Ivan Jablonka: ¡°El patriarcado nos envenena tanto como a las mujeres¡±
Tras ¡®La?titia o el fin de los hombres¡¯, el escritor franc¨¦s recorre la historia de la dominaci¨®n masculina en ¡®Hombres justos¡¯, donde propone refundar la virilidad para hacerla compatible con la igualdad de g¨¦nero
Ivan Jablonka (Par¨ªs, 1973) es un macho beta. ¡°Desde que era peque?o, me sent¨ª inc¨®modo con el modelo de virilidad obligatorio¡±, relata en el comedor de su domicilio en Par¨ªs, en la octava planta de una torre vetusta del barrio de Belleville. ¡°Me gustaban cosas de chicas: los dibujos animados de ni?as, la poes¨ªa, las confidencias. A los 16 o 17 a?os, empec¨¦ a recibir insultos hom¨®fobos, pese a creerme m¨¢s bien heterosexual¡±, afirma el historiador y soci¨®logo franc¨¦s, con su esposa y sus tres hijas en la habitaci¨®n contigua. A finales de 2017, el acontecimiento del Me Too fue el cataclismo feliz que intensific¨® las epifan¨ªas de orden privado que ¨¦l hab¨ªa experimentado en las ¨²ltimas d¨¦cadas. ¡°Una serie de evoluciones afectivas e intelectuales me hicieron tomar conciencia de algo para lo que no ten¨ªa palabras: que exist¨ªan mil maneras distintas de ser un hombre¡±, a?ade.
El resultado de esa reflexi¨®n fue Hombres justos (Anagrama / Libros del Zorzal), un ensayo sobre la historia de la dominaci¨®n patriarcal en el que propone reinventar la noci¨®n de hombr¨ªa ¡°para reconciliarla con los derechos de las mujeres y la ambici¨®n democr¨¢tica de nuestra sociedad¡±, afirma el autor, que saluda la reciente multiplicaci¨®n de ensayos sobre la llamada nueva masculinidad, opuesta al ideal de virilidad, fortaleza y temple que ha imperado durante siglos. Teorizado en c¨ªrculos universitarios anglosajones desde los ochenta, este contramodelo protagoniza un sinf¨ªn de ensayos a la luz del caso Weinstein y sus corolarios, siempre bajo sospecha de cierto oportunismo. En el caso de Jablonka, sin embargo, la reflexi¨®n viene de lejos. El origen de este nuevo ensayo se encuentra en La?titia o el fin de los hombres, la exitosa cr¨®nica del asesinato y descuartizamiento de una adolescente de 18 a?os que tuvo lugar en 2011.
¡°La experiencia del var¨®n blanco y heterosexual no es universal. Debe ceder lugar y poder a los dem¨¢s¡±
En las p¨¢ginas del libro, Jablonka lo describ¨ªa como un estudio sobre ¡°el espectro de las masculinidades descarriadas del siglo XXI, tiran¨ªas de machos, paternidades deformadas, el patriarcado que no termina de morir¡±. Era un volumen sobre ¡°las corrupciones viriles¡± que le hizo sentir, por primera vez, verg¨¹enza de su propio g¨¦nero. ¡°El subt¨ªtulo del libro lo dejaba claro: fue un primer intento de reflexi¨®n sobre lo masculino, sobre una masculinidad patol¨®gica y perversa. Ante ese modelo criminal, ?qu¨¦ podemos hacer? Quise darle una continuaci¨®n m¨¢s positiva y luminosa¡±, afirma el autor, que opina que la supuesta crisis de la masculinidad es una suerte, porque permitir¨¢ ¡°quebrar el monolito¡± y refundar un modelo caduco. ¡°Una vez diagnosticado el fin de los hombres, podemos hacerlos renacer con rasgos de hombres justos. Todav¨ªa no hay que tirar a los hombres a la basura. Hay esperanza para el cambio¡±.
Si uno apunta a sus acentos ut¨®picos, en la vida como en el libro, Jablonka no se lo toma mal. ¡°Necesitamos utop¨ªas en este mundo triste, rea?lista. Los grandes cambios del siglo pasado surgieron de utop¨ªas. Los del siglo XXI, como la lucha contra el cambio clim¨¢tico, la reforma del capitalismo y la justicia de g¨¦nero, tambi¨¦n lo son¡±, responde. ¡°Los hombres justos a¨²n no existen, porque la estructura social nos encarcela. El patriarcado nos envenena a todos, a los hombres tanto como a las mujeres¡±, a?ade el autor, que en su libro propone una ¡°redistribuci¨®n de g¨¦nero¡±, similar a la que se realiza con la riqueza. Hombres justos tambi¨¦n es un tratado sobre la noci¨®n de ¡°contramascu?linidad¡±, un contrapoder que permita luchar contra la hipertrofia de lo masculino. ¡°La experiencia del hombre blanco heterosexual no es universal, no representa a la humanidad entera. El hombre debe colocarse en el lugar que le pertenece y ceder espacio y poder a los dem¨¢s¡±.
¡°Las mujeres ya no se parecen a sus madres, pero nosotros a¨²n somos como nuestros abuelos¡±
En el recorrido hist¨®rico que propone Jablonka sobresale una ¡°ultraminor¨ªa¡± de hombres que lucharon por la igualdad. El resto prefiri¨® mantenerse al margen de un debate residual, pero existente. ¡°?Prudencia, indiferencia, ceguera, desprecio, misoginia, miedo de traicionar el orden del g¨¦nero?¡±, se pregunta el autor. Con excepciones notables como Condorcet en Francia o John Stuart Mill en Inglaterra, pocos tomaron partido por esta causa. Karl Marx no era proletario, William Garrison no fue esclavo y Andr¨¦ Gide no trabaj¨® a la fuerza en las plantaciones del Congo, lo que no impidi¨® que se implicaran en la lucha de clases, el abolicionismo y el desmantelamiento del r¨¦gimen colonial. ¡°En la cuesti¨®n de los derechos de las mujeres, la mayor¨ªa se content¨® con el statu quo¡±, se?ala Jablonka, que hace un llamamiento a un ¡°4 de agosto de 1789¡± de la igualdad, la fecha en que la Asamblea Constituyente aboli¨® el sistema feudal en Francia. Un gui?o a la Revoluci¨®n Francesa que le vali¨® alguna cr¨ªtica cuando el libro se public¨® en su pa¨ªs, donde sus impulsores acabaron guillotinando a Olympe de Gouges y traicionando al resto de mujeres que aspiraban a beneficiarse del fin de los privilegios.
Otro ataque puntual consisti¨® en tratarlo como uno de esos aliados que se ponen debajo de los focos medi¨¢ticos hasta acabar eclipsando a las propias mujeres a las que quer¨ªan defender. Jablonka se defiende oponi¨¦ndose a ¡°la biologizaci¨®n del feminismo¡±. ¡°Se trata de un pensamiento cr¨ªtico que busca maximizar los derechos de las mujeres en un contexto de violencia y discriminaci¨®n. Nada impide a un hombre adue?arse de ese combate. Lo que ser¨ªa rid¨ªculo es que me presentara como un h¨¦roe del feminismo, pero no es el caso: solo quiero contribuir a redefinir la masculinidad. Por lo dem¨¢s, estoy en contra del debate sobre la apropiaci¨®n: se puede ser egipt¨®logo sin haber conocido a Cleopatra¡±, rebate el autor. ¡°El mayor riesgo que corren los hombres es quedarse callados, descolgarse del paso al que avanza la historia. Hoy la modernidad pol¨ªtica la encarnan las mujeres y los hombres se est¨¢n quedando rezagados. Ellas ya no se parecen a sus madres. Nosotros, en cambio, seguimos pareci¨¦ndonos a nuestros abuelos¡±.
Masculinidad disidente
Uno de los aspectos m¨¢s apasionantes del ensayo es la genealog¨ªa hist¨®rica que propone para esta mascu?linidad disidente. Jablonka acude a buscar modelos alternativos al hegem¨®nico y los encuentra en ¡°los sub?hombres¡±. En ¡°el jud¨ªo, el negro y el homosexual¡±. En el hombre sin cualificaci¨®n viril y el var¨®n sufriente. En la cultura asquenaz¨ª previa a la fundaci¨®n de Israel, que permit¨ªa proyectarse en la masculinidad ¡°como intelectual y flacucho, no como atleta ni como macho¡±. En los hombres d¨¦biles de la Biblia, en Abraham est¨¦ril e Isaac ciego. En los jud¨ªos de la era romana, que prefer¨ªan filosofar antes que pelear. En los primeros cristianos, que heredaron ¡°esa debilidad deseada¡±, un signo distintivo que los separaba de la brutalidad de Roma. Y as¨ª hasta llegar a los obreros desclasados del siglo XX o incluso a Charlie Chaplin, su modelo absoluto: el hombre desvirilizado, sin trabajo ni dinero, en guerra abierta con la masculinidad de los poderosos. ¡°En esa actitud hay un potencial feminista¡±, sospecha el escritor.
Toda obsesi¨®n suele esconder una herida. Jablonka procede de una familia tradicional, donde el padre trabajaba y la madre se ocupaba del hogar. ¡°A la vez, esa configuraci¨®n a la antigua se ve¨ªa perturbada por el hecho de que mi padre era hu¨¦rfano del Holocausto, una figura de fragilidad y vulnerabilidad masculina¡±, relata. ¡°Yo sigo viviendo entre dos masculinidades: soy blanco, burgu¨¦s y heterosexual, pero tambi¨¦n un hombre angustiado, un intelectual y un jud¨ªo, lo que me conecta con modelos masculinos degradados. Cuando era adolescente me hac¨ªa sufrir. Ahora creo que fue una suerte¡±. De repente, Jablonka se levanta y sale al balc¨®n para se?alar, entre las callejuelas que rodean su modesto rascacielos, el lugar preciso donde sus abuelos, jud¨ªos polacos exterminados en ?Ausch?witz, fueron arrestados durante la guerra. No lo dice en el libro, aunque tampoco hace falta: la llave que da acceso a esta nueva masculinidad podr¨ªa ser la capacidad de entender la opresi¨®n y la exclusi¨®n de los dem¨¢s porque uno las ha vivido en sus carnes.
Lecturas
Hombres justos. Ivan Jablonka. Traducci¨®n de Agustina Blanco Anagrama / Libros del Zorzal, 2020. 464 p¨¢ginas. 21,90 euros.
La nueva masculinidad de siempre. Antonio J. Rodr¨ªguez. Anagrama, 2020. 240 p¨¢ginas. 18,90 euros.
Masculinidades, violencia e igualdad. Iv¨¢n Sambade. Ediciones Universidad de Valladolid, 2020. 292 p¨¢ginas. 17,10 euros.
Masculinities. Alona Pardo (ed.). Prestel, 2020. 319 p¨¢ginas. 58 euros.
Testosterone, An Unauthorized Biography. Rebecca M. Jordan-Young y Katrina Karkazis
Harvard University Press, 2019. 274 p¨¢ginas. 24,95 euros.
Game Boy. V¨ªctor Parkas. Caballo de Troya, 2019. 176 p¨¢ginas. 14,90 euros.
Hombres (blancos) cabreados. Michael Kimmel. Traducci¨®n de Daniel Esteban. Barlin, 2019. 416 p¨¢ginas. 21 euros.
El aliado. Iv¨¢n Repila. Seix Barral, 2019. 256 p¨¢ginas. 18,50 euros.
El hombre que no deber¨ªamos ser. Octavio Salazar. Planeta, 2018. 96 p¨¢ginas. 6,95 euros.
Nuevos hombres buenos. Ritxar Bacete. Pen¨ªnsula, 2017. 392 p¨¢ginas. 17,90 euros.
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