El reto de los waorani: c¨®mo reconstruir una selva manchada de petr¨®leo
Con los r¨ªos contaminados y un auge de problemas sociales, esta comunidad ind¨ªgena de la Amazonia ecuatoriana mira hacia adelante tras el referendo que orden¨® poner fin a las extracciones de crudo en una secci¨®n del Yasun¨ª
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Los bisabuelos de Rosa Nihua fueron ind¨ªgenas waorani no contactados. ¡°Era el tiempo en que los waorani eran uno solo y defendieron el territorio, todo lo que es el Yasun¨ª¡±, cuenta la mujer de 45 a?os, que lleva una l¨ªnea roja pintada en su cara, debajo de los ojos y la nariz. Usa una ocabogata en la cabeza, una corona tejida de paja y decorada con plumas de guacamayo rojas y blancas, que la identifica como guerrera y autoridad. Es una de las ind¨ªgenas wao que lidera el viaje desde la ciudad de El Coca, la capital de la provincia de Orellana, hasta el bloque 16 del Yasun¨ª. Las petroleras han creado un mosaico de estructuras petroleras en la Amazonia ecuatoriana, construyendo peque?as ciudades en los campos petroleros. Han talado miles de hect¨¢reas de bosque y despejado tierras para construir carreteras. Para llegar al bloque 16, hay que navegar una hora por el extenso r¨ªo Napo, un viaje que ayuda a comprender la inmensidad de la Amazonia. El enclave est¨¢ en Puerto Pompeya, y de ah¨ª el camino contin¨²a en carretera hasta Guiyero, una de las 84 comunidades waorani de la regi¨®n. La consulta popular por la que se acord¨® dejar el petr¨®leo bajo tierra en el bloque 43 el a?o pasado ha avivado la lucha por terminar con la extracci¨®n petrolera en otros territorios.
Apenas se desembarca, la empresa p¨²blica de Petr¨®leos de Ecuador, Petroecuador, realiza una inspecci¨®n y registro de quienes ingresan. A pesar de que las tierras pertenecen ancestralmente a los waorani, ellos deben dejar su nombre y n¨²mero de identidad para que se levante la barrera y se permita su ingreso. Con la petrolera tambi¨¦n se negocia el combustible para los veh¨ªculos o los botes, que la entregan muchas veces gratuitamente como parte de las relaciones que la compa?¨ªa debe mantener con las comunidades ind¨ªgenas a las que entraron. ¡°Tenemos que andar rogando por un par de litros, y si protestamos, vienen los militares¡±, reclama Rosa. ¡°Esta es mi casa, mi tierra, no tengo que rogar por entrar. No podemos hacer nada porque la empresa se hace la due?a¡±, contin¨²a.
En el camino lastrado, unas tuber¨ªas sobresalen a un lado con cinco barriles manchados de petr¨®leo. Hay agua tornasol empozada, cinta de ¡°peligro¡± y el aire apesta a gasolina. Es lo que ha quedado del ¨²ltimo derrame de petr¨®leo que ocurri¨® hace tres meses. La enorme mancha negra ha penetrado el suelo hasta expandirse a la ribera del r¨ªo Indillana, contaminando todo a su paso hasta desembocar en el r¨ªo Napo. Los enormes ¨¢rboles que estaban en medio del derrame todav¨ªa tienen marcas negras que alcanzan m¨¢s de un metro de altura desde el suelo. No ha habido remediaci¨®n en el gran conflicto que siempre intenta evadir la compa?¨ªa petrolera, que expone en las ciudades sus operaciones con fotograf¨ªas de ¨¢rboles, r¨ªos limpios y rostros felices.
¡°En cinco d¨¦cadas, el pueblo waorani nunca ha mejorado; al contrario, las empresas petroleras han dejado problemas sociales y de salud¡±, dice Rosa. Para ella, como l¨ªder ind¨ªgena, el mayor desaf¨ªo de las comunidades es reconstruir su tejido social despu¨¦s de la incursi¨®n petrolera. ¡°Volver a ser un solo territorio¡±, recalca Ene Nenquimo, de la organizaci¨®n Nacionalidad Waorani de Ecuador (Nawe).
En la entrada a Guiyero, un grupo de waorani viste enormes collares de la fibra de chambira, una planta sagrada amaz¨®nica, que cubre los senos de las mujeres; una falda tejida de corteza de ¨¢rbol; los ojos pintados como un antifaz rojo, y la ocabogata de plumas de guacamayo en la cabeza. Los hombres est¨¢n completamente desnudos. Solo llevan un cord¨®n de chambira para amarrar su ¨®rgano sexual a la cintura, una corona de plumas y andan siempre con una o dos lanzas en las manos. Como es tradici¨®n, reciben a los extra?os cantando:
Waaa kebii
Waaa kebii
?e?eidi Ome inime
?e?eidi Ome inime
El chasquido de los huayruros en los tobillos de las mujeres marca el ritmo, y las voces suenan como un lamento: Waaa kebii, un canto para pedir ser escuchados, para que les ayuden a defender su territorio ancestral. ¡°Puede ver mi casa y puede tambi¨¦n ver c¨®mo viven los petroleros. Yo no tengo nada que comer, pero veo a los petroleros trabajando; pobre mi gente, no trabaja. Estoy triste y muy preocupado¡±, dice en lengua wao Wanpi Ahua. La comunidad Guiyero est¨¢ en el bloque 16, donde el primer barril de petr¨®leo se obtuvo en 1994. La exploraci¨®n se hab¨ªa iniciado diez a?os antes y, desde entonces, se han levantado 21 plataformas, con 139 pozos activos. De esta zona salen alrededor de 10.000 barriles diarios de petr¨®leo. El r¨ªo Tiputini atraviesa la comunidad; ya no se pueden ba?ar ni usar el agua para la vida diaria, ni hay peces que pescar. La fuente de agua est¨¢ contaminada.
En Guiyero, solo la casa comunal conserva el estilo de las chozas que constru¨ªan sus ancestros. Las dem¨¢s viviendas son de madera y techo de zinc. Una vez que el canto termina, los j¨®venes se sientan en el patio central de la comunidad, conectan los tel¨¦fonos m¨®viles y miran concentrados videos en Facebook. En pocos d¨ªas volver¨¢n a clases, con poco entusiasmo. El colegio les resulta dif¨ªcil porque las materias no se imparten en su lengua. Su primer idioma es el wao, pero el profesor es de origen kichwa y las clases se dan en espa?ol.
De repente, el ambiente se altera con la llegada de un equipo de la petrolera. Los ni?os corren descalzos a ver a los visitantes y se hipnotizan con el uniforme y el arma de un militar. Algunos, poco t¨ªmidos, se atreven a tocar el arma y lo siguen mientras camina. Est¨¢n ah¨ª para dar una capacitaci¨®n sobre las leyes de tr¨¢nsito, porque algunos j¨®venes que trabajan fuera de la comunidad han comprado motocicletas y andan a exceso de velocidad, causando accidentes. Las relaciones entre la empresa y la comunidad no son las mejores, asegura Germ¨¢n Ahua, dirigente de Guiyero. Las exigencias en salud, educaci¨®n y trabajo no se han cumplido. De 297 personas que viven en la zona del bloque 16, ni una decena est¨¢ contratada por la compa?¨ªa, explica su l¨ªder.
Alguna vez, los ind¨ªgenas waorani se mov¨ªan por uno de los territorios m¨¢s extensos que cualquier otro pueblo ind¨ªgena de la Amazonia ecuatoriana. Miles de waoranis caminaban por m¨¢s de 800.000 hect¨¢reas de bosque. N¨®madas y cazadores, los wao fueron el ¨²ltimo grupo ind¨ªgena en tener contacto con la civilizaci¨®n. En 1956, el mundo exterior los encontr¨® por primera vez en la espesa selva. Un grupo de misioneros evang¨¦licos estadounidenses lleg¨® a la Amazonia para evangelizarlos, pero terminaron muertos atravesados por las lanzas. Al mismo tiempo, las exploraciones de petr¨®leo ya hab¨ªan alcanzado regiones desconocidas para muchos, como el Tiputini, en el extremo oeste del oriente, territorio de los waorani.
Ecuador llevaba una d¨¦cada explotando petr¨®leo, tras abandonar el modelo agroexportador basado en el banano, el caf¨¦ y el cacao. El pa¨ªs apuntaba al desarrollo y modernizaci¨®n del Estado a trav¨¦s de la exportaci¨®n del crudo amaz¨®nico, la regi¨®n hist¨®ricamente m¨¢s pobre. La Amazonia es la segunda regi¨®n con mayor prevalencia de desnutrici¨®n cr¨®nica y la primera en desnutrici¨®n global y aguda, seg¨²n el Instituto Nacional de Estad¨ªstica y Censos (INEC). Sus fuentes de agua est¨¢n contaminadas por altos porcentajes de la bacteria E. coli, que causa enfermedades y estanca la posibilidad de combatir la desnutrici¨®n. El 37% de las defunciones tienen como causa diagn¨®sticos inespec¨ªficos, clasificados como ¡°s¨ªntomas, signos y hallazgos anormales cl¨ªnicos y de laboratorio no clasificados en otra parte¡±.
La civilizaci¨®n ha alcanzado a los waorani con todos sus problemas, como el consumo de alcohol, la violencia intrafamiliar, los suicidios, la contaminaci¨®n y enfermedades cr¨®nicas. Y sobreviven en completo abandono del Estado. En la Amazonia, las petroleras lo suplen en sus obligaciones y en condiciones injustas y precarias. Lo hacen a trav¨¦s de los ¡°convenios de compensaci¨®n social¡± que firman entre las comunidades y la compa?¨ªa a cambio de extraer el petr¨®leo. Entre las principales solicitudes est¨¢ el abastecimiento de agua potable, electricidad, vivienda, escuelas o centros de salud. Todo lo que el Estado est¨¢ obligado a proporcionar.
Y a pesar de los miles de millones de d¨®lares generados de la explotaci¨®n de crudo en sus territorios, en las comunidades lamentan que las compensaciones se entregan a cuenta gotas o no llegan nunca. Para Pedro Bermeo, portavoz de Yasunidos, la organizaci¨®n que promovi¨® el refer¨¦ndum para evitar la extracci¨®n del bloque 43 del Yasun¨ª, no existe una relaci¨®n igualitaria entre el Estado y las comunidades, sino m¨¢s bien racista y colonialista. ¡°El Estado nunca ha estado presente justamente para que sean las petroleras las que interact¨²en con las comunidades. Ha sido la estrategia sistem¨¢tica para crear la dependencia de las compa?¨ªas petroleras¡±, a?ade.
La relaci¨®n entre las partes se evidencia en un documento que elabor¨® Petroecuador, la compa?¨ªa operadora del bloque 43 ITT, y que fue enviado a la Corte Constitucional para explicar c¨®mo y en qu¨¦ tiempo cerrar¨¢ todos los pozos petroleros. En el informe se detalla que desde el a?o 2014 se han firmado 11 convenios de compensaci¨®n social con las siete comunidades del ¨¢rea de influencia directa, con un promedio de avance en el cumplimiento del 76%. La inversi¨®n de esos convenios en los ¨²ltimos diez a?os ha sido de apenas 14,4 millones de d¨®lares, a pesar de que el bloque 43 ha generado ingresos por 6.700 millones de d¨®lares entre 2016 y 2022, seg¨²n el Banco Central de Ecuador.
Despu¨¦s de la consulta popular
En el imaginario de los ecuatorianos, el Yasun¨ª es un parque protegido porque es uno de los lugares m¨¢s biodiversos del mundo. No todos conocen el significado de la palabra Yasun¨ª, ni su origen, pero en espa?ol es sencillo pronunciarlo. Sin embargo, no es una palabra waorani, ni tiene un significado para este grupo ind¨ªgena al que se le impuso un parque protegido en su territorio. En los 10.000 kil¨®metros de extensi¨®n que tiene el parque hay nueve bloques petroleros con centenares de pozos activos. Solo el bloque 43, el ¨²ltimo en abrirse en 2016, tiene 246 pozos de crudo. La consulta popular que orden¨® dejar el petr¨®leo bajo tierra en 2023 solo aplica al bloque 43, que corresponde al ITT, manejado por Petroecuador, porque los informes de las autoridades ambientales hab¨ªan determinado la presencia de las dos ¨²ltimas poblaciones en aislamiento voluntario: los tagaeri y taromenane. Aunque en el bloque 16, que est¨¢ a cuatro horas en embarcaci¨®n del 43 ITT, Ram¨®n Ahua, habitante de la comunidad de Guiyero, asegura haber visto en por lo menos dos ocasiones a un grupo de taromenani. La ¨²ltima vez fue hace menos de una semana, cuando vio a un grupo de mujeres bastante cerca. ¡°Son altas, robustas, con el cabello negro y largo, y andaban completamente desnudas¡±, relata el hombre.
¡°Este es el momento m¨¢s cr¨ªtico que estamos pasando como waorani: c¨®mo volvemos a unirnos, as¨ª como ¨¦ramos antes¡±, dice Ene, y detalla que fue uno de los puntos debatidos en la primera Cumbre del Yasun¨ª, a prop¨®sito de cumplirse un a?o del mandato popular de cerrar los pozos petroleros del bloque 43. ¡°Nuestros ancestros lucharon en unidad, no dispersos. Ese es el mayor desaf¨ªo¡±, a?ade Nenquimo.
El cierre del bloque 43 conlleva profundos retos socioecon¨®micos, no solo por los indicadores de pobreza, sino por la dependencia que han provocado las actividades petroleras durante d¨¦cadas, determinando una vinculaci¨®n precaria de los pueblos de la zona con la industria petrolera. En la cumbre, los participantes dibujaron un enorme ¨¢rbol para exponer su futuro post petr¨®leo. Proyectaron impulsar el turismo comunitario, una actividad limitada ahora por el control de las compa?¨ªas petroleras que impiden el ingreso a las zonas. Tambi¨¦n quieren ampliar la comercializaci¨®n de artesan¨ªas de las mujeres waorani para su independencia econ¨®mica y fortalecer las alianzas con otras organizaciones.
En mayo, el Gobierno de Daniel Noboa conform¨® un Comit¨¦ para desmontar el bloque 43 ITT del Yasun¨ª y cumplir con la orden constitucional. Unos d¨ªas antes de que venciera el plazo impuesto por la Corte, envi¨® un informe del impacto del cierre a los jueces del m¨¢ximo tribunal en el que detalla que se necesitan cinco a?os y cinco meses para abandonar la zona. El informe fue elaborado por Petroecuador, que determin¨® que cerrarlo y desmontar toda la infraestructura y remediar los pasivos ambientales, tomar¨ªa alrededor de diez a?os. La compa?¨ªa alerta que el cierre anticipado tendr¨ªa un impacto significativo porque afectar¨ªa directamente a siete comunidades ind¨ªgenas, unas 2514 personas que se benefician a trav¨¦s del programa de relaciones comunitarias. Pero el documento, en el que tambi¨¦n participaron otros ministerios del ¨¢rea social, no detalla la intervenci¨®n del Estado para garantizar los derechos de ¨¦stas.
La noticia de que el cierre tomar¨¢ diez a?os no fue bien recibida por el pueblo waorani, que adem¨¢s protesta por no haber sido tomado en cuenta en la construcci¨®n del documento. ?gue terete - tomamo ?n?iguima, ¡°hablando se entiende la gente¡±, repitieron en el encuentro con diferentes l¨ªderes ind¨ªgenas y locales. Para ellos, no puede haber reparaci¨®n sin su participaci¨®n directa, porque requiere la experiencia en el territorio y la confianza para ingresar a las comunidades. ¡°Sin nosotros no hay reparaci¨®n¡±, dice uno de los mandatos enviados a la Corte Constitucional. ¡°Nos han obligado a convivir con la explotaci¨®n petrolera en el Yasun¨ª y con todas las consecuencias sociales, como las divisiones comunitarias, y ambientales, como la contaminaci¨®n de nuestros r¨ªos y selvas. El asunto del Yasun¨ª es un asunto waorani¡±, concordaron cientos de l¨ªderes que, esta vez s¨ª, esperan ser escuchados.