Jane Goodall: ¡°Defender el medio ambiente con rabia es contraproducente¡±
La reputada primat¨®loga y et¨®loga brit¨¢nica reflexiona a sus 90 a?os sobre la fuerza de la empat¨ªa y hace un llamado a los tomadores de decisiones: ¡°Espero que la COP 16 no sea solo hablar y hablar¡±
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Ten¨ªa cuatro a?os cuando lleg¨® de vacaciones con su madre a una granja. Era una gran finca donde viv¨ªan vacas, cerdos y caballos, todos juntos. Entonces, una peque?a Jane Goodall (Londres, 90), se obsesion¨® en averiguar c¨®mo era posible que un huevo saliera de una gallina, as¨ª que se escondi¨® en uno de los seis gallineros de la casa y esper¨®. Aguant¨® de cuclillas cuatro horas hasta que vio a la ave marr¨®n levantar levemente las alas y dejar caer un huevo blanco sobre la paja. Ese fue, seg¨²n la et¨®loga, el nacimiento de una peque?a cient¨ªfica. La paciencia y la curiosidad que acompa?aron a esa menuda ni?a brit¨¢nica siguen d¨¢ndole la mano a la primat¨®loga m¨¢s reconocida del mundo a sus 90 a?os. Ahora, empecinada en ¡°tocar los corazones¡± de quienes la escuchan, defiende el activismo ambiental con dos armas ¨²nicas: la empat¨ªa y una fuente desbordante de esperanza. ¡°Hay a¨²n margen de acci¨®n¡±, dice a EL PA?S durante su visita a Medell¨ªn, Colombia. ¡°Tenemos cuatro motores: el intelecto de los humanos, la resiliencia de la naturaleza, la gente joven y el esp¨ªritu indomable¡±.
Con menos de 30 a?os ya hab¨ªa sacudido los conceptos b¨¢sicos de la ciencia, al demostrar lo parecidos que somos con los chimpanc¨¦s, con los que hoy sabemos que nos une el 98,7% del ADN. Adem¨¢s de revolucionar la definici¨®n de ¡®ser humano¡¯ al descubrir que los primates tambi¨¦n eran capaces de construir herramientas (y no s¨®lo nosotros, como se cre¨ªa), demostr¨® que compart¨ªamos emociones como la tristeza, la empat¨ªa y hasta sentido del humor. ¡°Si los primates tuvieran un lenguaje, tambi¨¦n nos asombrar¨ªamos con lo similar que ser¨ªa al nuestro¡±, cuenta este jueves la mensajera de la paz para la ONU en el conversatorio ¡®Razones para la esperanza¡¯, organizado por la Caja de compensaci¨®n de Antioquia (Comfama) y Elemental.
Sube al escenario con el famoso Se?or H., un mono de peluche del que no se separa, y una copa de whisky. No deja que nadie la ayude con las escaleras, pero sonr¨ªe amablemente a quien lo intenta. Se sienta en silencio envuelta en un chal de colibr¨ªes que tiene hace a?os -no compra ropa hace dos d¨¦cadas- y cuenta decenas de recuerdos con la misma pasi¨®n y ternura con la que las cont¨® por primera vez. Dice que si cierra los ojos puede volver a vivir sus recuerdos. Regresa al coraje de su madre, con quien entr¨® a las selvas tanzanas hace siete d¨¦cadas porque no le permit¨ªan estar sola; a la primera vez que Barbagris se sent¨® a su lado y le mostr¨® c¨®mo le daba forma a un artilugio para comer termitas; o a cuando los profesores del doctorado que curs¨® sin ning¨²n estudio previo le dijeron que lo hab¨ªa hecho todo mal. ¡°Me dec¨ªan que no pod¨ªa hablar de emociones de los chimpanc¨¦s, ni ponerles nombres, ni decir que ten¨ªan gestos altruistas o personalidad¡±, cuenta la ganadora del galard¨®n Templeton. ¡°Pero tuve un profesor antes que ellos que demostr¨® que lo que dec¨ªan era una absoluta tonter¨ªa. Ese profesor era mi perro Rusty¡±.
Es dif¨ªcil no hacerse la pregunta de c¨®mo esta mujer que lleva a?os hablando de lo mismo -est¨¢ de gira mundial 300 d¨ªas al a?o- y usando las mismas an¨¦cdotas sea capaz de agotar las entradas de este Teatro Metropolitano de Medell¨ªn en 12 minutos. Unos segundos de charla son suficientes para entenderlo. Sus palabras son un b¨¢lsamo ante un discurso ambientalista a veces catastrofista y abrumador. ¡°Defender el medio ambiente con rabia es contraproducente¡±. Y ah¨ª es cuando Goodall vuelve a ponerlo todo patas arriba: ¡°Hay que encontrar la historia que pueda tocarle el coraz¨®n al que no piensa como nosotros¡±.
Pregunta. Usted ha dicho que los animales van a terminar reclamando el territorio que les hemos robado. ?C¨®mo cree que lo har¨¢n?
Respuesta. No pueden hacerlo sin nuestra ayuda. Estamos construyendo maquinaria que est¨¢ destrozando la naturaleza. ?Y eso que somos los que tenemos intelecto! Ellos no pueden hacer nada al respecto, solo tratar¨¢n de volver si colaboramos. Y vamos a estar fastidiados si no entendemos que destruir la biodiversidad y el cambio clim¨¢tico van de la mano y hacemos algo por evitarlo. Pero hay muchas comunidades en muchos pa¨ªses que saben la importancia de vivir en armon¨ªa y con la naturaleza y no son necesariamente parte del sistema educativo. Eso es lo que tiene que cambiar. La gente tiene que entender lo que estamos viviendo genuinamente y despu¨¦s empezar¨¢n a cambiar. Mientras a m¨¢s personas les importe el futuro, m¨¢s podemos garantizarlo.
P. Hay una gran parte del activismo ambiental que est¨¢ profundamente enfadado. ?Es el enfado efectivo?
R. No. Defender el medio ambiente con rabia es contraproducente. Conozco a activistas que van detr¨¢s de los empresarios o los pol¨ªticos, les apuntan con el dedo y est¨¢n enfadados y les dicen que tienen que cambiar porque son malos. Lo ¨²nico que vas a conseguir as¨ª es que te ataquen de vuelta o que no te escuchen. Antes que atacarlos intelectualmente, es mejor intentar llegar al coraz¨®n. ?C¨®mo se hace? Descubrir c¨®mo es esa persona hasta encontrar la historia que pueda tocarle el coraz¨®n. Y tal vez en ese momento ni te enteras de que algo le cambiaste por dentro. Pero pasar¨¢.
P. ?Est¨¢ form¨¢ndose una nueva generaci¨®n pol¨ªtica preocupada con la ecolog¨ªa?
R. S¨ª, absolutamente. Conocemos a muchas personas en puestos de poder que empezaron en nuestro programa de Roots and Shoots [el programa educativo de la activista presente en 70 pa¨ªses], en 1991. Pero tenemos un gran reto en hacer llegar este tipo de conocimiento donde hay dictaduras o Gobiernos que no quieren esta informaci¨®n. Es un gran desaf¨ªo. Y no soy la persona que tiene que resolver esos problemas.
P. Hay estudios que hablan de la importancia de la amistad entre chimpanc¨¦s machos para su reproducci¨®n. Nosotros, los humanos, ?somos tambi¨¦n m¨¢s fuertes juntos?
R. Para m¨ª, el chimpanc¨¦ macho est¨¢ inmiscuido en una fuerte competencia por la dominaci¨®n y tiene tres estrategias para lograrlo. La primera es a trav¨¦s de la fuerza brutal. Esos machos llegan arriba pero no duran mucho ah¨ª, porque consiguen que todos se vuelvan en su contra. Segundo, usando el intelecto. Un buen ejemplo es como cuando vi que un macho s¨®lo se atrever¨ªa a atacar a uno superior en la jerarqu¨ªa si est¨¢ ah¨ª su hermano para protegerlo. Y la tercera es la perseverancia. Vas y lo intentas una y otra y otra vez. Hasta que los dem¨¢s se cansan y dicen: ?ya no puedo m¨¢s! Y te dejan ascender. Y eso puede ser algo interesante para los humanos que quieran llegar a la cima: hay que usar el intelecto, ser perseverante y no ser agresivo.
P. ?Qu¨¦ podemos esperar de la COP16, que se celebrar¨¢ en Colombia?
R. Espero que la COP 16 no sea solo hablar y hablar. Y que los pol¨ªticos lleguen a la conclusi¨®n de que la afectaci¨®n a la biodiversidad y el cambio clim¨¢tico tiene que parar. Esto tienen que entenderlo las personas en el poder. Y tambi¨¦n que a¨²n tenemos un espacio de tiempo para trabajar juntos. Primero, para que las personas tengamos una vida decente, para que los nietos y bisnietos tengan una oportunidad de vivir. Y segundo para darle espacio a la naturaleza a sobrevivir.
P. Despu¨¦s de su trayectoria, ?qu¨¦ le sigue sorprendiendo hoy en d¨ªa?
R. Lo est¨²pidas que son algunas personas. (Risas).
P. Hasta que usted lleg¨® a la ciencia, se dec¨ªa que para ser un buen cient¨ªfico hab¨ªa que ser objetivo. ?En qu¨¦ medida influy¨® la frialdad de la ciencia en nuestra capacidad para empatizar?
R. Es que as¨ª era antes. Ahora ya hay cada vez m¨¢s cient¨ªficos que entienden que necesitamos estudiar la empat¨ªa y las emociones. Antes solo se estudiaban especies, no individuos. Y hab¨ªa que cambiar esa forma de hacer ciencia. Hasta que no lo entendimos no nos dimos cuenta de que los individuos son capaces de cambiar comunidades. Y pasa lo mismo con los humanos. Un ejemplo son las guerras; son individuos los que hacen que sucedan. Pas¨® con Hitler y Stalin y ahora con Netanyahu y Putin.
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