La furia de Petro: un presidente con el agua al cuello
La implosi¨®n del mandatario le enfrenta a sus ministros en un momento ca¨®tico del Gobierno
![Gustavo Petro en la Universidad Industrial de Santander, en Bucaramanga, el 7 de febrero de 2025.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/RLTVWVHU6JHG7KXIEM62UN7SOE.jpg?auth=b26cf2707273bf6dc5289640c5686dc2b25124e610c67cdb936b4f622a4f5498&width=414)
![Juan Diego Quesada](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F8752eab3-82ee-4f61-b000-50b9602f8c4f.png?auth=ced4d93731686326ef06aa2dc037cc8a872f77c4a75cc0395225f79754f2dd78&width=100&height=100&smart=true)
Hay dos Gustavo Petro. El primero puede escuchar los argumentos de alguien que tiene sentado enfrente durante cinco minutos y, de repente, levantarse y marcharse de la habitaci¨®n sin decir nada. Sus asesores sostienen que se refugia en sus silencios, como un mecanismo de defensa frente a lo que considera agresiones del exterior. El segundo es uno locuaz y expansivo, dif¨ªcil de contener y capaz de cargar contra todo y contra todos. Ese es el que esta semana ha llevado a su Gobierno al l¨ªmite, a punto de una fractura definitiva. El Petro enfurecido.
Vive sus d¨ªas m¨¢s desdichados como presidente. Aunque, a su vez, de m¨¢s excitaci¨®n, seg¨²n quienes le rodean. Un fuego sigue encendido dentro de ¨¦l desde que se enfrent¨® de forma directa y p¨²blica a Donald Trump a finales de enero. Se comprob¨® en el Consejo de Ministros televisado de este martes, en hora de m¨¢xima audiencia. Agarr¨® el micr¨®fono, enfadado, y rega?¨® a casi todos los funcionarios por no haber cumplido la mayor¨ªa de las promesas de campa?a. Era una forma indirecta de desacreditarse, pero por eso quiso dejar claro que navega solo. ?l es un presidente revolucionario, mientras que su Gobierno no lo es. Eso lo desliga de la parte administrativa y lo coloca en una posici¨®n m¨¢s heroica: la del general que embiste al enemigo, aunque su tropa haya desertado.
A Petro, cuentan en su entorno, le aburren las reuniones t¨¦cnicas. Captar su atenci¨®n en esos momentos no resulta sencillo. Conoce casi todos los recovecos del Estado y tiene una opini¨®n formada de c¨®mo debe cambiarse, pero no tiene intereses en el proceso, sino en el resultado. Algunos funcionarios se han visto empantanados por la burocracia y la legalidad, sin forma de aplicar las transformaciones que se les piden. Laura Sarabia, la que ha sido su n¨²mero 2 en estos dos a?os y medio y que ahora es canciller, ha insistido una y otra vez que no quer¨ªan excusas, solo resultados. Ellos se han sentido solos en ocasiones, sin posibilidad de contactar con Petro directamente. ¡°Estaba pendiente de sus trinos en Twitter para entender qu¨¦ quer¨ªa. Ten¨ªa que interpretarlo¡±, cuenta alguien que abandon¨® el Gobierno.
Los ministros m¨¢s sobresalientes de su Gobierno han abandonado o est¨¢n a punto de hacerlo. El canciller Luis Gilberto Murillo se fue porque tiene en mente presentarse como candidato a las elecciones de 2026, pero tambi¨¦n porque discrepaba con el presidente en asuntos fundamentales. Juan David Correa, de Cultura, ha renunciado por no querer sentarse al lado del principal asesor de Presidencia, Armando Benedetti. Jorge Rojas, defensor de derechos de humanos y petrista casi desde antes que Petro, se ha ido por el mismo motivo. La ministra m¨¢s reputada, Susana Muhamad, dice estar pendiente de una conversaci¨®n para decidir su continuidad en el proyecto. Lo mismo ocurre con el ministro de Interior, Juan Fernando Cristo, un moderado que lleg¨® para llevar a cabo un ¡°acuerdo nacional¡± que ahora parece m¨¢s lejano que nunca. Este pulso de los funcionarios a su jefe ha espantado al propio Petro: ¡°Por poco acaba el Gobierno¡±. Escribi¨® eso en referencia a Rojas, al que culpa de hacer creer a todos que Benedetti ser¨¢ un superministro con mando en plaza, pero que en general resume muy bien la situaci¨®n l¨ªmite de su Presidencia.
El presidente resulta muy dif¨ªcil de confrontar. Acusa de poco revolucionarios a sus ministros, pero cuando estos le recuerdan que ha sido ¨¦l quien ha incluido en el proyecto a gente de la derecha, tuerce el gesto y les pide que no sean sectarios. Si le se?alan por tener asesores denunciados por malos tratos, ataca a un ¡°tipo de feminismo¡± que, seg¨²n ¨¦l, destruye a los hombres. Cuando le hacen ver que a su alrededor tiene personas que han amenazado con dinamitar el Gobierno, argumenta que todo el mundo merece segundas oportunidades. ¡°Es un escapista¡±, lo describe una persona muy cercana.
El resurgimiento de Benedetti tiene tanto misterio como el de la concepci¨®n de la Virgen Mar¨ªa. Al acabar la campa?a, en la que fue fundamental, fue enviado a Caracas como embajador. Era una misi¨®n importante, pero tambi¨¦n una forma de alejarlo y evitar que uno de sus cinco casos en marcha por distintos casos de corrupci¨®n pudiera explotarle en la cara al presidente. El canciller de ese momento, ?lvaro Leyva, fue de los que convenci¨® al presidente de alejarlo. En el entorno de Benedetti tambi¨¦n se?alan a Ver¨®nica Alcocer, la primera dama. En cualquier caso, se fue a una especie de exilio en 2022. Le dijeron que cuando arreglase sus problemas judiciales volver¨ªa. Junto a Petro se qued¨® Sarabia, que tuvo como jefe a Benedetti seis a?os. Ese cambio de roles dinamit¨® la relaci¨®n entre ambos. El embajador sali¨® tras la filtraci¨®n de unos audios en los que se le escuchaba que hab¨ªa habido financiaci¨®n ilegal en la campa?a y estaba dispuesto a que todos fueran a la c¨¢rcel. Petro lo destituy¨® en una alocuci¨®n en la que ni siquiera pronunci¨® su nombre.
Ahora, m¨¢s de dos a?os despu¨¦s, Benedetti vuelve a ser la mano derecha de Petro y a la vez aleja a Sarabia, que aunque se va a ocupar de un cargo tan relevante como la Canciller¨ªa, de facto, se distancia de Petro. La situaci¨®n ha dado un vuelco. Los ministros dicen claramente: o nosotros o Benedetti. Y el presidente, terco como ¨¦l mismo dice que es, no parece dispuesto a dejarse ganar ese pulso. Benedetti viene a Bogot¨¢ a reivindicarse y a recibir lo que cree suyo: el poder que merece por haber sido clave para la izquierda a la hora de ganar las elecciones. El d¨ªa del famoso Consejo, se sent¨® al lado del presidente y escuch¨® impert¨¦rrito las criticas hacia ¨¦l. No se le movi¨® una ceja. El choque pone en peligro a Petro, amenaza incluso su legado. Las llamas de su Gobierno se ven a la distancia.
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