El f¨²tbol infantil argentino pelea por mantener su esencia: ¡°Hoy juegan para el club que les ofrece m¨¢s dinero¡±
Ni?os de entre seis y 12 a?os se forman en un ambiente que cada vez privilegia m¨¢s la alta competencia y olvida la funci¨®n social del deporte
¡°Cualquier persona que vea esto te va a decir que estamos locos. Lo que se vive ac¨¢ no lo encontr¨¢s en ninguna otra parte del mundo¡±, dice Flavio Esp¨®sito, coordinador de baby f¨²tbol del Club Uni¨®n Devoto Social Allende, en la ciudad de Buenos Aires, al lado de uno de los arcos. Habla del partido que juegan doce chicos nacidos en 2016, en el marco de una fecha de la Liga FEFI, algo as¨ª como ¡°la Asociaci¨®n del F¨²tbol Argentino (AFA) del baby¡±.
Los gritos de los entrenadores son constantes y forman parte del sonido de ambiente. Cada equipo tiene dos ¡°profes¡±. ¡°?And¨¢ hasta el fondo!¡±, ¡°?no te puede cabecear!¡±, ¡°?encim¨¢!¡±, ¡°?llevalo lejos!¡±, ¡°?jug¨¢!¡±, ¡°pegale con el empeine¡±, gritan. Los padres, sentados en gradas a los costados de la cancha de piso de baldosa, hacen m¨¢s ruido: festejan los goles y aplauden cada jugada, adem¨¢s de alentar. El techo de chapa hace que todo retumbe. No faltan las banderas con los nombres de los pibes y dos frases pintadas sobre una pared: ¡°La pelota no se mancha¡±, que hizo c¨¦lebre Diego Maradona y ¡°El esfuerzo es la magia que transforma los ¨¦xitos en realidad¡±.
Los chicos tienen entre siete y ocho a?os. Ya se les notan gestos t¨¦cnicos de potenciales promesas. Allende y Los Matadores, el rival de la fecha, forman parte de la elite del baby f¨²tbol, una actividad hist¨®rica en el ¨¢rea Metropolitana de Buenos Aires . En los ¨²ltimos 20 a?os se volvi¨® tan competitiva que un grupo de clubes paga ¡°vi¨¢ticos¡± de hasta 40.000 pesos (40 d¨®lares) por partido jugado.
Los chicos de entre 6 y 12 a?os con m¨¢s condiciones son convocados por clubes de otras ligas. Como los horarios de las competiciones son distintos, pueden jugar entre tres y cuatro partidos por fin de semana. Y no es todo: hay que sumar el encuentro que disputan los domingos a la ma?ana en cancha de once, defendiendo camisetas de clubes de la AFA. Ah¨ª tambi¨¦n reciben ingresos. La suma total mensual puede alcanzar los 500 d¨®lares, el doble de un salario m¨ªnimo. Los chicos son reclutados por descubridores de talentos que se pasan los fines de semana rastreando promesas.
¡°Cambi¨® todo¡±, dice Esp¨®sito, que lleva m¨¢s de 30 a?os en el baby y es entrenador de la reserva de V¨¦lez S¨¢rsfield, en la primera divisi¨®n. ¡°Ya no es todo tan familiar. Cada a?o se nos pueden ir dos pibes por equipo [cada club presenta en cada liga siete equipos, compuestos por ni?os nacidos entre 2011 y 2017]. Se van a jugar para el que les ofrece m¨¢s dinero. Pero los chicos no eligen, son los padres quienes toman las decisiones¡±.
Eduardo Pino Hern¨¢ndez es otro experimentado. Super¨® los 30 a?os en el baby y pas¨® por el f¨²tbol juvenil de V¨¦lez. Es coordinador del Club Social y Deportivo Villa Real. Dice que convers¨® con esos padres en reiteradas ocasiones: ¡°Lo primero que te dicen es ¡®yo no tengo para comer. Tengo varios hijos y estoy sin trabajo¡¯. ?Qu¨¦ les voy a responder? No te pod¨¦s meter mucho m¨¢s¡ pero hacer sentir figura a chicos tan chicos les hace mal. El s¨¢bado te juegan dos o tres partidos y el domingo a la ma?ana, cuando tiene que jugar en cancha de once, sienten el desgaste f¨ªsico. Son cracks pero est¨¢n cansados. Ahora, los clubes de AFA intentan evitar que sus jugadores de infantiles jueguen m¨¢s de un partido por s¨¢bado¡±.
La primera Liga de baby fue organizada por la Polic¨ªa Federal a principios de los setenta. En 1978 naci¨® FAFI y durante 30 a?os fue la competencia m¨¢s importante. Por sus campeonatos pasaron Carlos T¨¦vez, Sergio Ag¨¹ero, Javier Saviola, Gonzalo Higua¨ªn o Javier Mascherano. Tambi¨¦n miles de chicos que lograron el sue?o de ser profesionales y much¨ªsimos m¨¢s que no. Tan popular era la liga que se exist¨ªa la revista Fulbito para cubrir la actividad.
¡°Era ultracompetitivo. Para comienzos de los noventa muchos de los clubes tra¨ªan pibes y les ofrec¨ªan vi¨¢ticos y plata por jugar. Era enfermizo: una locura argentina por la alta competencia. Los clubes se llenaban de enero a marzo. Pero cuando llegaba el momento de hacer los fichajes, solo dejaban a los que jugaban bien. El resto lloraba¡±. El que habla es Marcelo Cher?avvsky, fundador de la Federaci¨®n de Escuelas de F¨²tbol Infantil (FEFI).
Esos chicos ¡°pagos¡± viv¨ªan en barriadas de las afueras de Buenos Aires y llegaban a los clubes de la capital en coches contratados por el club, rompiendo con la l¨®gica de que cada chico juegue en el equipo de sus barrios. De ah¨ª que algunos clubes con jugadores ¡°genuinos¡± le cantaban a sus rivales cosas como ¡°con los chicos del barrio les vamos a ganar¡± o ¡°nosotros no pagamos rem¨ªs¡±.
Cher?avvsky cre¨® FEFI en 1993, con 12 clubes y un cambio primordial en el reglamento: a diferencia de FAFI, en su liga todos los chicos ten¨ªan que jugar al menos cinco minutos por partido. Adem¨¢s, se suspendieron los descensos y ascensos. El ambiente del f¨²tbol infantil lo acompa?¨®: hoy son m¨¢s de 400 clubes, 17 zonas (una es exclusiva de ni?as) y m¨¢s de 30.000 jugadores fichados. Es, por lejos, la liga m¨¢s prestigiosa del pa¨ªs. Uno de los pr¨®ximos objetivos de su comisi¨®n directiva es instalarla en ciudades de Espa?a.
¡°Tenemos constatado que un grupo muy chico de clubes siguen contratando pibes. Nuestra sugerencia es que no lo hagan, porque los chicos no tienen sentido de pertenencia. Ni ellos ni sus pap¨¢s. Adem¨¢s, salir campe¨®n es lindo. ?Pero con qui¨¦n lo festej¨¢s si los chicos de tu equipo no llegan a hacerse amigos?¡±, se pregunta Cher?avvsky. ¡°El baby y los clubes de barrio son para sociabilizar. Si hace las cosas bien, el club contribuye a sacar chicos de las calles, los integra, les ense?a a ser personas de bien¡±, dice.
Varios jugadores del plantel campe¨®n en el Mundial de Qatar 2022 pasaron por FEFI y otras ligas de Buenos Aires: Rodrigo De Paul, Gonzalo Montiel, Leandro Paredes, Enzo P¨¦rez, Alexis Mac Allister, Thiago Almada o Nicol¨¢s Ottamendi. Hay leyendas que dicen que algunos de ellos recib¨ªan vi¨¢ticos y dinero por jugar. ¡°El baby es la primaria de sus carreras. Es importante para que los chicos crezcan, desde la parte futbol¨ªstica, compitiendo. Para sus doce a?os pueden llevar 200 partidos disputados. Es un rodaje considerable¡±, agrega Hern¨¢ndez.
Milc¨ªades Pe?a reflexiona sobre el f¨²tbol infantil en un caf¨¦ de Palermo. Fue legislador porte?o y lo conoci¨® por sus hijos. Y tambi¨¦n por su oficio de periodista: fund¨® el programa radial El Semillero, por el que se transmitieron partidos durante 28 temporadas. Pe?a intent¨® imponer como regla que todas las ligas se jugasen a la misma hora. El fin era evitar que los chicos se pasen la tarde yendo de un club a otro a cambio de dinero, pero el proyecto se frustr¨®.
¡°Existe una diferencia entre el f¨²tbol y otras disciplinas¡±, plantea Pe?a. ¡°A los chicos que juegan al f¨²tbol le preguntamos si ganaron o perdieron. Si practica otro deporte, la pregunta es ¡®?te divertiste?¡¯. Eso tiene que ver con la relaci¨®n que tenemos con el f¨²tbol. De todas formas, el club de barrio mantiene su esencia m¨¢s all¨¢ de lo que se vive en el segmento profesionalizado. Hay centenares de clubes donde los chicos juegan, se divierten y listo. Ahora, lo que pasa es que si uno juega muy bien, viene otro club y se lo quiere llevar. Eso distorsiona la vida de ese chico¡±.
En Buenos Aires hay una imagen que forma parte del paisaje de sus calles: ni?os que caminan, a la par de sus padres, vestidos de peque?os futbolistas, con botines y canilleras. Se dirigen hacia el club de barrio. ¡°Es muy argentino traer a un hijo a f¨²tbol. Ac¨¢ tenemos chicos de cuatro a?os. Son piojitos entrenando, que van a empezar a competir a los seis¡å, cuenta Esp¨®sito. Los clubes los reciben desde esa edad, pero hay padres que consultan para inscribirlos desde los tres o incluso antes.
Los chicos entrenan dos veces por semana y juegan los s¨¢bados. La mayor¨ªa paga una cuota y el que no puede recibe una beca. Adem¨¢s de jugar, festejan cumplea?os y pasan tiempo entre amigos. Los padres organizan actividades para cubrir gastos o realizar obras. Algunos clubes superan los 300 jugadores de f¨²tbol, a pesar de que las distancias entre instituciones son muy cortas.
Milc¨ªades Pe?a termina su caf¨¦ con una ¨²ltima conclusi¨®n sobre el tema: ¡°El argentino es competitivo en todos los sentidos, no solo en lo deportivo. Tenemos identidad de equipo. Creo que el ADN de la competencia se va forjando en los clubes de barrio que, por suerte, todav¨ªa no pierden la cercan¨ªa en la comunidad ni su identidad¡±. Eso tambi¨¦n es el f¨²tbol infantil porte?o.
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