Am¨¦rica Latina puede convertirse en un referente mundial de la transici¨®n energ¨¦tica justa
Que el 70% del consumo de energ¨ªa el¨¦ctrica en la regi¨®n venga de energ¨ªas renovables para 2030 es una meta alcanzable
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En Am¨¦rica Latina y el Caribe se viene cocinando desde hace un tiempo una mezcla de factores tecnol¨®gicos, econ¨®micos, sociales y pol¨ªticos que hacen de la regi¨®n un lugar con las condiciones correctas para convertirse en un referente mundial de la transici¨®n energ¨¦tica justa. La iniciativa Relac (Renovables in Latin America and the Caribbean), con 15 pa¨ªses firmantes, estableci¨® que para 2030 el 70% del consumo de energ¨ªa el¨¦ctrica en la regi¨®n vendr¨¢ de energ¨ªas renovables. Una meta que es alcanzable.
Comencemos por las evidencias tangibles. Seg¨²n el Banco Mundial (2020), alrededor del 20% de la poblaci¨®n mundial vive en 70 pa¨ªses con excelentes condiciones para la energ¨ªa fotovoltaica, donde los promedios diarios superan los 4,5 kilovatio hora/kilovatio pico (kWh/kWp, las medidas de rendimiento y producci¨®n), suficientes para hervir unos 25 litros de agua. Los pa¨ªses de Latinoam¨¦rica que entran en esta categor¨ªa son Chile, Per¨², M¨¦xico y Argentina. Sin embargo, el resto de Latinoam¨¦rica no se queda atr¨¢s, pues se encuentran en la franja de 3,5 - 4,5 kWh/kWp. En cuanto al potencial de energ¨ªa e¨®lica, Chile y Colombia llevan la delantera.
Esta riqueza de recursos se ha traducido en un ritmo de inversi¨®n acelerado en los ¨²ltimos a?os en la regi¨®n. En 2019, Brasil, M¨¦xico y Chile formaron parte de los 20 pa¨ªses del mundo con mayor inversi¨®n en capacidad de energ¨ªas renovables. M¨¢s recientemente, la capacidad instalada de energ¨ªa renovable en Am¨¦rica Latina y el Caribe sumaba a finales de 2021, 291.770 megavatios (MW), lo que represent¨® una subida del 6% con respecto a 2020. La mayor capacidad instalada en 2021 se produjo en Am¨¦rica del Sur con 244.975 MW, representando el 84% de la capacidad instalada total en la regi¨®n. En los ¨²ltimos diez a?os, los pa¨ªses con mayor crecimiento en el parque de generaci¨®n a partir de energ¨ªa renovable son Chile con 111%, Uruguay con 101%, M¨¦xico con 99% y Brasil con 66%.
Todo esto ha venido acompa?ado de avances en la regulaci¨®n y hojas de ruta de distintos tipos de energ¨ªas, como de energ¨ªa e¨®lica marina en Colombia y su reciente incorporaci¨®n a la Alianza mundial de energ¨ªa e¨®lica marina, por ahora siendo el ¨²nico pa¨ªs de la regi¨®n que hace parte de esta Alianza. Adicionalmente, la capacidad instalada actual y la futura de energ¨ªas renovables hacen de Am¨¦rica Latina una zona con alto potencial para la generaci¨®n de hidr¨®geno verde. Este puede ser utilizado como energ¨¦tico en el sector industrial, uno de los m¨¢s dif¨ªciles de electrificar, as¨ª como en el transporte y en la energizaci¨®n y calefacci¨®n de edificios. Varios pa¨ªses, como Chile, Uruguay, Paraguay, y Colombia, ya han publicado sus hojas de ruta en hidr¨®geno verde.
Estas inversiones pueden ayudar a la regi¨®n a impulsar la descarbonizaci¨®n progresiva y responsable de su econom¨ªa y avanzar en ambas transiciones al tiempo: la energ¨¦tica y la econ¨®mica. En este sentido, la transici¨®n energ¨¦tica justa es una oportunidad para alinear los flujos financieros con el Acuerdo de Par¨ªs ¨C el tratado clim¨¢tico m¨¢s importante a nivel internacional- incluyendo el tratamiento de los subsidios, las reformas fiscales, la promoci¨®n del ahorro y las inversiones en energ¨ªas limpias. Adicionalmente, seg¨²n datos de la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo, si el mundo logra limitar el aumento de la temperatura global a 2¡ãC para finales de siglo, podr¨ªa dar lugar a 15 millones m¨¢s de empleos netos en Am¨¦rica Latina y el Caribe para 2030, gracias a los cambios productivos de alimentos y de energ¨ªa.
Sin embargo, los ritmos a los que avanzan los pa¨ªses ser¨¢n diferentes, pues para aquellos que no dependan econ¨®micamente de la extracci¨®n de combustibles f¨®siles ser¨¢ m¨¢s sencillo el proceso, como es el caso para El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panam¨¢, Paraguay y Uruguay. En este sentido, la transici¨®n energ¨¦tica justa se presenta como una oportunidad.
Y aunque pueda ser sencillo, no quiere decir que deba hacerse a toda costa, pues no podemos repetir errores del pasado. De acuerdo con el Atlas de Justicia Ambiental, que mapea m¨¢s de 3.300 casos de conflictos socioambientales a nivel global, m¨¢s de la mitad de estos est¨¢n relacionados con el desarrollo de infraestructura del sector energ¨¦tico, as¨ª como con la extracci¨®n de minerales e hidrocarburos. Con la entrada en vigor del Acuerdo de Escaz¨² en varios pa¨ªses latinoamericanos, el acceso a procesos de participaci¨®n y a la informaci¨®n clara, ver¨ªdica y oportuna puede dar m¨¢s garant¨ªas en el desarrollo de proyectos de transici¨®n energ¨¦tica. Esto ayudar¨¢ a evidenciar la alineaci¨®n de los gobiernos y el sector privado con las pol¨ªticas ambientales que, entre otros beneficios, les permiten acceder a nuevos cr¨¦ditos.
Asimismo, varios pa¨ªses de la regi¨®n como Guatemala, Belice, Honduras, Costa Rica, Colombia, Surinam y Chile ya han incluido conceptos de transici¨®n energ¨¦tica justa en sus compromisos clim¨¢ticos internacionales, lo que abre el potencial para robustecer los marcos de pol¨ªtica a nivel sectorial. Para acelerar la inversi¨®n en la transici¨®n tecnol¨®gica, se debe continuar trabajando en pol¨ªticas y marcos regulatorios s¨®lidos, en particular, regulaciones relativas a sistemas de almacenamiento de energ¨ªa y confiabilidad de la red, pol¨ªticas y est¨¢ndares de eficiencia energ¨¦tica, demanda focalizada de hidr¨®geno verde en los planes de expansi¨®n energ¨¦tica, cambio de comportamiento dirigido a impactos a largo plazo, entre otros.
Seg¨²n el ?ndice de Transici¨®n Energ¨¦tica (ETI), Am¨¦rica Latina y el Caribe se desempe?an mejor que el promedio mundial en rendimiento del sistema energ¨¦tico, sostenibilidad ambiental y capital e inversi¨®n, entre otros aspectos y, en consecuencia, es considerablemente mejor en la infraestructura energ¨¦tica, pero estas inversiones deben distribuirse en la regi¨®n para disminuir la disparidad en el desarrollo de energ¨ªas renovables entre varios pa¨ªses.
Todav¨ªa hay 17 millones de personas que carecen de acceso a la electricidad en la regi¨®n, principalmente en los pa¨ªses centroamericanos, donde se espera que la demanda de energ¨ªa siga creciendo en las pr¨®ximas d¨¦cadas. Esto es una oportunidad para que los actores de la cadena de valor de las energ¨ªas limpias concentren los esfuerzos, recursos e ideas innovadoras en transformar nuestra matriz energ¨¦tica a una m¨¢s limpia y de manera justa. La transici¨®n no puede limitarse solamente a una tecnol¨®gica, y debe incidir en la forma en la que se produce y consumimos la energ¨ªa hoy d¨ªa buscando el equilibrio entre los recursos naturales y la sociedad.
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