El inicio de la primavera democr¨¢tica en Guatemala est¨¢, por ahora, bloqueado
Ar¨¦valo y su partido est¨¢n aprendiendo a nadar entre tiburones. Sus primeros movimientos han sido entre tentativos y err¨¢ticos, y el esperado verde primaveral parece adoptar un gris sospechoso por la permanencia de los cuadros que sirvieron al Pacto
?Cu¨¢les fueron las tareas estrat¨¦gicas de los presidentes rupturistas del siglo XX? Para Juan Jos¨¦ Ar¨¦valo (1945-51) fue poner a Guatemala al d¨ªa con las exigencias del siglo XX: decreto salarial en el campo, educaci¨®n liberal extendida y seguridad social en pleno auge del Estado de bienestar y en un marco de libertades civiles, aunque en los linderos de una fat¨ªdica Guerra Fr¨ªa para los reformistas. Vinicio Cerezo (1986-91) solfe¨® el arranque de la actual ola democr¨¢tica resguardando su procedimiento b¨¢sico (el voto popular), tras la pesada carga del holocausto militarista, en la v¨ªspera de la implosi¨®n del comunismo, pero bajo la nueva hegemon¨ªa neoliberal que bloque¨® el ascensor social de las clases medias y erosion¨® penosamente los pilares de la pol¨ªtica democr¨¢tica y la institucionalidad.
?Cu¨¢l ser¨¢ la tarea central de Bernardo Ar¨¦valo, quien lleva apenas cinco semanas en el ejercicio del poder, despu¨¦s de sortear el asfixiante asedio del Pacto de Corruptos? En su campa?a, Ar¨¦valo hijo onde¨® la bandera de la ¡°nueva primavera democr¨¢tica¡±, evocaci¨®n rom¨¢ntica pero sugestiva que finalmente convoc¨® el respaldo intergeneracional en las ciudades y el campo. Y es que la Revoluci¨®n de Octubre (1944-1954) -malograda por una conspiraci¨®n violenta de terratenientes, pol¨ªticos y religiosos anticomunistas, conducidos por la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA)- qued¨® grabada en la memoria de muchos guatemaltecos como ¡°los diez a?os de primavera, en el pa¨ªs de la eterna dictadura¡±.
Los signos de ¨¦poca en que le tocar¨¢ gobernar (2024-2028) al l¨ªder del Movimiento Semilla son complejos e inciertos. El descr¨¦dito generalizado de la democracia liberal como f¨®rmula para facilitar seguridad y bienestar; la marea de populismos rabiosos enfilados decididamente hacia la instauraci¨®n de neodictaduras que toman alas sobre aseveraciones tan simples como falsas, negacionistas del cambio clim¨¢tico y al¨¦rgicos al reconocimiento de las identidades, a la vez que extienden la alfombra roja a los ej¨¦rcitos en ¨¢mbitos que les son ajenos; los muros y la xenofobia al¨¦rgica ante las caudalosas migraciones sin gobernanza.
El mundo est¨¢ ahora demasiado desorganizado en su reacomodo para detenerse en guerras de trincheras por la democracia, al menos en Am¨¦rica Latina; sin embargo la democracia guatemalteca fue milagrosamente rescatada por una sinergia in¨¦dita entre pueblos ind¨ªgenas y comunidad internacional. Ahora el protagonismo le corresponde a Ar¨¦valo y su partido, que est¨¢ aprendiendo a nadar entre tiburones. Sus primeros movimientos han sido entre tentativos y err¨¢ticos, y el esperado verde primaveral parece adoptar precozmente un gris sospechoso por la permanencia de los cuadros de segunda y tercera fila que sirvieron al Pacto. Son la ¡°puerta giratoria¡± de la burocracia que describ¨ª en los escenarios para el primer a?o de este Gobierno.
El signo de ¨¦poca para el presidente Ar¨¦valo tiene nombre: crisis de construcci¨®n del Estado de derecho, un problema estructural que emergi¨® en 2015, coincidentemente cuando los fundadores del Movimiento Semilla so?aban con edificar un proyecto pol¨ªtico reformista de larga maduraci¨®n con su mentor, Edelberto Torres-Rivas (1930-2018), el m¨¢s sobresaliente soci¨®logo centroamericano de la ¨²ltima centuria. Entonces, la CICIG (Comisi¨®n Internacional de Contra la Impunidad de Guatemala) y los fiscales del Ministerio P¨²blico removieron como nunca las ra¨ªces de la corrupci¨®n y la impunidad. Ofrecieron un inesperado tanque de ox¨ªgeno a la ya cansina democracia que inaugur¨® Vinicio Cerezo tres d¨¦cadas antes; e ilusionaron al pa¨ªs entero, que se moviliz¨® de manera ferviente.
La disputa por el Estado de derecho es la madre de las batallas de la democracia. El Pacto de Corruptos lo sabe, pues dominarlo explica su op¨ªparo enriquecimiento il¨ªcito impune, aunque tambi¨¦n la desfachatez fue la ventana de su derrota inesperada en las urnas en 2023. Pero no ceja. Ahora ataca mediante una sutil operaci¨®n de pinzas. La fiscal general Consuelo Porras contin¨²a a tambor batiente en su rol de Torquemada y sus aliados en el sistema judicial aprietan la criminalizaci¨®n contra la disidencia. Los agentes grises en el Congreso y la burocracia de la ¡°puerta giratoria¡± en el obierno central hacen las veces de la m¨ªtica Medusa: pueden convertir en piedra pol¨ªtica al reformista seducido por sus tentadores ojos que invitan a la corrupci¨®n. Remover a la se?ora Torquemada ser¨¢ la primera tarea estrat¨¦gica del presidente Ar¨¦valo. De lo contrario, la primavera democr¨¢tica se podr¨ªa echar a perder antes de germinar.
Siga toda la informaci¨®n de El PA?S Am¨¦rica en Facebook y X, o en nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.