Los fiscales que han rescatado a decenas de miles de personas del trabajo esclavo en Brasil
Seg¨²n el Ministerio de Trabajo y Empleo, en 2023 fueron rescatados 3.190 trabajadores en esta situaci¨®n en el pa¨ªs
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Su cuerpo colaps¨® bajo el tronco y el estruendo presagi¨® la desdicha. Francisco Ara¨²jo Maciel pens¨® que se estaba muriendo. No lo vio venir ni recuerda exactamente c¨®mo sucedi¨®, pero en la ma?ana del 24 de abril, un pedazo de un ¨¢rbol que estaba serrando le desgarr¨® la clav¨ªcula al caerle encima, dando inicio a un calvario de m¨¢s de siete horas que se extendi¨® desde el coraz¨®n del bosque hasta el hospital m¨¢s cercano, en el remoto sur del estado brasile?o de Amazonas.
Algunos hombres que trabajaban junto a ¨¦l encontraron su cuerpo desplomado en el piso, inconsciente. Retiraron el tronco de su pecho y pusieron a Ara¨²jo sobre un colch¨®n en la parte trasera de un peque?o tractor improvisado. Sus huesos quebrados cruj¨ªan mientras el grupo atravesaba la densa selva para llevarlo a un r¨ªo cercano, donde lo colocar¨ªan en una lancha con destino hacia la ciudad de Manicor¨¦. Poco antes de llegar, inspectores federales del trabajo los encontraron. ¡°Al verlo, pensamos que ten¨ªa un pulm¨®n perforado. Cre¨ª que no iba a resistir¡±, dice Magno Riga, auditor fiscal del trabajo. ¡°No imagino cu¨¢nto sufri¨®. Tuvo much¨ªsima suerte de sobrevivir¡±.
Los inspectores hab¨ªan viajado desde Brasilia con el prop¨®sito de rescatar a 50 personas del trabajo esclavo en la selva. Ara¨²jo, de 45 a?os, y los otros hombres hab¨ªan sido atra¨ªdos por reclutadores para laborar en lo que luego se convirti¨® en una de las mayores operaciones de deforestaci¨®n ilegal de este a?o en la regi¨®n, por la que se destruyeron cerca de 1.300 hect¨¢reas de bosque amaz¨®nico entre enero y abril. Sin embargo, nada sucedi¨® como les prometieron, y todos terminaron sometidos a condiciones an¨¢logas a la esclavitud moderna.
¡°Estas personas fueron puestas bajo las peores condiciones laborales por grupos criminales que se dedican a explotar las riquezas de la regi¨®n, y que consecuentemente explotan a muchas personas de comunidades vulnerables¡±, dice Riga, que coordin¨® el rescate tras una denuncia de las autoridades locales. Los trabajadores, que ven¨ªan de diversas ciudades de los estados norte?os de Amazonas y Rond?nia, estuvieron en el lugar durante casi tres meses. Dorm¨ªan bajo carpas de lona, trabajaban jornadas interminables sin protecci¨®n y, sin acceso a agua potable, ten¨ªan que cocinar, ba?arse y beber agua enrojecida de un peque?o arroyo contaminado por el propio proceso de deforestaci¨®n.
Adem¨¢s, se endeudaban al adquirir las motosierras para cortar los ¨¢rboles, por las que les cobraban 3.000 reales (cerca de 490 euros), que les descontaban de sus salarios ¡ªsin consentimiento previo¡ª, lo mismo que suced¨ªa con la comida.
¡°S¨®lo sufrimos humillaci¨®n. Nos trataban mal¡±, dice Francisco Ara¨²jo Maciel, que fue operado en un hospital de Porto Velho y ha regresado a su casa en Humait¨¢, donde vive con su hermana y cerca de sus hijos de 5 y 8 a?os. Mientras se recuperaba en el hospital, Riga lo visit¨® en un par de ocasiones, y hasta ahora lo apoya para que pueda recuperar su dignidad y sus derechos, una parte fundamental del trabajo que hace su equipo.
Aunque Ara¨²jo obtuvo un seguro de desempleo especial durante tres meses por haber sufrido la condici¨®n de trabajo esclavo, ahora no puede trabajar en lo ¨²nico que sabe debido a la discapacidad que le provoc¨® el accidente, y est¨¢ tratando de conseguir una incapacidad por invalidez. Pero, al no haber tenido contrato laboral firmado, encuentra dificultades para recibir los beneficios estatales. ¡°Ya no puedo trabajar. Y no s¨¦ c¨®mo voy a rehacer mi vida, porque no tengo estudios. Yo no s¨¦ leer, yo no s¨¦ escribir, s¨®lo s¨¦ hacer trabajos manuales¡±, se lamenta.
El trabajo an¨¢logo a la esclavitud es una realidad presente en muchas regiones de Brasil. Aunque los n¨²meros exactos de la esclavitud moderna son dif¨ªciles de medir, las autoridades se basan en las denuncias de malos tratos laborales: en 2023, fueron 3.422; un 61% m¨¢s que en 2022 y el mayor n¨²mero desde la creaci¨®n de una l¨ªnea telef¨®nica espec¨ªfica para ello, en 2011. Seg¨²n datos del Ministerio de Trabajo y Empleo del pa¨ªs sudamericano, en 2023 fueron rescatados 3.190 trabajadores en esta situaci¨®n, el mayor n¨²mero desde 2009, cuando 3.765 personas fueron rescatadas.
Brasil lucha activamente contra este problema desde los a?os noventa. En 1994, la Organizaci¨®n de Estados Americanos (OEA) present¨® una petici¨®n contra Brasil por violaci¨®n de derechos humanos en el caso de Jos¨¦ Pereira, un trabajador que fue herido con disparos tras intentar huir de una hacienda en el Estado de Par¨¢, donde a ¨¦l y un compa?ero ¡ªque fue asesinado¡ª les ten¨ªan como esclavos. Como respuesta, un a?o despu¨¦s, el pa¨ªs sudamericano cre¨® el Grupo Especial de Fiscalizaci¨®n M¨®vil de Trabajo (GEFM), del Ministerio del Trabajo y Empleo, y en 2003 cre¨® la Comisi¨®n Nacional de Erradicaci¨®n del Trabajo Esclavo, la llamada ¡°Lista Sucia¡± de empresas e individuos que son condenados por pr¨¢cticas de trabajo esclavo, y alter¨® el c¨®digo penal para endurecer las condenas por este tipo de crimen.
Magno Riga, que trabaja con derechos laborales hace 12 a?os, es uno de los funcionarios que coordina el GEFM. Este equipo trabaja en todo el pa¨ªs en operaciones de campo, interviniendo lugares donde hay sospechas de violaciones al c¨®digo penal por trabajo esclavo. El grupo ha tenido que enfrentar amenazas de muerte, agresiones directas y hasta restricciones de movimiento, pero eso no les detiene. La organizaci¨®n ha rescatado a m¨¢s de 60.000 personas en las ¨²ltimas tres d¨¦cadas. Sus casos van del trabajo esclavo dom¨¦stico en el sur de Brasil y malos tratos en plantaciones de soya en Goi¨¢s, hasta la explotaci¨®n de personas en minas de oro en la Amazonia y la trata de migrantes vulnerables de pa¨ªses como Bolivia en f¨¢bricas de ropa irregulares de S?o Paulo.
Uno de los enfoques recientes del GEFM es expandir su presencia en la Amazonia occidental, donde las denuncias de trabajo esclavo son escasas. Este problema se profundiza en los lugares donde el estado brasile?o tiene m¨¢s dificultades para llegar. All¨ª es dif¨ªcil inspeccionar y castigar judicialmente a los due?os de sitios de miner¨ªa y deforestaci¨®n ilegales, que adem¨¢s de lucrar con el tr¨¢fico de madera y minerales tienden a vender de forma ilegal las tierras deforestadas para la ganader¨ªa.
¡°Muchos de estos criminales act¨²an de forma indirecta a trav¨¦s de diversos intermediarios. Eso dificulta la penalizaci¨®n de los principales infractores, a¨²n m¨¢s en regiones de dif¨ªcil acceso¡±, comenta el comisario Adriano Sombra, jefe de un equipo especial de la Polic¨ªa Federal brasile?a que combate cr¨ªmenes contra el medio ambiente en el Estado de Amazonas. ¡°La ¨²nica alternativa para proteger a estas comunidades es frenar por completo las actividades il¨ªcitas. Pero el territorio es muy grande, y este sigue siendo un desaf¨ªo¡±.
La vida de muchos de los trabajadores como Ara¨²jo est¨¢ profundamente marcada por la historia de la explotaci¨®n de la selva amaz¨®nica. En la primera mitad del siglo pasado, el gobierno brasile?o foment¨® la migraci¨®n de la poblaci¨®n a la Amazonia profunda con la intenci¨®n de desarrollar la regi¨®n ¡ª que ya estaba habitada por comunidades ind¨ªgenas ¡ª mediante la explotaci¨®n de sus riquezas.
Grandes autopistas como la Transamaz¨®nica se crearon destruyendo parte de la selva para conectar la regi¨®n con el resto de Brasil. La miner¨ªa, la ganader¨ªa y la explotaci¨®n forestal fueron las ra¨ªces econ¨®micas de muchas de las nuevas ciudades. Construidas sin mucha planificaci¨®n, algunas de estas ciudades condenaron a sus habitantes a la pobreza. La deforestaci¨®n ahuyent¨® a los animales y redujo la producci¨®n de frutas como el a?a¨ª, mientras que la miner¨ªa ilegal contaminaba las aguas y mataba a los peces. Por eso, la mayor¨ªa de trabajos disponibles en estas tierras son los mismos que las destruyen. ¡°Yo ten¨ªa que trabajar para mantenerme, comprar alimentos, cosas para la casa. Por eso trabaj¨¦ en lo ilegal¡±, dice Ara¨²jo que advierte que la naturaleza pasa factura. ¡°Si la destruyes, tarde o temprano ella te cobra por lo que sufri¨®¡±.
En muchos sitios de deforestaci¨®n, como en el que intervino el equipo coordinado por Riga a finales de abril, se est¨¢n utilizando incluso antenas satelitales de compa?¨ªas como Starlink del billonario Elon Musk para solicitar refuerzos de forma r¨¢pida y avisar sobre operaciones de fiscalizaci¨®n, retrasando los esfuerzos de las autoridades. En operaciones en el sur del estado de Amazonas, es cada vez m¨¢s com¨²n que los cabecillas de las operaciones desaparezcan antes de la llegada de los inspectores.
Pero Riga cree que el valor de su trabajo est¨¢ en las vidas que cambia. El verdadero reto es provocar un cambio significativo que saque a esas personas de la vulnerabilidad que las lleva a la esclavitud. ¡°Brasil tal vez sea el pa¨ªs m¨¢s desigual. Esta es una construcci¨®n de siglos basada sobretodo en la esclavitud que form¨® al pa¨ªs, a su poblaci¨®n¡±, dice ¨¦l. ¡°Mientras seamos un pa¨ªs de esclavizados y esclavizadores, ser¨¢ necesario que busquemos cambiar esta realidad¡±.
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