Los disparos de una mujer en el lejano Oeste
Un libro re¨²ne la obra de Lora Webb Nichols, desconocida pionera de la fotograf¨ªa que retrat¨® la vida diaria en un pueblo minero de Wyoming entre 1899 y 1935
El poblado de Encampment se encuentra a las faldas de la Sierra Madre, a m¨¢s de 2200 metros sobre el nivel del mar. En aquella tierra de verdes pastos, donde en su d¨ªa cazaban b¨²falos las tribus ind¨ªgenas de Norteam¨¦rica, y de polvorientos caminos, recorridos por cientos de trabajadores al reclamo del auge minero, creci¨® Lora Webb Nichols (1883-1962). Ten¨ªa trece a?os cuando comenz¨® a escribir un diario. Su af¨¢n por registrar el acontecer del d¨ªa a d¨ªa se mantuvo de por vida y se vio complementado cuando, al cumplir diecis¨¦is a?os, Bert Oldman, su futuro esposo, le regal¨® su primera c¨¢mara. Llegar¨ªa a crear ?y a recopilar? un archivo de m¨¢s de 24000 negativos.
Parte de este archivo, fundamentalmente el creado desde 1899 hasta 1935, compone Encampment, Wyoming (Fw Books), el primer monogr¨¢fico dedicado a esta pionera de la fotograf¨ªa. Una ¨ªntima y delicada cr¨®nica visual que nos adentra en los aspectos dom¨¦sticos, sociales y econ¨®micos de la frontera del sur de Wyoming a trav¨¦s de sus habitantes. Un relato creado desde la perspectiva de una mujer que rompi¨® con los moldes de una ¨¦poca para ofrecer una ventana a la vida en los albores del siglo XX, en un remota y peque?a comunidad azotada por el auge y la ca¨ªda de la miner¨ªa del cobre, as¨ª como por la Gran Depresi¨®n.
Una imagen cargada de extra?eza y misterio que viene a resumir el universo de su autora y advierte de que nada es previsible en estas p¨¢ginas
La fotograf¨ªa de una figura femenina dentro de un paisaje de amplio horizonte sirve de portada al libro. Una mujer de espaldas y apoyada en una muleta da de comer a un gato, que mantiene el equilibrio entre el brazo y la cadera de su due?a. Una imagen tierna pero tambi¨¦n cargada de extra?eza y misterio, que viene a resumir el universo de su autora y advierte de que nada es previsible en estas p¨¢ginas.
La fot¨®grafa y curadora Nicole Jean Hill ha sido la encargada de seleccionar y secuenciar las im¨¢genes. Supo de la existencia de la obra de Webb Nichols al visitar el centro de interpretaci¨®n Grand Encampment Museum, cuya p¨¢gina hace referencia a la custodia del vasto archivo de la artista local. ¡°De aquella ¨¦poca, conoc¨ªa el archivo de Solomon Butcher, en Nebraska, que dej¨® tras s¨ª 3000 negativos. Pero el tama?o del de Webb Nichols, unido al hecho de que se trataba de una mujer, y que hab¨ªa empezado a fotografiar a una edad tan temprana hac¨ªa que todo pareciese un tanto inveros¨ªmil¡±, cuenta la curadora. Pronto caer¨ªa en sus manos Lora Webb Nichols, Homesteader?s Daughter, Miner?s Bride, un libro escrito en los 90 por Nancy Anderson ?cuyo t¨ªtulo resulta sorprendente dadas las caracter¨ªsticas de su protagonista?. Centrado en los diarios escritos durante la juventud, despacha brevemente su faceta de fot¨®grafa. ¡°Anderson fue vecina de Lora durante los ¨²ltimos a?os de su vida. Dio los primeros pasos para preservar el archivo al percatarse de la importancia del personaje, de su obra escrita y visual¡±, destaca Hill. ¡°Cuando a?os m¨¢s tarde consegu¨ª ver por primera vez la obra fotogr¨¢fica de Lora ya conoc¨ªa a muchos de sus protagonistas a trav¨¦s de la publicaci¨®n de sus escritos. Pero me sent¨ª fuertemente impactada por la belleza de sus retratos. Son im¨¢genes que contienen la espontaneidad de la fot¨®grafa familiar, pero no obstante se aprecia una clara intenci¨®n de indagar en el paisaje.¡±
Son muchas las mujeres protagonistas de esta galer¨ªa de retratos. Mujeres que se suben a los ¨¢rboles, amamantan beb¨¦s, duermen al aire libre, cazan venados y grandes aves, lucen tacones y apuntan a la c¨¢mara con su pistola. Poderosas, posan con confianza. Como tambi¨¦n lo hacen los personajes masculinos, que no muestran reparo en mostrar su lado m¨¢s d¨¦bil y vulnerable. Las im¨¢genes derriban los estereotipos asociados a la ¨¦poca. ¡°El grado de intimidad que desprenden no es caracter¨ªstico de la fotograf¨ªa de aquel momento¡± apunta Hill. ¡°Probablemente se deba a la capacidad de su autora para conseguir que sus modelos bajaran la guardia. Los habitantes de la zona estaban acostumbrados ver a Lora disparar con su c¨¢mara. Quiz¨¢s por eso los hombres no se sintieran a la defensiva al enfrentarse a una joven, ni las mujeres mostraran reserva ante alguien de su propia comunidad. La fot¨®grafa era capaz de establecer una din¨¢mica entre el retratado y ella misma que se asemeja a una performance. Creo que ah¨ª radica la fuerza de la obra.¡± Entre las im¨¢genes m¨¢s tiernas o neutras del libro emergen aquellas m¨¢s duras. Como lo es la de su segundo marido tendido en la cama durante su convalecencia por la gripe del 1919. Una inquietante imagen que nos devuelve de inmediato al presente. Tambi¨¦n destaca la de una pareja que se mira fijamente a los ojos en la distancia. ¡°El espacio que queda entre ellos es tan interesante como ellos mismos¡±, observa Hill. ¡°Su autora se sale de la forma convencional de retratar a una pareja y parece entender que la imagen puede funcionar de otra manera.¡±
Tampoco encaja Webb Nichols dentro de la narrativa usual de las mujeres fot¨®grafas de la ¨¦poca. ¡°Sol¨ªan ser mujeres pudientes que practicaban la fotograf¨ªa como pasatiempo¡±, destaca Hill. Madre de seis hijos fruto de sus dos matrimonios, la artista utiliz¨® la fotograf¨ªa para sostener la econom¨ªa familiar. Llegar¨ªa a montar su propio negoci¨®: el Rocky Mountain Studio. ¡°Esto es algo que se vuelve a salir de la norma, como lo hac¨ªa el hecho de estar divorciada. Sin embargo, en sus diarios no lo trata como algo excepcional¡±, aclara Hill. ¡°Era una mujer muy independiente. Gran lectora, escrib¨ªa poes¨ªa. En un principio, ante su frustraci¨®n marital, la fotograf¨ªa fue un refugio, pero tras su divorcio pas¨® de ser una amateur a dar clases por correspondencia. En 1907 conoci¨® al fot¨®grafo George Irving, quien se encontraba realizando un encargo para una compa?¨ªa minera. No solo la proporcionar¨ªa asesoramiento t¨¦cnico sino que le cedi¨® parte de su equipo.¡±
Los diarios de la artista revelan un mundo mucho m¨¢s oscuro y pesimista que el que muestran sus fotograf¨ªas
¡°Todo lo que podemos hacer es averiguar c¨®mo hemos de ejecutar nuestro trabajo, c¨®mo llegar a ser se?ores de nuestro oficio, en vez de esclavos y no asustarnos jam¨¢s de nada¡±, escrib¨ªa el 7 de noviembre de 1907, haciendo uso de una cita del escritor Rudyard Kipling. Sin embargo, los diarios de la artista revelan un mundo mucho m¨¢s oscuro y pesimista que el que muestran sus fotograf¨ªas. ¡°En ellos quedan reflejados sus frustraciones matrimoniales y las duras luchas financieras a las que se enfrentaba mientras la regi¨®n se encaminaba hac¨ªa una depresi¨®n econ¨®mica y las minas entraban en la bancarrota¡±, apunta Hill. ¡°Resulta muy descorazonador leer sus cuestionamientos sobre el sentido de la vida.¡±
Hill ha establecido una comparaci¨®n entre la obra de la fot¨®grafa norteamericana y la del alem¨¢n August Sander, quien a comienzos del pasado siglo XX se propuso llevar a cabo un cat¨¢logo tipol¨®gico de la sociedad alemana. ¡°Lora quiso documentar a todo aquel que llegaba a Encampment, y poco a poco fue creando una especie de muestrario. Aun as¨ª sus im¨¢genes son m¨¢s ¨ªntimas que las de Sander¡±, argumenta la curadora. ¡°He tratado de buscar en escritos de la fot¨®grafa indicios sobre sus intenciones como artista, sin encontrar ninguna referencia. Creo que se observaba a s¨ª misma como una historiadora, de ah¨ª tambi¨¦n su dedicaci¨®n a recopilar las fotograf¨ªas de otros. Era muy consciente de la importancia que aquel momento de la historia llegar¨ªa a tener con el tiempo.¡±
Encampment, Wyoming
Fw Books, 2021.
208 p¨¢ginas. 45 euros.
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