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Thomas Rid traza una historia de las pr¨¢cticas de contrainformaci¨®n ejercidas por las potencias mundiales desde la Guerra Fr¨ªa
El 23 de septiembre de 1978 la revista Triunfo public¨® un art¨ªculo sobre unos supuestos Documentos secretos del Pent¨¢gono (FM 30-31 B), afirmando que el Gobierno de Estados Unidos participaba en operaciones terroristas en pa¨ªses aliados con el fin de generar una reacci¨®n popular contra el comunismo. El firmante, Fernando Gonz¨¢lez, aseguraba que hab¨ªa seguido la pista al documento desde que un diario turco hiciera referencia a ¨¦l a?os atr¨¢s y hasta que un ciudadano espa?ol se lo entreg¨®. El tema era de tal envergadura que los directivos de la revista ofrecieron a EL PA?S, entonces dirigido por m¨ª, un avance que sirviera de promoci¨®n. Lo publicamos d¨ªas antes de la distribuci¨®n de Triunfo a los quioscos. Pero el profesor Thomas Rid, de la Universidad Johns Hopkins, en su libro de reciente aparici¨®n Desinformaci¨®n y guerra pol¨ªtica, afirma que fue un funcionario de la Embajada de la URSS en Madrid, colaborador del KGB, quien filtr¨® la exclusiva. Esta era en realidad una falsificaci¨®n realizada por el espionaje sovi¨¦tico, a fin de confundir a la opini¨®n europea sobre la lealtad del aliado americano. Gonz¨¢lez suger¨ªa que las Brigadas Rojas, los GRAPO o el affaire Moro pod¨ªan estar relacionados con las pr¨¢cticas que denunciaba. Se origin¨® un gran esc¨¢ndalo. Aldo Moro hab¨ªa sido asesinado meses antes y la prensa europea se hizo amplio eco de la informaci¨®n llegando a insinuar que el caso Moro y las propias Brigadas Rojas formaban parte de una conspiraci¨®n internacional.
Este es apenas el ¨²nico ejemplo, de entre las decenas que Rid cita, en los que una publicaci¨®n espa?ola fue v¨ªctima y veh¨ªculo de las pr¨¢cticas de contrainformaci¨®n de servicios extranjeros, dedicados intensamente durante la Guerra Fr¨ªa a promover una batalla pol¨ªtica y cultural entre las grandes potencias. Ahora el fen¨®meno renace con espectacular fuerza gracias a la revoluci¨®n tecnol¨®gica. ¡°Vivimos en una ¨¦poca de desinformaci¨®n¡±, dice el autor del libro. ¡°Se roba correspondencia privada y se filtra a la prensa¡ Se inflaman online las pasiones pol¨ªticas para ensanchar las divisiones en las democracias liberales¡±. Y termina con una reflexi¨®n sobre la manera en que una democracia enfoca la verdad, ¡°lo que no es una cuesti¨®n epist¨¦mica, sino existencial¡±. El objetivo de la desinformaci¨®n ¡°es crear divisi¨®n anteponiendo la emoci¨®n al an¨¢lisis, la divisi¨®n a la unidad, el conflicto al consenso, lo particular a lo universal¡±. Sobre esta manipulaci¨®n, en la que periodistas y pol¨ªticos son a la vez v¨ªctimas y verdugos, sobran ejemplos contempor¨¢neos.
El libro es una historia de la desinformaci¨®n a lo largo del siglo XX desde que el concepto fuera ideado por F¨¦lix Dzerzhinski, fundador de la Cheka. La CIA y otros servicios occidentales aprendieron por su parte la lecci¨®n, y en algunos casos la mejoraron. De manera que en los a?os sesenta las dos Alemanias se convirtieron en un aut¨¦ntico campo de batalla cultural y psicol¨®gica. Los gobiernos y los partidos pol¨ªticos, singularmente el comunista, se dedicaron a comprar o fundar peri¨®dicos, muchos de los cuales combinaban la militancia ideol¨®gica con el erotismo para atraer a las masas lectoras. Difund¨ªan a sabiendas noticias falsas, fake news, que confundieran a la opini¨®n y dificultaran el normal desarrollo pol¨ªtico o econ¨®mico de los pa¨ªses. Los sovi¨¦ticos acabaron siendo tan v¨ªctimas como los dem¨¢s del invento que hab¨ªan patentado. Y hoy somos definitivamente v¨ªctimas todos nosotros porque la desinformaci¨®n cibern¨¦tica campa a sus anchas y lo seguir¨¢ haciendo mientras la debilidad del periodismo profesional persista.
Las historias que Rid cuenta son apasionantes, aunque la manera en que lo hace es bastante deleznable. Experto en tecnolog¨ªa y espionaje, no parece haberle llamado ning¨²n dios por el camino de la literatura. Las historias que narra afectan a la consideraci¨®n del poder y al uso de la mentira como forma de ejercerlo. Tambi¨¦n sirven para ilustrar sobre la condici¨®n humana de los esp¨ªas. Algunos cap¨ªtulos habr¨ªan merecido la pluma de Le Carr¨¦ o Graham Greene, por ejemplo el que cuenta la peripecia de Oleg Penkovski, oficial del Departamento Central de Inteligencia sovi¨¦tico que trabaj¨® como doble agente para la CIA y el M16. A cambio solo pidi¨® recibir un tratamiento odontol¨®gico y ¡°conocer a algunas damas inglesas¡±. De esto se encarg¨® el servicio secreto brit¨¢nico, de modo que sabemos que la chica se llamaba Alex, era de Belgrado y recibi¨® 10 libras por su trabajo. Penkovski fue descubierto por el KGB, detenido en 1962 y fusilado menos de un a?o despu¨¦s, tras ser juzgado por el Tribunal Supremo de la URSS. En venganza, la CIA decidi¨® falsificar sus memorias y elabor¨® un libro que llam¨® Los documentos de Penkovski. Lo public¨® por entregas el mism¨ªsimo The Washington Post y recibi¨® generosa cobertura por parte de otros diarios americanos.
En lo que se refiere a Espa?a, aparte de la historia de Triunfo apenas hay otras dos menciones. Una, referida a la actividad de los grupos de extrema derecha europea que convocaron una reuni¨®n cerca de M¨²nich en 1971, antes de los Juegos Ol¨ªmpicos del siguiente a?o. Difundieron su manifiesto en revistas de toda Europa y Estados Unidos, entre ellas la de CEDADE, agrupaci¨®n neonazi espa?ola en donde entonces militaba Jorge Verstrynge, el pol¨ªtico espa?ol m¨¢s tr¨¢nsfuga de toda nuestra democracia (hoy milita en Podemos). La segunda se refiere a la utilizaci¨®n de Radio Espa?a Independiente, la famosa Pirenaica, en una operaci¨®n de desinformaci¨®n sovi¨¦tica.
Pero fue la manipulaci¨®n de la prensa liberal americana y europea ¡ªy hoy las redes sociales y los diarios digitales¡ª el objetivo preferente de las pr¨¢cticas de desinformaci¨®n. Hasta el punto de que Ivan Agayants, el c¨¦lebre esp¨ªa del KGB que facilit¨® el traslado de Dolores Ib¨¢rruri a Mosc¨² tras la victoria franquista en la Guerra Civil, se permiti¨® comentar un d¨ªa: ¡°Me sorprende lo f¨¢cil que es jugar a estos juegos. Si no tuvieran libertad de prensa [los medios occidentales], tendr¨ªamos que inventarla para ellos¡±.
Desinformaci¨®n y guerra pol¨ªtica
Traducci¨®n de Yolanda Fontal Rueda.
Cr¨ªtica, 2021.
552 p¨¢ginas. 24,90 euros
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