La moda ind¨ªgena de Brasil sube a la pasarela
Estilistas como Mauricio Duarte, de la etnia kaixana, han logrado alcanzar la S?o Paulo Fashion Week o la Climate Week de Nueva York y renuevan el concepto de moda ind¨ªgena
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Hace pocos meses, en la exclusiva pasarela de la S?o Paulo Fashion Week, el escaparate de moda m¨¢s influyente de Brasil, se escucharon los rezos de un canto sagrado de los ind¨ªgenas tikuna, de la Amazonia. Era el arranque del desfile de Mauricio Duarte, un joven estilista que junto a nombres como Dayana Molina, Rodrigo Trememb¨¦ o We¡¯e¡¯na Tikuna est¨¢ revolucionando la moda de su pa¨ªs. Los ind¨ªgenas brasile?os, con cada vez m¨¢s visibilidad en todos los ¨¢mbitos, ahora tambi¨¦n reivindican un lugar en las pasarelas.
Con apenas 27 a?os, las creaciones de Duarte est¨¢n entre las favoritas de la primera dama, Janja da Silva, o de la ministra de los Pueblos Ind¨ªgenas, S?nia Guajajara, y acaban de ser incluidas en el primer libro publicado por la revista Vogue en Brasil. La colecci¨®n que emocion¨® en la pasarela de S?o Paulo estaba inspirada en los igarap¨¦s (los riachuelos amaz¨®nicos, primordiales para quien vive en la selva tropical). Duarte tiene ascendencia de la etnia kaixana y se cri¨® en Manaos, la gran metr¨®polis amaz¨®nica. El gusanillo de la moda le pic¨® cuando acompa?aba a su madre a las ferias de artesan¨ªa de los poblados ribere?os de la selva. Esas referencias siguen en su trabajo actual, donde abunda el uso de la cester¨ªa hecha con paja de arum?. Una escult¨®rica falda en forma de cesta trenzada fue una de las creaciones m¨¢s celebradas de su ¨²ltima colecci¨®n. Esas y otras piezas, sobre todo los accesorios, son fruto del trabajo de cooperativas de artesanas de la regi¨®n del alto r¨ªo Negro, en las profundidades de la Amazon¨ªa.
La marca de la identidad ind¨ªgena en su trabajo salta a la vista, pero Duarte puntualiza que no quiere verse encerrado en la categor¨ªa de ¡°estilista ind¨ªgena¡±. ¡°No consigo hablar de mi trabajo sin mirar hacia casa. Toda mi identidad, el valor de mi cultura, viene de all¨ª. No puedo ausentarme, porque es el lugar que est¨¢ en m¨ª, pero al mismo tiempo hay algo inc¨®modo¡±, confiesa por tel¨¦fono desde el ajetreo de su atelier en S?o Paulo. Ese extra?amiento, explica, tiene que ver con los clich¨¦s y con el uso interesado que la industria pueda hacer de estos creadores emergentes. ¡°Hay mucha gente que habla de la Amazonia (¡) hay un discurso muy fuerte de cuidado, de ESG ¡ªresponsabilidad social corporativa¡ª en las empresas, pero pocas nos miran con inter¨¦s de que seamos una potencia, es m¨¢s bien porque somos una imagen bonita muy vendible. Yo no quiero eso¡±, advierte.
Tampoco est¨¢ dispuesto a entrar en el enloquecido carril de la industria. Acaba de volver de la Climate Week de Nueva York, y aunque la cr¨ªtica brasile?a le espera con ansias, renunci¨® a participar en la pr¨®xima semana de la moda de S?o Paulo, que se celebra esta semana, para trabajar con m¨¢s calma. Su prioridad ahora mismo es dar m¨¢s espacio al te?ido natural con hojas de crajiru (la misma planta con la que su abuela le prepara t¨¦s) y al reciclaje de ropa usada, porque asegura que la poluci¨®n que causa la moda de usar y tirar es una de sus principales preocupaciones. ¡°No tiene sentido crear m¨¢s y m¨¢s productos¡±, dice.
La conciencia medioambiental y el activismo por la causa ind¨ªgena est¨¢n en el ADN de estos creadores. En el desfile de Duarte participaron conocidos activistas, como Samela Sater¨¦ Maw¨¦ y Tukum? Patax¨®, con cientos de miles de seguidores en las redes sociales, y hubo pancartas contra los intentos del Congreso de limitar la demarcaci¨®n de tierras ind¨ªgenas. Para Dayana Molina, pionera en la moda ind¨ªgena brasile?a, ese activismo no se elige. ¡°Cuando naces ind¨ªgena no escoges luchar. Tienes que luchar. Mi postura como creadora y activista es usar la moda como herramienta para denunciar, pero tambi¨¦n para traer belleza sobre lo que hago¡±, comenta por tel¨¦fono. Un ejemplo es el impactante vestido rojo que cre¨® el a?o pasado por encargo de la Met Gala de Nueva York, que bautiz¨® como ¡®?tero de Abya Yala¡¯. La palabra significa ¡°tierra madura¡± en la lengua kuna y muchos activistas ind¨ªgenas la han adoptado para evitar el uso de Am¨¦rica.
Molina, con antepasados de las etnias aymara y fulni-?, empez¨® en la moda ind¨ªgena cuando estaba todo por hacer, no hace tanto, en 2016. Fue entonces cuando cre¨® su marca, Nalimo, y se dio cuenta de que alrededor ten¨ªa cero referencias sobre moda ind¨ªgena y visiones muy euroc¨¦ntricas del patr¨®n de belleza. Cuando empez¨® a buscar modelos nativos para que vistieran sus ropas, las agencias se encog¨ªan de hombros, as¨ª que con algunos colegas mont¨® un colectivo, Ind¨ªgenas Moda BR, para buscarlos por todo Brasil. ¡°Claro que hab¨ªa modelos, lo que no hab¨ªa eran oportunidades¡±, dice sobre ese primer casting independiente.
Brasil tiene 1,7 millones de ind¨ªgenas, el 0,83% de la poblaci¨®n, y la mayor¨ªa vive en los estados amaz¨®nicos. La moda ind¨ªgena que llega a las revistas de moda, no obstante, se hace b¨¢sicamente desde el motor econ¨®mico del pa¨ªs, S?o Paulo, aunque casi siempre con un pie en los territorios del norte. Molina comenta que una de sus obsesiones es cooperar de manera justa con las mujeres de las etnias kra¨®, iwa nawa y kayap¨® que viven en la Amazonia y act¨²an como sus proveedoras. ¡°No es que confeccionen las ropas, es m¨¢s colaborativo. Se trata de que cada comunidad se autorepresente, que construya su narrativa y que la creatividad sea un elemento de cohesi¨®n¡±, dice. Con esa mirada cuidadosa se evita, por ejemplo, que determinada cenefa o dibujo que puede ser considerado sagrado en una aldea, sea banalizado al convertirse en un producto a la venta, asegura la estilista.
Los roces entre la tradici¨®n y la l¨®gica capitalista son casi inevitables, sobre todo cuando se entra en el terreno de la apropiaci¨®n cultural. En mayo, un desfile de Dior en M¨¦xico dio que hablar porque supuestamente la casa de lujo francesa no dio la visibilidad que se merec¨ªan las artesanas de Oaxaca que confeccionaron los bordados de los huipiles, unas blusas tradicionales. Para Molina, en ese debate hay que diferenciar entre las grandes marcas que directamente roban el patrimonio cultural y la actitud consciente del usuario final. Una persona no ind¨ªgena puede y debe vestir las creaciones que salen de su taller, dice convencida. ¡°El problema es apropiarse de algo sin dar el cr¨¦dito, sin valorarlo. Cuando usas algo que no es de tu cultura tiene que ser visibilizado, enaltecido¡ es otro camino. Pero todo el mundo tiene que usar moda ind¨ªgena, porque los creadores ind¨ªgenas tienen que vivir bien¡±, remarca.
Atacar de frente esa controversia es uno de los pilares de la escuela de moda ?w¨¤ Poranga, que tambi¨¦n se define como consultor¨ªa ¡°pluricultural¡± y que en su web promete ¡°librarse del medio de la apropiaci¨®n cultural¡±, as¨ª como reparar la educaci¨®n ¡°racista e incompleta¡± de los curr¨ªculums tradiciones que dejaron fuera las referencias afrobrasile?as e ind¨ªgenas. Papi?n Cristiane Carla, una de las docentes, explica por tel¨¦fono que de momento funciona mayoritariamente online y que ya ha formado a 69 personas, que igual reciben clases de estampados ¨¦tnicos como de ¡°la historia que la moda no cuenta¡±. El inter¨¦s es creciente. ¡°Hemos dado un salto. Se est¨¢ uniendo la universidad con los saberes tradicionales, est¨¢ habiendo una eclosi¨®n en todo Brasil¡±, asegura satisfecha la maestra. Los resultados de las ¡°semillas¡±, como llama a sus alumnos, quiz¨¢ se vean dentro de poco en las pasarelas.
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