Enfrentar la crisis clim¨¢tica en el campo

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Las noticias recorrieron Am¨¦rica Latina de norte a sur en los ¨²ltimos meses: M¨¦xico atraves¨® una intensa ola de calor; el Canal de Panam¨¢ redujo el calado por falta de lluvias; el nivel del lago Titicaca cay¨® a m¨ªnimos hist¨®ricos; y Chile sufri¨® grandes aguaceros e inundaciones. A los devastadores efectos del cambio clim¨¢tico, este a?o se sum¨® El Ni?o, declarado en julio por la Organizaci¨®n Meteorol¨®gica Mundial. Se trata de un fen¨®meno clim¨¢tico ligado al calentamiento de las aguas del Pac¨ªfico que ocurre en ciclos de dos a siete a?os, y suele acentuarse hacia Navidad. Los efectos var¨ªan por regi¨®n, en unos lugares provoca sequ¨ªas y en otros incrementa las precipitaciones. El factor com¨²n es que aumenta la intensidad y variabilidad de los eventos meteorol¨®gicos.

Estas condiciones juegan particularmente en contra de los productores agropecuarios. Se ven expuestos a inundaciones y erosi¨®n de suelos por el exceso de lluvias, mientras que las sequ¨ªas reducen el rendimiento de las cosechas. Las regiones m¨¢s dependientes de la lluvia para los cultivos, como Centroam¨¦rica y el Caribe, son especialmente vulnerables. Los peque?os productores ven c¨®mo se pone en riesgo su propia seguridad alimentaria y la de aquellos a los que sirven.

Del 23 al 27 de octubre, Panam¨¢ es el centro regional de la discusi¨®n sobre las soluciones al cambio clim¨¢tico. El pa¨ªs acoge la Semana del Clima de Am¨¦rica Latina y el Caribe y la XXIII Reuni¨®n del Foro de Ministros de Medio Ambiente. Estas citas regionales anteceden a la COP28 de Dub¨¢i, donde concluir¨¢ el primer balance global de la implementaci¨®n del Acuerdo de Par¨ªs, tratado internacional que estableci¨® el objetivo de limitar el calentamiento global a muy por debajo de 2, preferiblemente a 1,5 grados cent¨ªgrados, en comparaci¨®n con los niveles preindustriales.

En la carrera contrarreloj para preservar la salud de nuestro planeta, los productores agropecuarios de peque?a escala deben tener un rol destacado. Por un lado, pese a contribuir m¨ªnimamente al problema, son los m¨¢s vulnerables al cambio clim¨¢tico. Asimismo, son responsables de la producci¨®n de un tercio de alimentos en el mundo. Por ellos tambi¨¦n pasa la soluci¨®n.

Esta idea la tenemos grabada en la mente en el Fondo Internacional de Desarrollo Agr¨ªcola (FIDA), organismo especializado de Naciones Unidas, e instituci¨®n financiera internacional, que se dedica exclusivamente al desarrollo rural. El FIDA trabaja junto a los Gobiernos para que los peque?os productores prosperen y puedan enfrentarse a la nueva realidad clim¨¢tica.

?C¨®mo conseguirlo? Tenemos que aprender de la naturaleza y emplear soluciones que imiten a los ecosistemas naturales. Por ejemplo, el FIDA introduce en sus proyectos el concepto de agrobiodiversidad, que consiste en la convivencia de varias actividades en un terreno, como ganado, cultivos de alimentos y distintas variedades de ¨¢rboles.

Una producci¨®n diversificada hace que los productores est¨¦n mejor preparados para enfrentar situaciones adversas, ya que su subsistencia no depende de un solo tipo de cultivo. Este modelo contribuye adem¨¢s a tener suelos m¨¢s saludables y ayuda a conservar mayor cobertura forestal. Los sistemas agrobiodiversos retienen agua y capturan carbono, favoreciendo as¨ª tanto la adaptaci¨®n al cambio clim¨¢tico como la mitigaci¨®n de sus efectos.

Si bien las soluciones existen, se requiere un mayor impulso financiero por parte de la comunidad internacional. Los n¨²meros hablan por s¨ª mismos: por cada d¨®lar que invertimos en prepararnos para afrontar fen¨®menos extremos, podemos ahorrarnos hasta diez d¨®lares en ayuda de emergencia en el futuro.

La adaptaci¨®n al cambio clim¨¢tico permitir¨¢ a las comunidades rurales aumentar su producci¨®n agropecuaria para poder suministrar m¨¢s alimentos a la poblaci¨®n. La capacidad de producir alimentos nutritivos y de cercan¨ªa de los peque?os productores adquiere especial relevancia en la regi¨®n del mundo donde el costo de una alimentaci¨®n sana es m¨¢s elevado: 133 millones de personas en Am¨¦rica Latina y el Caribe no pueden permitirse una dieta saludable (22,7% de la poblaci¨®n).

Esto afecta particularmente a las poblaciones vulnerables ¡ªpeque?os agricultores, mujeres rurales y poblaciones ind¨ªgenas y afrodescendientes¡ª que son quienes destinan un mayor porcentaje de sus ingresos a la compra de alimentos, con un impacto particular en ni?os y j¨®venes que plantea un importante desaf¨ªo de salud p¨²blica. En la medida que nuestras comunidades rurales sean m¨¢s productivas y din¨¢micas, los j¨®venes tendr¨¢n oportunidades para permanecer en ellas, reduciendo las presiones migratorias hacia las ciudades y otros pa¨ªses.

Las inversiones en desarrollo rural son fundamentales para responder a los efectos del cambio clim¨¢tico, combatir el hambre y reducir la pobreza. Sembrar la semilla en el campo rendir¨¢ frutos. Hag¨¢moslo lo antes posible.