El servicio a la comunidad del ultra argentino Javier Milei
El precandidato presidencial admiti¨® el montaje de un sistema de franquicias electorales que puso en debate el financiamiento de las campa?as
Gane o pierda, el candidato presidencial Javier Milei prest¨® ya un servicio valioso a la sociedad argentina: nos obliga a preguntarnos c¨®mo se financian las campa?as electorales. Porque una dimensi¨®n es la realidad oficial, la que se declara en los papeles, y otra muy distinta es la realidad real. O, en l¨ªnea con el abanico de cotizaciones del d¨®lar que tenemos, el financiamiento blue. Y esto corre para todos los que sue?an con la Casa Rosad...
Gane o pierda, el candidato presidencial Javier Milei prest¨® ya un servicio valioso a la sociedad argentina: nos obliga a preguntarnos c¨®mo se financian las campa?as electorales. Porque una dimensi¨®n es la realidad oficial, la que se declara en los papeles, y otra muy distinta es la realidad real. O, en l¨ªnea con el abanico de cotizaciones del d¨®lar que tenemos, el financiamiento blue. Y esto corre para todos los que sue?an con la Casa Rosada. Sean Sergio Massa, el propio Milei, Patricia Bullrich u Horacio Rodr¨ªguez Larreta.
Milei sincer¨® la situaci¨®n por necesidad, no porque haya querido. Reaccion¨® porque sali¨® a la luz que mont¨® un sistema de ¡°franquicias¡± electorales. En otras palabras, que aquellos que quieren postularse a un cargo electivo dentro de su espacio tienen que pagar un fee en d¨®lares para quedarse con la candidatura que desean. Eso s¨ª, pueden pagar en cuotas.
El sistema de franquicias, por llamarlo de alguna manera, tiene algunas salvedades. Por ejemplo, cuando la persona es muy conocida y atrae votos por m¨¦rito propio. En ese caso, no tiene que entregar un sobre o malet¨ªn lleno de d¨®lares a los operadores de Milei. Pero el resto ¨Csean que sue?en con ser concejales, intendentes, legisladores provinciales e incluso gobernadores o diputados nacionales-, tiene que aportar verdes. Cara grande, en lo posible.
Pagar por postular tiene sus bemoles. ?Qui¨¦nes pagan lo ven como un gasto o como una inversi¨®n que recuperar¨¢n con creces en la funci¨®n p¨²blica? De ser as¨ª, ?c¨®mo planean recuperar esa inversi¨®n que en algunos casos superan los 40.000 d¨®lares cuando los salarios en el sector p¨²blico son tan bajos? ?Apuestan a la corrupci¨®n, acaso? ?O estamos ante hombres y mujeres dispuestos a sacrificar sus ahorros personales en aras del bien com¨²n?
En el libro C¨®mo mueren las democracias, dos profesores de Harvard -Steven Levitsky y Daniel Ziblatt- exponen otro riesgo. Destacan que una de las funciones de los partidos pol¨ªticos es ¨Co deber¨ªa ser- promover que asciendan los mejores de entre los suyos y evitar que los peores lleguen a un espacio de poder. Pero ese filtro desaparece cuando el ¨²nico requisito viene en forma de billetes de 100 d¨®lares. As¨ª podr¨ªa ocurrir, por ejemplo, que un clan criminal o un jefe narco pague para quedarse con todas las postulaciones en su zona de negocios. ?Suena mucho? La C¨¢mara Nacional Electoral alert¨® sobre este riesgo hace dos meses.
Lejos de retroceder ante la controversia, sin embargo, Milei duplic¨® la apuesta. Denunci¨® que afrontaba ¡°la campa?a de difamaci¨®n m¨¢s grande de la historia argentina¡± y que el periodismo y otros muchos le aplicaban una doble vara. Porque sus candidatos solventaban la campa?a con sus ahorros, acus¨®, mientras que sus contendientes pasan la gorra entre empresarios y narcotraficantes o desv¨ªan fondos p¨²blicos.
Milei prest¨® as¨ª un servicio a la comunidad. Desde hace tres d¨¦cadas es un secreto a voces que una campa?a presidencial cuesta 100 millones de d¨®lares en Argentina, aunque esa cifra puede variar mucho en cada ciclo electoral. No es lo mismo una contienda en tiempos de vacas gordas o flacas, de d¨®lar alto o planchado, de pocos o muchos candidatos, o que las encuestas los muestren cabeza a cabeza o en notable disparidad, entre otros factores.
Pero suponiendo, incluso, que una campa?a presidencial costara este a?o apenas la d¨¦cima parte de aquella cifra m¨¢gica, los aportes que por ley entrega el Estado s¨®lo llegar¨¢n a cubrir una parte de los gastos reales de cada candidato. ?C¨®mo solventar¨¢n el resto? Desde hace a?os, tambi¨¦n, sabemos que los que est¨¢n en la funci¨®n p¨²blica abrevan de la canilla estatal desviando fondos o usando los recursos del Estado, como los ¡°aviones sanitarios¡± de las provincias que en realidad llevan y traen a gobernadores y candidatos. Es tan sabido que los polit¨®logos lo encuadran como una de las facetas de la llamada cancha inclinada. Invito al lector a que compruebe en Google que no es algo novedoso.
Adem¨¢s, tanto los candidatos que est¨¢n en la funci¨®n p¨²blica como aquellos en el sector privado golpean las puertas de los empresarios -grandes, medianos y peque?os-, que aportan en efectivo y en especie. ?C¨®mo? Por ejemplo, solventan las encuestas que necesitan los candidatos, aunque en los balances de sus empresas figurar¨¢n como estudios de mercado comerciales. O prestan sus aviones privados. O cubren los gastos de hotel de los equipos de campa?a. O entregan flotas completas de tel¨¦fonos o autom¨®viles. O se encargan del catering de los actos proselitistas. Los ejemplos son infinitos.
Todo esto sale a la luz en contad¨ªsimas ocasiones. A menudo, por errores o tropiezos. As¨ª tuvimos la llamada causa Cuadernos, por ejemplo, con decenas de empresarios que relataron como trasegaron bolsos llenos de d¨®lares, euros o pesos con referentes kirchneristas, ya fuera por sobornos o como ¡°aportes de campa?a¡±. Nada nuevo. En 2007, ocurri¨® lo mismo con los referentes de la ¡°mafia de los medicamentos¡±. Y tambi¨¦n tuvimos a Juntos por el Cambio, que en 2017 acudi¨® a cientos y cientos de beneficiarios de planes sociales en un intento vergonzoso por blanquear fortunas que hab¨ªa recaudado en negro.
Estas pr¨¢cticas y desviaciones ¨Csobra aclarar- no ocurren s¨®lo en Argentina. Sobran ejemplos en Am¨¦rica Latina y alrededor del mundo. Tenemos a figurones brasile?os, peruanos y de otros pa¨ªses del hemisferio que desfilan por los tribunales por recibir dinero il¨ªcito de Odebrecht para sus campa?as. O al ex presidente franc¨¦s Nicol¨¢s Sarkozy condenado a un a?o de prisi¨®n por el financiamiento ilegal de su campa?a de 2012. O al otrora abogado personal de Donald Trump, Michael Cohen, que se declar¨® culpable de delitos electorales.
Sin embargo, que todo esto ¨Cy m¨¢s- sea cierto, conocido y generalizado entre los pol¨ªticos argentinos y alrededor del mundo no exime de responsabilidad o reproche a Milei, ni tampoco a sus rivales de este a?o. Deber¨ªa llevarlos a no caer en los mismos vicios, pero esperar eso ser¨ªa una ingenuidad. M¨¢s relevante, deber¨ªa llevarnos a nosotros, los ciudadanos argentinos y de otros pa¨ªses a exigir reformas electorales que impongan sanciones reales a los candidatos que infrinjan esas leyes, a un exhaustivo control y su efectiva aplicaci¨®n.
No parece que vaya a ocurrir.
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