Bulevar y melodrama ¨¢cido
¡®Els Brugarol¡¯, quinta obra que escribe Ramon Madaula, muestra las contradicciones de una familia de la alta burgues¨ªa catalana. La protagoniza el propio Madaula en Barcelona
A menudo nada acostumbra a ser lo que se dir¨ªa. Els Brugarol, reci¨¦n desembarcada en el Poliorama barcelon¨¦s, parece una comedia a la francesa, lo que suele llamarse ¡°un bulevar¡±, pero aqu¨ª poco a poco va virando hacia el melodrama. O entre bulevar y melodrama ¨¢cido, cada uno alternando sonrisas o dientes cuando menos lo esperas. No esperas, por ejemplo, que Els Brugarol (2020) sea la quinta obra del actor Ramon Madaula, que debut¨® como dramaturgo con Coses nostres (2014), a las que siguieron L¡¯electe (2016), Adossats (2017) y Perduts (2018).
Cuesta pensar que don Antoni Brugarol, el protagonista en manos del veterano Madaula, pudiera resultar una mezcla muy seria entre Capri y Pau Garsaball, que a m¨ª me hizo pensar en un cruce entre el Bourvil melanc¨®lico y un leve aire de Louis de Fun¨¨s exasperado (inveros¨ªmil, lo s¨¦), que parece conseguir todo lo que se propone. Pablo G¨®mez es un acierto de casting, porque es el yerno de don Antoni y, en la vida real, el sobrino Jaume Madaula: roza la magia. En mi elenco imaginario con baile de ¨¦pocas podr¨ªa ser un joven Jordi Bosch. Y veo a Anna Brugarol (Estel Sol¨¦), la hija de Antoni, en el teatro Peque?o Windsor, con el mismo perfil de Anna Maria Barbany. Por cierto: la hija y su compa?ero quiz¨¢s sean m¨¢s temibles de lo que parecen. O tal vez pueden conseguir todo lo que parece. Dato significativo: el patriarca don Feliu Brugarol (el del cuadro del fondo) emigr¨® a Cuba, volvi¨® con dinero e instal¨® la primera m¨¢quina de vapor de Sabadell. O sea, que hizo fortuna.
Els Brugarol muestra las contradicciones de dos generaciones de una familia de la alta burgues¨ªa catalana. Anna, la hija, es feminista y activista social, al menos a la hora de hablar.
El primer acto es un mano a mano entre Antoni y Pablo, el futuro yerno. Los dos Madaula bordan ese careo. Tengo que callar muchas cosas. Puedo decir que Antoni adora a los grandes artistas de su oficio. Se?alar que es ingenioso: define el hundimiento del t¨ªo Pau como alguien que ¡°se tropez¨® consigo mismo¡±. Antoni le confiesa a Pablo que no sabe estar sin trabajar y pasa el fin de semana esperando que llegue el lunes. No puede vivir sin gimnasia mental ¡°porque genera la plasticidad neuronal¡±. Y juega intensamente al ajedrez porque ¡°pese a que los Brugarol son gente activa y emprendedora¡±, padecen, dice, ¡°un defecto de f¨¢brica: mi padre, por ejemplo, hace siete a?os que ya no es ¨¦l¡±. Antoni y Pablo van tent¨¢ndose para saber a qu¨¦ distancia est¨¢n. Ideol¨®gicamente parecen estar bastante lejos. Hay un personaje que me hubiera gustado ver en escena, pero no pudo ser. El hijo de Antoni (Llu¨ªs) es actor. ¡°Es curioso: puedo soportar que sea homosexual¡±, dice, ¡°pero no trago lo de la actuaci¨®n. Que a alguien le guste subir all¨¢ arriba¡ por fuerza ha de ser una persona desequilibrada. ?No te parece? Adem¨¢s, en Sabadell todo el mundo me conoce. Paso verg¨¹enza. Tener un hijo comediante es para m¨ª un mal trago¡±, confiesa.
En ese primer acto se cuentan muchas cosas, alternando risas con malditas gracias. Antoni entiende sin problemas que el patriarca vendiera esclavos. ¡°Esclavista¡±, dice Anna, la hija, como un salivazo. O esta frase muy propia de Antoni: ¡°En los a?os cincuenta, o eras franquista o no eras. Y mi padre era de la Liga de Camb¨®. Los industriales sufrieron mucho durante la guerra¡±. En el segundo acto mandan Pablo y, sobre todo, Anna, que apenas hab¨ªa dicho lo mucho que quer¨ªa decir. Veamos el perfil de los secretos que no pueden contarse aqu¨ª. Digamos que Anna y Pablo quieren hacer un trueque que no gusta en absoluto a Antoni. El trabajo de Pablo no le encanta, pero menos le convence la ocupaci¨®n de Anna: una hija es una hija.
En principio lo que escuchamos parecen clich¨¦s, pero todo el di¨¢logo y el enfrentamiento familiar est¨¢n muy bien observados. En la sala de estar no hay alcohol sino caramelos Sugus, muy a la catalana. Hay una oferta del padre, a cambio de una condici¨®n que tiene que ver con un apellido de solera. Algo a lo que se puede llamar argucias, casi rozando el chantaje. Va creciendo algo que no queremos ver ni escuchar. Aunque parezca, por ejemplo, memorizar r¨ªos de Catalu?a para no olvidar el pasado. O recuerdos de familiares que parecen estar muy cerca. Aunque s¨ª est¨¢n pr¨®ximos, pero se han ido hace un a?o. Brotan l¨¢grimas que Madaula no busca. Como tampoco parece no empujar la comedia. No recuerdo haber visto a Estel Sol¨¦: asusta cuando se sube furiosa por las paredes. No recordaba a M¨°nica Bofill: es una directora muy sutil, y me han entrado ganas de verla de nuevo; dir¨ªa que puede batir con gran ligereza cualquier g¨¦nero. Y para ganas grandes, las que provocan los dos Madaula: que dure su funci¨®n y que vuelvan pronto con obra escrita y protagonizada.
Els Brugarol. Texto: Ramon Madaula. Direcci¨®n: M¨°nica Bofill. Teatro Poliorama. Barcelona. Hasta el 2 de mayo.
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