El creciente problema de los micropl¨¢sticos en ping¨¹inos, aves marinas y almejas de la Ant¨¢rtida
Cient¨ªficos y organizaciones aumentan la presi¨®n para que se avance hacia un instrumento internacional jur¨ªdicamente vinculante sobre la contaminaci¨®n de pl¨¢sticos en los oc¨¦anos
EL PA?S ofrece en abierto la secci¨®n Am¨¦rica Futura por su aporte informativo diario y global sobre desarrollo sostenible. Si quieres apoyar nuestro periodismo, suscr¨ªbete aqu¨ª.
La bi¨®loga marina argentina Tatiana Recabarren Villal¨®n fue parte de un equipo del Consejo Nacional de Investigaciones Cient¨ªficas y T¨¦cnicas (Conicet) que estuvo en una estaci¨®n de rescate de ping¨¹inos de Magallanes, en la provincia argentina de Bah¨ªa Blanca, sobre el Atl¨¢ntico Sur, en una expedici¨®n en la que descubrieron c¨®mo los micropl¨¢sticos estaban afectando a esa especie. ¡°Llegaban flacos, no ten¨ªan m¨²sculos ni capa de grasa para enfrentar la migraci¨®n acu¨¢tica y las diferentes temperaturas en el agua¡±, recuerda. Villal¨®n y sus colegas intentaban rehabilitar a los llamados ping¨¹inos juveniles que son de la especie Spheniscus magellanicus, provenientes de las colonias patag¨®nicas del sur argentino que migran hacia Brasil. ¡°Suelen llegar enfermos y lo primero que realizamos para este estudio era medir sus par¨¢metros biol¨®gicos. Aquellos que no lograban sobrevivir, los analiz¨¢bamos y fue cuando encontramos piezas pl¨¢sticas y met¨¢licas en el tracto digestivo¡±, explica la bi¨®loga.
El equipo de expertos separ¨® cuidadosamente toda la materia org¨¢nica y la clasificaron de acuerdo a tama?o, tipo y color para analizar las evidencias de presencia de micropl¨¢sticos. Primero se emple¨® un filtro de fibra de vidrio. ¡°Mediante la lupa empiezas a ver formas y colores brillantes. Un verde fluorescente o un rojo dan cuenta del origen antr¨®pico de la part¨ªcula. Lo que me sorprendi¨® fue que todas las muestras eran distintas. Como los ping¨¹inos comen peces y tienen una dieta bien espec¨ªfica, probablemente estos micropl¨¢sticos ven¨ªan de los mismos peces que consum¨ªan o en su alimento¡±. Las etapas siguientes consisten en realizar otras pruebas para comprobar efectivamente que se trata de micropl¨¢sticos. ¡°Para confirmarlo, uno de los procedimientos es la prueba de la aguja caliente. Uno calienta una aguja y cuando la acercas ves c¨®mo el pl¨¢stico se derrite¡±, explica Villal¨®n.
De acuerdo a las conclusiones, que fueron publicadas en la revista cient¨ªfica Marine Pollution Bulletin en 2023, en todas las aves estudiadas, las micropart¨ªculas constituyeron el 91% de los desechos encontrados, de los cuales el 97% eran fibras de origen antr¨®pico, es decir, derivadas de la actividad humana. Los micropl¨¢sticos est¨¢n presentes en el continente y tambi¨¦n en los oc¨¦anos. Viajan y se trasladan. ¡°Son arrastrados por las distintas corrientes que son desplazamientos con direcci¨®n constante, de grandes masas de las capas superficiales de los mares y oc¨¦anos. Se las puede pensar como r¨ªos dentro del oc¨¦ano, movi¨¦ndose a mayor velocidad que el agua circundante. A trav¨¦s de los a?os, culminan en las llamadas zonas de convergencia o giros subtropicales¡±, explica Andr¨¦s Arias, investigador del Conicet.
La Ant¨¢rtida no es ajena a los impactos de micropl¨¢sticos y microfragmentos celul¨®sicos en aguas mar¨ªtimas. Una investigaci¨®n realizada en 2019 por la Universidad de Canterbury en Nueva Zelanda recolect¨® muestras de nieve de 19 sitios en todo el continente. Esas pruebas mostraron un promedio de 29 part¨ªculas de micropl¨¢sticos en la nieve derretida. La alerta se llev¨® a Naciones Unidas, a trav¨¦s del Comit¨¦ Intergubernamental de Negociaci¨®n (CIN) para la elaboraci¨®n de un instrumento internacional jur¨ªdicamente vinculante sobre la contaminaci¨®n por pl¨¢sticos, en particular en el medio marino. En su cuarta reuni¨®n el pasado mes de abril, en Ottawa (Canad¨¢) se avanz¨® en la preocupaci¨®n, pero no hubo una clara decisi¨®n.
Los expertos piden la creaci¨®n de un tratado internacional para terminar con la contaminaci¨®n por pl¨¢sticos en el mundo, algo que no parece cercano. ¡°Necesitamos voluntad pol¨ªtica y que el trabajo sea transparente para evitar que los intereses econ¨®micos diluyan el tratado¡±, asevera la investigadora Marina Fern¨¢ndez, quien particip¨® en la reuni¨®n de Ottawa como integrante de la sociedad cient¨ªfica Endocrine Society. La pr¨®xima sesi¨®n ser¨¢ en Corea del Sur a finales del 2024, donde se discutir¨¢ la redacci¨®n de un tratado global. ¡°Lo propone la Asamblea general de Naciones Unidas. Pero hay maniobras dilatorias para simplemente consumir tiempo de debate y estirar las decisiones. En definitiva, es una puja de intereses¡±, sostiene el investigador Arias.
Mientras los avances pol¨ªticos se demoran, los cient¨ªficos encuentran m¨¢s evidencias sobre micropl¨¢sticos en aguas mar¨ªtimas de las zonas m¨¢s australes del mundo. Este a?o, un equipo de investigadores del departamento cient¨ªfico del Instituto Ant¨¢rtico Chileno y el British Antarctic Survey detect¨® microfragmentos, microfibras de pl¨¢stico y celulosa en una especie de almeja que se llama Laternula elliptica en la Bah¨ªa Fildes en la Isla Rey Jorge (Ant¨¢rtica Mar¨ªtima). ¡°Esta especie de almeja permanece siempre en la misma localidad. Y a pesar de la menor presencia humana en esta regi¨®n, las aguas marinas y su fauna est¨¢n en contacto con la contaminaci¨®n¡±, explica alarmado el investigador chileno Rodolfo Rond¨®n.
¡°Hay 16.000 qu¨ªmicos presentes en pl¨¢sticos de los cuales muy pocos est¨¢n reglamentados por tratados multilaterales y analizados con criterios de seguridad, sostenibilidad y transparencia¡±, enfatiza Fern¨¢ndez. En la ¨²ltima reuni¨®n del CIN en Canad¨¢, hab¨ªa muchos representantes de distintas industrias de la C¨¢mara Americana de Productos Qu¨ªmicos, como Unilever, Nestl¨¦, Coca Cola, Pepsi y World Plastics Council. ¡°Algo que nos llam¨® mucho la atenci¨®n fue el fuerte lobby de la industria. En el aeropuerto nos esperaban con carteles que dec¨ªan: ¡°Estos pl¨¢sticos salvan vidas¡±. Era una iniciativa financiada por una empresa llamada Husky Technologies. Eso responde al gran inter¨¦s econ¨®mico¡±, asegura la investigadora.
La preocupaci¨®n global por la producci¨®n de este material crece: actualmente se producen alrededor de 450 millones de toneladas de pl¨¢stico virgen al a?o. Los cient¨ªficos no est¨¢n solos en sus advertencias. Por ejemplo, la ONG Agenda Ant¨¢rtica promueve actualmente una campa?a mundial para sensibilizar a la comunidad internacional acerca de la creciente contaminaci¨®n en esa regi¨®n. Es una forma de contribuir tambi¨¦n a un cambio de paradigma cultural de consumo y acabar con la dependencia de ese material. Actualmente recolectan firmas para exigir la adopci¨®n de un Tratado Global vinculante sobre pl¨¢sticos. ¡°Es un llamado a la acci¨®n para que naciones, corporaciones e individuos aborden el problema global de la contaminaci¨®n por pl¨¢sticos en oc¨¦anos¡±, dice Horacio Werner, el director de Agenda Ant¨¢rtica.
Construir un futuro sin pl¨¢sticos para ganar en calidad de vida parece estar cada vez m¨¢s presente en la conciencia civil, aunque no parece que sea f¨¢cil de lograr. Algunos expertos dicen, con peque?as dosis de optimismo, tener esperanza en un mayor control de la producci¨®n del pl¨¢stico o su reemplazo por otros materiales. ¡°Es de suma urgencia tomar medidas comprometidas. Los qu¨ªmicos del pl¨¢stico pueden afectar directamente a la salud animal y humana. Provocan, por ejemplo, alteraciones que pueden llevar a infertilidad, diabetes o c¨¢ncer¡±, enfatiza la investigadora Fern¨¢ndez. De acuerdo a un informe de Naciones Unidas, la contaminaci¨®n por pl¨¢sticos podr¨ªa reducirse en un 80% hasta 2040 si los pa¨ªses y empresas realizan cambios profundos en sus pol¨ªticas y mercados. ¡°Creo que es una tarea de todos, no s¨®lo de los cient¨ªficos o tomadores de opini¨®n. Tiene que haber una presi¨®n hacia las autoridades. Y es importante tener claro que la defensa del ambiente tambi¨¦n es justicia social y derechos humanos¡±, concluye Arias.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.