural libertad de cambiar m¨¢s o menos el grado e intensidad de cada inclinaci¨®n en funci¨®n de las opciones que tienen sobre la mesa en cada elecci¨®n.
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