Si supi¨¦ramos que dos millones de familias viven de reciclar la basura, ?lo har¨ªamos m¨¢s?
La lucha de los recicladores en Latinoam¨¦rica no solo impacta en el medio ambiente, sino en la sociedad
A pesar de todas las campa?as que nos bombardean sobre la separaci¨®n de los residuos en casa, a¨²n no diferenciamos el papel del ba?o del frasco de yogur. Para las empresas, el uso de material reciclado sigue siendo costoso y perif¨¦rico, una vez que se recicla solo el 5% de los m¨¢s de 200 millones de toneladas de residuos anuales que se generan en Latinoam¨¦rica. Y hoy, en la regi¨®n, tan solo el 2% de los municipios tienen un programa de reciclaje. Si el argumento ambiental no ha servido para convencernos de reciclar, ser¨ªa quiz¨¢s un aliciente mayor saber que involucrarnos en el reciclaje le dar¨ªa, de inmediato, reconocimiento y modo de sustento a m¨¢s de dos millones de personas que viven de este lado del mundo recuperando los residuos. ?Tendr¨ªa este factor social una incidencia en los porcentajes de reciclaje?
¡°El solo hecho de tener que separar una botella del papel higi¨¦nico, o de los espaguetis, hace que la actividad del reciclador sea de alto riesgo¡±, asegura Silvio Ru¨ªz Grisales, representante legal de la Asociaci¨®n Colombiana de Recicladores y uno de los l¨ªderes regionales que por d¨¦cadas ha luchado porque se reconozca el valor de estos trabajadores en Latinoam¨¦rica. ¡°Pero adem¨¢s es un oficio mal visto porque el reciclador se impregna del olor de lo que recoge. Normalmente, los recicladores lo que reciben en lugar de un reconocimiento por su labor es un rechazo social, porque ese reciclador huele a org¨¢nico, tiene un aspecto sucio porque est¨¢ recogiendo la basura, pero nadie dice: ?Esta es mi basura!¡±. Si se separa desde la base, asegura Ruiz, los recicladores podr¨ªan obtener una materia prima m¨¢s limpia y m¨¢s tiempo que ¡°podr¨ªan invertir yendo a recoger m¨¢s residuos¡±.
Ayudar a que los recicladores puedan hacer mejor su trabajo no deber¨ªa parecernos un asunto menor, considerando que en Latinoam¨¦rica se recicla apenas el 10% de los residuos y en algunos pa¨ªses como Per¨², apenas un 2%. ¡°Por las manos de los recicladores pasa m¨¢s del 50% de lo que hoy en d¨ªa se recicla, pero ellos y ellas trabajan en condiciones muy duras: un 90% sin formalizaci¨®n de su labor¡±, explica Luis Miguel Artieda, gerente program¨¢tico de reciclaje inclusivo de Fundaci¨®n Avina, quien asegura que hay un nuevo consenso sobre ver el reciclaje como un modelo de triple impacto: ambiental, econ¨®mico y social.
Se trata entonces no solo de recoger m¨¢s toneladas de residuos y recuperarlos, sino de darle otro estatus a la labor de quien hace ese trabajo. ¡°Si la labor del reciclaje beneficia a la sociedad en conjunto y no solo al que recupera el material, entonces se deber¨ªa remunerar esta labor al igual que lo hacemos con la limpieza p¨²blica. ?Por qu¨¦ pagamos tranquilamente para que nos recojan la basura para enterrarla y no para reusarla y reinsertarla a la cadena?¡±, increpa Artieda.
En el mundo hay un verdadero ej¨¦rcito de personas trabajando con la basura: se estima que hay entre 34 y 20 millones de personas que viven de esta actividad (la informalidad de la actividad dificulta el conteo). En Latinoam¨¦rica, las cifras hablan de dos millones y, en pa¨ªses como Colombia, se ha calculado que alrededor de 60.000 familias viven de los residuos que puedan recuperar y clasificar d¨ªa a d¨ªa de los botaderos.
A pesar de la alta poblaci¨®n implicada, el reciclaje sigue siendo algo perif¨¦rico en nuestra sociedad. Seg¨²n Artieda, hay por lo menos tres factores que han impedido que el reciclaje sea algo m¨¢s sist¨¦mico. ¡°El baj¨ªsimo porcentaje de la separaci¨®n en la fuente, la falta de reconocimiento formal del oficio y un tercer elemento: la baja remuneraci¨®n del material que se recoge¡±.
La lucha simb¨®lica por el reconocimiento del reciclador
Para los recicladores, darle otro estatus al trabajo que hacen ha implicado una verdadera lucha narrativa. ¡°En general, en todos los pa¨ªses ¨¦ramos llamados con desprecio¡±, explica Silvio Ruiz, quien tambi¨¦n es representante de la Red Latinoamericana y del Caribe de Recicladores (Red Lacre). ¡°En Colombia, ¨¦ramos los basuriegos o los desechables. En otros pa¨ªses, los guajeros o los pepenadores, es decir, los que se mueven en la basura, pero que no tienen una categor¨ªa de trabajador, ni mucho menos de dignidad. Entonces, haber conquistado a fuerza de organizaci¨®n la categor¨ªa de reciclador en Latinoam¨¦rica, o la categor¨ªa de catadores ya formalmente reconocidos en Brasil, nos da un estatus, no econ¨®mico, ni mucho menos, pero s¨ª por lo menos un reconocimiento del oficio y de la profesi¨®n¡±.
Aunque apenas nos empieza a parecer urgente que los recicladores est¨¦n presentes, por ejemplo, en los grandes encuentros globales en donde se habla sobre cambio clim¨¢tico o sobre el destino de los pl¨¢sticos, los recicladores de Latinoam¨¦rica llevan d¨¦cadas uni¨¦ndose y agremi¨¢ndose para resistir a la intenci¨®n de muchos gobiernos locales y nacionales de eliminarlos o de ver su actividad como ilegal.
El caso de Colombia quiz¨¢s es el que m¨¢s lo evidencia. Andr¨¦s Padilla, activista del reciclaje inclusivo de la organizaci¨®n Ecoworks, explica que es el pa¨ªs que m¨¢s ha avanzado en Latinoam¨¦rica en el reconocimiento de los recicladores dentro del esquema de aseo remunerado. ¡°Esto no es que lo viera el Estado, viene de una lucha gremial que ha buscado proteger su derecho al trabajo¡±.
En 2016, la Corte Constitucional en Colombia reconoci¨® a los recicladores como poblaci¨®n sujeta de especial protecci¨®n del Estado. ¡°Esto los puso al nivel de comunidades hist¨®ricamente vulneradas como los ind¨ªgenas o poblaciones afros, y permiti¨® mejorar dos cosas: garantizar el acceso a los residuos, una vez que es su medio de sustento, y llam¨® a instituciones nacionales para que hicieran acciones en esta medida de acuerdo a sus competencias¡±, cuenta por su parte Jadira Vivanco, coordinadora de la Iniciativa Regional de Reciclaje Inclusivo de la Fundaci¨®n Avina.
Con este marco normativo, se logr¨® remunerar al reciclador en la tarifa de aseo que pagan los ciudadanos en la factura de luz. En el componente de aseo, que aparece en el recibo, est¨¢ el elemento de aprovechamiento de residuos. Esto, a su vez, da origen a las ECAS (Estaciones de clasificaci¨®n y aprovechamiento) que se crean como prestadores del servicio y que re¨²nen el trabajo de grupos de recicladores.
En otros pa¨ªses, este marco tambi¨¦n se est¨¢ dando. En Brasil, por ejemplo, lo que se hizo fue medir de forma m¨¢s contundente los beneficios ambientales y ya se reconoce a los catadores. Mientras, Chile camina hacia un andamiaje social de mayor reconocimiento.
El problema de la remuneraci¨®n de los residuos recuperados
Otro de los factores con los que se enfrenta el reciclaje es el valor que se paga por los residuos. ¡°El costo de recuperar los residuos mezclados, m¨¢s los problemas log¨ªsticos, m¨¢s el valor ¨ªnfimo de un kilo de material que puede valer medio d¨®lar, ?no compensa!¡±, asegura Artieda.
Padilla, de la organizaci¨®n Ecoworks, coincide en la urgencia de regular y revisar los precios que se pagan por el material que se recicla. Por ejemplo, seg¨²n los c¨¢lculos que maneja su organizaci¨®n, el kilo de vidrio en Colombia se paga a un centavo de d¨®lar, el de PET a 25 centavos de d¨®lar y una tonelada de pl¨¢stico, que son aproximadamente 40.000 botellas, a 180 d¨®lares. ¡°Se calcula que el ingreso de un reciclador diario est¨¢ entre tres y cuatro d¨®lares al d¨ªa. Es un ingreso muy bajo de por s¨ª, pero el problema es que, si el reciclador se ganara lo justo, lo que se gana una persona del servicio dom¨¦stico, por ejemplo, el reciclaje no ser¨ªa rentable para la industria¡±, asegura. ¡°Si las grandes empresas embotelladoras de pl¨¢stico quisieran cumplir sus metas de utilizar el 30% de pl¨¢stico reciclado para sus envases, y pagaran lo que es justo, la botella les saldr¨ªa en un poco m¨¢s de 25 centavos de d¨®lar y eso afectar¨ªa su rentabilidad. Los precios del mercado del reciclaje son bajos, son vol¨¢tiles y los pone las leyes de la oferta y la demanda¡±, a?ade.
Efectivamente, hoy lo que rige cu¨¢nto recibir¨¢ un reciclador son las l¨®gicas del mercado. Tanto as¨ª que, a pesar de que hay materiales estrellas como el PET, altamente reciclable y que tienen cadenas de valor montadas, aun su precio sigue siendo m¨¢s alto que comprar pl¨¢stico virgen. La ecuaci¨®n no le sale a las empresas: pagar, por ejemplo, un d¨®lar por resina virgen sin importar el impacto ambiental o pagar 3,5 d¨®lares por resina reciclada y tener un mejor criterio ecol¨®gico. Bajo estos t¨¦rminos, si fuera solamente por el mercado, no se reciclar¨ªa nada.
¡°Todav¨ªa la lucha en ese sentido contin¨²a. Entre m¨¢s barato el material reciclado, mucho mejor para las industrias, pero eso es no reconocer la cadena de valor que hay detr¨¢s de ¨¦l. Entonces, mientras las empresas buscan conseguir sus metas de reciclaje, la mayor¨ªa de los recicladores en el mundo no superan a¨²n las trampas de la pobreza estructural¡±, concluye Silvio Ruiz, quien espera que las luchas de su gremio sean esenciales para entender los impactos sociales de esos residuos.
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