El viaje al fin de la noche
Escribiendo de Van Gogh, de su extraordinaria vida miserable, Javier Santiso ha perseguido una pregunta: ?de qu¨¦ color es la luz del pintor, incluso cuando pareci¨® apagada?
La escritura es una rasgadura en la noche. Lo es Vivir con el coraz¨®n, de Javier Santiso, un mon¨®logo privado de la respiraci¨®n artificial que los puntos y aparte conceden a las frases. Latidos del coraz¨®n desbocado, desde el primer latigazo se refieren al personaje que fue Van Gogh y en un instante resulta notorio que solo es ¨¦l quien lo dice. Se sabe que, una vez escrita en la pared, con el bol¨ªgrafo o con el l¨¢piz, ya para siempre ese verso mantiene su huella, aunque lo borres y lo borres y lo borres; estos versos que son ap¨®copes de una desesperaci¨®n y de un abrazo nacen del poeta que los escribe, pero, si un d¨ªa el libro desapareciera bajo las explosiones del tiempo, alguien alg¨²n d¨ªa podr¨¢ rastrear en ellos lo que es de Santiso y lo que es de Van Gogh, que al final habr¨¢n sido protagonistas de la misma pasi¨®n: hallar de qu¨¦ sangre es verdaderamente la palabra amor. Lewis Carroll dec¨ªa, y lo practic¨® el pintor espa?ol Luis Fern¨¢ndez, que le gustar¨ªa saber de qu¨¦ color es la luz de una vela cuando est¨¢ apagada. Escribiendo de Van Gogh, de su extraordinaria vida miserable, Santiso ha perseguido igual virtud: ?de qu¨¦ color es la luz de Van Gogh, incluso cuando pareci¨® apagada?
En esta colecci¨®n apasionada de palabras se halla la respuesta, pero, como el grafiti hallado por Adoum en una pared de Quito (¡°Cuando ten¨ªamos las respuestas nos cambiaron las preguntas¡±), cuando crees estar seguro de la identidad de la herencia del pintor volver¨¢n a surgir preguntas nuevas, que tambi¨¦n est¨¢n como interrogantes en el libro. Y as¨ª sucesivamente. Un poema ¡ªy esta novela tiene mucho de poema¡ª nunca acaba. Y si es sobre el color, este siempre se resolver¨¢ en mil pedazos, una especie de luz diversa que no se detiene nunca y que alumbra aqu¨ª al escritor y al pintor bajo el mismo y extraordinario candil. Ese candil es el que le da fuerza a Santiso para obligarse a mantenerse como el autor apasionado de una carta a cuyo ritmo se obliga como si de sus palabras dependiera la supervivencia del que le escucha. Al final del Ulises, James Joyce declara que ya no se puede m¨¢s. En el caso de Vivir con el coraz¨®n, lo que hace el autor es mezclar su sangre con la del pintor para juntarse en la confluencia que la pintura y la poes¨ªa han ido intentando a lo largo del m¨¢s de centenar de p¨¢ginas que tiene este texto obligado por la m¨²sica a ser tambi¨¦n un concierto de colores escuchados al borde de un abismo.
Es verdad que todo libro, cuando hunde su ra¨ªz en lo que escucha el o¨ªdo del hombre que ha probado la herida de escribir de solitarios, es al fin del que lo lee, pues este en alg¨²n momento se confunde con el lamento o el grito que contiene el texto con lo que uno mismo sabe que le pas¨® tambi¨¦n o que quiz¨¢ le suceder¨¢ alg¨²n d¨ªa, quiz¨¢ enseguida. Santiso se ha mezclado con ese lector, as¨ª que en alg¨²n momento es Van Gogh, el propio Santiso y la persona que, marcada por dolores o ansiedades que vienen del sol y del mar y de la soledad, ley¨® este libro y ahora agradece que se haya escrito como si le hubieran regalado un espejo de las locuras de amor que aqu¨ª se transcriben.
Vivir con el coraz¨®n?
Editorial: La Huerta Grande, 2021.
Formato: 123 p¨¢ginas. 18 euros.
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