La violencia de g¨¦nero, la otra pandemia que debemos combatir en Am¨¦rica Latina y el Caribe
El Banco Mundial ha priorizado este problema en su agenda de apoyo a los pa¨ªses de la regi¨®n. Resolverlo es crucial para garantizar la plena participaci¨®n de las mujeres y construir el capital humano necesario para un desarrollo sustentable
De los muchos impactos negativos que ha tenido la pandemia de la covid-19, uno de los m¨¢s graves y seguramente el m¨¢s oculto es el dr¨¢stico aumento de la violencia de g¨¦nero en Am¨¦rica Latina y el Caribe. Se la ha calificado -creo que con justicia- como una pandemia silenciosa. Los n¨²meros que muestra la regi¨®n son realmente preocupantes, y las consecuencias f¨ªsicas y emocionales para quienes la sufren permanecen en muchos casos como heridas abiertas de por vida.
El encierro por las cuarentenas, el distanciamiento social y el cierre de escuelas y oficinas, todas medidas muy necesarias para contener la propagaci¨®n del virus, han dejado sin embargo a millones de mujeres y ni?as en una situaci¨®n de mayor aislamiento, dependencia financiera y vulnerabilidad. En el ¨²ltimo a?o se restringi¨® el acceso a servicios de salud, refugios y centros de apoyo legal, y se vio afectada la capacidad de respuesta a emergencias. Es decir, crecieron los factores de riesgo y se redujeron las posibilidades de asistencia.
La regi¨®n es hoy la segunda a nivel global en violencia sexual perpetrada por hombres que no son la pareja de la v¨ªctima. De los 25 pa¨ªses con los n¨²meros m¨¢s elevados de femicidios, 14 est¨¢n en nuestra regi¨®n. Es una tragedia cotidiana, en la que nueve mujeres son asesinadas cada d¨ªa. M¨¢s a¨²n, seg¨²n datos recogidos por Naciones Unidas, en Argentina, M¨¦xico, Colombia y otros pa¨ªses de la regi¨®n, la violencia dom¨¦stica contra las mujeres creci¨® este a?o entre 30% y 50%. Es un triste retroceso.
Debemos tener estos n¨²meros muy presentes en todo momento. Y muy especialmente en los 16 d¨ªas de activismo que observamos todos los a?os a partir del 25 de noviembre, D¨ªa Internacional de la Eliminaci¨®n de la Violencia contra la Mujer. Es una realidad que nos debe llamar a la acci¨®n. No podemos tolerarla, cualquiera sea nuestro lugar. Todos podemos contribuir al cambio. Son nuestras hijas, madres, hermanas, colegas y amigas las que est¨¢n en riesgo.
El Banco Mundial ha hecho de la violencia de g¨¦nero un tema prioritario en su agenda de apoyo a los pa¨ªses de Am¨¦rica Latina y el Caribe. Resolver este problema es crucial para garantizar la plena participaci¨®n de las mujeres en nuestras sociedades y construir el capital humano necesario para un desarrollo sustentable. Seg¨²n el caso, las respuestas incluyen servicios remotos de asesoramiento, entrenamiento a trabajadores de la salud para la identificaci¨®n y derivaci¨®n de casos, apoyo para mejorar el registro de situaciones de violencia y campa?as de comunicaci¨®n, entre otras muchas iniciativas.
En Uruguay, por ejemplo, apoyamos la capacidad de atenci¨®n telef¨®nica, protecci¨®n de v¨ªctimas, seguimiento de casos y monitoreo de posibles agresores, como parte de un programa de colaboraci¨®n con el gobierno. Tambi¨¦n los menores de edad pueden pedir ayuda en l¨ªnea cuando enfrentan situaciones de violencia dom¨¦stica. En Chile asistimos en la creaci¨®n de una plataforma integrada para sobrevivientes de violencia de g¨¦nero; y en Per¨² en el desarrollo de una aplicaci¨®n para la protecci¨®n de v¨ªctimas con apoyo comunitario e informaci¨®n sobre refugios y servicios de atenci¨®n.
Del mismo modo, en Centroam¨¦rica acompa?amos los esfuerzos de los Gobiernos por mejorar la prevenci¨®n y el dise?o de pol¨ªticas tendientes a mitigar riesgos y asistir a las v¨ªctimas de violencia. Y lo mismo hacemos en otros pa¨ªses. En el Caribe, contribuimos a la formaci¨®n de docentes, para que a trav¨¦s de la educaci¨®n combatan de manera activa los estereotipos de g¨¦nero y la violencia contra las mujeres.
Estos son solo algunos ejemplos entre muchos. Sin embargo, no es suficiente. El aumento de la violencia de g¨¦nero en los ¨²ltimos meses indica que debemos hacer m¨¢s. Del esfuerzo combinado que entre todos podamos hacer depende la posibilidad de que millones de mujeres en la regi¨®n accedan a una vida digna, libres de la violencia y plenamente integradas a la econom¨ªa de sus pa¨ªses y el mundo del trabajo.
Este ¨²ltimo punto es clave. Las estimaciones indican que en t¨¦rminos laborales la pandemia afect¨® sobre todo a las mujeres con empleos informales y en el sector de los servicios. Es decir, ensanch¨® la brecha de desigualdad con los hombres.
Debemos cerrar cuanto antes esa diferencia, porque el empoderamiento econ¨®mico y la creaci¨®n de capital humano entre mujeres y ni?as no solo les abren oportunidades, sino que son vitales para su independencia financiera y -vale la pena recordarlo en estos d¨ªas- contribuyen a reducir la violencia de g¨¦nero.
Carlos Felipe Jaramillo es vicepresidente del Banco Mundial para Am¨¦rica Latina y el Caribe.
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