Argentina declara ¡°delito de lesa humanidad¡± la muerte de 500 ind¨ªgenas en la masacre de Napalp¨ª
Un in¨¦dito juicio por la verdad establece la responsabilidad del Estado en la matanza, perpetrada en 1924 ¡°en el marco de un genocidio¡± ind¨ªgena
La masacre ind¨ªgena de Napalp¨ª tiene, al fin, una historia oficial. Un juicio por la verdad sin precedentes en Am¨¦rica Latina ha considerado este jueves un ¡°delito de lesa humanidad¡± ocurrido ¡°en el marco de un genocidio¡± la muerte, el 19 de julio de 1924, de entre 400 y 500 ind¨ªgenas qom y moqoit a manos de la polic¨ªa. El fallo, firmado en Resistencia, Chaco (norte de Argentina), responsabiliza al Estado y establece ocho medidas de reparaci¨®n hist¨®rica. Ha sido un largo camino para las comunidades ind¨ªgenas de la regi¨®n, que durante casi un siglo debieron escuchar la versi¨®n de que la matanza era el resultado de un enfrentamiento entre tribus.
Durante el juicio, iniciado el 19 de abril sin imputados -98 a?os despu¨¦s, no quedan responsables vivos- declar¨® Rosa Grilo, una mujer qom que era una ni?a cuando la polic¨ªa arremeti¨® contra su comunidad y hoy es la ¨²nica sobreviviente de aquella barbarie. Chaco era en 1924 una regi¨®n de avanzada criolla, donde los grandes terratenientes ocupaban a sangre y fuego las tierras m¨¢s productivas de los pueblos originarios. Napalp¨ª era una reducci¨®n, como se llamaba a los campos de trabajo administrados por el Estado, donde los ind¨ªgenas produc¨ªan algod¨®n en un r¨¦gimen de servidumbre. La masacre fue la respuesta oficial a una huelga de 1.000 trabajadores hartos de no cobrar por su trabajo.
Los polic¨ªas y militares ¡°llegaron montando caballos, se establecen a una distancia cercana del campamento y desde all¨ª dispararon con sus fusiles y carabinas, todos a la vez y a mansalva por el espacio de una hora. De forma inmediata, por el impacto de la balacera, cayeron muertos estimativamente entre cuatrocientos y quinientos integrantes de las etnias qom y moqoit, entre ellos ni?as y ni?os, mujeres, algunas de ellas embarazadas, varones, ancianos y ancianas¡±, dice el fallo, firmado por la jueza Zunilda Nirempreger. ¡°En algunos casos, perdieron la vida varios de los componentes de una misma familia. Los/as heridos/as que quedaron en el lugar y no pudieron escapar a tiempo fueron ultimados/as de las formas m¨¢s crueles posibles. Se produjeron mutilaciones, exhibiciones y entierros en fosas comunes¡±, agrega el texto.
¡°El relato de los hechos es muy descriptivo y abarcativo de c¨®mo fue la secuencia de la masacre y su contexto¡±, dice el fiscal Diego Vigay, una de las personas que m¨¢s ha trabajado para que este juicio de la verdad fuese posible. ¡°Cuando empezamos la investigaci¨®n en 2014, nos planteamos la cuesti¨®n de que la verdad abarcara el por qu¨¦ se llev¨® a cabo la matanza, cu¨¢les eran los intereses. La sentencia es valiosa en ese sentido. En el juicio hablaron investigadores de otras masacres y eso puso la sentencia en el marco de un proceso de genocidio contra las comunidades ind¨ªgenas¡±, explica.
El juicio por la verdad dej¨® claro que el Estado fue el responsable de la matanza. ¡°La perpetraci¨®n de la masacre, por su propia complejidad, requiri¨® de la previa concepci¨®n de un plan¡±, dice el fallo, ¡°que supuso una exhaustiva coordinaci¨®n, organizaci¨®n log¨ªstica, distribuci¨®n de roles, movilizaci¨®n de diversos contingentes de tropas, su traslado y concentraci¨®n desde varios d¨ªas antes, gran cantidad de armamento y municiones, su acampe y alimentaci¨®n, adem¨¢s del apoyo de una avioneta que realiz¨® por lo menos, tareas de inteligencia y observaci¨®n¡±.
Una vez asesinadas las familias en huelga, se construy¨® una historia oficial donde las v¨ªctimas se convirtieron victimarios. ¡°A los fines de negar y encubrir la matanza, se present¨® los hechos como un supuesto enfrentamiento entre las etnias y posterior desbande. La prensa oficialista reprodujo la versi¨®n brindada por los oficiales policiales y los funcionarios del Gobierno del territorio, que luego aval¨® la justicia local, en un proceso en el que declararon solo los efectivos y civiles que participaron de la agresi¨®n, pero ning¨²n ind¨ªgena¡±, reconstruye el texto.
La verdad deber¨¢ ser contada ahora en las escuelas chaque?as, seg¨²n orden¨® la jueza. Habr¨¢ tambi¨¦n un museo de la memoria en la que fue la sede de la reducci¨®n, en un pueblo rural que hoy se llama Colonia Abor¨ªgen y que cambiar¨¢ de nombre, y se informar¨¢ a organismos internacionales del resultado de la investigaci¨®n. El juicio por la verdad ha sido el final de un largo camino que tiene a Rosa Grilo, la ¨²nica sobreviviente, como cara visible. Y tambi¨¦n a la Fundaci¨®n Napalp¨ª como promotora. En 1998, cuando nadie hablaba de la masacre y las comunidades ocultaban su historia, Juan Chico, descendiente qom, comenz¨® a preguntarse por la memoria de sus padres y abuelos. Chico investig¨® y en 2008 public¨® un libro que abri¨® a la sociedad la historia de la masacre de Napalp¨ª. ¡°Ha sido un proceso muy tenso, agotador y llegar a esto relaja mucho emocionalmente, saber que por lo menos algo se hizo¡±, dice David Garc¨ªa, miembro de la Fundaci¨®n.
Juan Chico no pudo ver el resultado de su trabajo porque muri¨® el a?o pasado v¨ªctima del coronavirus, pero dej¨® una Fundaci¨®n en marcha. ¡°Tenemos que formarnos para poder abordar la sentencia, porque hay l¨ªneas interesantes, como la reparaci¨®n y las pol¨ªticas p¨²blicas en educaci¨®n. Debemos trabajar para reparar algunos da?os¡±, dice David Garc¨ªa. Comienza ahora el trabajo de reconstrucci¨®n.
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