Diecis¨¦is apellidos vascos
La autoficci¨®n de Borja Ortiz de Gondra ofrece una panor¨¢mica sobre los conflictos sociales en Euskadi se?alando la herida sin poner el dedo
Ah, las sagas familiares! En Los Gondra, Borja Ortiz de Gondra, bilba¨ªno que ha labrado su carrera literaria fuera del terru?o, condens¨® siglo y medio de la historia de Euskal Herria a trav¨¦s de las peripecias de una familia marcada por la ¨²ltima guerra carlista, la guerra civil espa?ola, el exilio, la aplicaci¨®n de la Ley de Responsabilidades Pol¨ªticas de 1939, los atentados de ETA¡ Aquel relato fulgurante pero intrincado tuvo una continuaci¨®n menos resoluta en Los otros Gondra, que, a su vez, tiene su desenlace en Los ¨²ltimos Gondra, producci¨®n del CDN cuyo estreno se retras¨® un d¨ªa por la huelga intermitente que mantienen los t¨¦cnicos de los teatros del INAEM, debido a que a una parte de ellos no se les permite presentarse a la pr¨®xima oferta p¨²blica de empleo, a pesar de llevar largos a?os ejerciendo su oficio.
Situada en el porvenir, Los ¨²ltimos Gondra parece la m¨¢s fabulada de las piezas de la trilog¨ªa, pues en la ficci¨®n Borja Ortiz (que, sin ser actor, sale a escena de nuevo, esta vez para interpretar a su propio fantasma) ha muerto y su parentela debate qu¨¦ hacer con la casona familiar y con otros legados ancestrales. Tambi¨¦n es la m¨¢s literaria de las tres partes porque est¨¢ entreverada de observaciones que su autor hace en primera persona y de voces del pasado que vienen a incomodarle, digresiones todas ellas que enfr¨ªan la temperatura del espect¨¢culo e interrumpen el fluido discurrir de su acci¨®n dram¨¢tica.
La exposici¨®n de los inextricables v¨ªnculos afectivos que mantienen los personajes, el debate sobre la transmisi¨®n del rencor ante los agravios recibidos y el elaborado desarrollo de la peripecia mantienen vivo el inter¨¦s del p¨²blico, porque a trav¨¦s de lo particular Ortiz de Gondra trae a debate asuntos de inter¨¦s gen¨¦rico. Su familia autoficcional no refleja la sociedad vasca en su globalidad, pero s¨ª una parte significativa de ella: los conflictos que padece son universales.
La panor¨¢mica que Los ¨²ltimos Gondra brinda sobre las pugnas familiares y el enfrentamiento social en el Pa¨ªs Vasco es amable en el fondo. Su autor muestra la llaga sin llegar a poner el dedo, para evitar que duela. Algo hay en esta pieza y en su puesta en escena que trae a la memoria El ¨¢lbum familiar, obra de 1982 donde Jos¨¦ Luis Alonso de Santos invocaba a sus seres queridos a trav¨¦s de un alter ego esc¨¦nico. El dramaturgo pucelano la escribi¨® bajo el impacto del estreno en el teatro Mar¨ªa Guerrero, en 1981, de Wielopole, Wielopole, espect¨¢culo inmarcesible en el que Tadeusz Kantor contaba, a trav¨¦s del recuerdo de sus seres queridos y de su aldea, la historia de su vida y la de Polonia, engarzando en todo ello im¨¢genes poderosas sobre las contradicciones de la condici¨®n humana. En escena durante toda la representaci¨®n, el autor polaco dirig¨ªa al elenco de su compa?¨ªa como lo har¨ªa un director de orquesta: marcando el ritmo de la acci¨®n, se?alando el comienzo de los crescendos musicales, supervisando cada detalle.
Hay en la Trilog¨ªa de los Gondra un fulgor apenas de todo aquello, un poso, una remembranza lejana. Tambi¨¦n aparece, en alg¨²n instante furtivo, un eco del formidable Extinci¨®n, montaje de Krystian Lupa a partir de la novela de Thomas Bernhard. El tema es id¨¦ntico: el hombre que vuelve al hogar tras la muerte de los padres, la confrontaci¨®n con el pasado y la conmoci¨®n consiguiente. El montaje de Los ¨²ltimos Gondra, dirigido por Josep Maria Mestres, ser¨ªa m¨¢s vigoroso si llevara a escena acciones que se muestran en v¨ªdeo: el baile del aurresku, la corta de un tronco de ¨¢rbol por el aizkolari¡ Para despertar emoci¨®n, los abrazos iniciales, la danza final, el canto debieran estar coloreados m¨¢s vivamente. El texto tiene un sentido del humor que en la puesta en escena se entrev¨¦ apenas.
Entre los int¨¦rpretes, destaca el peso y la precisi¨®n de los veteranos: Sonsoles Benedicto, que le imprime misterio repentino y certero a los augurios de su personaje, versi¨®n femenina del ciego Tiresias; Antonio Medina, en el papel de cura franco pero acomodaticio, perito en mediaci¨®n de conflictos agudos y cr¨®nicos¡ A lo largo del montaje, Jos¨¦ Tom¨¦ va cargando de raz¨®n al bueno de Matthew (el marido de Borja), estadounidense de origen armenio que se siente como un extraterrestre aterrizado en medio de una tribu de 16 apellidos vascos. Dejando a un lado sus irregularidades, producciones como esta, con repartos amplios (hay 15 int¨¦rpretes en escena), deben ser objetivo central de los teatros nacionales.
Los ¨²ltimos Gondra (memorias vascas). Texto: Borja Ortiz de Gondra. Direcci¨®n: Josep Maria Mestres. Centro Dram¨¢tico Nacional. Teatro Valle-Incl¨¢n Madrid. Hasta el 21 de noviembre
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