Matar herejes, un crimen inexpiable
El ensayista Antonio Pau ilustra su apasionada defensa de la libertad de pensamiento analizando la vida y la obra de una veintena de perseguidos por la Iglesia

¡°Matar herejes es introducir en la tierra un crimen inexpiable¡±, afirmaba en el siglo IV el padre de la Iglesia Juan Cris¨®stomo. Doce siglos despu¨¦s lo ratificaba Lutero: ¡°Quemar herejes es contrario a la bondad del Esp¨ªritu Santo¡±. Por las mismas fechas, el pastor protestante S¨¦bastien Castellion, primero protegido por Calvino y luego repudiado, afirm¨® que no hay en la Biblia un solo texto que justifique la ejecuci¨®n de los herejes. Dos pensadores de orientaci¨®n religiosa tan divergente como el ap¨®stol Pablo de Tarso y el fil¨®sofo ateo Ernst Bloch coinciden en la necesidad de la herej¨ªa. Pablo de Tarso afirma: ¡°Conviene que haya herejes¡±. Bloch escribe en el frontispicio de su libro Ate¨ªsmo en el cristianismo: ¡°Lo mejor de las religiones es que produce herejes¡±.
Sin embargo, la Iglesia no ha seguido tan certeras recomendaciones. Todo lo contrario, desde muy pronto cre¨® la figura de los herejes e inici¨® la persecuci¨®n contra ellos hasta justificar la aplicaci¨®n de la pena de muerte. Una demostraci¨®n de dicha persecuci¨®n es este excelente libro de Antonio Pau que traza un gran fresco her¨¦tico a lo largo de 17 siglos de la historia del cristianismo, desde el siglo II al XIX, a trav¨¦s de un recorrido por la vida y el pensamiento y los tormentos f¨ªsicos y mentales a que fueron sometidos 22 mujeres y hombres.
He aqu¨ª algunos ejemplos: el te¨®logo Marci¨®n, declarado hereje por contraponer el Dios malo del Antiguo Testamento al Dios misericordioso del Nuevo; el predicador itinerante Pedro Valdo, excomulgado por vivir el ideal evang¨¦lico de la pobreza en toda su radicalidad; el Maestro Eckhart, condenado post mortem; la costurera de Toledo Isabel de la Cruz, condenada a reclusi¨®n perpetua ¡°por hablar e doctrinar siendo muger e sin letras¡±; el maestro zapatero Jakob B?hme, a quien Hegel define como ¡°el primero de los fil¨®sofos alemanes¡±, silenciado por defender la pluralidad de religiones y la fidelidad a la conciencia; el hortelano y mozo de cuerda Andreas Bodenstein, perseguido por Lutero y el Papa; el m¨¦dico Miguel Servet, ejecutado por orden de Calvino; la m¨ªstica Mar¨ªa Jes¨²s de ?greda, acechada por la Inquisici¨®n, y su obra La m¨ªstica ciudad de Dios, colocada en el ?ndice de libros prohibidos; Barbara Zdunk y Janet Horn, acusadas de brujer¨ªa y quemadas en la hoguera. Esta ¨²ltima, al sentir fr¨ªo, se calent¨® las manos en su propia pira.

Sus vidas fueron ejemplares y consecuentes con el Evangelio. Vivieron austeramente, volvieron a la pureza del cristianismo originario, denunciaron las alianzas entre el trono y el altar, lucharon por una Iglesia pobre, trabajaron por la paz y el amor entre los seres humanos, compaginaron la contemplaci¨®n con la acci¨®n solidaria hacia los pobres, tuvieron el rico tesoro de la paz interior. Sin embargo, fueron acusados de herej¨ªa y sometidos a procesos inquisitoriales en nombre de Dios ¡ª¡±sin que Dios estuviera presente¡±¡ª que desembocaron en c¨¢rceles, destierros, torturas, despedazamientos, decapitaciones, tormentos, sus cuerpos y sus libros quemados en la hoguera y sus restos mortales desenterrados. Los relatos de Pau son estremecedores, hasta el punto de ser considerados fant¨¢sticos e inveros¨ªmiles, lo m¨¢s parecido a historias para no dormir, pero ¡°son absolutamente reales¡±. Son la memoria subversiva y peligrosa de la violencia eclesi¨¢stica contra la libertad de conciencia.
Suscribo la conclusi¨®n de Antonio Pau: ¡°En una ¨¦poca como la nuestra, en que hay temor de expresar lo que se salga del pensamiento ¨²nico y en que la conducta se procura mantener en el cauce de lo pol¨ªticamente correcto, los herejes son un aut¨¦ntico modelo de comportamiento social¡±, porque ¡°tuvieron el valor de decir lo que pensaban y de morir por sus ideas¡ y no se traicionaron a s¨ª mismos¡±. Ah¨ª radica, a mi juicio, la actualidad de este libro.
El problema de la verdad ha tenido que ver siempre con el poder, como reconoce Michel Foucault, hasta el punto de conformar un c¨ªrculo vicioso del que resulta dif¨ªcil salir: ¡°Estamos sometidos a la producci¨®n de la verdad desde el poder y no podemos ejercitar el poder m¨¢s que a trav¨¦s de la producci¨®n de la verdad¡±. Lo mismo puede decirse de la ortodoxia, que ¡°no es tanto una cualidad del esp¨ªritu como la necesidad del poder¡±. As¨ª lo reconoce el poeta Jos¨¦ ?ngel Valente en su estudio sobre Gu¨ªa espiritual, del m¨ªstico Miguel de Molinos, obra condenada por her¨¦tica, recuperada ahora por la editorial D¨ªas Contados y analizada en el libro de Pau. De la ortodoxia que la autoridad eclesi¨¢stica quiere imponer incluso recurriendo a la violencia puede decirse lo que Nietzsche afirma de la verdad: ¡°Es aquella clase de error sin la cual una especie de seres vivos no pod¨ªa vivir¡±. Por lo mismo, la figura del hereje es una construcci¨®n ideol¨®gica del poder eclesi¨¢stico para controlar la libertad de conciencia e imponer el pensamiento ¨²nico.

Herejes
Autor: Antonio Pau.
Editorial: Trotta, 2020.
Formato: 144 p¨¢ginas. 13 euros.
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