Javier Milei: la disyuntiva entre elegir la pastilla azul y la pastilla roja
Es probablemente la expresi¨®n m¨¢s sofisticada (a pesar de su estilo frontal) de un l¨ªder paleo-libertario y anarco-capitalista en Am¨¦rica Latina. Su propuesta es una declaraci¨®n de guerra cultural al progresismo en todas sus manifestaciones
Qu¨¦ duda cabe: por estos d¨ªas, y seguir¨¢ siendo as¨ª por un buen tiempo, Javier Milei ha dado mucho que hablar. Desde su personalidad destemplada que lo ha llevado a insultar incluso al papa Francisco, hasta una relaci¨®n con el cuerpo propio, una hexis corporal que hace pensar en una estrella del rock, con estadios llenos y un p¨²blico enfervorizado. No es de extra?ar que muchos lo tilden de loco, a la derecha y a la izquierda, profetizando lo peor para Argentina de ser elegido presidente.
Pero no es de esto que me interesa hablar. Quiero tomar en serio a Milei y ponerlo en una perspectiva global. En esto, me propongo seguir la pista sugerida por Pablo Stefanoni en su libro ?La rebeld¨ªa se volvi¨® de derecha?, en el que describe esa loca geograf¨ªa pol¨ªtica e ideol¨®gica de las derechas en Estados Unidos y Europa, con una referencia temprana a Milei, quien es incluido en este mundo de intelectuales, actores y categor¨ªas que describen bien la confusi¨®n en la que ha ca¨ªdo el mundo occidental, la complejidad interna de las derechas y el extrav¨ªo de muchas izquierdas frente a ellas.
Milei es probablemente la expresi¨®n m¨¢s sofisticada (a pesar de su estilo frontal) de un l¨ªder paleo-libertario y anarco-capitalista en Am¨¦rica Latina. Su propuesta es una declaraci¨®n de guerra cultural al progresismo en todas sus manifestaciones (¡°zurdos de mierda¡±), rechazando violentamente el discurso de la justicia social. De hecho, fue este tema el que desat¨® su furia con el papa Francisco en el marco de una entrevista con el medio Liberty World Review, volviendo a la carga en otra entrevista con el periodista Tucker Carlson.
Su programa, que la izquierda tildar¨ªa r¨¢pidamente de neoliberal sin reparar en las diferencias al interior de las derechas, se traduce en un empeque?ecimiento del Estado a ocho ministerios, en la liberaci¨®n sin restricciones de la fuerza creadora de la libertad ahogada por el estatismo, privatizaciones de empresas p¨²blicas ineficientes, eliminaci¨®n del Banco Central (¨²nica soluci¨®n, seg¨²n ¨¦l, al flagelo de la inflaci¨®n al ser la instituci¨®n emisora del dinero), cr¨ªtica a la casta sindical que bien podr¨ªa traducirse en restricciones a la sindicalizaci¨®n y a la huelga, todo esto mediante un plan motosierra que, por su propio nombre, trasluce la radicalidad de la propuesta de Javier Milei.
A esto se suma su hostilidad a todo tipo de aborto (es el componente paleo, o si se quiere paleol¨ªtico de su programa), y su aceptaci¨®n del matrimonio homosexual y del consumo de drogas (es el componente libertariano). El pueblo argentino ya le concedi¨® la oportunidad de ensayar en las urnas la aceptaci¨®n de su proyecto, ganando las Primarias Abiertas Simultaneas y Obligatorias (PASO). Sin embargo, enfrentado a una primera vuelta, Milei logra alcanzar el balotaje superando holgadamente (con el 30,35% de los votos y el 81,89% de las mesas escrutadas) a la candidata de centroderecha Patricia Bullrich (23,69%), pero se inclina inesperadamente ante el ministro de Econom¨ªa y candidato presidencial del oficialismo Sergio Massa (36,11%): un ¨¦xito relativo respecto de las PASO.
Pero m¨¢s all¨¢ del contenido de su programa, es importante ubicarlo en una disyuntiva casi dist¨®pica que se refleja bien en una recordada escena de la pel¨ªcula Matrix en su primer episodio del a?o 1999. Como se recordar¨¢, en ese cap¨ªtulo Morfeo le propone a Neo elegir entre dos pastillas: una azul, que le permitir¨¢ permanecer en esa realidad artificial de la Matrix sin hacerse preguntas, y una roja que abre la posibilidad de descubrir la verdad del mundo, o si se quiere la creencia de que otro mundo es posible. Pues bien, detr¨¢s de todos los programas de los l¨ªderes de la alt-right, nueva derecha, derecha radical o extrema derecha a secas, esa misma disyuntiva se est¨¢ haciendo presente.
Argentina no es la excepci¨®n. Racionalmente, las posibilidades de la pastilla roja se refieren a un estado del mundo que supone la negaci¨®n de aquel otro mundo que se encuentra contenido en la pastilla azul, sin ofrecer razones (de hecho, hay mejores razones en el mundo de la pastilla azul, en el que todo es explicable y digerible en base a ilusiones y ausencia de una realidad alternativa). Pues bien, Javier Milei est¨¢ ofreciendo la pastilla roja, la que est¨¢ siendo consumida, en Argentina como en tantas otras partes, por diversas razones: hartazgo con la ¨¦lite pol¨ªtica de izquierda y derecha cl¨¢sica, sensaci¨®n de abandono, repulsi¨®n de la inmigraci¨®n, b¨²squeda de la seguridad y el orden (de all¨ª su idea de liberar el porte de armas), en fin, certezas que no aceptan las razones de aquellos que ofrecen la pastilla azul.
Para que todo esto se haya hecho posible, se necesit¨® de mucho tiempo de consolidaci¨®n del descr¨¦dito de las ¨¦lites de la pastilla azul. En algunos casos, ha sido posible rechazar la promesa (cuyos fundamentos suponen, al final del camino, la destrucci¨®n de la realidad, o de la matrix) de la red pill, pero en muchos otros casos, se ha vuelto dif¨ªcil lidiar con ella. Esto no es una novedad, ya que en los tiempos de la campa?a del Brexit muchos reportajes documentaban la atracci¨®n de la pastilla roja.
A¨²n tengo en la retina una imagen en la que un periodista entrevistaba a una brit¨¢nica dici¨¦ndole algo as¨ª como que todos los expertos se?alan que es irracional votar por el Brexit, ya que traer¨¢ consecuencias negativas para el Reino Unido, a lo cual la dama respond¨ªa con enojo ¡°no me importa la opini¨®n de los expertos, quiero salir de la Uni¨®n Europea¡±. No muy distinto es este intercambio entre el novelista Paul Auster y un taxista: ¡°en 1984, durante la campa?a de reelecci¨®n de Reagan, iba yo a alg¨²n sitio en un coche de alquiler de Brooklyn. El chofer, que hab¨ªa sido soldador en el Astillero de la Armada de Brooklyn, se hab¨ªa quedado sin trabajo cuando el sindicato al que pertenec¨ªa fue desmantelado por la direcci¨®n. Le dije: ¡®Eso puede agradec¨¦rselo a Reagan, el presidente que m¨¢s sindicatos ha pulverizado en la historia¡¯. Y ¨¦l contest¨®: ¡®puede que s¨ª, pero yo voy a votarle de todos modos¡¯. ¡®?Y por qu¨¦ demonios va a votarle?¡¯, le pregunt¨¦. Su respuesta: ¡®porque no quiero que esos cabrones de comunistas se apoderen de Sudam¨¦rica¡± (Aqu¨ª y ahora, cartas entre Paul Auster y J.M.Coetzee).
El balotaje ser¨¢ una excelente oportunidad para hacerse una idea de la magnitud de quienes desean consumir la pastilla roja, ante aquellos otros que, tal observ¨¢ndola tal vez de reojo, a¨²n no est¨¢n dispuestos a dar el paso y abandonar la realidad para aventurarse en otro estado del mundo.
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