El negacionismo de la dictadura que propone Milei no cala en los cuarteles argentinos
Los militares formados en democracia toman distancia de la reivindicaci¨®n de las Juntas que promueve el candidato ultra a la presidencia
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Javier Milei, el candidato presidencial de la ultraderecha argentina, ha puesto patas para arriba los consensos que desde hace 40 a?os mantienen a flote la democracia en el pa¨ªs. Pretende terminar con la educaci¨®n y la salud p¨²blicas, dejar de financiar universidades y se opone a las leyes del aborto y el matrimonio igualitario. Parte de esa ¡°guerra cultural¡±, como la llama, supone una relectura condescendiente con la ¨²ltima dictadura (1976-1983) y el terrorismo de Estado. Al frente de este negacionismo est¨¢ su candidata a vicepresidenta, Victoria Villarruel, nieta, hija y sobrina de militares, que pide una ¡°memoria completa¡± que incluya a las v¨ªctimas de las guerrillas de los setenta y ponga fin a las causas abiertas por delitos de lesa humanidad. Su discurso, sin embargo, no tiene el predicamento esperado en los cuarteles. Las nuevas generaciones de militares, algunos ya nacidos en democracia y todos educados en ella, consideran que poner el tema de la represi¨®n en la agenda atenta contra a?os de esfuerzos por limpiar su imagen.
Las Fuerzas Armadas controlaron la pol¨ªtica argentina durante m¨¢s de 50 a?os. En 1930 iniciaron con el primer golpe de Estado una larga serie que intent¨® reprimir, primero, al primer partido de masas de Am¨¦rica Latina, la Uni¨®n C¨ªvica Radical (UCR), y luego, a partir de 1955, al peronismo. Cuando entregaron el poder en 1983 hab¨ªan sacado por la fuerza de la Casa Rosada a cinco gobiernos democr¨¢ticos, sin contar los cambios de mando de palacio. El presidente de la transici¨®n, el radical Ra¨²l Alfons¨ªn, juzg¨® a los jerarcas de la dictadura en 1985. En 1991, un peronista, Carlos Menem, los indult¨®. Con el menemismo, sin embargo, se inici¨® tambi¨¦n un proceso de desfinanciaci¨®n de las Fuerzas Armadas y el repliegue de las tropas a los cuarteles. Hoy los militares argentinos no quieren saber nada de la pol¨ªtica. Y el consenso democr¨¢tico alrededor del ¡°nunca m¨¢s¡± neutraliz¨® cualquier intento de reescritura de la historia o glorificaci¨®n pol¨ªtica del terrorismo de Estado. Hasta ahora.
Cuando Javier Milei fue interpelado sobre la dictadura en el primer debate de candidatos, repiti¨® las palabras del almirante Emilio Massera durante el juicio a las Juntas. Dijo que en los setenta hubo ¡°una guerra¡± en la que se cometieron ¡°excesos¡±, pero nunca un plan sistem¨¢tico de exterminio. Era el primer aspirante a la Casa Rosada que se animaba a tanto y el primero que no perdi¨® votos por ello. Su candidata Villarruel va m¨¢s all¨¢. Pretende terminar con los juicios por delitos de lesa humanidad, convertir el Museo de la Memoria, que ocupa el que fue el mayor centro de detenci¨®n y torturas de la dictadura, la Esma, en una escuela ¡°para disfrute de todos¡± y depurar el programa de pensiones que reciben las v¨ªctimas. Durante esta semana, defendi¨® p¨²blicamente a un militar que celebr¨® en redes que en el ba¨²l de un Ford Falc¨®n verde, como los usados para secuestrar militantes, cab¨ªan siete personas ¡°aunque un poco inc¨®modas¡±. Dice, adem¨¢s, que los desaparecidos no fueron 30.000, como sostienen los organismos de derechos humanos, sino ¡°solo¡± los 8.961 que registr¨® la comisi¨®n de la verdad, Conadep, que cre¨® Alfons¨ªn en el inicio de su Gobierno.
¡°Somos otra generaci¨®n y estamos molestos¡±
El discurso de Villarruel cala entre los militares retirados, con cargos durante la dictadura y muchos de ellos condenados o con procesos abiertos por delitos de lesa humanidad. Pero no en los actuales, formados ya en democracia. ¡°Somos otra generaci¨®n y estamos molestos¡±, aclara una fuente de la Armada en estricta reserva porque est¨¢n impedidos por reglamento de expresar cualquier opini¨®n pol¨ªtica. ¡°Los que estuvieron en esa ¨¦poca [la dictadura] ya pagaron, fueron condenados ?Para qu¨¦ volver atr¨¢s con un discurso que te sigue jugando en contra despu¨¦s de 40 a?os?¡±.
La misma pregunta se hace la polit¨®loga argentina Victoria Murillo, directora del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Columbia. ¡°Partidos como el Frente Nacional en Francia [de Marine Le Pen] buscaban en el inicio influenciar en la agenda de pol¨ªticas p¨²blicas. Una vez que la agenda de pol¨ªticas p¨²blicas cambia, es para ellos m¨¢s f¨¢cil acumular votos. Cuando un tema se vuelve normal, el partido extremo resulta menos extremo¡±, explica.
Villarruel, de hecho, ha traspasado varias l¨ªneas rojas, como la de proponer que las Fuerzas Armadas argentinas se sumen a las tareas de seguridad interior, al mismo nivel que la polic¨ªa o la gendarmer¨ªa. Hoy lo tienen prohibido por una ley de Alfons¨ªn que garantiz¨® la sumisi¨®n de los militares al poder civil. ¡°Las Fuerzas, despu¨¦s de la dictadura, no quieren meterse en ese juego, que nos hizo perder credibilidad, fondos, propiedades¡±, dice la misma fuente de la Armada. Desde el Gobierno tambi¨¦n consideran que los militares actuales no quieren involucrarse en el combate contra el narcotr¨¢fico o la delincuencia com¨²n. ¡°Hay mucha renovaci¨®n, con camadas de j¨®venes profesionales. Nadie se quiere involucrar en cuestiones de seguridad nacional, porque lo consideran un problema y saben que no est¨¢n preparados para eso¡±, dice una fuente oficial conocedora del sector. Para Villarruel, las reticencias tienen sentido, porque en los casos en los que el ej¨¦rcito se ha metido en la seguridad interior ¡°creci¨® la corrupci¨®n¡±.
?Y qui¨¦nes son los militares que apoyan p¨²blicamente a Villarruel? ¡°Son retirados antes de tiempo que no cobran beneficios por su retiro, casos individuales con poca ascendencia interna¡±, responden desde el Gobierno. Todas estas reticencias no impiden que muchos de ellos voten, finalmente, por Milei. La candidata a vicepresidenta les ha prometido una importante subida del presupuesto en caso de llegar a la Casa Rosada. Est¨¢ por ver si eso ser¨¢ suficiente para sumar apoyos en los cuarteles.
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