La hora de la verdad para Bolsonaro, para los generales ultras y para Brasil
El Tribunal Supremo y la polic¨ªa acusan al anterior presidente y a varios militares que fueron ministros de orquestar un golpe de Estado durante meses con decretos, desinformaci¨®n y presiones a la c¨²pula militar
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La amenaza de un golpe de Estado en Brasil estuvo en el radar durante todo el mandato de Jair Messias Bolsonaro, de 68 a?os. El temor se materializ¨® el 8 de enero de 2023, cuando miles de sus seguidores asaltaron el coraz¨®n de esta joven democracia. Para el bolsonarismo eran unos seguidores desbocados. Vandalismo, sin m¨¢s. Pero el jueves pasado la Polic¨ªa Federal revel¨® pruebas que apuntan a una trama cocinada durante meses en la mism¨ªsima c¨²pula del Estado. A instancias del Tribunal Supremo, los investigadores difundieron mensajes y audios de WhatsApp, v¨ªdeos y borradores de decreto que sustentan la acusaci¨®n de que el anterior presidente, cuatro generales en la reserva, un almirante y una veintena de soldados y asesores civiles organizaron un golpe para anular el resultado electoral y que el rival de Bolsonaro, Luiz In¨¢cio Lula da Silva, no regresara a la presidencia. Est¨¢n acusados de intento de abolici¨®n violenta del Estado, un delito castigado con hasta ocho a?os de c¨¢rcel.
El exmandatario de extrema derecha fue obligado a entregar el pasaporte. Tiene prohibido salir del pa¨ªs. La operaci¨®n Tempus Veritatis supone la hora de la verdad para Bolsonaro, para los generales m¨¢s ultras que lo acompa?aron ¡ªcomo ministros y en la aventura golpista¡ª y para Brasil. ¡°Los desaf¨ªos de esta investigaci¨®n no tienen paralelo en la historia de Brasil¡±, sostiene en su editorial de este viernes O Globo. El diario m¨¢s le¨ªdo pide ¡°el m¨¢ximo rigor¡± y la ¡°m¨¢xima serenidad¡± a los investigadores y, ¡°si la culpa queda demostrada en los tribunales, el castigo a los condenados debe ser severo¡±.
Los se?alados est¨¢n acusados de elaborar decretos con ¨¢nimo golpista, de organizarse como milicias digitales para difundir falsedades o medias verdades que instalaran la idea de que las urnas electr¨®nicas no eran seguras, de dar apoyo operativo a los bolsonaristas acampados ante los cuarteles reclamando una intervenci¨®n militar, de presionar a los altos mandos militares que rehusaron sumarse a la asonada, de usar el servicio secreto para espiar ilegalmente, entre otros al juez m¨¢s poderoso del Supremo (y m¨¢s detestado por Bolsonaro), Alexandre de Moraes, y de dar un barniz jur¨ªdico a lo que en realidad ser¨ªa una ruptura del orden constitucional.
Para la polit¨®loga Camila Rocha, ¡°las acusaciones son grav¨ªsimas. Es importante tener en mente que no importa si el intento de golpe fue consumado o no, hubo intenci¨®n de perpetrarlo, de impedir el libre ejercicio de la democracia como muestran las pruebas¡±. Eduardo Heleno, profesor del Instituto de Estudios Estrat¨¦gicos de la Universidad Federal Fluminense (sin relaci¨®n con el acusado Augusto Heleno, antiguo ministro y general), no descarta que en los pr¨®ximos meses Bolsonaro y/o alguno de los generales sea detenido. En esta ocasi¨®n, solo cuatro asesores han ido apresados. Este especialista considera que, gracias a esta operaci¨®n policial, ¡°quiz¨¢ surjan pruebas m¨¢s robustas de la organizaci¨®n del golpe¡±.
Rocha, investigadora del Cebrap (Centro Brasileiro de An¨¢lise e Planejamento), a?ade que espera que ¡°todos los implicados, independientemente de su rango, de su poder pol¨ªtico, sean juzgados y, eventualmente, castigados. Para el pa¨ªs es muy importante porque tenemos una herencia muy perjudicial, especialmente en las Fuerzas Armadas, de personas que no est¨¢n comprometidas con la democracia¡±. Resurgen los llamamientos a un mayor control civil de los militares.
Conversi¨®n en m¨¢rtir
El Gobierno y la m¨¢xima Corte son conscientes de que si Bolsonaro, que se siente v¨ªctima de una persecuci¨®n implacable, entra en la c¨¢rcel, se convertir¨ªa inmediatamente en un m¨¢rtir. Y qui¨¦n sabe si eso lo catapultar¨ªa de regreso al poder, una experiencia agridulce que ha marcado los ¨²ltimos a?os de la vida de Lula. Por eso, los jueces tienen que hilar muy fino. Bolsonaro est¨¢ inhabilitado para concurrir a las elecciones hasta 2030, pero acaba de empezar a dar mitines con la vista puesta en las municipales de octubre.
El juez Moraes, que lidera varios casos que ata?en al expresidente, su hijo Carlos y otros bolsonaristas, cuida los tiempos. Dosifica sus decisiones de manera que aumenta o reduce la presi¨®n sobre ellos. Pero Bolsonaro siente como nunca el aliento del magistrado en la nuca. El duelo Moraes-Bolsonaro tiene ecos de una pelea de gallos. Y recuerda al duelo Sergio Moro-Lula en el caso Lava Jato, que marc¨® la d¨¦cada anterior. El editorial de Estad?o advierte este viernes sobre algunos de los vicios de Moraes y sus peligros: ¡°La politizaci¨®n, el exceso de protagonismo y el esp¨ªritu justiciero (¡) siempre en nombre de una buena causa. Fue ese mismo problema el que manch¨® la Lava Jato e hizo colapsar la investigaci¨®n¡±.
El Brasil que aborrece a Bolsonaro lleva desde el jueves salivando mientras se deleita con los detalles desvelados por la investigaci¨®n (y con los consiguientes memes). La detenci¨®n el a?o pasado del secretario particular de Bolsonaro, el teniente Mauro Cid, de 44 a?os, por falsear los datos de vacunaci¨®n de su familia y su jefe en el registro oficial de la Sanidad p¨²blica fue mano de santo. Tras cuatro meses en prisi¨®n, estaba listo para confesar. El tel¨¦fono m¨®vil del ayudante result¨® una mina. Pruebas contundentes para la polic¨ªa y el juez Moraes. Entre ellas, un borrador de decreto golpista entregado a Bolsonaro, que pidi¨® unos cambios al texto. La versi¨®n final contemplaba nuevas elecciones y detener al juez Moraes. Despu¨¦s, Bolsonaro se reuni¨® con los comandantes del Ej¨¦rcito, la Aeron¨¢utica y la Marina. Solo este ¨²ltimo abraz¨® la propuesta. El almirante Almir Garnier dijo que su tropa estaba lista si el presidente firmaba aquel decreto.
Para el analista Heleno, ¡°lo importante es que hubo divisiones entre los generales, hubo resistencia en la c¨²pula de las Fuerzas Armadas. Buena parte del alto comando no se sum¨®¡±. A?ade que, ¡°si [todos los comandantes] se hubieran sumado, no estar¨ªamos como estamos hoy¡±.
Reacci¨®n eficaz
La democracia brasile?a nunca estuvo, desde el fin de la dictadura, en 1985, bajo un ataque del calibre de este intento de golpe. El Gobierno de Lula, al que el asalto de Brasilia le pill¨® por sorpresa cuando algunos ministros ni siquiera hab¨ªan tomado posesi¨®n, reaccion¨® con enorme eficacia. Decret¨® una intervenci¨®n civil de la seguridad del Distrito Federal, donde se ubica la capital, y en tres horas hab¨ªa retomado el control de la situaci¨®n y detenido a decenas de bolsonaristas. Al d¨ªa siguiente desmantel¨® la acampada golpista frente al Cuartel General del Ej¨¦rcito en la capital. Y dos semanas despu¨¦s, Lula relev¨® de manera fulminante al comandante del ej¨¦rcito por falta de confianza.
Con estas nuevas acusaciones, el caso de los actos antidemocr¨¢ticos entra en una fase crucial. Hasta ahora, los ¨²nicos juzgados y condenados a largas penas son ciudadanos de a pie que invadieron la Presidencia, el Congreso y el Tribunal Supremo. Todos civiles. Hasta ahora ning¨²n organizador, financiador o instigador se ha sentado en el banquillo.
Bolsonaro se mueve muy c¨®modamente en el terreno de la ambig¨¹edad. Proclama esto y lo contrario sin despeinarse. Durante sus cuatro a?os como presidente (2019-2022) puso a Brasil al borde de un infarto en varias ocasiones con sus soflamas golpistas. Inmediatamente, a?ad¨ªa que actuar¨ªa siempre ¡°dentro de las cuatro l¨ªneas de la Constituci¨®n¡±. Pero aqu¨ª nadie olvida que es un militar retirado al que el Ej¨¦rcito expuls¨® por la puerta de atr¨¢s a finales de los ochenta tras amenazar con colocar unas bombas para conseguir salarios dignos para la tropa. Consigui¨® reconvertirse en diputado y, para sorpresa de tantos, presidente de la Rep¨²blica. Durante tres d¨¦cadas disfrut¨® de inmunidad parlamentaria. Eso se acab¨®. Hace un par de a?os, en un mitin ante l¨ªderes evang¨¦licos, proclam¨® que ten¨ªa tres alternativas para el futuro: ¡°Ir preso, que me maten o la victoria. Pueden estar seguros de que la primera alternativa no existe¡±.
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