Un Brueghel de novela gr¨¢fica
Como los cuadros del pintor flamenco, las vi?etas de Joe Sacco est¨¢n llenas de todos los pormenores inagotables de la vida
Vi por azar en alguna parte una p¨¢gina de una novela gr¨¢fica de Joe Sacco y qued¨¦ atrapado de inmediato. Se ve¨ªa un bosque de con¨ªferas boreales, se ve¨ªan cazadores con aspecto de inuits guiando trineos de perros, se ve¨ªan canoas hechas de corteza de ¨¢rbol y pieles de animales surcando r¨ªos espumosos. La ignorancia mezclada con la curiosidad es un gran aliciente para el entusiasmo. Yo no sab¨ªa qui¨¦n era Joe Sacco, ni que existiera un periodismo hecho con las herramientas del c¨®mic, pero fui siguiendo aquel hilo y preguntando a gente joven de mi m¨¢xima confianza que sabe mucho de estas cosas y he tenido por fin entre manos la edici¨®n espa?ola de aquella obra que vi rese?ada har¨¢ menos de un a?o, Un tributo a la tierra, en una traducci¨®n de Carlos Mayor que suena precisa y fluida y libre de esos calcos y ¡°falsos amigos¡± tan frecuentes ahora. Uno admira el periodismo de fondo y lo que podr¨ªa llamarse la no ficci¨®n documental, y ama tambi¨¦n la novela gr¨¢fica, sobre todo la m¨¢s cercana a la expresi¨®n de lo real: lo asombroso es encontrar esos dos mundos juntos, esas dos maneras en principio tan alejadas entre s¨ª de contar la vida.
En Un tributo a la tierra Joe Sacco narra, dibuja y documenta la vida de las comunidades originarias de los territorios del noroeste de Canad¨¢, pero en otras obras anteriores hab¨ªa contado historias sobre la Palestina ocupada y sobre las heridas todav¨ªa abiertas despu¨¦s de la guerra en lo que fue Yugoslavia. Harvey Pekar, Robert Crumb, Art Spiegelman, Alison Bechdel, y seguramente muchos otros que yo no conozco, hab¨ªan mostrado la plenitud como arte que alcanza la novela gr¨¢fica, que puede estar tan cerca de la poes¨ªa y del cine, y que combina tan poderosamente las facultades narrativas y las visuales. Joe se recrea en lo tupido y lo virtuoso y hasta lo abigarrado del dibujo con una especie de concupiscencia muy cercana a la de Robert Crumb, una avariciosa inclinaci¨®n a ocupar con pormenores todo el espacio disponible: pero la suya no es la vena caricaturesca y desquiciada del c¨®mic underground, sino la entre festiva y documental de Pieter Brueghel, a quien ha se?alado como un modelo.
Robert Crumb solo dibuja, con una solvencia de maestro antiguo, a personajes de Robert Crumb. Joe Sacco crea en cada figura que dibuja, hasta en las m¨¢s secundarias, el retrato de una persona concreta, y su amor por las fisonom¨ªas individuales es tan exigente como el que pone en los detalles del paisaje, en los de las tareas y los oficios, hasta en los terribles laberintos de tuber¨ªas y engranajes de una planta petrol¨ªfera. Una escena simple o complicada de Joe Sacco requiere una contemplaci¨®n tan minuciosa como la de un cuadro de Brueghel, porque igual que ellos est¨¢ llena de todos los pormenores inagotables de la vida real. En un horizonte de monta?as boscosas, la silueta vertical y los ¨¢ngulos de las ramas y hasta las agujas de cada con¨ªfera est¨¢n sugeridos con exactitud, con una amor por la simple existencia de las cosas que en el arte europeo solo ha alcanzado la pintura flamenca y holandesa. El arte del siglo XX y de lo que va del XXI ha incurrido con mucha frecuencia en una arrogancia despectiva hacia el mundo visible, hacia todo lo que no fueran los amaneramientos o las fantas¨ªas no siempre memorables de los artistas en la soledad de sus estudios, o de sus divagaciones. Con trazos cambiantes de pluma fina o de l¨¢piz, punteados r¨¢pidos, l¨ªneas muy breves, tramas a la vez urgentes y meticulosas, Joe Sacco practica la sabia humildad de no desde?ar nada de lo que tiene ante sus ojos, igual que presta una atenci¨®n hecha de curiosidad y respeto hacia las historias que le cuentan las personas que se va encontrando en su viaje por esos territorios del noroeste de Canad¨¢, fronterizos ya con el c¨ªrculo polar ¨¢rtico, habitados por supervivientes de una cultura inmemorial que se desmoron¨® sin remedio en el choque con el mundo moderno.
Lo que ha durado milenios, formas de vida, tecnolog¨ªas, idiomas que se fueron haciendo en la adaptaci¨®n a un medio a la vez rico y hostil, en procesos tan demorados como los de la selecci¨®n natural, se fractura de golpe, y queda en ruinas y desaparece en el curso de una sola vida humana. Los territorios del noroeste de Canad¨¢ son inmensos y estaban habitados por unas decenas de miles de personas, que viv¨ªan sobre todo de la caza y la pesca, y consegu¨ªan algunos bienes ¨²tiles gracias a un comercio limitado con la civilizaci¨®n de origen europeo. Sacco viaja y observa, toma fotos, habla con gente, hace dibujos. Tambi¨¦n investiga. En 1921, el Estado canadiense forz¨® sobre los nativos de esos territorios un tratado que los despojaba de su soberan¨ªa sobre la tierra y sobre los recursos formidables contenidos en ella. Al expolio colonial de la riqueza se uni¨® muy pronto la anulaci¨®n cultural. En las vi?etas de Joe Sacco, que se extienden a veces sobre una p¨¢gina entera para sugerir lo ilimitado del espacio, aparecen muy cuidadosamente dibujados aviones de h¨¦lice que se recortan en el cielo como figuras ominosas, porque en ellos vienen los agentes del Gobierno y los cl¨¦rigos de sotanas negras que robar¨¢n a los ni?os de las comunidades ind¨ªgenas para encerrarlos en internados penitenciarios en los que por medio de castigos y abusos se les despojar¨¢ de su dignidad personal, de sus lazos familiares y tribales, de sus idiomas. Asombrosamente, ese programa del Gobierno canadiense y de las Iglesias, las protestantes y la cat¨®lica, se mantuvo desde 1950 hasta mediados de los a?os noventa, dejando heridas ¨ªntimas y sociales que no se han curado todav¨ªa, aunque los gobiernos recientes hayan reconocido culpas y aprobado compensaciones para las v¨ªctimas.
Como un Brueghel de ahora mismo, Joe Sacco dibuja los trabajos y los saberes de la gente com¨²n, las aventuras, las desgracias, las borracheras, las celebraciones colectivas. Cada doble p¨¢gina se despliega como un tapiz rico de figuras y de peripecias y como un documento unas veces ed¨¦nico y otras desolador sobre las vidas de esos testigos con los que se van encontrando en su viaje. Comunidades que hace tres generaciones viv¨ªan en los bosques aisladas del mundo exterior ahora se enfrentan a la tentaci¨®n de la riqueza destructiva tra¨ªda por el fracking y a las tragedias del alcoholismo y la violencia dom¨¦stica. Al dibujante, al narrador, no hay detalle que no le parezca memorable, ni voz que no sea digna de ser escuchada.
Un tributo a la tierra
Autor: Joe Sacco.
Traducci¨®n: Carlos Mayor Ortega.
Editorial: Reservoir Books, 2021.
Formato: 272 p¨¢ginas. 22,90 euros.
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