Demoliciones y reformas Mart¨ªn Lutero
Dos obras muy equilibradas indagan en la controvertida figura del reformador de Eisleben en el quinto centenario del movimiento que desafi¨® el poder de la Iglesia de Roma
Cuando alguno de mis estudiantes de tercer ciclo se retrasa con la redacci¨®n de su tesis doctoral, siempre le pongo, para estimularle, el ejemplo de Mart¨ªn Lutero, que al parecer (aunque no es seguro) redact¨® en una sola noche y despu¨¦s clav¨® en la puerta de la iglesia del castillo de la ciudad de Wittenberg un escrito con 95 tesis en contra (para decirlo brevemente, pues el asunto es mucho m¨¢s complejo) de la pol¨ªtica de indulgencias llevada a cabo por la Iglesia de Roma. Eso ocurri¨® el 31 de octubre de 1517, v¨ªspera de la fiesta de Todos los Santos, por lo que esa fecha se considera la del inicio de la reforma protestante.
As¨ª, este a?o en que se conmemora el quinto centenario de la Reforma, es un buen momento para volver a recrearse en las pinturas de Lucas Cranach y en las litograf¨ªas de Alberto Durero y para volver a escuchar la m¨²sica de Juan Sebasti¨¢n Bach y de F¨¦lix Mendelssohn, pero sobre todo es la ocasi¨®n para profundizar en la figura del padre del protestantismo al cumplirse esos 500 a?os de la ruptura con Roma de una parte de la cristiandad occidental. Y no es mala opci¨®n iniciar el proceso, desde el punto de vista editorial, con la breve biograf¨ªa escrita por Thomas Kaufmann, un reputado especialista en la materia, profesor de historia de la Iglesia en la Universidad de Gotinga, autor de una celebrada Geschichte der Reformation en 2009, de otros varios trabajos sobre Mart¨ªn Lutero (entre ellos uno muy divulgado sobre sus repetidas invectivas contra los jud¨ªos) y de una reciente edici¨®n de los escritos del reformador en cuatro vol¨²menes. Y, a rengl¨®n seguido, continuar con la m¨¢s completa obra de Lyndal Roper, prestigiosa profesora de Oxford, autora de relevantes libros de historia religiosa (por ejemplo, su ejemplar monograf¨ªa Oedipus and the Devil. Witchcraft, Religion and Sexuality in the Early Modern Europe, de 1994) y que ahora ha emprendido con entusiasmo un dilatado recorrido por la vida y la obra de Mart¨ªn Lutero, tras visitar numerosos archivos alemanes y consultar un impresionante corpus de fuentes primarias, que le han permitido enfrentarse con solvencia a las grandes cuestiones de la reforma luterana y su principal protagonista.
Si no hay nada radicalmente nuevo en la excelente obra de Thomas Kauf?mann, tambi¨¦n es cierto que resulta un regalo contar con una biograf¨ªa avalada por un estudioso de la m¨¢xima solvencia en su documentaci¨®n y de la m¨¢xima prudencia en sus juicios. Un estudioso que justifica la obra enfatizando la convivencia (arm¨®nica y carente de contradicci¨®n) en la persona de Lutero de sus luces y sus sombras, sin necesidad de acudir a un Lutero joven y progresista frente a un Lutero viejo y conservador y sin necesidad de disociar al hombre de la reforma religiosa del hombre contaminado por su respuesta a los retos que le impon¨ªa la inserci¨®n de su doctrina en el mundo secular de su vida cotidiana.
De esta forma, el historiador se desliza con suavidad desde la actuaci¨®n del religioso preocupado por la reforma de la Iglesia y por la obligaci¨®n de poner la Biblia en manos de los fieles (ya que la escritura, la sola scriptura, es el fundamento primordial de todo el edificio espiritual del cristiano) hasta el comportamiento del hombre p¨²blico que tiene que lidiar con sus oponentes eclesi¨¢sticos y laicos (cat¨®licos y protestantes) y con los soberanos, los arist¨®cratas y los campesinos que sacan conclusiones opuestas sobre c¨®mo aplicar sus ense?anzas.
Esta ruptura con la clase intelectual de su tiempo vino acompa?ada de otras m¨¢s, fruto de un temperamento en¨¦rgico y arrojado
Apenas cabe duda de la convicci¨®n y la valent¨ªa de Lutero defendiendo sus posiciones frente al Papa y al emperador (con una decisi¨®n que ¡°corta el aliento¡±, en palabras de Lyndal Roper). Tampoco puede discutirse su labor como traductor de la Biblia al alem¨¢n, como redactor del Peque?o Catecismo y el Gran Catecismo o como autor de bellos himnos sacros (tal el famoso Ein feste Burg ist unser Gott). Y, finalmente, tampoco se puede permanecer insensible al vigor de sus tratados mayores: El Papado de Roma (negando la autoridad pontificia y asentando el primado de la palabra), A la nobleza cristiana de la naci¨®n alemana (defendiendo el libre examen de la Biblia frente a su control por la autoridad eclesi¨¢stica) o De la libertad cristiana y la cautividad babil¨®nica de la Iglesia (criticando los sacramentos y combatiendo la teor¨ªa de la transubstanciaci¨®n en la eucarist¨ªa).
Igual procede decir de la mucho m¨¢s amplia biograf¨ªa escrita por Lyndal Roper, que sigue los avatares de la peripecia de Mart¨ªn Lutero, desde su nacimiento a su muerte, y a¨²n m¨¢s all¨¢, pues se habla tambi¨¦n de las opiniones formuladas despu¨¦s de su desaparici¨®n, aparte de que la mayor extensi¨®n del libro permite a la autora abordar con matices las cuestiones m¨¢s debatidas sobre su car¨¢cter y sobre su actuaci¨®n. Finalmente, si la ponderaci¨®n es tambi¨¦n aqu¨ª la regla, la visi¨®n final que se obtiene es m¨¢s desfavorable al personaje que la del estudioso alem¨¢n. Y, cabe decir, mucho m¨¢s plausible.
Pues, en efecto, si dejamos a salvo su papel decisivo en la formulaci¨®n de la doctrina protestante y en la formaci¨®n de la lengua alemana moderna (mediante su citada traducci¨®n del corpus mitol¨®gico b¨ªblico, tanto en su vertiente veterotestamentaria como en su vertiente evang¨¦lica), casi todas sus dem¨¢s actuaciones siguen abiertas a la controversia, igual que lo estuvieron en su tiempo. As¨ª, si su apuesta a favor de la justificaci¨®n por la fe (sola fides) pudo llevar el sosiego a las almas de los fieles de su tiempo, ansiosos de una norma clara que les asegurase la salvaci¨®n, en cambio el ¨¦nfasis puesto en la f¨®rmula del credo quia absurdum (es decir, en que la fe se afirma precisamente porque su contenido es absurdo) aleja la doctrina luterana del esfuerzo de otros credos (el de los propios cat¨®licos) por aportar t¨ªtulos racionales (igualmente ilusorios, es cierto) a los misterios (inescrutables) de esa fe. Posici¨®n irreductible a todo lo largo de los escritos del reformador, firme en su radical irracionalismo y, por tanto, enemigo ac¨¦rrimo de las verdades de la raz¨®n, ¡°esa prostituta¡±, seg¨²n sus propias palabras.
Del mismo modo, si los humanistas trataron de preservar la libertad del cristiano, que pod¨ªa contribuir a configurar su propio destino (como argument¨® Erasmo de Rotterdam en su c¨¦lebre De libero arbitrio), el reformador insisti¨® en la total impotencia del hombre que, corrompido por el pecado original, s¨®lo puede salvarse mediante la fe y la gracia gratuita de Dios (como estableci¨® en su r¨¦plica no menos conocida De servo arbitrio), al tiempo que, siguiendo su inveterada costumbre, descalificaba del modo m¨¢s grosero al ilustre pensador, llam¨¢ndole mentiroso y apod¨¢ndole en alguna ocasi¨®n como ¡°la v¨ªbora¡±.
La biograf¨ªa de Lyndal Roper sigue los avatares de la peripecia de Mart¨ªn Lutero m¨¢s all¨¢ de su muerte; se habla de las opiniones formuladas tras su desaparici¨®n
Esta ruptura con la clase intelectual m¨¢s reconocida de su tiempo vino acompa?ada de otras m¨¢s, fruto de un temperamento sin duda en¨¦rgico y arrojado, pero tambi¨¦n dominado por filias y fobias personales que alcanzaban cotas de alta intensidad. As¨ª ocurri¨® con el airado rechazo del radicalismo teol¨®gico de su disc¨ªpulo Andreas Karlstadt, con la disputa con otros reformadores como Zwinglio, Ecolampadio, Bucero, Capit¨®n o Calvino sobre el sentido de la eucarist¨ªa (cuando Lutero se empe?¨® en asegurar la presencia real del cuerpo y la sangre de Cristo en el pan y el vino, aunque bajo una f¨®rmula diferente a la de la doctrina tradicional, la llamada consubstanciaci¨®n) o con la hostilidad sin fisuras contra las corrientes anabaptistas, antes y despu¨¦s de los levantamientos rurales de los a?os veinte y de la ocupaci¨®n en 1534 de la ciudad de M¨¹nster para convertirla en la Nueva Jerusal¨¦n.
Lugar aparte ocupa su public¨ªstica cada vez m¨¢s vehemente contra los jud¨ªos. Calificados como ¡°raza de v¨ªboras¡± e ¡°hijos del demonio¡± al ser responsables de la muerte de Jes¨²s, no les ahorr¨®, con su caracter¨ªstico vocabulario virulento y soez, los m¨¢s odiosos insultos: ¡°novias imp¨²dicas¡±, ¡°putas recalcitrantes¡±, gentes que besan los excrementos del diablo, y que ¡°llegaron a comerse la mierda y a beberse los orines de Judas Iscariote¡±.
Pero Lutero no se para en esa repugnante desconsideraci¨®n verbal, sino que propone a las autoridades seculares que ordenen la quema de todas sus sinagogas y escuelas, la demolici¨®n de todas sus viviendas, la destrucci¨®n de todos sus libros sagrados y el destierro de todos sus maestros, entre muchas otras medidas represivas. Como subraya Lyndal Roper, se trata de ¡°un programa completo de erradicaci¨®n cultural¡±, que hubieran suscrito sin dificultad algunos dirigentes alemanes del siglo XX.
Sin embargo, para terminar, a¨²n resulta m¨¢s traum¨¢tica su condena del movimiento de los caballeros de Franz von Sickingen (que tratan de apoderarse de las tierras de los obispos renanos) y, sobre todo, de la revuelta de los campesinos suabos dirigidos por Thomas M¨¹nzer, que en Frankenhausen son masacrados sin piedad y a millares por los se?ores feudales. Una matanza justificada vehementemente en el violento panfleto (exento desde luego del menor atisbo de caridad cristiana) redactado por el propio Lutero (Contra las hordas criminales y depredadoras de los campesinos), donde los campesinos aparecen como perros rabiosos movidos por el Archidemonio (siguiendo otra obsesiva creencia de Lutero, la de la permanente acci¨®n del Maligno), a los que era necesario ¡°aniquilar p¨²blica o secretamente¡±. Naturalmente, esta toma de posici¨®n constituye una de las acciones del reformador m¨¢s censuradas por sus contempor¨¢neos y por la posteridad, empezando por Friedrich Engels.
En definitiva, nos hallamos ante dos obras muy documentadas y muy equilibradas, m¨¢s condescendiente con Lutero la primera que la segunda, que ponen al alcance del lector espa?ol una cuantiosa serie de materiales para que los interesados puedan obtener sus propias conclusiones acerca de la controvertida figura del reformador de Eisleben y de la propia reforma protestante. En sus ap¨¦ndices bibliogr¨¢ficos se pueden hallar adem¨¢s toda otra serie de referencias para abordar m¨¢s pormenorizadamente aspectos concretos de la teor¨ªa y la praxis de Lutero y sus seguidores o sus detractores. Y, por ¨²ltimo, los que dominen el alem¨¢n pueden acudir tambi¨¦n a la excelente y muy reciente biograf¨ªa de Heinz Schilling, Martin Luther. Rebell in einer Zeit des Umbruchs (M¨²nich, 2012).
Lutero desde varios frentes
- 'Mart¨ªn Lutero. Renegado y profeta'. Lyndal Roper. Traducci¨®n de Sandra Chaparro. Taurus, 2017. 622 p¨¢ginas. 27,90 euros.
- 'Mart¨ªn Lutero. Vida, mundo, palabra'. Thomas Kaufmann. Traducci¨®n de Irene Stephanus. Trotta, 2017. 134 p¨¢ginas. 16 euros.
- 'El caballero de Sajonia'. Juan Benet. Debolsillo, 2016. 176 p¨¢ginas. 12,95 euros. Primera edici¨®n: 1989. Novela.
- 'Tres reformadores: Lutero, Descartes, Rousseau'. Jacques Maritain y Juan Manuel Forte. Biblioteca Nueva, 2011. 328 p¨¢ginas. 17 euros.
- 'Escritos pol¨ªticos. Mart¨ªn Lutero'. Traducci¨®n de Joaqu¨ªn Abell¨¢n. Tecnos, 2008. 216 p¨¢ginas. 14 euros.
- 'Lutero: obras. Mart¨ªn Lutero'. Traducci¨®n de Te¨®fanes Egido L¨®pez. S¨ªgueme, 1997. 478 p¨¢ginas. 30 euros.
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