Sello y remite de Jorge Herralde
El libro que re¨²ne la correspondencia del fundador de Anagrama es el retrato de un lector con gran olfato, pero tambi¨¦n el de un empresario que marca de cerca a agentes y periodistas
¡°El valor intangible aportado por un buen editor a los autores y a los t¨ªtulos incorporados a su cat¨¢logo es el aura que su sello logra trasmitir¡±, escribi¨® Javier Pradera en este mismo suplemento en su rese?a de Opiniones mohicanas, el primer libro en el que Jorge Herralde (Barcelona, 85 a?os) reuni¨® hace dos d¨¦cadas materiales sobre su oficio al frente de Anagrama. Tras el cat¨¢logo del sello barcelon¨¦s construido por ¨¦l desde 1969 hasta 2017 ¡ªmomento en que pas¨® a manos de Silvia Ses¨¦¡ª hay miles de llamadas, comidas, encuentros, viajes, ferias y cartas. Hay afectos, disgustos, ¨¦xitos y decepciones que van mucho m¨¢s all¨¢ de las portadas de los libros. El rastro f¨ªsico de todo ello se encuentra en un archivo ubicado, por el momento, frente a la actual sede de la editorial. Herralde sabe que pugnan por ¨¦l tanto la Biblioteca de Catalunya de Barcelona como la Biblioteca Nacional de Madrid, pero por tel¨¦fono explica que ¡°primero habr¨¢ que ver si Feltrinelli lo quiere¡±, en referencia al grupo italiano que compr¨® Anagrama en 2015.
A los varios vol¨²menes que han compuesto las heterodoxas memorias de este editor se suma ahora Los papeles de Herralde. Esta vez la selecci¨®n de los materiales y el relato corren a cargo del profesor y cr¨ªtico Jordi Gracia, que cuenta a su manera la historia de Anagrama desde finales de los sesenta hasta el a?o 2000. M¨¢s adelante, las cartas fueron mayormente correos electr¨®nicos y se han perdido algunas cosas en discos duros da?ados.
El cr¨ªtico, autor de la casa, organiza el relato en cinco periodos e ilustra cada uno de ellos con una selecci¨®n de cartas de Herralde, a las que se a?aden al final un pu?ado de misivas y notas de autores como Richard Ford o Tom Wolfe. Con este ¨²ltimo hubo un desenlace feliz despu¨¦s de una decepci¨®n que atestigua el telegrama de 1989 en el que Herralde afirma que su marcha a otro sello es ¡°la noticia m¨¢s triste¡± que ha recibido ¡°en mis 20 a?os como editor, la m¨¢s inmerecida¡±.
Los papeles de Herralde re¨²ne una ¡°correspondencia de negocios¡±, como la define Gracia, frente a ep¨ªstolas m¨¢s ¨ªntimas, como por ejemplo las del editor Jaime Salinas que quedaron recogidas por Enric Bou en Cuando editar era una fiesta (Tusquets, 2020), libro que se cita en esta nueva historia. En sus cartas, breves y dirigidas a m¨¢s de un centenar de agentes, autores y periodistas, Herralde hace alarde de su fino sentido del humor. Est¨¢n las peleas contra la censura franquista y sus trabas, que no acabaron inmediatamente tras la muerte del dictador.
En la carta dirigida en febrero de 1976 a Cambio 16 a prop¨®sito de la resoluci¨®n del secuestro del libro Conversaciones con Pier Paolo Pasolini lamenta que ¡°esto parece confirmar la hip¨®tesis de que para alg¨²n funcionario del Tribunal de Orden P¨²blico soy algo as¨ª como el Dillinger o el Lute de la edici¨®n¡±. Al teniente general Guti¨¦rrez Mellado le escribe al Ministerio de Defensa en 1977: ¡°Tengo la satisfacci¨®n de adjuntarle el libro Sobre la psicolog¨ªa de la incompetencia militar, que me atrevo a suponer que ser¨¢ de su agrado¡±. Al a?o siguiente se dirige a una editora estadounidense de Jonathan Cape para informarle sobre ¡°la colecci¨®n Contrase?as (con autores como Tom Wolfe, Terry Southern, Charles Bukowski, Nora Ephron¡) que funciona relativamente bien¡±. A la agente de Patricia Highsmith, por su parte, le escribe en 1980: ¡°Nos interesar¨ªa en especial la publicaci¨®n de la serie Ripley¡±. Ser¨ªa uno de sus mayores aciertos.
Los contactos con editores y agentes internacionales son constantes, as¨ª como la fluida correspondencia con Sergio Pitol, a quien le escribe sobre el bombazo que ha supuesto la publicaci¨®n de La conjura de los necios, de John Kennedy Toole: ¡°La segunda edici¨®n hecha en agosto se agot¨® en tres d¨ªas y ahora estoy haciendo la tercera a toda prisa mientras los libreros hist¨¦ricos no paran de llamar. Para m¨ª una novedad en el m¨¦tier¡±. Otro corresponsal recurrente es Hans Magnus Enzensberger, a quien recluta como jurado para el premio de ensayo, un galard¨®n que Herralde prepara con mimo y que alguna vez decide con antelaci¨®n: ¡°No te envi¨¦ el texto del seguro ganador [Jordi Llovet] ya que por sus caracter¨ªsticas (un s¨®lido pero farragoso ensayo kristeviano, Por una est¨¦tica ego¨ªsta) pens¨¦ que no ser¨ªa de tu agrado¡±, le escribe.
En 1987 se queja a Pilar Mir¨® de que, por primera vez, el fallo del Premio Herralde no haya salido en los telediarios
Tambi¨¦n asoma en la correspondencia el incesante batallar de Herralde con agentes, sobre todo su vieja amiga Carmen Balcells. En una de esas cartas de pelea, por ejemplo, apela a la fortuna personal de Roald Dahl para justificar el adelanto que ofrece: ¡°Aparte de que estos anticipos me parecen sensatos, podr¨ªa argumentarse con el autor (multimillonario, en passant) o su representante que la colecci¨®n Contrase?as, donde aparecer¨ªa, es la colecci¨®n natural¡±. Y aclara en m¨¢s de una ocasi¨®n que su amistad personal no est¨¢ en entredicho: ¡°En cuanto a que me sientes reticente y desconfiado, creo que se trata de una impresi¨®n subjetiva tuya, pero que no se corresponde con la realidad. Otra cosa es que reaccione ¡®en leg¨ªtima defensa¡¯, por as¨ª decir, ante determinadas cl¨¢usulas no comentadas ni pactadas, ni en absoluto habituales nacional o internacionalmente¡±.
Pero si las peleas y enfados con Balcells son recurrentes, tambi¨¦n lo son con los periodistas. Porque el infatigable editor, que declar¨® ir¨®nico hace tiempo que ¡°la rueda de prensa era su g¨¦nero literario preferido¡±, ha mantenido una constante conversaci¨®n con cr¨ªticos y reporteros culturales. En sus cartas asoma ese intenso tira y afloja que demuestra que, adem¨¢s de un atento lector de manuscritos, Herralde es un voraz lector de peri¨®dicos que ha seguido muy de cerca el espacio y atenci¨®n que han recibido sus libros y autores.
Al cr¨ªtico Rafael Conte le afea el 1 de enero de 1983 que en los meses anteriores solo un libro de los 19 que hab¨ªa publicado Anagrama hab¨ªa sido rese?ado; a Antonio-Prometeo Moya le echa en cara su ¡°odio, malestar y mala fe¡± por su cr¨ªtica a Un hombre sentimental, de Javier Mar¨ªas; a Francisco Umbral, que hab¨ªa publicado una columna elogiando a Rosa Montero, le escribe para defender que, si se tiene que hablar de una ¨²nica escritora como ¡°revelaci¨®n¡±, esta debe ser Esther Tusquets. A la directora de RTVE Pilar Mir¨® le reprocha que el fallo del premio de novela concedido a F¨¦lix de Az¨²a no haya sido, contra la costumbre, cubierto por ninguno de los telediarios del d¨ªa.
Nada escapa al ojo del editor, muy atento a la conversaci¨®n p¨²blica que est¨¢ decidido a influir. Porque Herralde sabe que la cobertura de la prensa es munici¨®n, y a los agentes extranjeros ya en los ochenta les dice: ¡°Un autor publicado en esta colecci¨®n puede llamar la atenci¨®n de la cr¨ªtica como merece¡±. Y su infatigable promoci¨®n toma tambi¨¦n otros derroteros, porque ah¨ª est¨¢ el editor escribiendo a Enzensberger con entusiasmo sobre el joven fil¨®sofo espa?ol Fernando Savater. No basta con hacer bien las cosas, hay que contarlo y lograr que se hable de ello.
¡±La acogida de la novela es floja, tanto de cr¨ªtica como de ventas, ya que el ¡®boca oreja¡¯ no funciona ni entre tus propios amigos¡±, le escribe a Rafael Chirbes. ¡°Para rematarlo, de cara a la promoci¨®n, te ¡®escondes¡¯ en un pueblecito extreme?o¡±
¡°Hubo tambi¨¦n muchas cartas amables¡±, se?ala Herralde cuando se le recuerda el tono de algunas misivas, ¡°pero no tienen el mismo glamur que las explosiones de ira¡±. Entre las m¨¢s entra?ables se cuentan las que escribi¨® a Carmen Mart¨ªn Gaite: ¡°Aunque, como sabes, mi preocupaci¨®n como editor, es decir, como go between, son los autores, este inter¨¦s aumenta en casos como el tuyo en el que se une la gran calidad de los textos con la amistad personal¡±. Y hay palabras elogiosas para los j¨®venes, como Marcos Giralt Torrente: ¡°Tu novela Par¨ªs revela un escritor de considerable talento y madurez¡±, le escribe el mismo a?o en que gan¨® el premio de novela. A Rafael Chirbes le expresa su decepci¨®n por lo ocurrido con su segundo libro, En la lucha final ¡ª¡±la acogida de la novela es floja, tanto de cr¨ªtica como de ventas, ya que el ¡®boca oreja¡¯ no funciona ni entre tus propios amigos, como me has comentado. Para rematarlo, de cara a la promoci¨®n, te ¡®escondes¡¯ en un pueblecito extreme?o¡±¡ª, y lamenta que su tercera novela (La buena letra) ¡ª¡±mucho m¨¢s lograda, aunque de comercialidad incierta (aunque puede deparar sorpresas, como sucede a menudo)¡±¡ª la vaya a publicar con otro ¡ªDebate, dirigido por Constantino B¨¦rtolo¡ª.
Constantes parecen haber sido durante unos a?os sus reclamos a EL PA?S. ¡°El relato m¨¢s coloquial e impaciente de Herralde¡±, escribe Gracia, ¡°fija dos enemigos para la primera etapa de su editorial ¡ªFranco y el desencanto¡ª y otros dos para la siguiente: EL PA?S (para resumir en ¨¦l al grupo Prisa con la editorial Alfaguara dentro) y Carmen Balcells¡±. Las sinergias, consideraron Herralde y otros editores independientes del momento, les perjudicaban. Gracia afirma en el libro que, a falta de un estudio riguroso que confirme o desmienta las quejas de Herralde, ¡°nos movemos todos entre impresiones y conjeturas, recuerdos y heridas¡±.
¡°Me result¨® muy dif¨ªcil renunciar a una suma tan elevada de dinero¡±, le escribe Paul Auster a Jorge Herralde para justificar su pase a Seix Barral. ¡°No debemos dejar que esto se interponga entre nosotros. Tu amistad es esencial para m¨ª y hasta que me metan en el ata¨²d quiero seguir siendo un miembro de la familia Anagrama¡±.
Entre las ¨²ltimas cartas se encuentran una breve nota que manda en 1998 a Julian Barnes a prop¨®sito de Michel Houellebecq ¡ª¡±el escritor franc¨¦s m¨¢s interesante (adem¨¢s de incorrecto e insolente, claro est¨¢) que ha surgido en a?os¡±¡ª o una afectuosa misiva del mismo a?o a Roberto Bola?o en la que lamenta que el novelista chileno no ceda a sus objeciones a unos ¡°cap¨ªtulos de marras¡±. En una dirigida a Juan Villoro escribe sobre la gestaci¨®n de Los detectives salvajes, que terminar¨ªa ganando el Premio Herralde: ¡°Roberto Bola?o me manda tu texto Un poeta a prop¨®sito de la muerte de Mario Santiago Papasquiaro o Jos¨¦ Alfredo Zendejas. Con el tercer nombre de Ulises Lima es el protagonista junto al propio Bola?o de una enorme work in progress¡±.
?C¨®mo rechazar un manuscrito? Los papeles de Herralde muestran al ?C¨®mo rechazar un manuscrito? Los papeles de Herralde muestran algunos ejemplos de este fino arte que el fundador de Anagrama tuvo muchas ocasiones de practicar. Una carta a la agente de Andr¨¦ Glucksmann en 1983 explica ¡°el escas¨ªsimo inter¨¦s actual en Espa?a por el tema del pacifismo¡± y c¨®mo la editorial se est¨¢ concentrando en el lanzamiento de obras de ficci¨®n. Los rechazos a Jos¨¦ Carlos Llop o a Andr¨¦s Trapiello son escuetas misivas que animan siempre a los autores a mandar sus siguientes libros. Uno de los noes m¨¢s duros es el que dirigi¨® a su amigo Juan Antonio Masoliver, a quien recomend¨® ¡°m¨¢s tijera y menos autocomplacencia¡±, y concluy¨®: ¡°Te va a sentar fatal, pero dicho est¨¢¡±. Hoy Herralde es igual de rotundo: ¡°No estuve bien¡±. Y explica que a la hora de rechazar un libro trataba por lo general de no herir. ¡°Les dec¨ªa que igual estoy yo equivocado, porque los editores no son infalibles y esto tambi¨¦n tiene que ver con si un libro encaja contigo o no¡±.
Volviendo al aura que destila un sello independiente, alguien como Jorge Herralde sabe bien de qu¨¦ est¨¢n hechas las leyendas. Una de las reglas cl¨¢sicas de la elegancia es que hay que sugerir m¨¢s que mostrar. En literatura a esto lo llaman teor¨ªa del iceberg, pero la din¨¢mica de seducci¨®n viene a ser la misma, y el editor la conoce. Su archivo a¨²n guarda muchos secretos para nuevos autorretratos con y sin retoques. De momento, los papeles de Herralde siguen siendo catalogados por su pareja y parte fundamental de Anagrama tambi¨¦n: Lali Gubern.
¡®Los papeles de Herralde. Una historia de Anagrama (1968-2000)¡¯. Edici¨®n de Jordi Gracia. Anagrama, 2021. 424 p¨¢ginas. 19,90 euros. Se publica el 3 de marzo.
Javier Mar¨ªas, Paul Auster y otras rupturas
En mayo de 1995 salt¨® la noticia de la ruptura entre Jorge Herralde y Javier Mar¨ªas. 'El hombre sentimental' (1986) fue el primer t¨ªtulo en Anagrama del novelista madrile?o, que en ese mismo sello triunf¨® internacionalmente con 'Todas las almas' y 'Coraz¨®n tan blanco'. 'Ma?ana en la batalla piensa en m¨ª' (1994) ser¨ªa su ¨²ltimo libro con Herralde, y el enfado, motivado por una discrepancia en las liquidaciones, sigue ah¨ª un cuarto de siglo despu¨¦s. La larga correspondencia del novelista que se conserva en el archivo de Anagrama no ha podido ser consultada por Jordi Gracia al existir una prohibici¨®n que le fue comunicada ¡°por burofax¡±. 'Los papeles de Herralde' incluye, sin embargo, dos cartas del editor sobre este tema: una explic¨¢ndole las cuentas al propio novelista y otra a Michi Strausfeld refiri¨¦ndole su versi¨®n sobre un asunto ¡°tan desagradable como demencial¡±. A lo largo de cinco d¨¦cadas tambi¨¦n se marcharon de Anagrama Enrique Vila-Matas, Bel¨¦n Gopegui o Ignacio Mart¨ªnez de Pis¨®n. En 2011 Paul Auster dec¨ªa adi¨®s en una carta sobre las ediciones de bolsillo, contratadas por el grupo Planeta: ¡°Me result¨® muy dif¨ªcil renunciar a una suma tan elevada de dinero¡±. Y a?ade. ¡°No debemos dejar que esto se interponga entre nosotros. Tu amistad es esencial para m¨ª y hasta que me metan en el ata¨²d quiero seguir siendo un miembro de la familia Anagrama¡±.
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