Salir de la oscuridad

Marilia Samper resume con la mayor concisi¨®n y claridad El que no es diu (Lo que no se dice), su nueva obra, estrenada (y en cartel) en la sala Beckett de Barcelona: ¡°Una pareja se rompe y brota la verdad de la que no quisieron hablar. A trav¨¦s de la conversaci¨®n sube al escenario la realidad de lo que se conoce como ¡®cultura de la violaci¨®n¡¯. Algo tan com¨²n y silenciado que tiende a creerse que no existe¡±. Lo ¨²nico que me chirr¨ªa de El que no es diu es un t¨¦rmino como ¡°cultura de la violaci¨®n¡±, que puede confundir a m¨¢s de uno. Me parece m¨¢s doliente y verdadero cuando Samper habla as¨ª: ¡°Recuerdo perfectamente el d¨ªa en que, ya cumplidos los 40, tom¨¦ conciencia de la cantidad de agresiones a las que me hab¨ªa habituado por completo. Empezaron a llegarme a la memoria como pu?etazos. Siendo tan solo una ni?a, conocidos y desconocidos me manosearon y violentaron porque s¨ª, porque les apetec¨ªa. Y me aterrorizaron de tal modo que sigo llevando ese miedo engarzado en m¨ª¡±.

A lo largo de la primera d¨¦cada de este siglo fui descubriendo a artistas de la misma generaci¨®n. Descubro, por ejemplo, a una dramaturga llamada Marilia Samper con piezas tan distintas pero tan vitales como Dos punkis i un vespino, Una obra al meu costat y la conmovedora L¡¯alegria (una joya que se merec¨ªa mejor suerte). He utilizado antes la palabra ¡°generacional¡±, que me suena un poco a oposiciones, aunque en realidad me despierta ecos de mezcla de distintos ¨¢nimos pero mismas sangres. Tambi¨¦n me vendr¨ªa al pelo hablar de hermandades.

Xavi S¨¢ez y Muguet Franc son la pareja protagonista y en el texto aparecen por sus iniciales, como en los d¨ªas del teatro independiente. Quiz¨¢s tambi¨¦n se deba a una necesidad que tiene su sentido, pero que no puedo revelar aqu¨ª. Yo me qued¨¦ con la copla de que no debi¨® ser f¨¢cil dar la parte final con luces aunque sin efectos, pues de alguna manera ten¨ªan que crear ese clima de dos caras y hacernos sentir que¡­, ya lo ver¨¢n. Lo esencial es que en la pareja protagonista no hay gritos ni golpes previsibles. Aplauso, por cierto, a Jordi Berch por su iluminaci¨®n.

S¨¢ez brill¨® de la mano de su amigo Iv¨¢n Morales en obras escritas y dirigidas por este ¨²ltimo (S¨¦ de un lugar, Jo mai) o La calavera de Connemara (texto de Martin McDonagh, puesta en escena por Morales). Debo de haber dicho varias veces que S¨¢ez me hace pensar en la mezcla de iron¨ªa, coraz¨®n abierto y ferocidad de Robert De Niro, y Franc en la joven Anne Francis: parece muy fr¨¢gil, pero en realidad se lanza a estallidos de furia.

Para mi gusto, lo esencial de El que no es diu es que la obra parece ultracondensada: la hacen (habr¨ªa que decir ¡°la clavan¡± o ¡°te la clavan¡±) en una hora y diez minutos. Dicho de otra manera: no se olvida el arranque con un inquietante barniz de humor (por imprevisible). En el Cervantes de Londres hicieron, al parecer, una estupenda lectura dramatizada. ¡°Y en otra lectura en el Espa?ol se cre¨® una tensi¨®n muy afilada¡±, dice Samper. ¡°No olvido a quien dijo: ¡®Me di cuenta de que yo hice eso¡±. Frases capitales de Samper: ¡°Vivimos en un tiempo en el que parecen querer dejar el consentimiento en un s¨ª o en un no, y es mucho m¨¢s que eso. Me gustar¨ªa que los espectadores tuvieran conciencia de cu¨¢ndo han sido agresivos y cu¨¢ndo agresores. La violencia se ha normalizado tanto que a veces no lo percibimos como una agresi¨®n. Se ha construido un imaginario er¨®tico en torno a la violencia sexual. ?Sumisi¨®n, ser¨ªa la palabra? Nuestro pasado de agresiones es terrible¡±. He visto varias obras estupendas en la mano de esta autora y sus int¨¦rpretes. Dudo encontrar otra mejor pensada, dirigida y comunicada.

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