Auge y derribo de Creedence Clearwater Revival
Las memorias de John Fogerty recuerdan el descenso a los infiernos de una banda que, en pleno ¨¦xtasis contracultural, lleg¨® a ser la mejor respuesta de EE?UU a The Beatles
Nunca un rayo de luz tan reluciente acab¨® convertido tan r¨¢pido en tr¨¢gica tormenta. La historia de Creedence Clearwater Revival es uno los casos m¨¢s asombrosos de auge y derribo de una banda exitosa, que redefini¨® como pocas la m¨²sica norteamericana. Un grupo esencial e irrepetible, cuyo periplo vuelve a ser recuperado ahora con la publicaci¨®n en castellano de Fortunate Son, las memorias de John Fogerty, l¨ªder de la banda y uno de los m¨²sicos m¨¢s importantes del rock estadounidense.
Fogerty titul¨® su autobiograf¨ªa como una de sus canciones m¨¢s c¨¦lebres, pero este hijo afortunado bien podr¨ªa haber elegido otro de sus ¨¦xitos: Commotion. Porque la lectura de sus memorias causa verdadera conmoci¨®n: es un relato repleto de reproches y pu?ales dentro de una formaci¨®n que en 1969, en pleno ¨¦xtasis contracultural, lleg¨® a ser la mejor respuesta de Estados Unidos a The Beatles. Estaban The Beach Boys y otro pu?ado de bandas excelentes ¡ªnadie hizo caso a The Velvet Underground¡ª, pero la Creedence, con su mezcla de ra¨ªces entre rock sure?o, rhythm and blues y swamp, marcaron un sonido plet¨®rico y genuinamente yanqui, a contracorriente de la psicodelia y el blues-rock de la ¨¦poca. Y consiguieron todo un hito: registraron seis ¨¢lbumes repletos de himnos en el breve periodo entre el verano de 1968 y las Navidades de 1970.
En su autobiograf¨ªa, Fogerty da algunas claves de c¨®mo la Creedence lleg¨® hasta el coraz¨®n mismo del alma norteamericana. Durante varias p¨¢ginas se muestra como un artesano de canciones, con amor incondicional al sonido anal¨®gico ¡ª¡±cuando ten¨ªas que averiguar todo por ti mismo¡±¡ª y al legado de los pioneros del country, el rhythm and blues y el rock¡¯n¡¯roll. Tambi¨¦n por amor al trabajo¡ y sin drogas. ¡°Lo que m¨¢s me ofend¨ªa era ir colocados, eso me diferenciaba de los grupos de San Francisco¡ ?Timothy Leary? Un gilipollas. Un buf¨®n¡±, cuenta. Se detiene en Jimmy Reed, Freddie King, Hank Williams, Elvis Presley, Bo Diddley, Little Richard o Howlin¡¯ Wolf, pero destaca su devoci¨®n por Booker T. & the M.G.¡¯s, quintaesencia del soul de Stax, ¡°el grupo de rock¡¯n¡¯roll m¨¢s grande de todos los tiempos¡±, cuyo shuffle, ese ¡°ritmo de arena y vaselina¡±, siempre le obsesion¨®. Seg¨²n ¨¦l, la Creedence fue una banda que se acercaba al shuffle, propio de sonidos afroamericanos, pero no lo alcanzaba.
Curioso: la banda de El Cerrito, una peque?a ciudad del norte de California, era una maquinaria perfecta de ritmo y riffs poderosos, pero el perfeccionismo y la b¨²squeda de la excelencia de Fogerty, cantante, guitarrista y compositor del grupo, le ped¨ªa perseguir m¨¢s. Todo eso se transmite en Fortunate Son y es cuando se pone a hablar de la conjunci¨®n de la banda en sus comienzos cuando empieza a descargar contra todos. Conviene sujetarse a la silla con la lectura: el l¨ªder del grupo vac¨ªa el cargador. ¡°Cuanto m¨¢s ¨¦xito ten¨ªa la Creedence, m¨¢s se quejaban mis compa?eros¡±, escribe. ¡°Lo peor que le ocurri¨® a mi banda fueron The Beatles, porque pensaron que pod¨ªan ser como ellos¡±, a?ade.
Si la cumbre que alcanz¨® la Creedence no hubiese sido tan alta y el tiempo en conseguirlo tan r¨¢pido, quiz¨¢ su estrepitosa ca¨ªda no hubiese sido tan sonora. Sin embargo, a decir verdad, todav¨ªa hoy puede estudiarse como todo aquello que no debe suceder en una banda. Para 1972, el grupo ya no exist¨ªa y lo peor es que su final fue el comienzo de una pel¨ªcula de terror. El due?o del sello discogr¨¢fico Fantasy, Saul Zaentz, les hab¨ªa enga?ado con contratos esclavistas y se qued¨® con todos los derechos de las canciones. Incluso estaban obligados a seguir componiendo para ¨¦l una vez disueltos. Empez¨® el calvario. Aparte de portavoces musicales, la contracultura trajo tambi¨¦n un nido de vampiros comerciales en forma de managers y representantes discogr¨¢ficos. Sucedi¨® tambi¨¦n con Bob Dylan y con The Rolling Stones, pero la Creedence se llev¨® al m¨¢s correoso con Zaentz, un tipo que consigui¨® destrozar a¨²n m¨¢s al grupo, incluso una vez acabado.
Durante a?os, Fogerty estuvo arruinado, se consum¨ªa sin tocar sus propias canciones ¡ª¡±decid¨ª cortarme las piernas¡±¡ª para que no le generase royalties a su enemigo, tiraba ¡°alcoholizado¡±, ¡°furioso¡± y ¡°depresivo¡± grabando discos en solitario que eran una ¡°atrocidad¡± y fantaseaba con ¡°reventar con un bate de b¨¦isbol¡± los discos de oro del grupo. Enfrentado con el resto de miembros, incluido su hermano Tom, que quer¨ªan ser ¡°galanes de Hollywood¡± antes que m¨²sicos, Fogerty a?adi¨® m¨¢s rabia en su vida en su lucha contra sus excompa?eros, que pactaron vender canciones a anuncios televisivos sin su permiso y decidieron aliarse con Zaentz para que Fogerty cediera y pudieran ver algo de dinero del glorioso legado sonoro de la banda. ¡°No ¨¦ramos IBM: ¨¦ramos cuatro t¨ªos que hab¨ªamos hecho un pacto¡±, confiesa. Cuando la Creedence entr¨® en 1993 en el Sal¨®n de la Fama del Rock, no tocaron juntos: Fogerty lo hizo con Bruce Springsteen y Robbie Robertson.
El litigio dur¨® d¨¦cadas hasta la muerte de Zaentz, quien tambi¨¦n llev¨® a juicio a Fogerty por plagio. Argumentaba que algunos temas en solitario se parec¨ªan mucho a los de la banda. Y, con todo, el tormento no acab¨® ah¨ª. Todav¨ªa sigue. Muerto el hermano de Fogerty, Doug Clifford y Stu Cook decidieron crear Creedence Clearwater Revisited, una banda que, a d¨ªa de hoy, sigue activa y toca las canciones compuestas por el miembro que repudian. Una especie de broma de mal gusto, partiendo de que John Fogerty se encargaba de todo en la Creedence y que a ¨¦l pertenece un cancionero imbatible que, d¨¦cadas despu¨¦s y con los demonios exorcizados, ha recuperado en sus conciertos. Lo hizo en los noventa despu¨¦s de varios viajes a Misisipi, cuna del blues. Reconect¨® con Robert Johnson o Charlie Patton, al que pag¨® una l¨¢pida, y decidi¨® dejar atr¨¢s todo su tortuoso pasado. Incluso hoy en d¨ªa bromea con un posible reencuentro con Doug y Stu. Dej¨® atr¨¢s lo malo hasta que, eso s¨ª, se puso a escribir estas memorias, un ajuste de cuentas en toda regla, pero tambi¨¦n una gu¨ªa pr¨¢ctica para conocer con detalle que, incluso en las mayores glorias, el negocio de la m¨²sica puede destapar comportamientos despiadados.
Fortunate Son. Mi vida, mi m¨²sica
Autor: John Fogerty. Traducci¨®n de Ainhoa Segura Alcalde.
Editorial: Neo Sounds, 2021.
Formato: 416 p¨¢ginas. 22 euros.
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