La libertad en Cuba, en la luna sin comer y de los apagones ¡°solidarios¡± de La Habana
En la isla, una barra de queso sale lo mismo que el salario mensual de un juez. Pero ese no es el problema m¨¢s grave de los cubanos estos d¨ªas
La ¨²ltima vez quedamos en que seguir¨ªamos hablando del pol¨¦mico nuevo C¨®digo Penal cubano, que impone penas de hasta tres a?os de c¨¢rcel para quien insulte u ofenda a los dirigentes principales del pa¨ªs y establece sanciones para aquellos que ¡°abusen¡± de los derechos constitucionales (sic). Al final no tocamos el tema, al menos directamente. L¨¢zaro prefiere comentar el juicio celebrado en la isla contra el artista disidente Luis Manuel Otero Alc¨¢ntara y el rapero Maykel Castillo, de nombre art¨ªstico ¡°Osorbo¡±, que en la religi¨®n afrocubana de la santer¨ªa significa lo malo, lo negativo, las oscuras complicaciones de la vida que le persiguen a uno.
Acusados de delitos como ultraje a los s¨ªmbolos de la patria, difamaci¨®n de las instituciones y organizaciones y de los h¨¦roes y m¨¢rtires, des¨®rdenes p¨²blicos, desacato y atentado, Alc¨¢ntara fue condenado a cinco a?os de c¨¢rcel y Maykel Osorbo a nueve. Los sancionados decidieron no apelar las sentencias por considerar que el proceso judicial fue una farsa.
¡°Es una barbaridad: lo que en cualquier pa¨ªs ser¨ªa una multa, aqu¨ª es una bola de a?os de prisi¨®n. Son sentencias pol¨ªticas, ejemplarizantes, que buscan desincentivar cualquier expresi¨®n de disenso¡±, asegura.
Vamos de camino a Diez de Octubre desde Centro Habana y en el coche empieza a sonar En la luna, guaracha de Pedro Luis Ferrer recogida en su ¨¢lbum Tangible, que es uno de nuestros discos de cabecera. La canci¨®n bromea nada m¨¢s empezar: ¡°En la luna cuando m¨¢s se puede estar un me¡¯ / dos me¡¯, tres me¡¯, cuatro me¡¯ quiz¨¢ / pero sincome¡¯ no se puede estar¡±.
¡°Eso¡±, dice mi amigo, ¡°sin libertad es jodido vivir, pero sin comer ni en la luna ni en ning¨²n lado se puede estar, o te vuelves loco¡±.
Nos dirigimos a la Esquina de Toyo precisamente a buscar una barra de queso gouda que L¨¢zaro ha cuadrado con uno de sus ¡°conectos¡± del mercado negro, que a saber de d¨®nde la ha sacado. Estos d¨ªas todo escasea en La Habana y queso no se encuentra en ninguna tienda de moneda nacional, solo en los comercios de divisas, a las que L¨¢zaro no tiene acceso porque no tiene d¨®lares, as¨ª que no tiene m¨¢s remedio que acudir a la bolsa negra donde cada barra de gouda (pesa tres kilogramos) cuesta 6.000 pesos, m¨¢s que el salario mensual de un m¨¦dico, un juez o un acad¨¦mico, y cuatro veces m¨¢s que la pensi¨®n m¨¢xima de jubilaci¨®n (que es de 1.500 pesos).
Rumbo al queso pasamos por la Ciudad Deportiva, donde hace un par de meses se celebr¨® el Havana World Music, festival de m¨²sica alternativa que llevaba tiempo sin celebrarse debido a la pandemia y que este a?o fue organizado por la cantante Eme Alfonso. En los d¨ªas previos a los conciertos cay¨® en la capital el diluvio universal, y el festival, que al principio iba a ser al aire libre, fue trasladado a este gran polideportivo cubierto, donde el ¨²ltimo d¨ªa toc¨® el m¨²sico Carlos Varela con su banda.
Varela, que de toda la vida ha rejoneado al poder con sus canciones cr¨ªticas, hizo lo propio el pasado 29 de mayo en la ciudad Deportiva. L¨¢zaro, que all¨ª estuvo, cuenta que el concierto Carlitos fue emocionante, pues llevaba mucho tiempo sin tocar en Cuba y en varias ocasiones, entre tema y tema, grit¨® ¡°Viva Cuba Libre¡± y la gente le respondi¨® con aplausos. En su repertorio no faltaron sus cl¨¢sicos de toda la vida, desde Guillermo Tell (Guillermo Tell, tu hijo creci¨®, quiere tirar la flecha / Le toca a ¨¦l probar su valor usando tu ballesta) a Foto de familia (Detr¨¢s de todos estos a?os, detr¨¢s del miedo y el dolor / Vivimos a?orando algo, y descubrimos con desilusi¨®n que no sirvi¨® de nada). Al terminar esta canci¨®n, y tambi¨¦n cuando cant¨® La feria de los tontos (A todos nos volvieron locos / Esperando por un sue?o, por un sue?o roto), la gente en el coliseo empez¨® a corear a voz en cuello ¡°libertad, libertad¡±.
¡°Aunque aquello dur¨® poco, son¨® atronador, y f¨ªjate t¨² lo que vino despu¨¦s¡¡±, se?ala L¨¢zaro. A lo que se refiere es a las docenas de art¨ªculos y comentarios en las redes sociales escritos sobre el incidente tras el concierto. Dos d¨ªas despu¨¦s de la presentaci¨®n de Varela, la esposa del presidente cubano, Lis Cuesta, escrib¨ªa en Twitter sin referirse a Varela: ¡°Libertad, la palabra m¨¢s bella y la m¨¢s abusada. ?Cost¨® tanto conquistarla, que solo cabe defenderla!¡±. Al d¨ªa siguiente, tambi¨¦n sin mencionar el concierto, en un art¨ªculo de t¨ªtulo ¡°Viva Cuba Libre¡± la prensa oficial cubana se refiri¨® a la expresi¨®n como un grito ¡°de origen mamb¨ª¡± que ¡°encerraba la necesidad y el prop¨®sito de sacudirse el dominio del opresor¡± de Espa?a.
¡°Hasta ah¨ª todo m¨¢s o menos sutil, pero despu¨¦s le cayeron arriba a Varela desde todos los bandos¡±, indica L¨¢zaro. En Cuba, las ciberclarias oficialistas le llamaron de todo: que si ¡°oportunista¡±, que si ¡°ap¨¢trida al servicio del imperio¡±, que s¨ª traidor, que s¨ª hab¨ªa cobrado del Estado su actuaci¨®n y le hab¨ªa clavado un pu?al a la revoluci¨®n. Todo linduras, vaya. Del otro lado -desde el sector m¨¢s extremista de Miami- tambi¨¦n le dijeron hasta alma m¨ªa. ¡°Lo acusaron de contribuir a dar una imagen de falsos espacios de libertad en la isla y de arrojar tinta de calamar para maquillar la dictadura, adem¨¢s de reprocharle no haber hablado de los presos del 11-J y exigir su libertad. En fin, un poema de los dos lados¡¡±, dice avergonzado.
Con el queso a buen resguardo ponemos rumbo a casa de la madre de L¨¢zaro en el pueblo de San Jos¨¦ de las Lajas, capital de Mayabeque. En el reproductor del carro sigue sonando Tangible, de Pedro Luis, que ahora entona un chang¨¹¨ª con su hija Lena, que dice en su letra algo que la mayor¨ªa de los cubanos firman: ¡°Yo no quiero manteca, yo no quiero manteca / a m¨ª que me den la masa pa¡¯ aliviarme la jaqueca¡±.
Aunque San Jos¨¦ est¨¢ situado a solo 30 kil¨®metros de La Habana, es otro mundo. Conseguir cualquier medicina o alimento aqu¨ª es mucho m¨¢s complicado que en la capital (y ya es decir), y desde que hace meses los apagones regresaron a Cuba con fuerza inusitada, en San Jos¨¦ y alrededores se va la luz a diario. Para evitar posibles incidentes y protestas, en La Habana hasta ahora pr¨¢cticamente no ha habido cortes del servicio el¨¦ctrico, pero en el interior del pa¨ªs los apagones han llegado a ser de 10 y hasta 13 horas diarias, en muchos casos en horario nocturno, cuando debido al calor sofocante del verano es imposible dormir sin ventilador, explica L¨¢zaro.
¡°Todo el mundo est¨¢ de los nervios. Encima de que el dinero no alcanza y que conseguir cualquier cosa para comer es una aventura, si se te echa a perder lo que tienes porque no funciona el refrigerador, te ahorcas¡±, dice. Afirma que ¡°la temperatura social en Cuba no es que est¨¦ caliente, est¨¢ que arde. A la m¨ªnima la gente sale pa la calle con cazuelas a protestar al grito de ¡®pongan la corriente, pinga¡±.
Las autoridades admiten que ha habido cacerolazos en diversos pueblos y ciudades de Cuba cuando se va la luz. Hasta ahora han sido protestas menores, pero cada vez se repiten m¨¢s y suben de tono. Los apagones, recuerda L¨¢zaro, fueron una de las causas de las hist¨®ricas manifestaciones del 11 de julio del a?o pasado. Dice que no sabe ¡°qu¨¦ va a pasar¡± si la cosa sigue as¨ª.
El Gobierno ya ha dicho que la crisis energ¨¦tica no tiene soluci¨®n a corto plazo, pues las termoel¨¦ctricas est¨¢n en p¨¦simo estado debido a la falta de mantenimiento y de inversiones durante a?os, adem¨¢s de que el combustible escasea. En los ¨²ltimos d¨ªas el d¨¦ficit de producci¨®n de electricidad ha llegado a superar el 20% de las necesidades, y ante este panorama, recientemente el primer secretario del Partido Comunista en la capital, Luis Antonio Torres Iribar, anunci¨® que los habitantes de La Habana comenzar¨¢n a vivir a partir de agosto apagones de cuatro horas, entre las 10 de la ma?ana y las dos de la tarde, pero solo cada tres d¨ªas, en un ¡°gesto solidario¡± con el resto del pa¨ªs.
Lo cuenta L¨¢zaro y no sabe si re¨ªr o llorar: ¡°apagones solidarios¡ ?Pero a qui¨¦n se le ocurre? Si quieren ser solidarios que permitan comprar el queso gouda a precios normales una vez cada tres d¨ªas, y ver¨¢s que contento se pone todo el mundo¡±.
Cuando salimos de San Jos¨¦ todav¨ªa no ha llegado la corriente, y se fue hace m¨¢s de cuatro horas. La mam¨¢ de L¨¢zaro asegura que es dif¨ªcil vivir as¨ª y que, ante la falta de esperanzas, muchos j¨®venes del pueblo se han marchado del pa¨ªs en el ¨²ltimo a?o. ¡°Todo el mundo aqu¨ª est¨¢ psiqui¨¢trico¡±, bromea la se?ora. Le damos un beso. En el carro hacia Centro Habana escuchamos de nuevo la voz privilegiada de Pedro Luis: ¡°Aunque se caiga el cielo / intento ser feliz¡¡±, canta nuestro ¨ªdolo.
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