Un manifiesto ¡®antifashion¡¯: ?de d¨®nde viene la ropa que tienes puesta?
Am¨¦rica Futura te propone una gu¨ªa para romper con el silencio c¨®mplice que ha inundado nuestro armario de piezas altamente contaminantes
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?De qu¨¦ est¨¢ hecha la ropa que tienes puesta hoy? ?De d¨®nde viene? ?Qu¨¦ manos tiene detr¨¢s? ?Cu¨¢nto recibieron como pago las personas que la cosieron? ?Cu¨¢ntos litros de agua se gastaron para fabricarla? ?Cu¨¢nto tiempo va a durar en tu armario? Tenemos que hacerle preguntas a la ropa. Hay que romper con este silencio c¨®mplice que ha inundado nuestro armario de piezas baratas, anodinas y altamente contaminantes. Hacer la vista gorda nos ha hecho sentir menos culpables, pero la ausencia de culpa no nos exime de responsabilidad.
?C¨®mo puede un objeto de uso como una camiseta, que requiri¨® 2,700 litros de agua, (la misma cantidad que una persona beber¨ªa en 900 d¨ªas) y que fue dise?ada, cortada, te?ida y cosida por personas diferentes que, adem¨¢s, viven a kil¨®metros y kil¨®metros de distancia de donde se vende, costar lo mismo que un s¨¢ndwich?
La industria de la moda es la segunda m¨¢s contaminante, despu¨¦s de la automotriz y representa el 10% de las emisiones globales de carbono debido a la energ¨ªa que utiliza en la producci¨®n, la fabricaci¨®n y el transporte.
El lavado de ropa libera 500.000 toneladas de microfibras en el oc¨¦ano. El 85% de los textiles producidos al a?o terminan en los vertederos y quemar productos de temporadas pasadas es una t¨¦cnica muy com¨²n en el mundo de la moda m¨¢s costosa. Marcas de lujo han hecho quemas de sus productos que no se vendieron por m¨¢s de 30 millones de d¨®lares simplemente para no ponerlas en rebajas y evitar que su valor simb¨®lico disminuya.
Entonces, ?por qu¨¦ nuestros vestidos parecen estar despojados de toda culpa cuando examinamos nuestra huella ambiental? ?Por qu¨¦ no nos da verg¨¹enza tener un armario lleno de ropa que no usamos ni necesitamos? Pasamos por alto las cifras alarmantes de la moda y vemos con benevolencia nuestros vestidos porque estamos anestesiados por una serie de im¨¢genes de fant¨¢sticas vidas posibles y de exaltaci¨®n de lo bello que nos disciplinan la mirada y callan cualquier atisbo de cr¨ªtica. Valen m¨¢s las ganas de estar linda para esa cena o estar guapo en esa fiesta que cualquier inquietud moral que asalte al ver el precio de esa prenda deseada y ver que en la etiqueta dice ¡®hecho en Indonesia¡¯.
?Necesitamos desacelerar el consumo de ropa! Decrecer el armario y hacernos preguntas inc¨®modas que nos lleven a entregarnos a otras pr¨¢cticas de consumo. ?De verdad necesito otro par de jeans? ?Qu¨¦ hay detr¨¢s del deseo de comprarme algo nuevo? La moda hace mucho rato dej¨® de ser una compra y venta de ropa para convertirse en un gran supermercado de la identidad. Y parece que la identidad est¨¢ en crisis: en promedio, la gente compr¨® un 60% m¨¢s de prendas en 2014 que en 2000.
Tenemos que comprar menos y comprar bajo otras l¨®gicas.
Entender, por ejemplo, ?qu¨¦ tiene aquella chaqueta que, sin importar el paso del tiempo, el desgaste, los cambios de tendencias, ha permanecido indemne en el armario y sigue siendo la favorita? La industria de la moda necesita tener una mayor intenci¨®n de hacer de la ropa algo amado y de largo uso, ¡°en lugar de ser algo r¨¢pido, emocionalmente redundante y f¨¢cilmente reemplazable¡±, como la describi¨® acertadamente Tamzin Rollason, del Center for Urban Research. El uso largo y prolongado de la ropa es uno de los caminos m¨¢s determinantes para conseguir una moda menos desastrosa para el medio ambiente.
Cada vez deber¨ªamos entregarnos m¨¢s al intercambio y as¨ª comprar con nuestra ropa vieja, ropa usada que otro ya no usa; entregarnos a la reparaci¨®n y la transformaci¨®n de esos vestidos o pantalones que no nos ponemos o que se da?aron y que podr¨ªan tener otras versiones posibles. La moda verdaderamente sustentable solo puede ser aquella que se realiza con cero materiales nuevos.
Comprar ropa de segunda mano tendr¨ªa que dejar de ser una pr¨¢ctica exclusiva de los amantes del vintage. Tendr¨ªa que convertirse en una pr¨¢ctica normalizada, ¨¦tica, cool que integre a todos en la sociedad. ?Es un mandato darle nueva vida a esa marejada de prendas que inundan nuestra sociedad y que termina en enormes vertederos!
Necesitamos tambi¨¦n que m¨¢s gente aprenda a hacerse ella misma sus vestidos. Y que con esta apuesta por lo ¡°hecho en casa¡± (do it yourself) y ¡°lo hecho a medida¡± desaf¨ªe a la vez el sistema de producci¨®n tir¨¢nico de la moda y el sistema de tallajes que cada vez conjura m¨¢s la dificultad para amar nuestros cuerpos tal y como son. Hacernos la ropa es una manera de saber a ciencia cierta la proveniencia de nuestras piezas, es romper con cadenas de mal pago, con prendas que vienen de China y devolverle al cuerpo la virtud de sus redondeces y sus carnes, pues es el vestido el que se tiene que plegar al cuerpo, y no el cuerpo el que se tiene que entrenar para empotrarse en un vestido.
La ropa, como ocurre en las pel¨ªculas en donde aparece hasta el m¨¢s anodino personaje extra, deber¨ªa tener en sus cr¨¦ditos (etiquetas) el registro de todas las manos que trabajaron para crearla, para que cuando le preguntemos a esa prenda ?qui¨¦n la hizo? podamos contar con la historia de quienes la han hecho, de los que la cortaron y la cosieron, quiz¨¢s con tantos nombres y vidas expuestas en esa pieza de vestir, se abra un camino para empezar a ver la ropa como algo valioso, algo que hay que honrar y no como algo desechable.
Hay que hacerle preguntas a nuestra ropa nueva, a nuestro armario, a nuestras prendas viejas y desentra?ar as¨ª maneras para que nuestro deseo por el buen vestir deje de ser c¨®mplice de una verdadera cat¨¢strofe.
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