El futuro pinta incierto para Elizabeth Warren
La senadora tiene una noche catastr¨®fica en el Supermartes rematada con la p¨¦rdida de su Estado, Massachusetts
Persistente es el adjetivo que mejor define a la senadora Elizabeth Warren, calificativo que transform¨® en insulto contra ella el l¨ªder de la mayor¨ªa en el Senado, Mitch McConnell, durante la confirmaci¨®n all¨¢ por 2017 del que entonces ser¨ªa el tercer fiscal general de la era Trump, Jeff Sessions. La pol¨ªtica no cesaba en su interrogatorio. Como a d¨ªa de hoy no parece querer cejar en su apuesta por la nominaci¨®n dem¨®crata para la Casa Blanca. Y sin embargo, tras meses de declive, es dif¨ªcil imaginar c¨®mo la mujer que siempre tiene un plan para todo pueda tener otra salida para el monumental descalabro sufrido durante el supermartes que no sea abandonar la pugna.
Dirigi¨¦ndose a sus seguidores en la noche del martes, Warren declar¨® que sin lucha no hay resultados. ¡°Estoy aqu¨ª para luchar¡±, puntualiz¨®, encajando una contundente derrota en la que de un total de 18 primarias celebradas hasta el momento no ha quedado en ninguna en segundo ni por supuesto primer lugar. Por malograr, Warren acababa en una humillante tercera posici¨®n en su feudo de Massachusetts, Estado del que es senadora.
Nacida en Oklahoma hace 70 a?os, la antigua profesora de Harvard reun¨ªa a su equipo este mi¨¦rcoles para ¡°evaluar el camino a seguir¡± en el d¨ªa despu¨¦s del hundimiento. Sus decisiones pol¨ªticas a partir de ahora deber¨ªan de ser de la precisi¨®n del bistur¨ª de un cirujano ya que su salida va a volcar la carrera del lado de uno de los dos hombres blancos mayores que van a quedar enfrentados en un duelo sin cuartel , Bernie Sanders (78) y Joe Biden (77).
Resultados de las primarias estadounidenses
Tambi¨¦n tiene que mover bien sus fichas de cara al tablero de designaci¨®n, por ejemplo, de vicepresidente, cargo al que podr¨ªa aspirar y que sus seguidores reclaman como leg¨ªtimo, ya que si una vez m¨¢s una mujer no va a romper el techo de cristal de la presidencia de Estados Unidos, que al menos pueda apostar por ser la n¨²mero dos.
En un caso extremo en el que ning¨²n analista cree por completo es aquel en el que la senadora decida hacer gala a su persistencia y calcule que, quedando todav¨ªa 32 Estados sin adjudicar, va a intentar el ¨²ltimo salto mortal. Tambi¨¦n hay quien especula con que la pol¨ªtica estar¨ªa planeando alargar su presencia hasta la Convenci¨®n Dem¨®crata de julio en Wisconsin y ah¨ª, al no llegar ning¨²n candidato con la mayor¨ªa necesaria para ser elegido matem¨¢ticamente, intentar el doble salto mortal y hacerse con la nominaci¨®n.
Todo lo que sea dilatar su presencia en las primarias choca frontalmente con un problema tan mundano como la falta de liquidez que tiene su campa?a, que a pesar de haber recaudado solo en febrero 29 millones de d¨®lares tiene un compromiso mensual de 6 millones solo en n¨®minas de la plantilla de m¨¢s de 1.000 personas bajo convenio sindical.
La reputaci¨®n de Warren se cement¨®, especialmente entre las mujeres, debido a su papel de luchadora infatigable y enemiga jurada de la agenda regresiva del presidente Trump. La gran dama de la izquierda norteamericana en un pasado nada lejano, la mujer que a las preguntas respond¨ªa asegurando que ten¨ªa un plan para ese problema, carece de repente de un s¨®lido prop¨®sito. Resulta dif¨ªcil de asimilar el infortunio despu¨¦s de que la senadora viviera durante meses eso que a los estadounidenses les gusta llamar momentum, un tiempo de impulso, en el que un empuj¨®n en las encuestas se combina con una ola de atenci¨®n medi¨¢tica y la p¨¦rdida de fuelle de los rivales. Situada en el ala izquierda del partido, comenz¨® la carrera muy rezagada respecto a Biden o Sanders, pero su campa?a creci¨® y creci¨®.
Warren se diferenciaba de la pl¨¦tora de candidatos de su mismo partido -llegaron a ser m¨¢s de 20- por su amplia variedad de sus famosos planes: con propuestas que redefin¨ªan la econom¨ªa; con un plan para luchar contra la epidemia de opi¨¢ceos; un plan para imponer una tasa a los que ella denominaba ¡°ultramillonarios¡±. La senadora nunca ha tenido sue?os sino proyectos, esos que provienen de no haber recorrido en una perfecta l¨ªnea recta el camino que le ha llevado desde su Oklahoma natal hasta el Capitolio de Washington al que lleg¨® en 2008 de la mano de la peor crisis financiera desde la Gran Depresi¨®n. En 2016 opt¨® por dejar el pulso en manos de Hillary Clinton y Bernie Sanders a pesar de que eran muchas las voces que le ped¨ªan que saltara a la arena de la competici¨®n por la Casa Blanca. Su momento era 2020. Hasta que acabaron los m¨ªtines y los debates y empezaron a sumarse votos. Todos le han dado la espalda. Hasta su propio Estado.
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