?D¨®nde est¨¢ la cabeza de mi hijo?
La madre de Bryan, un preso torturado y descuartizado durante una masacre carcelaria en Guayaquil, busca los restos de su cuerpo perdidos en la morgue de la ciudad ecuatoriana
Cuando la madre de Bryan lleg¨® a la morgue de Guayaquil, sab¨ªa que enfrentar¨ªa el desgarrador momento de identificar la cabeza y el cuerpo de su hijo. Desde la Penitenciar¨ªa del Litoral, una de las c¨¢rceles m¨¢s peligrosas de Ecuador a causa del hacinamiento y la falta de control estatal, los presos le enviaron videos de la tortura que sufri¨® Bryan antes de su muerte. La crudeza de las im¨¢genes, capturadas con tel¨¦fonos m¨®viles introducidos de forma clandestina en la c¨¢rcel, evidencia la realidad que se vive en los centros penitenciarios del pa¨ªs, donde la violencia se ha convertido en una moneda de cambio entre las bandas criminales.
La masacre de tres d¨ªas de julio de 2023 en los centros carcelarios en Guayaquil fue una de las m¨¢s crueles y violentas de las registradas en los ¨²ltimos tres a?os en el sistema penitenciario. Los m¨¦dicos forenses debieron identificar los cuerpos de 31 personas que, en su mayor¨ªa, llegaron en piezas: brazos, piernas, cabezas y dedos. Algunos cuerpos se encontraron sin coraz¨®n o con una mano en el est¨®mago. Cuando los disectores, que son los custodios de los cuerpos en una escena de crimen, pudieron recoger los cad¨¢veres del interior de la c¨¢rcel y llevarlos a la morgue, algunos ya ten¨ªan m¨¢s de cuatro d¨ªas descomponi¨¦ndose bajo el calor y la humedad de Guayaquil, consumi¨¦ndose en sus propios l¨ªquidos.
La masacre intensific¨® la crisis en la morgue de Guayaquil. En junio pasado, un fuerte olor revel¨® los problemas en la gesti¨®n de cad¨¢veres en dicha instalaci¨®n. En respuesta, el Servicio de Medicina Legal y Ciencias Forenses utiliz¨® todos los recursos cient¨ªficos disponibles para identificar los cuerpos y restablecer sus identidades. Sin embargo, el olor persist¨ªa y el espacio para los cad¨¢veres segu¨ªa siendo insuficiente. Como medida urgente, llevaron a cabo una inhumaci¨®n colectiva de alrededor de 50 cad¨¢veres y partes de cuerpos para aliviar la sobrecarga en los contenedores, que ya estaban colapsados con m¨¢s de 200 cuerpos de personas asesinadas. Entre ellos se encontraba el cuerpo con el c¨®digo 2552, perteneciente a Bryan Alfredo V¨¦lez, de 25 a?os. A pesar de que a¨²n estaba pendiente el proceso de identificaci¨®n de su cabeza en la Fiscal¨ªa, el Servicio de Medicina Legal procedi¨® a inhumar su cuerpo sin la autorizaci¨®n de la familia.
Los especialistas siguen un protocolo de manejo de cad¨¢veres que consta de tres etapas. En el primer paso, se toma una muestra de las huellas necrodactilares. Este m¨¦todo es el m¨¢s r¨¢pido para la identificaci¨®n si el cuerpo no ha sufrido alteraciones y la persona pose¨ªa un documento de identidad. Si la identificaci¨®n no es posible, el cuerpo se remite a un antrop¨®logo que analiza las caracter¨ªsticas anat¨®micas, marcas o tatuajes del cad¨¢ver, compar¨¢ndolos con la informaci¨®n proporcionada por los familiares. En esta etapa, se present¨® el caso de la cabeza con el c¨®digo 2559. Tanto la madre de Bryan como la de otro preso coincidieron en que esa era la cabeza de su familiar, del que solo ten¨ªan el cuerpo. ¡°Reconoc¨ª a mi hijo por tres fotos que me mostraron; vi una comisura que ¨¦l ten¨ªa, pero era evidente que la cabeza de mi hijo estaba en muy mal estado y era irreconocible¡±, dijo la madre de Bryan.
El antrop¨®logo decidi¨® enviar una muestra gen¨¦tica al centro de acopio para que la Fiscal¨ªa solicitara el an¨¢lisis. Durante exactamente cuatro meses, la madre de Bryan insisti¨® en que la Fiscal¨ªa ordenara la toma de muestras y las comparara con la cabeza. ¡°Todos los d¨ªas presionaba para que se realizara el tr¨¢mite¡±, recuerda. Viajaba cuatro horas cada semana desde otra provincia hasta Guayaquil para agilizar la resoluci¨®n de su caso. Aunque el protocolo establec¨ªa un plazo de 40 d¨ªas para los resultados de las pruebas gen¨¦ticas, la madre esper¨® otros siete meses para recibir la noticia de que el resultado era positivo. La cabeza 2559 y el cuerpo 2552 correspond¨ªan a Bryan Alfredo. Con el documento que certificaba la coincidencia gen¨¦tica, la mujer se dirigi¨® a la morgue para reclamar el cad¨¢ver de su hijo.
En el Servicio de Medicina Legal y Ciencias Forenses, dirigido desde hace cinco a?os por Milton Z¨¢rate, un expolic¨ªa, le informaron que el cuerpo de Bryan no estaba all¨ª. Lo buscaron en un contenedor donde apenas funcionaba el sistema de refrigeraci¨®n y los cuerpos desintegrados estaban apilados en fundas pl¨¢sticas negras. Fue entonces cuando se dieron cuenta de que ya hab¨ªa sido inhumado junto a otros 50 cad¨¢veres y piezas anat¨®micas en el cementerio de Sim¨®n Bol¨ªvar, a dos horas de Guayaquil. As¨ª comenz¨® un nuevo y doloroso camino para la madre de Bryan.
La estrategia de enviar videos mostrando el momento de la tortura de los presos a sus familiares no es nueva. Es una t¨¢ctica com¨²nmente utilizada para amedrentar y demostrar poder. La violencia en las c¨¢rceles ecuatorianas refleja un problema m¨¢s amplio de inseguridad y falta de gobernabilidad. La inestabilidad y la corrupci¨®n han permitido que las organizaciones criminales operen con impunidad, creando un clima de terror tanto para los internos como para sus familias. Esta violencia no se limita a las paredes de las penitenciar¨ªas. Se extiende a las calles, donde las mismas bandas que controlan las prisiones disputan territorios y mercados il¨ªcitos. La tragedia de Bryan es solo una pieza en el complejo rompecabezas de la criminalidad en Ecuador, un pa¨ªs que lucha por encontrar soluciones a una crisis que parece no tener fin.
La madre de Bryan ha preferido no revelar su nombre. Su mayor temor es que la exhumaci¨®n del cuerpo de su hijo tome m¨¢s tiempo. No se considera v¨ªctima de las grandes tragedias de Ecuador, como la violencia carcelaria y la corrupci¨®n. Por el contrario, agradece la diligencia de los funcionarios que est¨¢n tramitando r¨¢pidamente la exhumaci¨®n, as¨ª como el sigilo de la prensa que ha presionado por informaci¨®n sobre los responsables del centro forense. Son estos mismos funcionarios quienes han hecho que ella atraviese un doloroso camino al perder el cuerpo de su hijo, quien fue asesinado bajo custodia del Estado.
El Gobierno no pudo proteger la vida de su hijo en la c¨¢rcel ni asegurar la integridad de su cad¨¢ver. Aun as¨ª, su ¨²nico deseo es que le entreguen el cuerpo completo de su hijo. Se aproxima el primer aniversario de la masacre, el mismo tiempo que la madre de Bryan ha estado pagando los servicios funerarios para el ritual de velaci¨®n y para vivir el luto por su ausencia. A¨²n recuerda que no pod¨ªa creerlo cuando le informaron que hab¨ªa fallecido, pues solo unas horas antes hab¨ªa hablado con ¨¦l por tel¨¦fono. Le hab¨ªa pedido que le enviara cinco d¨®lares para comprar algo de comida en la tienda de la c¨¢rcel. Desde entonces, ha so?ado con ¨¦l. No encuentra palabras para describir su dolor, pues sabe que nadie que no haya vivido algo similar podr¨ªa comprenderlo.
Siga toda la informaci¨®n de El PA?S Am¨¦rica en Facebook y X, o en nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.