El presidente Lula destituye al jefe del Ej¨¦rcito de Brasil en plena crisis de confianza
El mandatario elige como sustituto a un general que esta semana defendi¨® en un discurso el respeto al resultado electoral y que las Fuerzas Armadas son una instituci¨®n del Estado
El presidente de Brasil, Luiz In¨¢cio Lula da Silva, ha destituido este s¨¢bado de manera imprevista al comandante del Ej¨¦rcito (la rama terrestre de las Fuerzas Armadas), el general J¨²lio Cesar de Arruda, en medio de una crisis de confianza con los militares tras el asalto a las sedes de los tres poderes el pasado d¨ªa 8 en Brasilia. El militar recibi¨® la noticia este mismo s¨¢bado, informa el diario Folha de S. Paulo. El destituido se reuni¨® este viernes con Lula junto a los jefes de la Armada y la Aeron¨¢utica, adem¨¢s del ministro de Defensa. Arruda lleg¨® al cargo a finales de diciembre, con el relevo en la Presidencia. Como es tradici¨®n, el mandatario ascendi¨® al m¨¢s veterano de cada armada.
La persona elegida para sustituir al comandante del Ej¨¦rcito es el general Tom¨¢s Miguel Ribeiro Paiva, que est¨¢ al frente de la regi¨®n militar del sudeste, que incluye el Estado de S?o Paulo. Paiva se ha hecho conocido entre los brasile?os esta semana gracias a un discurso que ha circulado en redes en el que defend¨ªa con ardor que las Fuerzas Armadas son una instituci¨®n del Estado y reclamaba el respeto a los resultados electorales, ¡°gusten o no gusten¡±. ¡°Ser militar es ser profesional, respetar la jerarqu¨ªa y la disciplina (...) Es ser una instituci¨®n del Estado, apol¨ªtica y apartidista. No importa qui¨¦n est¨¦ a cargo, cumpliremos la misi¨®n de la misma manera¡±, proclam¨® el mi¨¦rcoles en un acto oficial.
Lula, que quiere limpiar el Gobierno de bolsonaristas radicales, se quej¨® esta semana en su primera entrevista como presidente de que los servicios de inteligencia no le avisaron de que se estaba gestando un asalto violento a las instituciones. M¨¢s de 1.500 personas han sido detenidas ¨Dcon cerca de un millar, enviadas a la c¨¢rcel¨D y el Tribunal Supremo investiga si Bolsonaro alent¨® la invasi¨®n.
Miles de fan¨¢ticos bolsonaristas asaltaron hace 12 d¨ªas las sedes de la Presidencia, del Congreso y del Tribunal Supremo, en el ataque m¨¢s grave contra la democracia desde el fin de la dictadura (1964-1985). Tras la intentona golpista, Lula destituy¨® a m¨¢s de 80 militares del c¨ªrculo presidencial tras quejarse de que los asaltantes del palacio donde se ubica su despacho no necesitaron ni romper la puerta porque alguien les abri¨® desde dentro.
El Ej¨¦rcito, al que perteneci¨® durante d¨¦cadas el anterior presidente, Jair Bolsonaro, es el colectivo m¨¢s numeroso de las Fuerzas Armadas ¨Dformadas, adem¨¢s, por la Marina y la Fuerza A¨¦rea¨D y donde m¨¢s hondo ha calado el bolsonarismo durante los ¨²ltimos a?os, un sentimiento m¨¢s arraigado en la tropa que en los comandantes, seg¨²n los expertos.
El citado diario asegura que el relevo fue decidido por el mandatario despu¨¦s de que, en la reuni¨®n del viernes, el general Arruda no demostrara disposici¨®n a tomar las medidas deseadas por Lula para reducir su desconfianza hacia los uniformados.
Eduardo Heleno, profesor del Instituto de Estudios Estrat¨¦gicos de la Universidad Federal Fluminense, explica que la destituci¨®n de Arruda ¡°est¨¢ directamente relacionada con las maniobras de obstrucci¨®n por parte del ?j¨¦rcito en la operaci¨®n policial para detener bolsonaristas en los campamentos tras el intento de golpe¡± en Brasilia. A?ade que tambi¨¦n puede estar vinculada al debate sobre c¨®mo castigar a detenidos tras el asalto, especialmente, los militares, y, en concreto, de qu¨¦ delitos deben ser acusados. El polit¨®logo sostiene que la destituci¨®n no pone fin a la crisis institucionl, prev¨¦ que las pr¨®ximas semanas pueden ser determinantes.
Con Bolsonaro, los militares llegaron a tener un poder y una presencia desconocidos desde la redemocratizaci¨®n. El anterior presidente, que sigue en EE UU, es un capit¨¢n del Ej¨¦rcito, instituci¨®n que abandon¨® por la puerta de atr¨¢s tras planear un ataque con bomba en protesta por los bajos salarios, que entr¨® en pol¨ªtica y fue diputado durante casi tres d¨¦cadas. Durante su mandato presidencial, las Fuerzas Armadas se han politizado notablemente. Llen¨® su consejo de ministros de generales retirados, nombr¨® a un general en activo como titular de Salud en plena pandemia y duplic¨® hasta m¨¢s de 6.000 los uniformados en cargos civiles de la Administraci¨®n.
La destituci¨®n del jefe militar ha trascendido mientras Lula, que ostenta la presidencia desde el 1 de enero, est¨¢ de visita en la ciudad amaz¨®nica de Boa Vista (Estado de Roraima) para interesarse por la grave situaci¨®n que sufren los ind¨ªgenas yanomami, que viven en la frontera con Venezuela. Acosados por los mineros ilegales, que buscan oro en sus tierras ancestrales, esta comunidad padece unos ¨ªndices de malnutrici¨®n y malaria realmente alarmantes que han llevado al Ministerio de Salud a decretar una emergencia sanitaria.
Crisis de confianza
La crisis de confianza de Lula con los militares viene gest¨¢ndose desde hace tiempo. El actual ministro de Defensa, Jos¨¦ M¨²cio, es un veterano pol¨ªtico con aversi¨®n al conflicto, seg¨²n el propio Lula. M¨²cio lleva tres semanas en el cargo intentando disminuir la hostilidad de los uniformados hacia el nuevo presidente. Su nombre fue uno de los primeros anunciados por el presidente electo con la vista puesta en calmar los ¨¢nimos dentro de los cuarteles.
Durante los dos meses transcurridos desde las elecciones que Lula gan¨® por la m¨ªnima a Bolsonaro y su toma de posesi¨®n, miles de seguidores del derrotado mandatario acamparon ante cuarteles repartidos por todo Brasil, reclamando a los militares que intervinieran para cortar el paso de Lula al poder. Protestas que el entonces presidente Bolsonaro bendijo y alent¨® siempre que fueran pac¨ªficas.
Aunque Lula hubiera preferido una soluci¨®n dialogada antes de iniciar su mandato el 1 de enero, no fue hasta el d¨ªa siguiente del asalto a Brasilia que los propios militares, con apoyo de las fuerzas de seguridad, desmantelaron las protestas golpistas ante los cuarteles. Buena parte de los invasores de los poderes camin¨® tranquilamente escoltada por la Polic¨ªa Militar hasta el coraz¨®n pol¨ªtico de Brasil, que despu¨¦s tomaron a las bravas destruyendo los edificios, el mobiliario y obras de arte.
En los primeros dos mandatos de Lula (2003-2010), hubo una especie de tregua entre el presidente y las Fuerzas Armadas, gracias a que el Gobierno impuls¨® importantes proyectos de inversi¨®n en ¨¢reas de inter¨¦s de los militares. Pero esa relaci¨®n se agri¨® con la llegada del poder de su sucesora, Dilma Rousseff, que instaur¨® la Comisi¨®n de la Verdad para investigar los cr¨ªmenes de la dictadura.
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