Complicaciones literarias del aborto
La escritora Marta Sanz reflexiona sobre la percepci¨®n social de la pr¨¢ctica de la interrupci¨®n del embarazo en la historia y c¨®mo esta ha sido contada en los libros desde diferentes puntos de vista
1.
En nuestra literatura bajomedieval las mujeres ¡°se quitan¡± con brebajes lo que guardan en el vientre y el infanticidio se considera un procedimiento menos peligroso que el aborto. As¨ª lo relata Julio C¨¦sar Corrales en un estudio en el que cita, como ejemplo, el Tirant Lo Blanc. El v¨ªnculo entre infanticidio y aborto alimenta el imaginario salvaje de ese movimiento antiabortista, reaccionario y fanatizado, que describe Edurne Portela en Formas de estar lejos (2019): Alicia, desde su convicci¨®n de no querer ser madre, se enfrenta al trauma de quedarse embarazada de un maltratador; a esa experiencia dolorosa se superpone la extremada violencia del rechazo social y el odio que estigmatiza a las mujeres que deciden abortar. La acci¨®n se desarrolla en Estados Unidos, pero el da?o infligido a Alicia no es diferente al que yo misma quise retratar en Daniela Astor y la caja negra (2013): un da?o que, en este pa¨ªs, se pagaba con penas de c¨¢rcel tanto para las mujeres que se somet¨ªan al aborto, como para quienes lo practicaban. En Daniela se cuenta la Transici¨®n espa?ola a trav¨¦s de la metamorfosis y la valent¨ªa de cuerpos femeninos p¨²beres, gestantes, encarcelados, trabajadores: lo personal es pol¨ªtico, y las mujeres a veces somos fiscales de otras mujeres; a veces, reajustamos nuestra mirada y nos acompa?amos.
2.
Habitualmente la representaci¨®n de las pr¨¢cticas abortistas demonizaba a la bruja que lo mismo remendaba un virgo que raspaba con alfileres mugrientos un ¨²tero subrayando una suciedad simult¨¢neamente moral y material. A la vez, el tremendismo de la representaci¨®n tambi¨¦n pod¨ªa constituir un modo de denuncia. La vulnerabilidad de las mujeres y, en concreto, de las mujeres de clases bajas y marginales se hab¨ªa dibujado con pulso tremebundo en Tea Rooms (1934) de Luisa Carnes y, tres d¨¦cadas m¨¢s tarde, en Tiempo de silencio (1962) de Luis Mart¨ªn Santos: en la novela-reportaje de Carn¨¦s, Laurita, una trabajadora de la cafeter¨ªa es seducida por el canto de sirena del romanticismo y el mito del pr¨ªncipe azul; su amor y su embarazo no la desclasan, sino que la aniquilan. Carnero sacrificial. En Tiempo de silencio, el aborto y la muerte de la hija del Muecas son el resultado del incesto, la precariedad y la incultura durante el franquismo. La visibilizaci¨®n del desprotegido cuerpo joven de la mujer en condiciones de insalubridad extrema genera una doble posibilidad de lectura a partir de estrategias ret¨®ricas de animalizaci¨®n, t¨¦cnicas naturalistas y expresionismo deformante: la metonimia sucia del aborto impregna el aborto en su totalidad y, entonces, la representaci¨®n formal es moralizante; pero tambi¨¦n cabe la interpretaci¨®n de que esa sensorialidad sangrienta del estilo ahonde en la cr¨ªtica de una sociedad en la que la normalizaci¨®n de la pr¨¢ctica evitar¨ªa dolor y muerte. En Nuevas amistades (1959) de Garc¨ªa Hortelano, el aborto de Julia se tinta con la grasa del mandil de la ¡°mujeruca¡± que la opera y con la palabra ¡°marranada¡±; sin embargo, en esta novela el aborto y el fantasma de sus patolog¨ªas posoperatorias funcionan como desencadenante de una trama que disecciona una juventud que muta grotescamente la tragedia ¡ªsu hip¨®tesis¡ª en entretenimiento. Los j¨®venes de la alta burgues¨ªa madrile?a utilizan el aborto para sentirse protagonistas de una excitante aventura sentimental que paliar¨¢ su spleen, frente a otra juventud que no recurre a tales subterfugios emocionantes: asumen sus riesgos y viven en la lucha antifranquista. En el contexto de la psiquiatr¨ªa nacionalcat¨®lica del franquismo sit¨²a Almudena Grandes La hija de Frankenstein (2020): Mar¨ªa Castej¨®n aborta clandestinamente con la ayuda de un psiquiatra. El acto no es sucio. Quien practica la intervenci¨®n no es un monstruo. Mar¨ªa tampoco es una monstrua. La sociedad que ahoga a uno y a otra s¨ª tiene los colmillos afilados.
3.
Grandes escribe una novela hist¨®rica. Aun as¨ª, resulta revelador c¨®mo la literatura refleja las pulsiones de su contemporaneidad. La creciente presencia de escritoras en el campo literario y la aceptaci¨®n o el rechazo de la pr¨¢ctica, su legalizaci¨®n, conduce a planteamientos literarios distintos. La circunstancia de que el derecho al aborto se haya erigido como lucha y conquista en Argentina se vincula con el tono reivindicativo de Catedrales (2020) de Claudia Pi?eiro. Sin embargo, en nuestro pa¨ªs actualmente la presencia del aborto en la literatura rebaja el tinte reivindicativo contra las instancias de poder, debido a la sensaci¨®n de que la batalla ha sido casi ganada. Personalmente, creo que es solo una sensaci¨®n. Tambi¨¦n creo que la reivindicaci¨®n en la literatura no se concibe como lastre porque hemos asumido que lo personal es pol¨ªtico: las mujeres, de forma mayoritaria en el siglo XXI, tomamos la palabra para contar, desde la conciencia del sujeto femenino, desde la conciencia de cuerpos sexualizados o maternizados, nuestras propias historias a trav¨¦s de textos a menudo autobiogr¨¢ficos. Pero se ha producido un desplazamiento: ante la conciencia de que la ley nos ampara al menos en parte, desde la denuncia de la violencia institucional ¡ªejecutiva, legislativa, judicial¡ª y la b¨²squeda de legitimaci¨®n del cuerpo aut¨®nomo y del placer femeninos, del derecho a tomar decisiones sin culpa, la presencia del aborto en la literatura ha derivado hacia la expresi¨®n de maternidades frustradas a causa de una ¡°imposibilidad¡±, social, laboral y biol¨®gica¡ Esa dificultad, relacionada con el retardo en la decisi¨®n de quedarse embarazada y con la idiosincrasia bic¨¦fala de mujeres educadas para ser hombres en el mercado laboral y a la vez susceptibles de experimentar la pulsi¨®n materna, es uno de los temas de La mejor madre del mundo (2019) de Nuria Labari. El aborto se relaciona con la capacidad de decidir, pero de un tiempo a esta parte la decisi¨®n es la de querer ser madre en una sociedad que no da facilidades para serlo. Tienes que mirar (2020) de la rusa Anna Starobinets, La hija ¨²nica (2020) de la mexicana Guadalupe Nettel y, concretamente dentro nuestro campo literario, Roedores de Paula Bonet o Qui¨¦n quiere ser madre de Silvia Nanclares ejemplifican esta nueva mirada literaria: la vivencia del aborto ¡ªespont¨¢neo o por recomendaci¨®n m¨¦dica¡ª es nudo gordiano en el que entran en contradicci¨®n el deseo/no deseo de maternidad con los cors¨¦s sist¨¦micos y las pr¨¢cticas sociales, m¨¦dicas, educativas. Porque la imposibilidad y el trauma iluminan otros espacios de opresi¨®n para las mujeres: el sesgo heteropatriarcal de la medicina, los excesos farmacol¨®gicos, el desprecio del dolor femenino, las abnegaciones, man¨ªas, histerias y otras patolog¨ªas psiqui¨¢tricas asociadas a la infertilidad ¡ªel destructor complejo de Yerma y de ¡°los muertos gimen esperando turno¡± de la lorquiana Casida de la mujer tendida¡ª, la sacralizaci¨®n de un ¨²nico modelo de maternidad y familia contra el que, desde su trinchera literaria, Gabriela Wiener lleva combatiendo desde hace d¨¦cadas¡
4.
Todo nos lleva a intuir que no hemos cambiado tanto desde la ¨¦poca de la psiquiatr¨ªa darwinista denunciada en las novelas de Charlotte Perkins Gilman (1860-1935) o Elizabeth Jenkins (1905-2010). Sin embargo, el cambio ideol¨®gico en la literatura ha sido copernicano: si la escritoras de los sesenta reivindicaban el derecho a abortar para salvarse de maternidades no deseadas en general, pero tambi¨¦n en raz¨®n de las enfermedades detectadas en los fetos; las escritoras de siglo XXI ¡ªpienso sobre todo en Starobinets y Nettel¡ª, respetando el derecho de las mujeres a interrumpir un embarazo, reclaman a la vez su derecho a parir criaturas ¡°defectuosas¡± como defensa frente a una instituci¨®n m¨¦dica protocolaria y opresiva, y de resignificar el concepto de ¡°lo defectuoso¡±. Reclaman cuidados, empat¨ªa, acompa?amiento en la vivencia del duelo o de una maternidad diferente. Con su reclamo no desacreditan a las mujeres que recurren al aborto y expresan la necesidad de su legalizaci¨®n por razones humanitarias de toda ¨ªndole. Estamos a aprendiendo a no juzgar a las otras, a denunciar los fallos del sistema, a recalcular el l¨ªmite entre el deseo culturalmente construido y otras formas inexploradas de deseo. La pol¨¦mica est¨¢ servida, el debate no es f¨¢cil y est¨¢ atravesado por una perspectiva de clase.
5.
En otras novelas, como Dulce introducci¨®n al caos, Marta Orriols profundiza en el vericueto psicol¨®gico de la pareja que entra en conflicto por un aborto: ella aborta y ¨¦l no quer¨ªa que lo hiciese. El aborto se plantea en una instancia conflictiva que va m¨¢s all¨¢ del cuerpo femenino, pero repercute en ¨¦l. En Boulder de Eva Baltasar, la tem¨¢tica del aborto se diluye frente al poder del hijo intruso que puede destruir un v¨ªnculo amoroso entre dos mujeres. En todo caso, parece que en nuestra literatura el aborto es un subtema dentro de la sem¨¢ntica de la maternidad que deja ser representada, como dir¨ªa Laura Freixas, desde el estereotipo para abordarse desde su dimensi¨®n de proceso y su complejidad. Otra cosa es que la sociedad espa?ola tome una deriva reaccionaria, y ex diputados del PP, voxistas y miembros de la Asociaci¨®n de abogados cristianos logren sacar adelante su recurso contra la ley de plazos, una f¨®rmula que, seg¨²n Catlin Moran, al menos no cae en la demagogia moralista de separar aborto bueno de aborto malo. Esa calidad o textura moral del aborto caracteriza las leyes de supuestos. Si eso ocurre, reactivaremos con m¨¢s fuerza el pensamiento de que lo personal es pol¨ªtico y de que lo pol¨ªtico no mancha la pura, santa y arcang¨¦lica literatura: no es f¨¢cil encontrar en nuestra genealog¨ªa narrativa piezas como La bastarda, de Violette Le Duc; El acontecimiento, de Annie Ernaux, o La piedra de moler, de Margaret Drubble. Si el reaccionarismo se agarra a nuestra sociedad como un herpes, tal vez reemprendamos la escritura de textos dram¨¢ticos de desmitificaci¨®n de la maternidad como los de Ang¨¦lica Liddell o Paloma Pedrero; obras donde el aborto aparece expl¨ªcitamente como Voces de mujer (Nana. Despedida) de Itziar Pascual; o ensayos autobiogr¨¢ficos como el que Clara Us¨®n nos regal¨® para la antolog¨ªa Tsunami, Vida de una disc¨ªpula de Satan¨¢s: la excelente narradora cuenta su aborto, las cincuenta mil pesetas que le cost¨® y el desinter¨¦s del hombre que la dej¨® pre?ada. Porque el aborto es tambi¨¦n una cuesti¨®n de clase y las m¨¢s privilegiadas volaban a Londres. Aunque, por lo que me han dicho, aquello tampoco era como para tirar cohetes.
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