Los cuentos escondidos de Julio Ram¨®n Ribeyro en su archivo de Par¨ªs
El bi¨®grafo del escritor peruano fallecido hace 30 a?os rescata del olvido unos textos in¨¦ditos que ahora se publican en Per¨²
Hurgar en la gaveta de un escritor fallecido es asomarse a la intimidad de un creador. Adentrarse a un universo de dudas, osad¨ªas y frustraciones de quien libr¨® innumerables contiendas con la p¨¢gina en blanco para escapar del olvido. Es, ante todo, explorar en una mirada sobre la vida y asistir en primera fila al milagro de la literatura.
Despu¨¦s de haber echado ra¨ªces en Europa, Julio Ram¨®n Ribeyro, el cuentista mayor del Per¨², muri¨® en Lima, a los 65 a?os, en la cama de un hospital oncol¨®gico, en diciembre de 1994, justo cuando comenzaba a gozar de reconocimiento. Parti¨® antes de la llegada de los primeros rayos solares del verano y a un par de semanas de recibir el Premio Juan Rulfo, el galard¨®n por el que su nombre trascendi¨® a los c¨ªrculos literarios y reson¨® a nivel internacional.
Desde entonces su comunidad de lectores ¡ªque con el tiempo se convirtieron en devotos¡ª aprendi¨® a convivir con la sospecha de que toda su obra no hab¨ªa sido publicada. Se basaban en que Ribeyro dej¨® este mundo luego de presentar tan solo dos tomos de sus diarios personales, acaso lo m¨¢s celebrado de sus escritos junto a sus cuentos y aforismos. Otro tomo se public¨® p¨®stumamente en 1995, pero entre los tres solo abarcan desde 1950 hasta 1978. Era un hecho que La tentaci¨®n del fracaso estaba incompleta, pero la inquietud era leg¨ªtima: ?Qu¨¦ m¨¢s pod¨ªan contener sus archivos?
A Jorge Coaguila le tard¨® treinta a?os averiguarlo. A ¨¦l, que Ribeyro lo denomin¨® como su bi¨®grafo, lo adopt¨® como su asistente y con el que jug¨® varias de sus ¨²ltimas partidas de ajedrez. La empresa era compleja pues la decisi¨®n depend¨ªa exclusivamente de los dos herederos del legado ribeyriano: su viuda, Alida Cordero, y su ¨²nico hijo, Julio. Construir confianza con ambos fue una ardua labor. Durante a?os les proporcion¨® datos sobre Ribeyro sin chistar a trav¨¦s del correo electr¨®nico y les demostr¨® que su inter¨¦s por entender y difundir su literatura era genuino.
Alguna vez esa confianza corri¨® peligro, cuando en uno de sus viajes a Francia, Coaguila visit¨® a Alida Cordero en compa?¨ªa de un periodista que encendi¨® la grabadora sin pedir permiso y tiempo despu¨¦s describi¨® aquel encuentro en un libro. ¡°Usted ha llevado a un ladr¨®n a mi casa¡±, le reclam¨® durante un evento p¨²blico. Alida Cordero ten¨ªa un car¨¢cter imponente, no daba entrevistas y, como otras viudas de escritores c¨¦lebres, despertaba antipat¨ªas al no haber novedades sobre los manuscritos del autor de Dichos de Luder.
Sea como fuere, cada vez que Coaguila la visitaba en Par¨ªs, en su departamento de la avenida Van Dyck, cerca del parque Monceau, uno de los m¨¢s elegantes de la ciudad, Alida Cordero le mostraba parcialmente alg¨²n hallazgo. Una carta, un documento, un dibujo. En 2022, Coaguila public¨® Ribeyro, una vida, un volumen de casi 600 p¨¢ginas que aspira a ser la biograf¨ªa total del escritor que mejor retrat¨® los grises de la clase media urbana lime?a. Un proyecto largamente esperado que probablemente convenci¨® al hijo y a la viuda de que nadie hab¨ªa hecho m¨¢s m¨¦ritos que ¨¦l para escudri?ar en la gaveta del Flaco, como se le conoc¨ªa al autor de silueta de alfiler que acostumbraba tener un cigarrillo entre los dedos.
Durante cinco d¨ªas a la semana, de enero a marzo, Coaguila buce¨® en el inexpugnable archivo de Julio Ram¨®n Ribeyro que se encontraba en un estante, en el pasadizo del departamento de Alida Cordero y no en la b¨®veda de un banco franc¨¦s, como sol¨ªa decir para despistar a los preguntones. Un mueble de puerta met¨¢lica repleto de miles de hojas sueltas y libretas en absoluto desorden que emanaba un aroma rancio a vainilla. Cada uno de esos papeles amarillentos era un fragmento de sus impulsos literarios y su andar. Manuscritos de sus novelas, agendas que lo acompa?aron en Madrid o Amberes, fotos en sepia, textos inconclusos, apuntes de pu?o y letra, cartas e incluso recibos de pago, radiograf¨ªas y otros documentos de salud.
En las dos primeras semanas, la viuda, una afamada comerciante de arte, no se despeg¨® de Coaguila. Hasta que se dio cuenta que el patrimonio de su exesposo estaba en buenas manos y baj¨® la guardia, dej¨¢ndolo a su libre albedr¨ªo. ?Y qu¨¦ has encontrado?, le preguntaban a diario los herederos que durante d¨¦cadas prefirieron no husmear en aquel estante. Una ma?ana de invierno, Coaguila dio aviso del primer hallazgo: el mecanuscrito de un cuento in¨¦dito, de 1976, llamado ¡°Moner¨ªas¡±. Una joya inesperada, llena de borrones, y dibujos a lapicero en los m¨¢rgenes que, a diferencia de otros textos a medio camino, s¨ª estaba acabado.
A fines de marzo, entrada la primavera, Jorge Coaguila motiv¨® que el tr¨ªo descorchara un vino blanco al anunciar que hab¨ªa rescatado en total cinco cuentos, concebidos en los a?os setenta, que no hab¨ªan visto la luz: ¡®Invitaci¨®n al viaje¡¯, ¡®La celada¡¯, ¡®Las laceraciones de Pierluca¡¯, ¡®Esp¨ªritus¡¯ y ¡®Moner¨ªas¡¯. Esperanzado, Julio Ribeyro se contact¨® con las oficinas de Penguin Random House en Per¨², editorial que hace unos a?os public¨® los cuentos completos de su padre y acordaron que ser¨ªan sometidos a revisi¨®n por un equipo conformado por el director editorial, Johann Page, el editor Arthur Zeballos y el investigador Luis Rodr¨ªguez Pastor. El resultado es Invitaci¨®n al viaje y otros cuentos in¨¦ditos (Alfaguara), el regreso p¨®stumo del Flaco a cinco meses de cumplirse treinta a?os de su muerte y, adem¨¢s, la posibilidad de alcanzar los cien cuentos publicados, y redondear as¨ª una vida entregada a la palabra.
Page establece una clara diferencia con En agosto nos vemos, la novela que el Nobel colombiano Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez quiso destruir y que acab¨® siendo publicada por orden de sus hijos. ¡°Son cuentos culminados, en plena forma, que han seguido todo el proceso creativo y de los cuales el autor nunca reneg¨®. Tres de esos cuentos perfectamente podr¨ªan ser incluidos en cualquier colecci¨®n de los libros de Ribeyro y los otros dos tienen una calidad superlativa. Nos deslumbraron a todos. Esto hace que sea un libro con el que ya so?ar¨ªa cualquier cuentista¡±, explica Page, quien remarca que el trabajo de edici¨®n consisti¨® en cumplir la voluntad de Ribeyro, tomando en cuenta cada una de sus anotaciones para lograr la versi¨®n m¨¢s fidedigna de lo que hubiese deseado.
El periodista Jaime Cabrera, creador de la plataforma literaria Lee por gusto, se adhiere a la expectativa positiva de quienes opinan que este libro es un rescate y no una publicaci¨®n forzada. A tal punto que considera que Invitaci¨®n al viaje y otros cuentos in¨¦ditos es el gran acontecimiento de la Feria del Libro de Lima (FIL) que comenz¨® este fin de semana. ¡°No tendremos pa¨ªs invitado, pero s¨ª un autor ausente que es el gran invitado de honor. Mucha gente se ha quejado de que en esta FIL no vendr¨¢ ning¨²n Nobel, pero simb¨®licamente Ribeyro es el estelar de la Feria¡±, dice Cabrera, un profesor universitario que ha constatado en el primer semestre del a?o que los cuentos de Ribeyro tienen mucho que decirle a la juventud de hoy.
En un incidente que sus seguidores han calificado de ribeyriano, el 3 de julio Alida Cordero fue hallada sin vida, en su casa, a los 83 a?os. Apenas el d¨ªa anterior Penguin Random House hab¨ªa anunciado el lanzamiento del libro. Acaso concluir esta gran misi¨®n la hab¨ªa liberado de las ataduras de este mundo. En cuanto a Julio Ram¨®n Ribeyro alguna vez le preguntaron por qu¨¦ escrib¨ªa. Una de sus tantas respuestas cae como anillo al dedo a prop¨®sito del hallazgo: ¡°Para continuar existiendo, una vez muerto, aun cuando sea bajo la forma de un libro, como una voz que alguien har¨¢ el esfuerzo de escuchar. En cada lector futuro, el escritor renace¡±. Si nada se interpone, el pr¨®ximo a?o tendr¨¢ otra inmejorable oportunidad de revivir: Coaguila se encuentra en plena correcci¨®n de sus diarios personales hasta 1994. Completar los tomos de La tentaci¨®n del fracaso es ahora el gui?o al ¨¦xito de un bi¨®grafo que tiene la llave maestra de la gaveta.
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