Gertrude Stein, Virginia Woolf y Monique Wittig: feminismo, perspectiva de g¨¦nero y otras ficciones inestables
Los escritos de las tres autoras se interrogaron sobre qu¨¦ es una mujer y abrieron uno de los espacios dial¨¦cticos m¨¢s beligerantes en la actualidad
Un hilo, casi imperceptible pero firme une la primera novela expl¨ªcitamente lesbiana que Gertrude Stein termin¨® en 1903 y no se public¨® hasta 1950, los dos art¨ªculos de Virginia Woolf de 1929 y 1931, y Primavera con Monique Wittig, de Leonor Silvestri, de 2021. Esta ¨²ltima obra torrencial aspira a ir m¨¢s all¨¢ de los tanteos de Stein o de la firmeza con que Woolf se enfrenta con la tarea de hablar para mujeres trabajadoras. Pero al ponerse Silvestri bajo la advocaci¨®n de Wittig (1935-2003), obliga a revisar a Wittig, sus ficciones ¡ªL¡¯Opoponax, Las guerrilleras o El cuerpo lesbiano¡ª y su ensayo El pensamiento heterosexual (1992).
Anticipo que ese hilo es un rosario de preguntas dubitativas y sentencias desafiantes sobre la mujer. Leyendo estos textos ¡ªuna novela y tres ensayos¡ª veremos que, por decirlo brevemente, el pasaje del feminismo a la perspectiva de g¨¦nero supuso el tr¨¢nsito sinuoso desde saber qu¨¦ es una mujer hasta dejar de saberlo.
Muchos a?os despu¨¦s de la muerte de Gertrude Stein, Wittig la invoc¨® como fundadora: ¡°En la obra de un autor solo hay dos opciones: o bien se repiten las formas existentes o bien se crean otras nuevas. No hay otra opci¨®n. Pocos escritores han sido m¨¢s claros sobre esto que Sarraute en Francia y Stein en Estados Unidos¡±.
El camino de Stein para lograr formas nuevas fue largo y tortuoso, y lo prueba Q.E.D. Las cosas como son. Como dice en el pr¨®logo Annalisa Mirizio, esta fue una novela escondida, censurada, con una versi¨®n expurgada y otra restituida. El relato es sencillo. Narra el desdichado y desigual affaire amoroso entre tres norteamericanas bien educadas pero de distinto origen social y estatus econ¨®mico. Si no fuese porque son tres mujeres, el tri¨¢ngulo ser¨ªa convencional. Pero hay un desajuste entre lo refinado de lo que las mujeres piensan o dicen y lo que hacen: lo amoroso es ¡°extra?amente lineal¡±, dice Mirizio; ¡°de desnudez casi escolar¡±, observ¨® Edmund Wilson. En cambio, Stein es innovadora al detenerse en una zona intermedia entre el discurso y el encuentro er¨®tico. La delectaci¨®n est¨¢ en la descripci¨®n de los cuerpos, en su clasificaci¨®n: ¡°La belleza masculina de Helen¡±, que se despoja del cors¨¦ para pasear por Europa, como hizo la propia Stein, ¡°las grandes curvas de Adele, el cuerpo huesudo de Mabel son inseparables tanto de sus razonamientos como de su experiencia del amor¡±. Stein encabez¨® la novela con un fragmento de Como gust¨¦is, de Shakespeare, comedia llena de disfraces y mascaradas. Pero el fragmento que elige no es festivo ni permite, observa Mirizio, la ¡°celebraci¨®n biempensante de la uni¨®n l¨¦sbica frente a la heterosexual¡±. Como dice Rosalinda antes de despojarse, en el desenlace de la comedia, de su disfraz de hombre, ella no tiene amor ¡°para ninguna mujer¡±. Si se toma la escena tal como la presenta Stein, sin el desenlace, Rosalinda es una mujer que proclama que no ama a ninguna mujer.
Wittig culmin¨® su discurso de ruptura del ¡°contrato heterosexual¡± en 1978 con la aserci¨®n: ¡°Las lesbianas no son mujeres¡±
Esto puede tomarse como la admisi¨®n de un fracaso ¡ªseg¨²n lo expone esta novela de 1903¡ª, pero tambi¨¦n como una de las paradojas que abre la teor¨ªa feminista en la segunda mitad del siglo XX y que Wittig hace patente en sus debates con el psicoan¨¢lisis en El pensamiento heterosexual.
Antes de llegar a los finales del siglo XX y admitir el estallido de feminismo que encarn¨®, entre otras, Wittig, hay que detenerse en los dos extraordinarios ensayos de Virginia Woolf. En ellos se despliega una reflexi¨®n que va de la pura observaci¨®n material a la pregunta filos¨®fica; es decir, la pregunta por las condiciones del conocimiento. La observaci¨®n est¨¢ en Las mujeres y la narrativa de ficci¨®n: ¡°La mujer extraordinaria depende de la mujer ordinaria¡±, de la vida material de la trabajadora que sufre la desigualdad y la dependencia. Y concluye: para ser escritora hay que matar al ¡°¨¢ngel del hogar¡±, la mujer ordinaria que todo lo sostiene.
La cuesti¨®n epistemol¨®gica se desarrolla dos a?os m¨¢s tarde, en Profesiones para mujeres: ¡°El ¨¢ngel hab¨ªa muerto. En otras palabras, una vez que se hab¨ªa liberado a s¨ª misma de la mentira, esa mujer joven solo ten¨ªa que ser ella misma. Ah, pero ?qu¨¦ es ella misma? Es decir, ?qu¨¦ es una mujer? Se lo aseguro, no lo s¨¦. No creo que ustedes lo sepan¡±.
Cualquiera puede ver la cercan¨ªa que existe, casi en la misma ¨¦poca, entre la pregunta de Woolf y la que, seg¨²n Ernest Jones, Sigmund Freud le hizo a Marie Bonaparte: ¡°?Qu¨¦ quiere la mujer?¡±.
A partir de Wittig todo se desmorona: la perspectiva de g¨¦nero es el r¨®tulo de este vaciamiento del saber sobre la mujer. Wittig fue frontal en su posici¨®n te¨®rica. En 1978 culmin¨® su discurso de ruptura del ¡°contrato heterosexual¡± con la siguiente aserci¨®n: ¡°Las lesbianas no son mujeres¡±. Retomaba a Simone de Beauvoir para fulminar la oposici¨®n entre hombre y mujer. Como si ante el celeb¨¦rrimo ¡°no se nace mujer, se llega a serlo¡± afirmara: ¡°Solo si se quiere serlo¡±.
Pero Wittig no rompe con lo establecido y can¨®nico en la literatura. La obra de Proust, dijo, es ¡°uno de los mejores ejemplos que conozco de m¨¢quina de guerra con efecto retardado. Al final, Proust ha logrado transformar el mundo real en uno ¨²nicamente homosexual¡±. Por eso, cuando Wittig quiso lograr su propia consagraci¨®n cr¨ªtica ¡ªcon Marguerite Duras y Nathalie Sarraute de valedoras¡ª no dud¨® en afirmar que ¡°la historia se refiere a las personas, mientras que la literatura se remite a las formas¡±. No hab¨ªa en ella la hoy nuevamente exigencia de continuidad moral y pol¨ªtica entre biograf¨ªa y obra. Solo est¨¢ al alcance de la necedad de unos pocos negar la desestabilizaci¨®n que ha producido el feminismo en los discursos filos¨®ficos, psicoanal¨ªticos e hist¨®ricos en los ¨²ltimos, al menos, 70 a?os.
Ser¨ªa igualmente necio no admitir que los discursos feministas, hoy incluidos dentro de lo que se denomina ¡°perspectiva de g¨¦nero¡±, son tal vez el espacio dial¨¦ctico m¨¢s beligerante dentro de los debates pol¨ªticos y est¨¦ticos. Contiene ese espacio adem¨¢s algo apetecible para la sociedad de masas: un sector del mercado editorial que adula la ficci¨®n escrita por o desde esas perspectivas. Cuando nos inquiete la mercantilizaci¨®n de tal espacio, siempre queda recordar, como hicieron en distintos momentos Stein, Woolf y Wittig, que el arte ¡ªencarnado aqu¨ª en Proust¡ª sigue conteniendo todas las preguntas y evadiendo todas las respuestas.
Q.E.D. Las cosas como son?
Introducci¨®n de Annalisa Mirizio Traducci¨®n de Nora Catelli y Edgardo Dobry.
Trampa Ediciones, 2021
104 p¨¢ginas. 15,95 euros
Matar al ¨¢ngel del hogar?
Pr¨®logo de Luna Miguel
Traducci¨®n de Alberto G¨®mez Vaquero
Carpe Noctem, 2021. 66 p¨¢ginas. 10 euros
Primavera con Monique Wittig. El devenir lesbiano con el dildo en la mano de Spinoza transfeminista?
Queen Ludd, 2021
184 p¨¢ginas. 13 euros
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